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pendientes: OCTAVIO PAZ y la cultura Japonesa
Por: Mu-Kien Adriana Sang Ben
Mi pasión por la poesía china y
japonesa es anterior a mi primer viaje a Oriente. Comenzó a fines de 1945, en
Nueva York. Mi estancia en esa ciudad coincidió con la muerte de Tablada, que
desde hacía años se había instalado en Nueva York. Fui a la biblioteca de Nueva
York, pedí sus libros y volví a leerlo. El ejemplo de Tablada me llevó a
explorar por mi cuenta la literatura japonesa y, después, la china. Mi primer
viaje a Oriente me hizo profundizar y ampliar mis lecturas de poesía china y
japonesa. Leí muchísimas traducciones de poesía japonesa y china y entre ellas
recuerdo siempre con placer a las de Arthur Waley…. Octavio Paz
A caballo en el campo,
y de pronto, detente:
¡el ruiseñor!
y de pronto, detente:
¡el ruiseñor!
Este camino
nadie ya lo recorre,
salvo el crepúsculo.
nadie ya lo recorre,
salvo el crepúsculo.
En la colección de los llamados Dossier 1,
publicado como dijimos en el año 2004, aparecen dos interesantes ensayos sobre
la forma tan casual en que Octavio Paz llegó a la poesía y cultura
japonesa. Al leer estos ensayos percibo,
una vez más, la gran fascinación que tenía el escritor sobre toda la cultura y
filosofía oriental, con predilección clara sobre la china.
Cuenta Octavio Paz en el ensayo "La Tradición
del Haikú" que sus primeros pasos por la cultura japonesa se produjeron en
1955, cuando un amigo japonés. Eikichi Hayashiya, le propuso, a pesar de su
ignorancia del idioma, iniciar la traducción de Oku no Hosomichi. El libro fue
publicado al año siguiente por la Universidad Nacional de México. Su recepción,
confiesa el pensador, fue más que fría, inexistente; pero no fue lo suficiente fuerte
como para desmotivarlo, pues prosiguió en su firme decisión de profundizar en
la poesía, la cultura y el pensamiento del lejano Japón.
Trece años
más tarde, en 1969, volvieron a publicar la traducción. Explica en el ensayo
que la insistencia de ellos no era para que Basho fuera más famoso o contara
con más lectores, sino para que occidente, en especial América Latina, ampliara
su universo intelectual con la obra de ese gran poeta nipón. Paz asegura que la poesía de Basho es
"un verdadero calmante, aunque la suya sea una calma que no se parece ni
al letargo de la droga ni a la modorra de la digestión. Calma alerta y que nos aligera: Oku no
Hosomichi es un diario de viaje que es a sí mismo una lección de desprendimiento.
"
En las
páginas siguientes del ensayo explicativo sobre su aventura en la traducción de
este singular relato de viaje, Paz hace comparaciones con otras traducciones
hechas, y establece diferencias con conceptuales con las otras; pues, afirma
sin tapujos, que los otros traductores no interpretaron el verdadero sentido de
algunas palabras claves en la poesía y el pensamiento de Basho:
"Nosotros
preferimos la vía intermedia y pensamos que la palabra OKU, por ser extraña
para el lector de nuestra lengua, podría quizás reflejar un poco la
indeterminación del original. Oku quiere decir fondo o interior… el título
evoca no solo excursión a los confines del país, por caminos difíciles y poco
frecuentados, sino también una peregrinación espiritual…Peregrinación religiosa
y viaje a los lugares célebres… la expedición de Basho y de Sora es asimismo un
ejercicio poético: cada uno de ellos escribe un diario sembrado de poemas y, en
muchos de los lugares que visitan, los poetas locales los reciben y componen
con ellos esos poemas colectivos llamados haikai no renga."
Después de dar las explicaciones conceptuales de la
traducción de la obra, pasa entonces a reflexionar sobre la estética japonesa,
o, para decirlo de otra manera, "el abanico de visiones y estilos que nos
ofrece esa tradición artística y poética... no ha cesado de intrigarnos y
seducirnos." Se preguntaba con
insistencia ¿Por qué la fascinación occidental hacia el lejano oriente como
China y Japón? el poeta, ensayista y escritor se responde: "Creo que lo
que todos buscamos en ellas es otro estilo de vida, otra visión del mundo y,
también, del trasmundo."
Y aquí entonces se inicia un viaje al interior de
oriente, el mundo lejano que atrae con fruición al occidente. Octavio Paz asegura que la India, por
ejemplo, no nos enseña a pensar, sino a sentir, pues reivindica una y otra vez a las sensaciones. Mientras que Japón ha sido
una escuela de doctrinas, filosofías de vida y de sensibilidad, conciencia de
la fragilidad y precariedad de la existencia humana; que no es realmente
imperfecta, sino inacabada. Los japoneses, afirma Paz, tienen conciencia de que
penden de un abismo y de otro. Por esta razón, asegura, la pintura japonesa y
en general todo el arte japonés, "en sus momentos más tensos y
transparentes nos revela esos instantes…de equilibrio entre la vida y la
muerte. Vivacidad: mortalidad".
Y al seguir leyendo las páginas del ensayo, me
quedé más admirada de la gran erudición de este hombre fuera de tiempo. Considerándose un aprendiz de la cultura
japonesa, decidió buscar, leer, aprender y sacar sus propias conclusiones,
legándonos, a nosotros, los tristes mortales de este mundo, su gran cultura y
capacidad de análisis. Y termina su ensayo con una prosa poética e inspiradora:
El poeta Mukai Kyorai.. uno de los discípulos, explica mejor que yo el
significado de la transparencia verbal de Basho. Un día Kyorai le mostró este
jaikú a su maestro:
Cima de la peña:
allí también hay otro
huésped de la luna
¿En qué pensaba cuando lo escribió? Le preguntó Basho. Contestó Kyorai:
Una noche, mientras caminaba en la colina bajo la luna de verano, tratando de
componer un poema, descubrí en lo alto de una roca a otro poeta, probablemente
también pensando en un poema. Basho movió la cabeza: Hubiera sido mucho más
interesante si las líneas: "allí también hay otro/ huésped de la
luna" se refiriesen no a otro sino a usted mismo. El tema de ese poema
debería ser usted, lector."
sangbenmukien@gmail.com
mu-kiensang@hotmail.com
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