TEMAS SOBRE
HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE
Pensamiento caribeño en el siglo XIX. ¿Un pensamiento liberal dominicano?
tor: Mu-Kien Adriana Sang
@MuKienAdriana
Dondequiera
que la ley termine, la tiranía comienza. John Locke
La libertad
del hombre en sociedad consiste en no verse sometido más que al poder
legislativo, establecido de común acuerdo en el Estado, y en no reconocer
ninguna autoridad ni ninguna ley fuera de las creadas por ese poder. John Locke
“El primer hombre al que, tras haber cercado un terreno,
se le ocurrió decir ‘ Esto es mío’ y encontró a gentes lo bastante simples como
para hacerles caso fue el verdadero fundador de la sociedad civil”.
Rousseau
Cada uno de nosotros pone su persona y todo su poder en
común bajo la dirección suprema de la voluntad general , y en nuestra condición
asociada recibimos cada miembro como a una parte indivisible del todo”.
Rousseau
El liberalismo político llegó a América, con sus particularidades. Las bases de sustentación se iniciaron en el
siglo XVIII, primero con John Locke y su teoría política sobre la sociedad
civil, un nuevo concepto en el que se le otorgaba cierto poder al pueblo llano,
llamado entonces súbditos. Para
dirigirlo se necesitaba una intermediación entre el Soberano y su pueblo, el gobierno
civil. La doctrina liberal se hizo dominante en la primera década del siglo XIX. Se sustentaba en la libertad absoluta como su
único principio: libertad económica, política y social.
El liberalismo está considerado como la expresión ideológica y política
de la nueva sociedad dominada por la burguesía. En su gestación y desarrollo, el
liberalismo se entrecruzaron pensamientos y orígenes con temporalidades y
nacionalidades muy diferentes. Es difícil
poder ubicar el momento preciso de su nacimiento en la Europa occidental. Ahora
bien, en lo que sí hay acuerdo es que para la segunda década del siglo XIX se
había hecho dominante. Entre los principales pensadores encontramos: John
Stuart Mill, Benjamin Constant, Adan Smith, Alexis de Tocqueville, David
Ricardo, entre otros.
La semana pasada hablamos sobre el romanticismo liberal, así en un
juntos, pues romanticismo y Liberalismo
no eran antagónicos, más bien complementarios.
La burguesía las asumió como suyas y abogó por la ideología romántica y
liberal. Ambas doctrinas defendían y
partían del YO, como sujeto individual y
particular que debía actuar bajo la premisa de la libertad, considerada como el
principal valor de la condición humana.
La complementariedad entre las ideas del Romanticismo y
del Liberalismo, dio origen al
nacimiento de Liberalismo Romántico, cuyas ideas constituyeron la inspiración
para muchos jóvenes del mundo americano que se abrazaron y aferraron a ellas
para promover cambios profundos en sus sociedades. Los jóvenes revolucionarios de la América
Hispana se identificaron con las ideas del Romanticismo porque soñaban, como
abogaba la nueva doctrina, en el reino de la libertad absoluta.
Los revolucionarios de las colonias españolas abrazaron el principio
romántico del ser libres porque era el punto de partida para convertirse en
revolucionarios buscadores de verdad. Y
estos jóvenes amaron el Romanticismo libertario
porque representaba la suma de la libertad, tanto en la forma como en el
contenido.
La primera década del siglo XIX en América
Latina fue convulsionada, producto, sin lugar a dudas, de los movimientos
nacionalistas. Los criollos, inspirados en las ideas liberales, enfrentaron el
poder imperial español y constituyeron nuevas naciones. El liberalismo llegó
tarde a República Dominicana, pues cuando se creó La Trinitaria en 1838, hacía
años que el nacionalismo había triunfado en el cono sur del continente.
Un elemento interesante es que en
América Latina las ideas liberales no llegaron completas, para decirlo de
alguna manera. Me explico. El Liberalismo Romántico puro abogaba por la
libertad de cultos, por la libertad religiosa y moral; sin embargo los grandes
representantes de liberalismo latinoamericano ignoraron ese precepto e
incorporaron la religión católica en el corazón mismo del pensamiento.
La gran pregunta que debemos
hacernos es si en la recién creada República Dominicana había un pensamiento
liberal puro. Mi respuesta es
negativa. Sobre este tema he escrito
mucho tanto en libros como en artículos.
Sostengo que en el siglo XIX no había una verdadera producción
intelectual. Los pocos que existían
estaban influenciados, como era y es lógico, por la modernidad europea. No me conformé con mi reflexión. Traté de
buscar nuevas respuestas. Navegando por
las redes localicé un trabajo de Omar Díaz de Arce titulado: La tradición
demo-liberal en América Latina (siglo XIX) [1] quien
sostiene que el liberalismo latinoamericano tiene origen difuso y dudoso:
Los
antecedentes del pensamiento liberal en América Latina no son muy conocidos; a
pesar de que este auspició el nacimiento
y consolidación de los estados independientes desde inicios del siglo
XIX. La tradición liberal constituyó el hilo conductor del desarrollo nacional durante un largo período
y dejó un legado de aspiraciones
democráticas que sigue vigente en el Continente, más allá de los avances y
retrocesos experimentados por nuestros países, víctimas frecuentes de
dictaduras y escenario hasta hoy de
movimientos que desde la derecha o la izquierda han aplastado los derechos
humanos, el libre intercambio de ideas y las formas democráticas de gobierno.
De manera que el rescate de la vertiente democrática del pensamiento liberal
-que nada tiene que ver con el llamado “neoliberalismo”-, junto con el
renacimiento de la “sociedad civil” en
aquellos lugares donde la han silenciado o intentan silenciarla, sigue siendo
una tarea pendiente y una meta inaplazable en gran parte de América Latina.
Un enfoque novedoso de Díaz
Arce es que afirma que el liberalismo que llegó a América fue más que moderado,
y que éste a su vez tuvo dos vertientes: la reformista y la independentista.
Ambas respondían a las aspiraciones de
la élite terrateniente criolla, que desde hacía tiempo aspiraba librarse, por
una vía u otra, de la tutela ejercida
sobre ella por la burocracia peninsular.
Este planteamiento es muy interesante, porque tradicionalmente se ha
asumido que el liberalismo era por antonomasia nacionalista e independentista.
Nace un cuestionamiento ¿significa entonces que no había un pensamiento
conservador? Más adelante trataremos el
pensamiento conservador dominicano y volveremos a abordar el tema.
La gran pregunta que se nos impone
es ¿había un pensamiento liberal en la República Dominicana del siglo XIX? Algunos
autores sostienen que Pedro Francisco Bonó fue no solo el intelectual de los
pobres, sino también EL pensador liberal por excelencia del siglo XIX dominicano. Sus ensayos, recogidos por Rodríguez
Demorizi, evidencian a un hombre con capacidad de generar un pensamiento
propio. Pero, ¿era realmente liberal?
¿Se puede afirmar que Bonó hizo suyos los planteamientos del liberalismo
europeo del siglo XIX? ¿Era su pensamiento
una simbiosis forzada? Estas preguntas serán respondidas en próximas entregas.
Pero también existía en América
latina, y, por supuesto, en nuestro país también, el llamado liberalismo
positivista, en el cual los intelectuales decidieron sacrificar la libertad
para defender el orden a ultranza. El máximo representante en nuestro país, fue sin lugar a dudas, Ulises Francisco
Espaillat. Sus ideas serán desarrolladas
también en un futuro no muy lejano.
Hasta la próxima semana.
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