Pensamiento
caribeño en el siglo XIX. Martí: autonomismo
e independencia
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
@MuKienAdriana
Por la confusión de los términos se confundes los hombres.
No hay que estar a las palabras, sino a lo que está debajo de ellas.
La autonomía seria una palabra grata al cubano y al puertorriqueño,
puesto que autonomía solo quiere decir gobierno propio, si el autonomismo no
hubiese descompuesto los elementos necesarios para el gobierno propio.
La independencia seria más temible que deseable si con el nombre de
ella se levantase a ahogarla una nueva tiranía.
Los autonomistas, con su derecho pleno de cubanos, pueden, cambiando
totalmente de espíritu y de métodos, entrar en la obre que perdura, cuando la
suya se viene abajo….
No es la caja solo lo que hay que defender, ni es la patria una cuenta
corriente, ni componer en paz el débito y el crédito, o con capitanear de
palaciegos… se acalla el ansia de conquistar un régimen de dignidad y de
justicia… La independencia no ha de ser… El desconocimiento del derecho de una
entidad cualquiera de la familia del país, nueva o histórica: hemos sido azotados,
y el primero en verdad seria el que hubiese recibido más azotes si no estuviese
antes que él el que se alzó contra ellos. Por poder de erguirse se mide a los
hombres. Las columnas son sustentos más seguros de un pueblo que los lomos. Los
lomos se han de enderezar. Las columnas se rompen pero no se doblan….
Y el día que pudiese volver a
surgir aunque hemos de sangrar y bregar porque no surja… el conflicto entre el
espíritu confuso y grandioso de la guerra, sublime y viable a pesar de su
desorden. … no estará con los que en un pueblo probado por el heroísmo
brillante de la campaña y el heroísmo silencioso del destierro, quiera
continuar la vida arrogante o recelosa de la esclavitud, con sus miras poblanas
y sus hábitos canijos; no estará con los enemigos de la independencia. Y solo
los enemigos de la independencia pueden estar con los que no la traigan en su
corazón.
José Martí, Autonomismo e Independencia, publicado el 26 de marzo de 1892.
Ya lo hemos dicho, ya lo
han dicho otros: José Martí fue un hombre brillante, visionario, agudo y sólido
intelectualmente. Por razones de
espacio, no podía citar el texto completo de autonomismo e independencia; sin
embargo, una lectura a los textos elegidos, nos muestra su agudeza política e
intelectual.
Martí entiende que el
autonomismo propugna por un gobierno propio, pero la patria quedaría siempre
bajo la tutela imperial. La
autodeterminación, plantea Martí, sólo se logra con la independencia; y si para
lograrlo debe irse a la guerra e inmolarse, se hace; porque los que aman, desde
lo profundo de su corazón, pueden luchar por el verdadero camino de la
libertad. El binomio independencia pura
y simple o morir, era su bandera de lucha. Como lo fue para nuestro Juan Pablo
Duarte.
No hay dudas, Martí se
adelantó a su tiempo. En el siglo XX se acuñó el término de reconocimiento y aplicación del Derecho de
Autodeterminación, recogido en los pactos internacionales. Muchos teóricos del derecho internacional y
politólogos han analizado este proceso, y se han encontrado con escollos, porque todavía
hoy, hay resistencia de muchos estados, porque, ellos mismos están plagados de
grupos que abogan por la autonomía; pero no bajo los preceptos del concepto
martiano, sino la separación de absoluta del Estado que los cobija: Por eso, como nos recuerda Obieta, a pesar
del carácter meramente democrático del principio que informa el derecho a la
autodeterminación de los pueblos, desde que el Presidente Wilson lo
popularizase tras la primera guerra mundial, su aplicación práctica ha
tropezado con todos los obstáculos imaginables. En aquella coyuntura, las
potencias vencedores consideraron oportuna su aplicación en el ámbito de los
estados vencidos pero, naturalmente, consideraron inaceptable su pertinencia en
el seno de los estados vencedores...[i]
Al buscar explicaciones y
contextualizar el texto martiano, confirmo, es más, me convenzo, que el
nacionalismo, el independentismo y el autonomismo siguen temas y problemas
vigentes, desde la emergencia del capitalismo en el lejano siglo XVIII, que se
consolida en las luchas libertarias del siglo XIX, y en el siglo XX ha sido
objeto de grandes enigmas, discusiones y problemas, al revivirse los
nacionalismos en la antigua Unión Soviética, por un lado, y por el otro, el
permanente forcejeo de los autonomistas radicales en España.
La realidad ha dado al
traste con algunas teorías. A mediados
de los 70 del siglo XX, se planteaba que el nacionalismo decimonónico, como
movimiento político, era el resultado de la expansión capitalista y sobre todo,
la necesidad de la burguesía de crear su propio espacio de poder. Sin embargo, avanzado en el siglo XX, y
todavía en el siglo XXI, en el momento de capitalismo imperial y dominante, han
surgido y en otros casos, se han fortalecido, movimientos políticos que abogan,
como en el siglo XIX, por la autodeterminación y la independencia. ¿Qué
explicación tienen? No tengo la respuesta.
En la época de José
Martí, la dicotomía estaba muy clara.
Los pueblos de América Latina luchaban por la creación de sus naciones
en contra de dos imperios decadentes: España y Portugal. En el caso de la patria de Martí, el proceso
fue tardío y zigzagueante. Mientras Martí abogaba por una Cuba independiente,
libre y soberana; el capitalismo no solo había emergido, sino que ya se
iniciaban los pasos para la aplicación de la política imperial
norteamericana. Sorteados los obstáculos
(guerra de secesión, conquista del oeste…), Estados Unidos se proponía a cruzar
sus fronteras para aplicar la Doctrina de Monroe: América para los
americanos.
Mientras más profundizo,
pienso, leo, escribo y analizo, me convenzo que los procesos históricos no son,
no puede ser, trazos lineales, porque la realidad es más compleja que las
teorías, las aspiraciones y las creencias.
Así pues, hoy día, 121
años después de haber escrito este ensayo, todavía sigue vigente. Han cambiado
las percepciones, porque los teóricos de la actualidad asumen el autonomismo
como independencia, a diferencia de nuestro José Martí.
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