TEMAS SOBRE
HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE
Pensamiento caribeño en el siglo XIX. Bonó y las aspiraciones políticas
Por: Mu-Kien
Adriana Sang
@MuKienAdriana
Yo supongo, que las figuras más
conspicuas que cuenta la República, serán las que tienen más probabilidades de
atraer la atención de dichos ciudadanos y supongo igualmente que entre estas
figuras habrá diez o doce que descuellen sobre las otras…Para escoger uno entre
estos esclarecidos ciudadanos es que debe discutirse la candidatura con
anterioridad, pues aunque uno de ellos es que debe regir los destinos de la
nación, ciertos detalles de actualidad y conveniencia harán preferible la
elección razonada a la insaculación.
Si yo tuviera voz consultiva entre tan
beneméritos ciudadanos, aconsejaría que se invitase a todos los partidos que
puedan existir en el país a que tomaran carta en el asunto…Y puesto que nuestra
historia registra prepotencia precaria de cada uno de ellos cuando en una hora
ha sido detenida por golpes violentos y atrevidos, inclusive; que ahora en paz,
nuevas combinaciones estudiadas sobre la legalidad los sustituyan, y que un
nuevo giro pacífico impreso a las elecciones ejerciten a los espíritus sagaces,
para triunfar a sus respectivos candidatos y evitar en el porvenir el estallido
de los furores concentrados del esclavo. Pedro Francisco Bonó, Opiniones de un
dominicano (fragmento)
Una semana más
presento una reflexión sobre nuestro gran intelectual del siglo XIX, Pedro
Francisco Bonó, un hombre con pensamiento propio, que no se envolvió de la
magia arrolladora de la ideología del progreso. Un pensador cuya preocupación
principal era el bienestar de los menos favorecidos por la vida, la clase
trabajadora, como él la llamaba.
Bonó también se
preocupó por el futuro político dominicano. No quiso aceptar la candidatura presidencial,
a pesar de que en muchas ocasiones se le propuso de forma insistente. No, el
intelectual cibaeño prefería la tranquilidad de su modesto hogar para observar
el derrotero del país.
Como buen
observador participante, se preocupó de la vida política del país: las luchas
entre los partidos y sus ambiciosos líderes, como puede evidenciarse en el
fragmento que engalana este artículo.
Bonó se preocupó y mucho. Se angustiaba porque las luchas inter
caudillistas no daban sosiego alguno a la población, por esta razón afirmaba:
Y como presumo que si así no fuese,
así muy bien pudiera ser, sin la voz de consultor ni de caudillo, pero con la
del ciudadano que más que todo desea ver la paz de su patria cimentada, voy a
dar las razones en que fundo la bondad de mi consejo. Esto me conducirá
necesariamente a ser prolijo y quizás abusar…de mis lectores… pero es tan
importante para la generalidad la cuestión de la paz…procuraré poner tanta
imparcialidad en el asunto, que hasta los que no quieran…habrán de confesar a
lo menos que las expongo de buena fe, y que el objeto que me las sugiere merece
que todos lo estudiemos, discutamos y resolvamos…[i]
Una de las
grandes preocupaciones de Bonó era la situación de los partidos y sus
constantes divisiones. Consideraba que en ese momento habían cuatro partidos:
el Rojo, el Azul, el Verde o Gonzalista y el Cesarista. Llamaba al partido de
Ignacio María González como la "amalgama
necesaria al arbitraje practicado por los prohombres azules y rojos, cansados
ya e impotentes para continuar y resolver por las armas la contienda…" [ii]. Con ironía señalaba que los hombres de
González o rojos desteñidos, llamaron fusión a esa jugarreta política, para
presentarla como algo más "agradable, hacedera y pacificadora", pero,
afirmaba, predominaba la presencia roja.
La volatilidad de
la simpatía hacia los partidos, para llamarlo de alguna manera, era muy grande.
Azules que se convertían en rojos; rojos que migraban a los azules; y azules y
rojos que constituyeron en una nueva fórmula política. No habían ideologías ni
ideas, sólo intereses, como lo afirma el intelectual:
Tal azul de hoy, por ejemplo, a quien
quiten el empelo o pensión de que goza mañana será rojo; y tal rojo de ayer a
quien den dicho empleo o pensión será azul. No debe admirar o escandalizar cosa
tan abstrusa, porque en todos los tiempo y todos los lugares esto siempre ha
sucedido en los sistemas personales…Sucederá esto por tanto en el porvenir y
sucederá también, que, en el fondo de las opiniones de dicho rojo o azul repentino,
quede una reminiscencia, un pie de levadura o fermento de lo que fue. Sucede
igualmente que hay infinitos rojos o azules que son firmes en su opinión: unos
por carácter, otros porque solo han transigido y transigen por amor a la
patria. Estos últimos son los muy escasos, como generalmente son los hombres
muy virtuosos.[iii]
Al escribir el
artículo el país estaba gobernado por el partido Azul, pero no podía hacer lo
que creía y pensaba, porque debía complacer demasiadas y diversas peticiones y
presiones. Por un lado estaban las potencias imperiales, léase Francia, Estados
Unidos e Inglaterra. Y sobre todo, la relaciones con Haití, país que constituía
un grave peligro para la estabilidad política dominicana, decía, por la
vocación invasora de sus dirigentes, obligados por su propia anarquía. Sumada a
estas situaciones se encontraba la crisis política interna en nuestro
país. Según Bonó, el pueblo, fruto de estas terribles realidades
estaba terriblemente cansado, agotado y frustrado por las luchas internas y las
ambiciones de los políticos.
En este trabajo
Bonó hace hincapié en que el Presidente de la República, aunque fue propuesto
por un partido, debe gobernar para todos, no debería convertirse en el jefe de
un Partido:
El Presidente de la República no debe
ser jefe de un partido; podrán y hasta deberán los demás miembros de la
administración superior pertenecer a ellos con gran ventaja si los partidos
significan principios conocidos… pero el Presidente de la República, su título
lo indica, solo ha de ver el mérito personal y emplearlo en la felicidad común.
Este es su mandato, y para él no debe haber colores ni opiniones; sólo
dominicanos que debe hacer felices…[iv]
Tomen nota amigos
lectores. Bonó está hablando de la situación política de la segunda mitad de
los años 70 del siglo XIX ¡Hace más de 100 años! y no de nuestra vida política
actual del siglo XXI. Sus palabras, con
algunos retoques lingüísticos para adecuarlas al estilo moderno, podrían
adecuarse a nuestra vida actual. ¡Qué frustración me produce constatar cuán
poco hemos cambiado! Preferí dejar que hablara Bonó. Parecería que sus palabras
fueron escritas nacidas de la realidad que vivimos.
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