TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE
VISIONES SOBRE EL CARIBE: La herencia africana
desde la isla de Santo Domingo.
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
@MuKienAdriana
DESCRIPCION
DE UN KINDERGARTEM
A, B, C
Para los niños blancos el jardín de
la alegría,
para los niños negros, hambre, dolor
y agonías;
las aulas se ven unidas,
pero están desunidas
este horrible kindergarten
es el jardín de los muertos.
A, B, C
Para los niños blancos cielos,
juguetes, belleza,
Para los niños negros odio, sangre,
desaliento;
A, B, C
ya los niños blancos escriben
puente, río, bicicleta,
ya los niños negros escriben
cadena, dolor, miseria;
no sé por qué son tan tristes
estas escuelas de América.
JUAN
SANCHEZ LAMOUTH (1929-1968)
En esta entrega seguiremos ahondando sobre la
herencia africana en la cultura caribeña. Buscando material para esta serie,
localicé un ensayo interesantísimo de Ángel Estévez profesor de The City College,
Cuny titulado “La Herencia africana en la cultura popular dominicana: Vudú y
Magia en El Hombre del acordeón de Marcio Veloz Maggiolo.” El trabajo fue
presentado en la Conferencia Let Sprit Speak celebrada los días 22, 23 y 24 de
abril de 2010 en esa universidad. Dos años después todas las ponencias del
evento fueron recogidas en un libro que fue titulado: Let Spirit Speak!: Cultural Journeys
through the African Diaspora (Suny Scholarly Conferences) y editado
por Vanessa Valdez.
El autor
parte de que la mayoría de las personas asumen como algo cierto, un error
comúnmente aceptado y difundido, en el sentido de que El Caribe es
culturalmente homogéneo, y que el denominador común es la negritud. Afirma Estévez que esta visión es simplista y
superficial, pues refleja un gran desconocimiento sobre los procesos
históricos, que ponen de lado el “proceso
imparable de hibridación y síntesis que todavía sigue su curso. Se suele creer,
asimismo, que la mano de obra esclava traída al Caribe fue arrancada de la misma
región. Esto, simplemente, no ocurrió así. Se ha constatado que la fuerza
laboral esclava venía de distintos puntos del continente africano,
principalmente de la costa occidental y de África Central”. [i]
Ya los
estudiosos del tema saben con certeza que entre los grupos repartidos por las
islas del Caribe, no se hablaba la misma lengua ni tenían las mismas costumbres
ni creencias religiosas. Afirma el autor que este carácter pluricultural se
enriquece más todavía con las culturas europeas que se entrecruzaron con las
africanas, teniendo como resultado un producto único, propio de cada isla de
esta increíble región caribeña. Los negros, afirma Estévez, llegaron al Caribe
para sustituir la mano de obra indígena, al momento que se impuso y desarrolló
la industria azucarera.
Estos grupos de esclavos no
permanecieron encapsulados y estáticos en su nuevo hábitat. Esta nueva
distribución social propició el intercambio entre las distintas etnias lo cual
dio paso a un proceso de apropiación, coexistencia, convergencia y
reintegración de sus miembros en esa nueva sociedad, produciéndose como
resultado un fecundo mestizaje –cultural y biológico- que dio origen a un nuevo
ser: el criollo. A medida que el proceso de colonización avanzaba, también se
iba desarrollando una idiosincrasia criolla. [ii]
Señala que
el mestizaje cultural y biológico se hizo más patente en la isla que comparten
la República de Haití y la República Dominicana. Lo interesante es que
constituimos un caso muy especial, ya que ambas naciones tienen rasgos muy
diferenciados: idioma, costumbres, música, religión, solo para mencionar
algunas.
A seguidas
el autor del ensayo inicia una reflexión de esta herencia cultural a partir de
la novela “El hombre del acordeón” de Marcio Veloz Maggiolo. La historia contada por el historiador y
novelista dominicano narra la historia del asesinato de un merenguero, Honorio
Lora, muerto por envenenamiento después
de haber ganado una pelea de gallos y “cómo
su muerte fue vengada mediante la intervención de fuerzas sobre naturales
canalizadas por una sacerdotisa vuduísta, dos de los hijos de Honorio y la
ayuda de sus ex amantes.” [iii]
Señala
Estévez que esta novela de Marcio Veloz Maggiolo reúne una serie de
características que nos permiten medir las dimensiones culturales con respecto
a la religiosidad popular en estos dos países vecinos, en el que el componente
mágico – religioso, el vudú, juega un papel importantísimo.
A juicio
del autor del ensayo, la novela permite ver cómo influye el vudú en la cultura
de algunos sectores sociales, especialmente en el ritual de desentierro del
cadáver y su transportación hasta el otro lado de la frontera: “Los efectos de la práctica del ritual no se
hacen esperar y se desencadena una serie de eventos sobrenaturales e insólitos
perfectamente coherentes dentro del código religioso vuduísta de haitianos y
rayanos.” [iv]
Concluye su
ensayo señalando que el sistema de creencias que se proyecta en el vudú, es el
resultado, sin duda alguna, de la integración y reinterpretación de muchas
creencias traídas por los esclavos africanos que a su vez se yuxtapusieron a
las creencias y ceremonias religiosas del catolicismo de la época de la
colonia. Pero lo más importante, dice Estévez es que la novela de Veloz
Maggiolo retrata con maestría la manera de pensar de los haitianos y los
dominicanos adeptos al vudú. Estos hombres y mujeres prefieren recurrir a fuerzas
ocultas y sobrenaturales para buscar una solución justiciera de sus
conflictos. Es decir, para ellos es
preferible la intervención sobrenatural, el mundo de los muertos, a la
obtención de justicia en el mundo de los vivos.
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