TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE
VISIONES SOBRE EL CARIBE: El sueño tropical: ¿mito
o realidad?
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
@MuKienAdriana
Solo
tras haber observado varias veces un mapa del Caribe, comienza uno a darse cuenta de la inmensidad y complejidad de
su geografía. En una primera ojeada
rápida, la amplitud territorial de las Antillas Mayores impone su presencia
fronteriza entre el Océano Atlántico y el Mar Caribe. La familiaridad que
permite un mismo lenguaje compartido, en este caso el español con todas su
ricas variantes, hace tentadora una unión política entre estas tres
islas…Michelle Durán Ruiz[1]
Desde que inicié mi travesía sobre el conocimiento
de El Caribe, como realidad histórica, cultural, económica, geográfica y
social, entendí en el primer momento, que sobre este archipiélago de islas
grandes y pequeñas, así como de los países continentales que son bañados por
las aguas del Mar Caribe, existen múltiples mitos tejidos por los diferentes
grupos sociales que han tenido que converger en este especial encuentro de
culturas, lenguas, etnias y razas.
A esta realidad se le agrega que El Caribe fue
conquistado y colonizado por diversos Imperios que buscaban adentrarse en el
dominio español. Para suerte o desgracia, quién sabe, tres de las islas que
comprenden las Antillas Mayores, fueron conquistadas por España y se quedaron
siendo españolas: Cuba, Puerto Rico, y una gran parte de la isla de Santo
Domingo. Michelle Durán Ruiz[2]
señala al respecto lo siguiente:
En su libro Los imaginarios sociales (Memorias y esperanzas colectivas),
Baezko afirma que los lugares comunes se imponen como si fueran evidencias. El
lazo lingüístico sería uno de estos lugares comunes, haciendo posible que los
habitantes de estas islas puedan compartir muchos otros aspectos culturales,
producto de una misma lengua común, como por ejemplo la música.[3]
Sin embargo, sigue afirmando la autora en su
interesante trabajo, el panorama visual se va complicando, cuando aparecen las
diminutas que parecen perderse en la vastedad del mar. "Es entonces cuando comienza… el carnaval
geográfico convirtiendo a Cuba, Puerto Rico y La Española en solo una parte de
ese todo, de ese gran espacio totalizador. Las diferentes lenguas y dialectos,
la música y las diversas literaturas son solo algunos de los ingredientes de
esta gran sopa cultural que se va cocinando día a día en Martinica, Saint Kitts
o Barbados…"[4]
La autora se hace dos preguntas fundamentales:
¿Cómo definir y delimitar o caracterizar El Caribe? ¿Cómo construir una
representación del Caribe, si ni siquiera es posible delimitar con facilidad
sus límites geográficos? Buscando explicación buscó la obra de Antonio Benítez
Rojo, La Isla que se repite, obra de la cual hablamos en entregas anteriores, y
asume como suya la tesis del cubano, quien afirmaba que para definir al Caribe
era necesario adoptar y asumir como suya una terminología flexible y plural;
pues la denominación de caribeños corresponde y obedece a razones exógenas, que
tienen como único propósito encuadrar una falsa imagen del ser colectivo. "En todo caso, afirma la autora, para
uno u otro fin, la urgencia por intentar la sistematización de las dinámicas
políticas, económicas, sociales y culturales de la región, es cosa muy
reciente"[5]
Asume, como propone Benítez Rojo, que para entender
El Caribe, se impone realizar un viaje como un posible método de narrar las
historias caribeñas de una zona esencialmente irregular en el pleno y amplio
sentido de la palabra. Y es
precisamente, afirma la autora Durán Ruiz, en este viaje a la incertidumbre es
que genera lo desconocido es que podría surgir una posibilidad, la cual,
paradójicamente, de encontrar el centro en la misma diversidad; porque este
viaje "de múltiples desplazamientos… se convierte para muchos escritores
en una metáfora muy sugerente para construir diversas representaciones del
Caribe"[6]
¿Qué significa entonces esa diversidad? Afirma que
El Caribe no puede, en modo alguno, contenerse en un espacio fijo y estático,
pues es fundamental el flujo constante.
El viaje, sigue afirmando, tiene que emprenderse, desde la diversidad,
desde la inestabilidad económica de muchas islas.
Entonces, ante esa adversidad, ¿es posible el sueño
de la confederación caribeña? Afirma que la única viabilidad de esta utopía es
que debe pensarse desde la representación flexible, de nacionalidades
flotantes. En sus palabras:
En este milenio habría que hablar no tanto de países, sino de
nacionalidades "flotantes". Este concepto disputa seriamente la idea
de una confederación caribeña si se define solo a base de los que viven en las
islas y excluye a todos aquellos que estén desplazados en la diáspora… A pesar
de que la fragmentación en esta representación caribeña… es evidente, igual de
obvio es la resistencia de estas nacionalidades a no morir.[7]
En definitiva, El Caribe es una realidad difícil de
entender, difícil de explicar, difícil de definir y difícil de vislumbrar una
utopía común, un sueño eterno de caribeños pensadores, escritores, políticos y,
por qué no, de soñadores también.
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