El pensamiento conservador
latinoamericano y los procesos independentistas en América Latina del siglo
XIX. REFLEXIONES FINALES y 2
Por: Mu-Kien Adriana Sang
El
pensamiento conservador fue la expresión social dominante durante la larga
historia colonial. El conservadurismo buscó y encontró en la independencia la
ocasión propicia para optimizar sus privilegios y asegurarlos. Por su parte, el
liberalismo criticó de los conservadores su corporativismo tanto militar como eclesiástico,
los privilegios de una sociedad fuertemente jerarquizada y el paternalismo en
la conducción política. Al triunfar el movimiento independentista, encabezado
por los liberales, la reacción del conservadurismo no se hizo esperar, a fin de
mantener o restaurar los elementos centrales del antiguo régimen. Como
resultado de estos conflictos, aparecen nuevas expresiones políticas, tales
como el liberalismo conservador y el conservadurismo liberal. En consecuencia,
el criterio diferenciador entre unos y otros, se encuentra más bien en sus
actitudes prácticas, ya sea en su apertura hacia la modernidad y el progreso,
por un lado, o en la conservación de tradiciones y situaciones procedentes del
mundo colonial, por el otro. De igual forma, con la Independencia surge una
nueva clase dominante, integrada por liberales y conservadores, quienes
compartían y alternaban en el poder, como resultados[2]
Mario Pozas
Muy
bueno el trabajo de Mario Pozas, del cual citamos un fragmento. Este autor en
el ensayo hace un análisis comparativo de cómo “convivieron”, para decirlo de alguna manera,
las teorías políticas del liberalismo y conservadurismo.
Siguiendo
la misma tónica del pensamiento, uno de los que más ha trabajado el tema ha
sido el historiador venezolano Elías Pino Iturrieta. Plantea que a nivel
político la fórmula de los conservadores era simple. Respeto al estado,
proponía un gobierno fuerte, pero que negara el centralismo impuesto por España,
como él autor mismo lo explica:
Jamás
discuten los contenidos de una Carta que pretende formar instituciones nuevas
en un país dividido entre hombres libres y esclavos, en el cual los derechos
ciudadanos son monopolios de los individuos alfabetas dueños de bienes raíces o
de negocios remuneradores, detentadores de diploma universitario o con sueldos
de elevada cuantía. En función de la cantidad de ingresos establece
la constitución de sistema de sufragio censitario de dos grados con
régimen calificado que legitima y restringe la autoría del nuevo ensayo de republica. En ningún
momento los notables se plantean la mudanza de tales postulados, pues son el
eje de una trama de estirpe liberal en que apuntalan su calidad de
propietarios.[3]
Por
considerar que las posiciones de Elías Pino Iturrieta son vitales para entender
un poco mejor el entramado, sigo con el
interesante trabajo del colega venezolano.
Plantea que los conservadores, en el caso de Venezuela, y que quizás
podría aplicarse a la región, fueron individuos que accedieron al gobierno a
partir de 1830 y permanecieron en él debido a su invariable fidelidad hacia un
hombre y un proyecto de modernización. Descendientes
unos pocos de la aristocracia colonial, figuras crecidas en la guerra de
independencia o en un pacifico exilio, son letrados, burócratas, propietarios
grandes y medianos, mercaderes y dueños de esclavitudes que ven en Páez la
garantía de una paz estable a través de la cual se puede construir una nación
pujante. Están seguros de armonizar sus intereses con cualquier apetito autoritario
(…); y su fe en un vínculo de propiedad-progreso-autoridad no lo hace vacilar
en su asociación con el controlador de las milicias.[4]
La
afirmación de Pino Iturrieta nos parece muy representativa de lo que sucedió en
la realidad latinoamericana. En un primer momento, como he estado señalando a
lo largo de este trabajo, todos los sectores de la sociedad (los dueños de la
tierra, los comerciantes, los letrados e
intelectuales), acogieron al llamado de quienes tuvieron la valentía de
enfrentarse a la dominación colonial, aceptando, sin entender en toda su
dimensión los mandamientos del evangelio liberal. Cada grupo social buscó la
instauración de un estado respetuoso de los derechos individuales y de la
propiedad privada pero sobre todo intentó adecuarse, según intereses, al
impulso y a las exigencias del capitalismo moderno.
Como
sus adversarios, los llamados liberales, los conservadores propusieron un
modelo alternativo de país y también como ellos, miraron hacia afuera. Las
sociedades que han alcanzado metas evidentes de progreso y civilización, constituían
el espejo, espejismo tal vez, de su norte, de sus objetivos.
Los
conservadores consideraban que la realidad era producto del pasado remoto que
los latinoamericanos habíamos heredado. Y para enfrentar la negatividades de la
herencia, o dar al traste con esas
cadenas, proponían una sociedad dirigida por las elites predestinadas, las
únicas que podían gozar de los derechos sociales y ciudadanos. Esta posición es
la que explica su rechazo persistente a
ampliar el marco de los derechos de los grupos menos favorecidos.
Ahora
bien, ¿qué pasó con los caudillos? ¿Eran conservadores? ¿Eran liberales? Los
caudillos regionales desarrollaron siempre la política sustentada en el elitismo y el privilegio de
los dirigentes en la dependencia y burda utilización de sus seguidores. Sin
embargo, me parece demasiado categórica la afirmación de Gonzalez de que el
pensamiento conservador era la “transposición
y expresión ideológica de los
intereses de la aristocracia feudal-esclavista y del clero. Y en este sentido,
los que mantuvieron una serie de mecanismos (el cobro de diezmos, los
mayorazgos, las alcabalas regionales), constituyeron las principales fuerzas
que obstaculizaron la cohesión y por ende, la formación del Estado Nacional. El
poder conservador-independientemente de la variables-fue antinacional pues
retardo el surgimiento de una burguesía nacional y luego alió al capital
extranjero’’.[5]
Lo
más interesante de todo es que la misma autora, en páginas posteriores a esta
afirmación, señala la superposición ideológica y política de los liberales y
los conservadores, llegando incluso a redefinir que en el proceso se situaron
en posiciones similares, denominando en algunos momentos grupos políticos híbridos,
como el liberalismo conservador, o el conservadurismo liberal.
El
trabajo de Enrique Brahm García es muy novedoso.[6]
Refiriéndose a la realidad chilena, el historiador afirma que es necesario un reencuentro entre la
realidad historia y la fuente, pero antes reivindica la necesidad de ser
críticos con la herencia intelectual recibida. Afirma que en Chile y en la gran
mayoría de los países de América Latina existió un conservadurismo liberal y
con un conservadurismo positivista, afirmando que Antonio Garcia Reyes
(1817-1903) fu el principal representante de la primera corriente y Ramón Soto
Mayor (1830-1903) el de la segunda.
Cuestiona
Brahm García el concepto mismo del conservadurismo. Afirma que aun cuando en
Europa esta corriente de pensamiento político tenía raíces monárquicas y
feudales, en América Latina, y defiende para eso el caso especial de Chile, las
bases son republicanas. Esto explica, según él, porqué las bases del
conservadurismo fueron frágiles y
cambiantes de acuerdo a la necesidad de la realidad misma y por qué
conservadurismo, positivismo y liberalismo no fueron más que caras de una misma moneda y fuente y fuentes
de nuevos caos.
Este
escenario tan lleno de limitaciones no podía provocar, en tan poco tiempo, el
nacionalismo de dos sectores tan antagónicos como afirman algunos estudiosos de
la historia. Es cierto que en términos económicos existían posiciones
distintas, la de los propietarios y la de los comerciantes, que defendían sus
intereses. Pero coincido con los autores [7] que afirma que no parece tan probable que una
realidad tan precaria pudieses originar de forma intempestiva la formación de
dos grupos diferenciados, cuyos objetivos fueran crear y distribuís riqueza,
respondiendo solo a intereses específicos. Como dice Pino Iturrieta ‘’ es más
razonable pensar en un esfuerzo común de los propietarios, quienes
incursionaban en los dos ramos con el objeto de prosperar sin ocuparse de
manera excluyente de una actividad’’.[8]
Asumo como una vía
que podría arrojar nuevas luces, que el deslinde entre conservadores y
liberales, más que de intereses de clases, tiene que ubicarse en el plano de
los intereses políticos. Queriéndose presentar como figuras de mundos
antagónicos, los fundadores del estado Nacional, denominados liberales y
conservadores, definen y construyen sus propias rutas para alcanzar el poder.
Momentos, horarios e itinerarios distintos y peculiares, más no un abismo
irreconciliable, fue la manera diferenciada de esos dos grupos que decidieron emprender el largo
viaje al poder. Todas estas explicaciones no hacen más que confirmar algunas de
las hipótesis que hemos venido planteados a lo largo de estos largos artículos
que casi fueron interminables.
[2] Mario
A. Pozas, El liberalismo hispanoamericano
en el siglo XIX,
http://www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/El%20Liberalismo%20iberoamericano%20en%20el%20siglo%20XIX.pdf
[3]
Elias Pino Iturrieta, op, cit., P.11.
[4] Elias Pino Iturrieta, ‘’ Estudio
Preliminar’’, en pensamiento conservador del siglo XIX (antología), Caracas,
Monte Ávila Editores, Biblioteca del
pensamiento Venezolano
José Antonio
Paez, 1991.p.14.
[5] Beatriz González, op, cit.p.52
[6]
Enrique Brahm García, op.
Cit.
[7] Las
obras Enrique Brahm García,
Tendencias Criticas del conservadurismo después de portales, Santiago de Chile,
Institutos de estudios Generales. Serie de estudios Historicos, 1992; y la
obra, ya citada Beatriz González Stephan, constituye sin lugar a dudas
dos puntos importantísimos de referencias para entender la complejidad del
problema. Conservadurismo genera, liberalismo conservador, son dos simples
nociones muy fáciles de nombrar, que reflejan una realidad profundamente
compleja donde esas categorías antagónicas
no son realmente tales, sino que se entrecruzan formando un pensamiento
híbrido, reflejo de una realidad aun mas difícil de caracterizar.
[8]
Elias pino Iturrieta, op, cit., P.11.
No hay comentarios:
Publicar un comentario