miércoles, 25 de septiembre de 2013

El romanticismo liberal


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE


Pensamiento caribeño en el siglo XIX.

¿Pensamiento dominicano o importación europea? El romanticismo liberal.

Por: Mu-Kien Adriana Sang



@MuKienAdriana

 

RIMA LIII, Gustavo Adolfo Bécquer

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán….

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!

Somos seres que llevamos puestos los vestidos de nuestro tiempo. Nadie, absolutamente nadie es capaz de crear por sí mismo un pensamiento, pues las ideas nacen a partir de otras.  Las ideas románticas, liberales, conservadoras y positivistas que cundieron en la Europa del siglo XIX se expandieron al mundo con rapidez sorprendente.  Y, por supuesto, llegaron a la República Dominicana.

Está claro también que el desarrollo económico y social está acompañado de un marco conceptual, de ideas. El proceso de construcción de una sociedad sustentada en una nueva estructura económica dominada por el capital fue largo. Y así, en esa ebullición en todos los órdenes, nacieron diferentes teorías: el liberalismo, el Romanticismo, el marxismo, el neocatolicismo, el idealismo y el positivismo, para citar sólo las más importantes.

En las primeras décadas del siglo XIX, el Romanticismo hizo su aparición a la República Dominicana. Los pensadores románticos planteaban que la razón pura no existía y tampoco definía los problemas ni explicaba las dudas y dilemas del ser humano a lo largo de su vida. Esta conclusión los llevó a defender la necesidad de reconocer los sentimientos como motor de las acciones transformadoras y revolucionarias. Defendían la fuerza inspiradora de la pasión que solo puede lograrse cuando está envuelto el corazón.  

El romanticismo se desarrolló, en su primer período en los años comprendidos entre 1770 a 1820. Muchas mentes brillantes del arte, la música y la literatura se alinearan bajo sus preceptos, entre los que podemos destacar a Goethe, Baudelaire, Becquer, entre otros.

El Romanticismo Liberal, fue abrazado, sin lugar a dudas, por los jóvenes rebeldes, apasionados y revolucionarios de la América convulsa de principios del siglo XIX. Esta corriente logró conjugar todo un pensamiento con una sola palabra y un solo principio único: la libertad. Los defensores de esta corriente defendían el derecho de expresar libremente y sin coacción, los diversos puntos de vistas, pero sobre todo, la necesidad de asumir la participación en el gobierno de la nación como una de sus principales tareas. Los liberales románticos abogaban por la libre manifestación de los sentimientos y pasiones, por lo tanto defendían la libertad, de manera tal que las leyes morales y religiosas no determinasen su conducta. Defendían la libertad moral y religiosa, porque consideraban que así como el mercado debía regirse por su propia ley, la vida social debía también ser libre, sin controles ni imposiciones de intereses particulares.

Defiendo que Juan Pablo Duarte y Diez, fue de los jóvenes revolucionarios que recibió la influencia del Liberalismo Romántico del siglo XIX.  Tuvo la suerte de nutrirse de estas doctrinas durante su estadía en Europa. Hizo suyas las ideas del liberales y románticas  y convirtió a las palabras "Patria", "Nación" y "Soberanía" en su himno de guerra. La Patria fue la inspiración clave de la acción política del Padre de la Patria. No era posible asumir el compromiso político de luchar en los movimientos nacionalistas, sin el convencimiento del amor patriótico. Duarte así lo entendió, y así lo expresó [i] :

·         Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria

·         Vivir sin Patria, es lo mismo que vivir sin Honor.

·         Los enemigos de la Patria, por consiguiente nuestros, están todos muy acordes en estas ideas; destruir la Nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar a la Nación entera.

·         Por desesperada que sea la causa de mi Patria, siempre será la causa del honor y siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre.

El compromiso personal fue una idea central del pensamiento romántico. Consideraba que la participación política debía estar inspirada en la conciencia profunda y en el compromiso. Un compromiso que debía ser asumido en plena libertad.   Juan Pablo Duarte entendió ampliamente esa dimensión de libre elección, porque es sólo a partir de la conciencia individual que puede entenderse el compromiso por la patria.

Pero, y era muy importante, la libertad no implicaba el caos ni el desorden.  La libertad tenía sentido cuando se respetaba la existencia del otro, y para que esa convivencia fuese productiva, se necesitaba un acuerdo, un pacto; que estaba consagrado en la Constitución y todas sus leyes adjetivas. Un Estado soberano, libre, independiente y republicano solo podía ser viable cuando se respetaba la legalidad existente. Duarte abogaba por la igualdad ante la ley. Por eso nuestro patricio afirmaba que la ley debía ser conservadora y protectora de la vida, libertad, honor y propiedades de los individuos; pues, seguía afirmando, la ley debía ser la regla a la cual debían acomodar sus actos, tanto los gobernados como los gobernantes.  

¡Parece mentira! Cientos de años después todavía tienen vigencia, en este pequeño país de Dios, las ideas de Duarte.  Parece que no hemos avanzado institucionalmente como lo soñó el patricio. ¡Qué triste!

 

 

 

 



[i] Vetilio Alfau Durán (Compilador), Ideario Duartiano, Instituto Duartiano
, Santo Domingo, 2010.

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