TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE
VISIONES SOBRE EL CARIBE: Germán Arciniegas: Santo
Domingo o el mundo que nace
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
@MuKienAdriana
Santo Domingo es la primera ciudad estable que fundan los europeos en
América. Ahí se instala el primer gobierno. Como si dijéramos la corte. El
gobernador, que muy pronto se llamará “virrey” vive en su “palacio”. Fernando Colón cuenta que el
gobernador pacta la paz con los “reyes” o “reinas” de las naciones indígenas. O
les hace la guerra…Una ciudad lugar donde se reúnen cien o doscientos españoles
con sus criados cobrizos o sus esclavos negros. Viene un huracán, carga con la
pala de los techos, arranca las estacas en que se tienen las paredes, y se
lleva la ciudad que ha fundado Bartolomé Colón. Ovando, el nuevo gobernador, la
hace otra vez…traza calles muy derechas. Se perfilan los edificios que son
fundamentales para una ciudad a la española: Iglesia, fortaleza, hospital y cárcel. Luego vendrán la catedral y
universidad. En todas estas palabras, que hay que seguir oyendo con reservas,
está el ingenuo orgullo de esos hombres, que puestos en medio de temporales y
flechas modelan con sus manos nuevas repúblicas. Ellos las palpan gozosos. La
fe de su voluntad creadora desarma cualquier comentario burlón…[i]
Germán Arciniegas
De esta manera irónica y bien escrita, Germán
Arciniegas, en su libro Biografía del Caribe, describe el tortuoso proceso de
conquista primero y colonización después de los españoles en América, proceso
que se inició por esta isla colocada en el corazón del mar Caribe, no sin antes
evaluar la “hazaña” “cubridora” de Colón, el marine aventurero a quien definió
como el “desventurado”, pues de su travesía marina cuando llegó a tierra,
después de largos y desesperantes meses en el mar, pudo abandonar por un tiempo
“sus zozobras y miserias” [ii]
Arciniegas con maestría, información y verbo
pulido y cínico a la vez describe la “hazaña descubridora” del marino italiano
defensor de la Corona Española. Y en este relato, ubicado en el capítulo II, el
escritor describe con maestría las peripecias de Colón por todas las islas del
Caribe y el encuentro desigual con los habitantes, los indios, los extraños
hombres y mujeres de piel coloreada por el sol.
Cuando los españoles llegan a Santo Domingo,
dice Arciniegas, aplicaron el dudoso modelo de alternación del poder. En sus
propias palabras:
Como en España unos días
manda Fernando, otros Felipe, luego el Cardenal Cisneros, en seguida Carlos V,
y siempre algún ministro que está por encima de los propios reyes, en Santo
domingo van desfilando las gentes más diversas. Gobernador que llega, es
enemigo que ha triunfado sobre el anterior… [iii]
Locuaz y crítico como era, Arciniega tiene palabras para los sacerdotes que
llegaron para cristianizar a los indios. Pero, quienes al ver la realidad de
explotación que vivían los indios, y después de conocer la experiencia de los
jesuitas en Paraguay, decidieron unirse para defender el derecho de los
nativos. “Ahora fray Bartolomé de las
Casas ha cantado la doctrina en Castilla. Con su locuacidad desbordante, sus
incontenibles pasiones y esas pinturas tan tiernas que hace de indios infelices
acuchillados por carniceros españoles, saca en limpio que se envíen a estos
frailes y que en Castilla se redacte un proyecto de república ideal, una Utopía…[iv]
El autor evalúa la experiencia española en nuestra isla. Afirmaba que 25
años después, la era, irremediable y
tristemente, otra. Todo había cambiado, “hasta
el paisaje… los indios han conocido caballos, hierro, pólvora, frailes, el
idioma castellano, el nombre de Jesucristo, vidrio, terciopelo, cascabeles,
horcas, carabelas, cerdos, gallinas, asnos, mulas, azúcar, vino, trigo, negros
del África, gentes con barbas, zapatos, papel, letras, o como ellos creen, unas
hojas blancas que hablan al oído…empiezan…los campos a cubrirse de caña de
azúcar, las minas a trabajarse…Donde antes hubo un monte ahora se oye la
algarabía de los trapiches…Nació una ciudad de piedra…vino un virrey…”[v]
Arciniegas es equilibrado, y también reconoce que los españoles vieron
cosas nuevas e inesperadas. Conocieron
el cazabe, el maíz, el tabaco, la chicha, las hamacas, las yucas, las canoas,
las flechas, los cocodrilos, los bosques vírgenes, árboles diferentes a los de
España, pájaros coloridos y raros a los ojos de los españoles, pues “cada pájaro canta una nueva canción, cada
alborada muestra una montaña desconocida, cada lucha una experiencia
deslumbrante, más deslumbrante que el oro que antes nunca vieron y que ahora
pasan en el cuenco de sus manos temblorosas…”[vi]
Así, llegaron, irrumpieron, se adueñaron y se impusieron. Las tribus
indígenas fueron destruidas, para imponer las ciudades españolas pobladas de
indios y de algunos conquistadores harapientos, hambrientos y sedientos de
riquezas. Para finalizar, copio un hermoso y doloroso fragmento del largo poema
que Pablo Neruda dedicó a la República Dominicana cuando se produjo la invasión
de 1965.
Versainograma
a Santo Domingo por Pablo Neruda (fragmento)
Perdonen si les digo unas locuras
En esta dulce tarde de febrero
Y si se va mi corazón cantando
Hacia Santo Domingo, compañeros.
Vamos a recordar lo que ha pasado allí
Desde que Don Cristóbal, el marinero
Puso los pies y descubrió la isla
Que mejor no la hubiese descubierto
Porque ha sufrido tanto desde entonces
Que parece que el diablo y no Jesús
Se entendió con Colón en ese aspecto
Esos conquistadores españoles
Que llegaron desde España, por supuesto
Buscando oro y lo buscaron tanto
Como si les sirviese de alimento
Enarbolando a Cristo con su cruz
Los garrotazos fueron argumentos tan poderosos
Que los indios vivos se convirtieron pronto
En dominicanos muertos
Aunque hace siglos de esta historia amarga
Por amarga y por vieja se las cuento
Porque las cosas no se aclaran nunca
Con el olvido ni con el silencio.
Y hay tanta inquietud sin comentario
En la América hirsuta que me dieron
Que si hasta los poetas nos callamos
No hablan los otros porque tienen
En esta dulce tarde de febrero
Y si se va mi corazón cantando
Hacia Santo Domingo, compañeros.
Vamos a recordar lo que ha pasado allí
Desde que Don Cristóbal, el marinero
Puso los pies y descubrió la isla
Que mejor no la hubiese descubierto
Porque ha sufrido tanto desde entonces
Que parece que el diablo y no Jesús
Se entendió con Colón en ese aspecto
Esos conquistadores españoles
Que llegaron desde España, por supuesto
Buscando oro y lo buscaron tanto
Como si les sirviese de alimento
Enarbolando a Cristo con su cruz
Los garrotazos fueron argumentos tan poderosos
Que los indios vivos se convirtieron pronto
En dominicanos muertos
Aunque hace siglos de esta historia amarga
Por amarga y por vieja se las cuento
Porque las cosas no se aclaran nunca
Con el olvido ni con el silencio.
Y hay tanta inquietud sin comentario
En la América hirsuta que me dieron
Que si hasta los poetas nos callamos
No hablan los otros porque tienen
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