jueves, 14 de noviembre de 2013

Bonó y las aspiraciones políticas


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE


Pensamiento caribeño en el siglo XIX. Bonó y las aspiraciones políticas

Por: Mu-Kien Adriana Sang



@MuKienAdriana

 

Yo supongo, que las figuras más conspicuas que cuenta la República, serán las que tienen más probabilidades de atraer la atención de dichos ciudadanos y supongo igualmente que entre estas figuras habrá diez o doce que descuellen sobre las otras…Para escoger uno entre estos esclarecidos ciudadanos es que debe discutirse la candidatura con anterioridad, pues aunque uno de ellos es que debe regir los destinos de la nación, ciertos detalles de actualidad y conveniencia harán preferible la elección razonada a la insaculación.

Si yo tuviera voz consultiva entre tan beneméritos ciudadanos, aconsejaría que se invitase a todos los partidos que puedan existir en el país a que tomaran carta en el asunto…Y puesto que nuestra historia registra prepotencia precaria de cada uno de ellos cuando en una hora ha sido detenida por golpes violentos y atrevidos, inclusive; que ahora en paz, nuevas combinaciones estudiadas sobre la legalidad los sustituyan, y que un nuevo giro pacífico impreso a las elecciones ejerciten a los espíritus sagaces, para triunfar a sus respectivos candidatos y evitar en el porvenir el estallido de los furores concentrados del esclavo. Pedro Francisco Bonó, Opiniones de un dominicano (fragmento)

 

Una semana más presento una reflexión sobre nuestro gran intelectual del siglo XIX, Pedro Francisco Bonó, un hombre con pensamiento propio, que no se envolvió de la magia arrolladora de la ideología del progreso. Un pensador cuya preocupación principal era el bienestar de los menos favorecidos por la vida, la clase trabajadora, como él la llamaba.

Bonó también se preocupó por el futuro político dominicano. No quiso aceptar la candidatura presidencial, a pesar de que en muchas ocasiones se le propuso de forma insistente. No, el intelectual cibaeño prefería la tranquilidad de su modesto hogar para observar el derrotero del país.

Como buen observador participante, se preocupó de la vida política del país: las luchas entre los partidos y sus ambiciosos líderes, como puede evidenciarse en el fragmento que engalana este artículo.  Bonó se preocupó y mucho. Se angustiaba porque las luchas inter caudillistas no daban sosiego alguno a la población, por esta razón afirmaba:

Y como presumo que si así no fuese, así muy bien pudiera ser, sin la voz de consultor ni de caudillo, pero con la del ciudadano que más que todo desea ver la paz de su patria cimentada, voy a dar las razones en que fundo la bondad de mi consejo. Esto me conducirá necesariamente a ser prolijo y quizás abusar…de mis lectores… pero es tan importante para la generalidad la cuestión de la paz…procuraré poner tanta imparcialidad en el asunto, que hasta los que no quieran…habrán de confesar a lo menos que las expongo de buena fe, y que el objeto que me las sugiere merece que todos lo estudiemos, discutamos y resolvamos…[i]

Una de las grandes preocupaciones de Bonó era la situación de los partidos y sus constantes divisiones. Consideraba que en ese momento habían cuatro partidos: el Rojo, el Azul, el Verde o Gonzalista y el Cesarista. Llamaba al partido de Ignacio María González como la "amalgama necesaria al arbitraje practicado por los prohombres azules y rojos, cansados ya e impotentes para continuar y resolver por las armas la contienda…" [ii].  Con ironía señalaba que los hombres de González o rojos desteñidos, llamaron fusión a esa jugarreta política, para presentarla como algo más "agradable, hacedera y pacificadora", pero, afirmaba, predominaba la presencia roja.

La volatilidad de la simpatía hacia los partidos, para llamarlo de alguna manera, era muy grande. Azules que se convertían en rojos; rojos que migraban a los azules; y azules y rojos que constituyeron en una nueva fórmula política. No habían ideologías ni ideas, sólo intereses, como lo afirma el intelectual:

Tal azul de hoy, por ejemplo, a quien quiten el empelo o pensión de que goza mañana será rojo; y tal rojo de ayer a quien den dicho empleo o pensión será azul. No debe admirar o escandalizar cosa tan abstrusa, porque en todos los tiempo y todos los lugares esto siempre ha sucedido en los sistemas personales…Sucederá esto por tanto en el porvenir y sucederá también, que, en el fondo de las opiniones de dicho rojo o azul repentino, quede una reminiscencia, un pie de levadura o fermento de lo que fue. Sucede igualmente que hay infinitos rojos o azules que son firmes en su opinión: unos por carácter, otros porque solo han transigido y transigen por amor a la patria. Estos últimos son los muy escasos, como generalmente son los hombres muy virtuosos.[iii]

Al escribir el artículo el país estaba gobernado por el partido Azul, pero no podía hacer lo que creía y pensaba, porque debía complacer demasiadas y diversas peticiones y presiones. Por un lado estaban las potencias imperiales, léase Francia, Estados Unidos e Inglaterra. Y sobre todo, la relaciones con Haití, país que constituía un grave peligro para la estabilidad política dominicana, decía, por la vocación invasora de sus dirigentes, obligados por su propia anarquía. Sumada a estas situaciones se encontraba la crisis política interna en nuestro país.  Según Bonó,  el pueblo, fruto de estas terribles realidades estaba terriblemente cansado, agotado y frustrado por las luchas internas y las ambiciones de los políticos.

En este trabajo Bonó hace hincapié en que el Presidente de la República, aunque fue propuesto por un partido, debe gobernar para todos, no debería convertirse en el jefe de un Partido:

El Presidente de la República no debe ser jefe de un partido; podrán y hasta deberán los demás miembros de la administración superior pertenecer a ellos con gran ventaja si los partidos significan principios conocidos… pero el Presidente de la República, su título lo indica, solo ha de ver el mérito personal y emplearlo en la felicidad común. Este es su mandato, y para él no debe haber colores ni opiniones; sólo dominicanos que debe hacer felices…[iv]

Tomen nota amigos lectores. Bonó está hablando de la situación política de la segunda mitad de los años 70 del siglo XIX ¡Hace más de 100 años! y no de nuestra vida política actual del siglo XXI.  Sus palabras, con algunos retoques lingüísticos para adecuarlas al estilo moderno, podrían adecuarse a nuestra vida actual. ¡Qué frustración me produce constatar cuán poco hemos cambiado! Preferí dejar que hablara Bonó. Parecería que sus palabras fueron escritas nacidas de la realidad que vivimos. 

 

 

 

 



[i] Pedro Francisco Bonó, Opiniones de un dominicano (1883-1884), ediciones cielonaranja, www.cielonaranja.com., p. 3
[ii] Ibidem.
[iii] Ibidem
[iv] Ibídem

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