jueves, 14 de noviembre de 2013

Bonó visto por la posteridad. 1


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE


Pensamiento caribeño en el siglo XIX.  Bonó  juzgado por la posteridad, 1

Por: Mu-Kien Adriana Sang



@MuKienAdriana

 

El fin de toda sociedad, ya sea la doméstica, la de la tribu, la de nación, es la felicidad. Fuera de aquí ninguna sociedad tiene razón de ser, puesto que el conato del hombre es ser feliz. ¿Y cuál es la prueba que la sociología pueda dar de que se ha dicho (sic) amar al dominicano la tierra donde ha nacido, donde crece y muere, donde están las tumbas de sus padres y dónde están la suya y la de sus descendientes? Un tropel de cambios de nacionalidad en el decurso de 80 años responde que no ha encontrado esa dicha, ni bajo la dominación de otro tipo ni bajo su propia dirección. La Miseria larga de cuatro siglos, el encorvamiento cada vez mayor hoy día del grupo de puros dominicanos que forma la nación, del grupo que la constituye, del que ha hecho y hace sacrificios para sostenerla, es lastimoso. En todo el horizonte o se ven ni siquiera los albores de la dicha. Pedro Francisco Bonó, Apuntes sobre las clases trabajadoras.

 

Pedro Francisco Bonó no estaba, definitivamente, acorde con la herencia recibida. Fue crítico, muy crítico con su realidad. Expresaba constantemente su inconformidad con el derrotero que tenía su amado país.  Su legado a la posteridad fue, sin duda alguna, un conjunto de ensayos novedosos, intuitivos, agudos y bien documentados.  Por esta razón, los intelectuales contemporáneos, analizaron, desmenuzaron y expusieron sus ideas en torno al pensamiento de este hombre cibaeño que no pensó nunca que sus ensayos, nacidos al calor de los acontecimientos de su realidad, tendrían esa  trascendencia.

Muchos dominicanos han escrito sobre el pensamiento de Bonó, siendo el más importante, Raymundo González de quien hemos hablado en artículos anteriores y que también nombramos hoy. Pero hubo otros que también hicieron sus planteamientos en torno al pensamiento de Bonó, sobre ellos hablaremos próximos artículos.

Bonó caló en historiadores extranjeros que hicieron de sus ideas objeto de interesantísimos ensayos.  Hayden Carrón profesor de Hight Pont University escribió un ensayo muy interesante titulado la "Nación como tragedia"[i]  y aborda la identidad dominicana en el siglo XIX para definir la nación:

La formación de la identidad en la República dominicana, aunque comparte muchas similitudes con los procesos fundacionales de los países americanos, tiene importantes diferencias. La primera se refiere a la especificidad histórica de la isla, ya que la guerra de independencia no se libró contra el imperio español sino contra la primera república negra del mundo: Haití, lo que propició un enemigo externo que fungiera como unificador de las distintas tendencias identitarias dominicanas. Pero quizás la diferencia esencial entre la experiencia dominicana y del resto de los países americanos es que las clases dirigentes del país fueron probablemente las únicas de todo el continente que nunca quisieron separarse de la metrópoli. Incluso podríamos aseverar que, para la élite dominante, el tener que formar una nación independiente fue visto como una tragedia impuesta por los acontecimientos, pero no por una voluntad de realización. (p.241)

Sostiene Carrón que la Guerra de Restauración (1863-1865) que fue librada contra las tropas españolas para expulsarlas del territorio dominicano, no inculcó en las élites gobernantes el convencimiento de que el país podía conseguir el ansiado "progreso" sin la necesidad de la "protección" de una nación extranjera.  A partir de esta particular condición histórica, los intelectuales dominicanos han tenido una marcada influencia, afirma, no sólo en el establecimiento de lo que hoy se considera como dominicano, sino también en la forma en que han analizado la historia dominicana sus batallas, sus vaivenes, sus vivencias y sus avatares.

Carrón diferencia a Bonó del resto de pensadores. Lo considera como un verdadero hito en el marco del pensamiento identitario dominicano. Afirma que sus análisis tan distantes de sus colegas contemporáneos, la "inteligentsia" dominicana, lo rechazara por utópico, excesivamente críticos y para algunos "excéntrico.

El investigador interesado en el pensamiento político dominicano, sostiene que los acontecimientos sucedidos en el país en la segunda mitad del siglo XIX permitió el surgimiento de una incipiente burguesía que trajo como consecuencia el nacimiento de una importante y numerosa intelectualidad.  Bonó fue producto de este proceso.  Durante la primera mitad de su vida Bonó fue un miembro aventajado de esa élite intelectual.

Sostiene que el pensamiento de Bonó está dividido en tres etapas, siguiendo el esquema que ya había propuesto el historiador y amigo Raymundo González. La primera etapa abarca desde 1851 hasta 1867. Estos años marcan dos hitos importantes: el momento en que Bonó asume funciones en el aparato estatal y el segundo el momento en que se retira de la vida política activa.  La obra clave de esta etapa fue el ensayo "Apuntes sobre los cuatro ministerios de la República.

La segunda etapa culmina en 1876, año en que publica su ensayo Estudios, siendo el más importante el tema sobre la hacienda pública.  En la tercera etapa presenta su obra más importante y el que ha dejado mayores huellas en la posteridad: "Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas", del que hemos hablado en varias oportunidades.

Carrón coincide con González y con mi planteamiento del primer artículo que publiqué en esa columna sobre Bonó, de que si bien e los primeros años abrazó, defendió y divulgó las ideas liberales, cambió radicalmente a finales de los 60 del siglo XIX. Su alejamiento del liberalismo hizo que analizara la realidad desde una óptica distinta: la identidad y la formación de lo nacional en la República Dominicana, pero, y ahí radica su novedad, su mirada no es desde la óptica del poder, sino del pueblo explotado: los negros, los mulatos, los campesinos, los jornaleros los desempleados.

A partir de este cambio, Bonó se convierte en un observador agudo de las costumbres y la realidad de los campesinos, especialmente los cibaeños tabaqueros. Critica la ideología del progreso, dice Carrón, como ya señalamos  también en otro artículo, porque no favorecía a las grandes mayorías.  Ataca duro a los que piensan que el campesinado dominicano es bruto, vago y sin aspiración, como era el pensamiento, por ejemplo, de Espaillat.  Este convencimiento lo hace combatir a los que impulsaron el cultivo del azúcar y el cacao que crecieron grandemente gracias a la inyección de capital transnacional. Sólo el tabaco era el verdadero demócrata, decía Bonó.  Los otros productos expulsaban a los campesinos de sus tierras y los convertían en asalariados miserables.

Fiel a su convencimiento de que el campesinado era la base para la felicidad y el progreso, defendió, contrario a lo que pensaban sus contemporáneos, la propiedad de los terrenos comuneros porque permitía el acceso a la tierra.

El tiempo se agotó. Sigo con el mismo tema en la próxima entrega. Hasta la próxima.

 

 

 



[i] Hayden Carrón, Hight Point University, "La nación como tragedia. El pensamiento identitario de la República Dominicana en el siglo XIX, The Colorado Review Sutudies, Vol.8, Fall 2010, pp. 241-259

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