ENCUENTROS
Itinerario. La
transición, mi pequeño manual acerca de la historia dominicana
“Un mundo en crisis
prefiere no conocerse, o conocerse mal. Esa es sin duda la probable crisis de
la historiografía. Pero no es forzosamente una crisis de la ciencia histórica,
Pierre Vilar.
Un aspecto
importante del análisis histórico es el del vocabulario, de la terminología, de
la “nomenclatura”. Marc Bloch ha demostrado bien cómo el historiador debe
llevar a cabo su análisis con ayuda de un doble lenguaje, el de la época que
estudia, que le permite evitar el anacronismo, pero también el del aparato verbal
y conceptual de la disciplina histórica actual: “Estimar que la nomenclatura de
los documentos pueda bastar por completo a fijar la nuestra equivaldría, en
suma, a reconocer que nos aportan el análisis ya hecho”. Volvemos a ver allí la
sana fobia de la pasividad. Pero el historiador, si no tiene el fetichismo de
la etimología (“una palabra vale mucho menos por su etimología que por el uso
que se le da”), se consagrará al estudio de los sentidos, a la “semántica
histórica”, cuyo renacimiento actual debemos desear. Y se resignará a que unos
términos mal elegidos, pasados por todas las salsas, vacíos de sentido por la
historia, sigan formando parte de su vocabulario: ejemplos, “feudalidad”, “capitalismo”,
“Edad Media”.
Pierre
Vilar
Mientras escribía el libro de
Ulises Francisco Espaillat recibí una llamada de SUSAETA. Me entrevisté con
Aquilino García. Me solicitó un manual de historia dominicana dirigido al
público estudiantil de bachillerato y del primer año de la universidad, y que
también sirviera de consulta para extranjeros. Le dije que estaba escribiendo
un libro. Me dijo que me esperaría. Una vez terminé me dispuse a trabajar en el manual.
Una de mis primeras actividades
fue revisar con ojo crítico los famosos manuales de Frank Moya Pons y Roberto
Cassá. Ambos textos eran, y todavía lo son, referencia obligada para mis
investigaciones. En esta oportunidad, lo vi en mi calidad de maestra que
pretendía hacer un texto fundamentalmente pedagógico.
La primera decisión que tomé fue
escribir un texto dirigido y pensado para estudiantes tanto de bachillerato
como del primer año de la universidad.
He estado en las aulas impartiendo historia dominicana por 40 años,
primero en el colegio, y desde hace 30 años, a nivel de bachillerato. Uno de
los puntos nodales es hacer atractivo un material aburrido, que no les interesa
y que se ven obligados a tomar la asignatura por razones de curriculares, no de
interés. Durante todo este tiempo, e
incluso en la actualidad, he visto los principales contenidos que le provocan problemas
y dificultades para asimilarlos. Por esta razón, como estaba en plena docencia,
decidí que cada unidad sería validada con ellos. Y finalizado el ensayo les
solicitaría sugerencias.
Estructuré las unidades, tomando
en cuenta que el libro era un texto histórico con carácter pedagógico. Cada
unidad tendría la definición de objetivos generales y específicos, una lectura
de entrada que indujera al tema al estudiante y lo motivara; un cuerpo base con
los contenidos divididos por capítulos y acápites; lecturas complementarias con
autores de diferentes corrientes de pensamiento; y un cuestionario guía.
Otro elemento importante que
debía sortear era el hecho de que había trabajado básicamente el siglo XIX, y
por lo tanto no era especialista en todos los temas. En tal sentido, para cada unidad, busqué, leí
y recopilé la bibliografía básica de cada siglo, escrita tanto por los
historiadores dominicanos como extranjeros.
Una decisión importante que tomé
fue ser breve en el contenido. Los estudiantes necesitan ideas guías, ideas
claves que les orienten. A riesgo de ser quizás un poco superficial y escueta,
porque no podía abundar mucho, seguí con mi decisión. Utilicé también cuadros sinópticos y
comparativos sobre los períodos, y en los anexos hice una cronología de la
historia dominicana, un cuadro exhaustivo con los presidentes, cuadros con las
singularidades de la política criolla, cuadro sobre las modificaciones
constitucionales, entre otros.
La obra fue publicada en 1999
bajo el título "Historia Dominicana: Ayer y Hoy" publicado por la
editorial Susaeta, con unas 246 páginas. Fue publicado en un formado para texto
escolar con muchas ilustraciones y fotografías. En el año 2000 obtuvo el premio
de Didáctica en los premios anuales de la entonces Secretaría de Educación.
A 14 años después de su
publicación tengo la distancia suficiente para hacer balance. Algunos amigos me
han hecho la observación de que debí haber ampliado algunos temas, y quizás
tengan razón. Yo misma sentí que acorté
demasiado la segunda mitad del siglo XIX, que faltaron ideas que desarrollar.
En una oportunidad, para un panel
de la Feria del Libro, me pidieron que hiciera una evaluación crítica del
texto. Señalé en aquella oportunidad,
que si la editora me diera la oportunidad de ampliarlo, lo llevaría a 300
páginas, haría nuevos esquemas, lo
llevaría al 2000, revisaría algunas lecturas complementarias, ampliaría algunos
elementos, y modificaría algunas preguntas.
La retroalimentación que he
recibido de los profesores que han utilizado el texto ha sido buena, e incluso
de algunos extranjeros que deseaban tener una visión general de la historia
dominicana, me han comunicado que les ha resultado útil. Me siento contenta con el producto, sobre
todo, porque tuve la oportunidad de validarlo con estudiantes universitarios
que me retroalimentaron e hicieron observaciones críticas.
No sabría responder, si haría el
mismo texto ahora, que estoy más madura y que he tenido nuevas
experiencias. Pero escribir es una forma
de vivir. Las palabras escritas en un
momento determinado reflejan retratan al autor en su momento y en su
circunstancias. En algún momento hay que
cortar, publicar, para volver a escribir y volver a publicar. El mejor texto de
cada escritor, investigador o historiador todavía no ha sido escrito, ni se
escribirá nunca, porque la perfección es un sueño y una aspiración, porque
somos humanos y perfectibles, porque las ideas y el pensamiento evolucionan
constantemente. ¡Y qué bueno que así sea!
mu-kiensang@pucmm.edu.do
sangbemukien@gmail.com
@MuKienAdriana
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