TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE
Pensamiento
caribeño en el siglo XIX. Martí: un
balance, mi balance
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
@MuKienAdriana
"El derecho del obrero no puede
ser nunca el odio al capital; es la armonía, la conciliación, el acercamiento
común de uno y del otro." José Martí
Ayudar al que lo necesita no sólo es
parte del deber, sino de la felicidad." José Martí
La libertad es el derecho que tienen
las personas de actuar libremente, pensar y hablar sin hipocresía." José
Martí
La gratitud, como ciertas flores, no
se da en la altura y mejor reverdece en la tierra buena de los humildes." José
Martí
Los bárbaros que todo lo confían a la
fuerza y a la violencia nada construyen, porque sus simientes son de odio, José
Martí
Con este artículo
finalizo la larga entrega que sobre José Martí he estado entregando a mis
lectores durante varios meses. A través
de estos pequeños ensayos intenté presentar su versatilidad como pensador y
escritor. Es cierto que su pluma brillaba más en un género que en otro. Su prosa política era atrayente, clara,
valiente y hermosa. Martí, por todo lo que pude leer, no tenía temor de
expresar lo que pensaba. No titubeó en enfrentar abiertamente a los Estados
Unidos y su vocación imperial. No tuvo miedo de decir y escribir, en el corazón
mismo de la metrópoli española, su sueño de construir una Cuba independiente y
soberana.
Martí tenía una clara
convicción de que sólo la educación podía transformar a los pueblos. Escribió
artículos diversos presentando propuestas educativas, como pudimos ver en los
diferentes entregas: aprender haciendo, clases orales, maestros ambulantes,
solo para citar algunas.
Su activa y
productiva producción periodística tenía una misión educativa. Es más, algunas de sus publicaciones tenían específicamente
esa misión, como fue el caso, recordemos, de la Edad de Oro. Una serie de cuentos cortos y poesías tenían
como objeto educar a los niños, enseñarlos ideas tan profundas como la
libertad, la solidaridad, la identidad y la historia. Lamentablemente, la serie no pudo mantenerse
por mucho tiempo, pero cumplió con su cometido y demostró la convicción
educativa de Martí, de que los niños constituyen el futuro de ayer, de hoy y de
siempre.
José Martí escribió, escribió hasta su último aliento; tanto escribió
que sus obras completas suman más de 26 tomos, y estas miles de páginas,
escritas a mano, fueron pensadas y producidas por un hombre que apenas alcanzó
a los 42 años. Dos ideas transversales están presentes en su pensamiento: la
libertad como la suma de todas las aspiraciones humanas; y la necesidad imperiosa que los pueblos de
América, su amada tierra, fuesen capaces de buscar sus propios caminos, sin tener
que depender ni adecuarse a las necesidades e improntas imperiales.
La novedad, la fluidez de su escritura, sus avanzadas ideas para su
época y la belleza de sus escritos, lo han hecho eterno. José Martí ha sido objeto de estudio por
muchos historiadores, lingüistas, políticos y filósofos durante los 118 años
que han transcurrido después de su muerte, y su producción es tan vasta, que
seguirá siendo un atractivo permanente para los que se ocupan de las ideas
políticas y sociales. José Martí fue un hombre brillante, enérgico, joven,
comprometido y dotado como pocos, del arte de la buena escritura.
Martí, como he dicho varias veces en esta larga serie, fue un hombre de
su tiempo. Nació cuando los aires del liberalismo político, expandidos en
América Latina, también hicieron su entrada triunfal a Cuba. Las ideas de
libertad, de patria, de nación y de libre albedrío habían calado profundamente
en los corazones de los jóvenes cubanos, que miraban triunfar los movimientos
revolucionarios. Su verbo incendiario y
valiente lo convirtió en el ideólogo de la independencia cubana.
La obra literaria de José Martí fue, como dijimos, vasta muy vasta. Su
obra poética fue prolífera, tanto que ha sido considerado como uno de los más
grandes poetas hispanoamericanos, y la figura más importante de los precursores
del modernismo. Su poesía de amor, era
apasionada, no podía ser de otra manera. Le cantó al desamor:
¡Dolor! ¡Dolor! eterna vida mía,
Ser de mi ser, sin cuyo aliento muero!
Goce en buen hora espíritu mezquino
Al son del baile animador, y prenda
Su alma en las flores que el flotante lino
De mujeres bellísimas engasta:?
Goce en buen hora, y su cerebro encienda
En la rojiza lumbre de la incasta
Hoguera del deseo?
Ser de mi ser, sin cuyo aliento muero!
Goce en buen hora espíritu mezquino
Al son del baile animador, y prenda
Su alma en las flores que el flotante lino
De mujeres bellísimas engasta:?
Goce en buen hora, y su cerebro encienda
En la rojiza lumbre de la incasta
Hoguera del deseo?
Yo, ?embriagado de mis penas,? me devoro,
Y mis miserias lloro,
Y buitre de mí mismo me levanto,
Y me hiero y me curo con mi canto,
Buitre a la vez que altivo Prometeo
Y, por supuesto, no podía faltar una
producción poética a su tierra-patria amada:
Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche.
¿O son una las dos? No bien retira
su majestad el sol, con largos velos
y un clavel en la mano, silenciosa
Cuba cual viuda triste me aparece.
¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento
que en la mano le tiembla! Está vacío
mi pecho, destrozado está y vacío
en donde estaba el corazón. Ya es hora
de empezar a morir. La noche es buena
para decir adiós. La luz estorba
y la palabra humana. El universo
habla mejor que el hombre.
Cual bandera
que invita a batallar, la llama roja
de la vela flamea. Las ventanas
abro, ya estrecho en mí. Muda, rompiendo
las hojas del clavel, como una nube
que enturbia el cielo, Cuba, viuda, pasa...
¿O son una las dos? No bien retira
su majestad el sol, con largos velos
y un clavel en la mano, silenciosa
Cuba cual viuda triste me aparece.
¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento
que en la mano le tiembla! Está vacío
mi pecho, destrozado está y vacío
en donde estaba el corazón. Ya es hora
de empezar a morir. La noche es buena
para decir adiós. La luz estorba
y la palabra humana. El universo
habla mejor que el hombre.
Cual bandera
que invita a batallar, la llama roja
de la vela flamea. Las ventanas
abro, ya estrecho en mí. Muda, rompiendo
las hojas del clavel, como una nube
que enturbia el cielo, Cuba, viuda, pasa...
Con esta poesía
patriótica finalizamos la serie de Martí.
Las próximas entregas versarán sobre el pensamiento político dominicano,
primero haremos un balance sobre el siglo XIX, para luego trabajar el primer
cuarto del siglo XX. Nos vemos en la
próxima.
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