TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE
Pensamiento caribeño en el siglo XIX. Bonó juzgado por la posteridad, y
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Por: Mu-Kien Adriana Sang
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@MuKienAdriana
El tabaco daba ocupación fructuosa a los sembradores y extractores de
nuestros textiles y a los fabricantes de todas las cuerdas y extractores de
nuestros textiles y a los fabricantes de todas las cuerdas en uso: hilos a
enseronar, cinchas, lazos, maniotas; a los recolectores de los guanos y canas y
a los que con ellos fabricaban serones, árganas y enjalmas; a los ganaderos, a
los arrieros, a los potreros…a población flotante de los pueblos y ciudades
empleados en separar, descabezar, enmanillar, enseronar, entretejer, empacar y
estribar. El cultivo del tabaco, fruto de cuatro meses de vida, dejaba a los
conucos limpios y habilitados por ocho meses para la siembra y cosecha de
frutos menores, que bajo continua fertilidad estival de la zona que habitamos,
no dejó ni pudo dejar escasez de las subsistencias….Pedro Francisco Bonó,
Congreso Extraparlamentario (fragmento)
Con esta entrega presentamos el tercer
ensayo sobre el pensamiento de Bonó analizado por la posteridad. La semana
pasada hicimos referencia al trabajo enjundioso e interesante de Roberto Cassá,
quien coincide en casi todos sus planteamientos, con las ideas expresadas por
el mayor conocedor del pensamiento de este gran hombre, Raymundo González.
Hoy haremos referencia a un texto
interesante, escrito por Julio Minaya y publicado por la Revista Estudios
Sociales en el año 1966 [i]. El ensayo inicia haciendo algunas referencias
a rasgos esenciales de los momentos políticos vividos en América Latina y que
impactaron en la vida, las ideas y las participaciones políticas de este hombre
enigmático y fuera de serie. Afirma que la vida del intelectual de Bonó se
desarrolló en la cumbre del liberalismo romántico, en las primeras décadas del
siglo XIX, hasta el declive del
positivismo a finales de ese siglo.
Durante ese período, sigue escribiendo Minaya, las antiguas colonias
españolas luchaban por su emancipación política y luego, por su liberación
intelectual o cultura. Afirma el
profesor universitario que Bonó fue, sin lugar a dudas, uno de los grandes
luchadores de la libertad y la felicidad del país; “pero a más de lograr ser
libre y feliz, fue su sueño que alcanzar estatus de originalidad, llegando a
convertirse en el pensador más preocupado por la construcción de la identidad
del pueblo dominicano.” (p.12)
Pero la turbulencia de la vida política
nacional marcó aún más al pensador dominicano. Dice Minaya que Bonó, a pesar de
estos reveses políticos devastadores, este hombre, comprometido con su tiempo,
luchó, se comprometió y ofreció lo mejor de sí para construir el país de sus
sueños: “Era la lucha por el establecimiento de los Estados Nacionales
latinoamericanos, combate ciclópeo para un país pequeño situado en una zona
calificada or Juan Bosch como “frontera imperial”. (p.12)
Lamentando no tener espacio suficiente
para abordar el interesante trabajo de Minaya, tenemos que concluir que este
ensayo es muy novedoso porque sitúa a Bonó en el contexto intelectual de la
época, presentando todas sus variables y aristas. Por ejemplo, refiriéndose al
positivismo y la ideología del progreso, afirma, coincidiendo con todos los
estudiosos modernos, que Bonó se alejó del liberalismo y sobre todo de la
euforia que provocaba el modernismo capitalista. Bonó, como ya hemos visto, defendió a capa y
espada las virtudes del tabaco, pues daba beneficios a más personas, por eso lo
calificó sin remordimiento alguno, como el verdadero producto que sentaría las
bases de la igualdad y la democracia.
Enfrentó el cultivo del azúcar, por considerarlo elitista y que
beneficiaba solo a algunos.
Señala Minaya que si bien Bonó no
participaba de la ideología del progreso, sí aceptó el mandato de la educación
como vía para conseguir la mejoría del pueblo. Vio con simpatía los esfuerzos
realizados por Hostos y sus normalistas. Incluso consideraba que el Maestro de
Puerto Rico, con sus acciones, daba brillo y prestigio a la patria, su patria
amada, nuestra patria.
Finalizo este artículo con las
conclusiones de Minaya en el interesantísimo ensayo. Afirma, coincidiendo con Cassá y González,
que Bonó fue “haciéndose cada vez más escéptico respeto a las bondades que la
ciencia y la técnica venían ofreciendo, a la proclamada esperanza de resolver
los problemas propios del ser humano….Lo que caracterizó mejor al siglo XIX fue
la excesiva confianza depositada por la humanidad en sí misma. El desarrollo de
la racionalidad científica creó la falsa ilusión de que todos los problemas se
resolverían.” (p.44)
Así, dice el autor del ensayo, frente a
los excesos del liberalismo y el positivismo aplastante, Bonó tomó distancia, y
decidió negar esas ideas que le inspiraron en sus primeros años de vida
política e intelectual para abrazar nuevos valores e ideas: “los del
espiritualismo y misticismo recurrentes en toda la primera mitad del siglo XX”
(p.46).
En la próxima seguimos con la mirada
moderna al pensamiento de este hombre que sentó, sin saberlo y quizás sin
quererlo, cátedra de pensamiento propio y crítico y de fortaleza moral
incuestionable.
[i]
Julio Minaya, “Pedro Francisco Bonó: vida y obra en su contexto”, Revista
Estudios Sociales, Volumen XLI, Número 142-143. Octubre 2005, marzo 2006.
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