ENCUENTROS
PLEGARIA DESESPERADA
Por: Mu-Kien Adriana Sang
Sálvame Dios mío, porque estoy a
punto de ahogarme, me estoy hundiendo en un pantano profundo y no tengo donde
apoyar los pies.
He llegado a lo más hondo del
agua y me arrastra la corriente.
Ya estoy ronco de tanto gritar; y
la garganta me duele; mis ojos están cansados de tanto esperar a mi Dios "
Salmo 69: 1-3
Mi Encuentro de hoy es una triste plegaria.
Quisiera poder escribirles una canción, una poesía o una oda a la alegría, pero
no puedo. Mi corazón está herido con
este mundo tan convulsionado, sombrío, agresivo y violento, en el que la
tozudez es su signo y la negación de la existencia del otro su modus operandi.
Soy católica y cristiana. Creo en el poder de la
oración, por eso elevo esta plegaria, mi plegaria, nacida desde las
profundidades de mi alma. Mis oraciones personales, se quedan en ese plano. He
elevado a Dios mis propias súplicas. Esta es una oración por el mundo, nacida
del dolor de una ciudadana cansada y herida.
Este mundo que me ha tocado vivir se ha convertido
en un verdadero infierno. Ya se me agotaron las palabras. Ya estoy cansada de
repetir, una y otra vez, mi profundo deseo de legar a mis nietos un mundo
mejor. Estoy hastiada de saber que
nuestros sueños juveniles de un mundo justo, se han quedado en esperanzas
desgarradas, en deseos inconclusos y lejanas utopías.
No, no, no, ya lo he dicho muchas veces, no estoy
contenta con esta generación mía que ha dejado como herencia a la juventud,
jóvenes adultos hoy, la incontrolable ficción del tener y de la apariencia, de
la negación del ser; pero sobre todo, del egoísmo sin control ni medida. Del YO
como única verdad; de la existencia del TÚ sólo cuando conviene; y del NOSOTROS
una unidad inexistente.
Señor
en la mañana
de un día cualquiera
elevo mis
súplicas
buscando
consuelo,
para ayudar a
mi corazón herido.
Señor
mis plegarias
y mis
súplicas
no son para
mí
ni mi
familia.
Tú conoces
mis pesares
y todo
aquello
que me
acongoja.
Señor,
mis
plegarias,
lamentos y
súplicas
es para este
mundo
que se empeña
en negarte.
Por esta
sociedad
que pisotea
tu mandato de
amor,
de tolerancia
a las diferencias,
y solidaridad
con los que sufren.
Señor mío,
Padre amado,
la humildad que
mostraste
a través de
tu hijo, Jesús,
ha sido no solo
olvidada,
sino negada
con las muestras
de poder
absoluto
de algunos.
Sí, de esos
que por tener
más que los
demás,
o de aquellos
que por
disfrutar
de algún poder,
se creen dioses,
capaces de
dirigir al mundo.
Ruego, imploro,
Lloro,
Señor mío,
por este mundo
convertido
en un verdadero
valle de
lágrimas.
Ruego, imploro, Lloro
por las víctimas
desesperadas,
los millones de
seres
que huyen como
fieras
despavoridas
buscando mejor
vida.
Ruego, imploro,
Lloro
por las seres
sin patria ni hogar
que corren a
cualquier parte,
a ninguna parte,
por los horrores
de la guerra
Ruego, imploro,
Lloro
por los odios,
por los
discursos
irracionalmente
nacionalistas,
por las
soluciones
políticas y
oportunistas
a problemas
globales.
Ruego, imploro,
Lloro
por las arcaicas
guerrillas
que se han
convertido
en sus propios
enemigos.
Ruego, imploro,
Lloro
por los que usan
el terror y la
muerte
para imponer sus
ideas,
dejando a su
paso
una estela de
dolor.
Me pregunto,
Dios mío,
¿Qué puede seguir después
de tanto dolor?
¿Qué viene luego de
haberse quebrado el alma?
¿Cuándo se terminará la aflicción para este mundo,
este doloroso valle
de lágrimas?
Me pregunto,
Dios mío,
si seré capaz de
perdonar,
como lo hizo Jesús,
que perdonó
a los que lo crucificaron
¿Podré perdonar
a los inquisidores
modernos?
¿Podré perdonar
a los que usaron su
ingenio
para crear las armas
de destrucción
masiva?
¿Podré perdonar
a los pequeños
Hiltlers
que han surgido
recientemente?
Sólo te pido,
Señor mío,
que tengas compasión
de nosotros, los que
sufrimos,
de los que clamamos
por Ti
en medio de las adversidades
y las oscuridades
Ven Dios bueno,
ven a perdonar
a esos que son
también tus hijos,
porque yo,
yo,
yo,
ya no puedo.
Ven Dios Santo,
antes que se agote
¡ para siempre!
la esperanza
maltratada.
Antes de que
se quiebre el muro
que detiene el
abandono.
Ven, Señor mío, mi
Rey
no calles ni esperes más.
Te necesitamos.
mu-kiensang@pucmm.edu.do
sangbenmukien@gmail.com
@MuKienAdriana
Mi querida amiga, no desesperes que el Señor dice en su palabra que Te Ama, y que nunca te dejará sola, aunque tú padre y tú madre te dejaran con todo, yo nunca te dejaré ni te desampararé, dice el Señor, Bendiciones
ResponderEliminarNo me desespero. Ni soy depresiva. Pero si defiendo el derecho a la tristeza. Gracias por tu comentario
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