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pendientes: OCTAVIO PAZ: La pintura de Picasso
Por: Mu-Kien Adriana Sang Ben
La vida y
obra de Picasso se confunden con la historia del arte del siglo XX. Es
imposible comprender la pintura moderna sin Picasso pero, asimismo, es imposible
comprender a Picasso sin ella. No sé si Picasso es el mejor pintor de nuestro
tiempo; sé que su pintura, en todos sus cambios brutales y sorprendentes , es
la pintura de nuestro tiempo. Quiero decir: su arte no está frente o contra o
aparte de su época; tampoco es una profecía del arte de mañana o una nostalgia
del pasado, como ha sido el de tantos grandes artistas en discordia con su
mundo y su tiempo. Octavio Paz: El cuerpo a cuerpo con la pintura.
Pablo
Picasso fue una figura excepcional del arte universal del siglo XX,
especialmente porque sus posiciones revolucionaron las artes plásticas del
siglo XX, desde el cubismo a la escultura neofigurativa, del grabado o el
aguafuerte a la cerámica artesanal. Pablo Diego José Ruiz Picasso, nació en octubre
de 1881, y murió en abril de 1973. Pronto sus maestros se dieron cuenta de su
talento y creatividad. Cuentan sus biógrafos que en 1895, fue a una prueba de
ejercicios resolvió en un día los ejercicios de examen previstos para un mes.
Eso bastó para que fuese admitido en su primera escuela de diseño. Tres años
después pudo presentar su primer muestra individual en Els Quatre Gats de
Barcelona. Y al año siguiente pudo exponer en París. Ahí comenzó la aventura
creativa de este genio de la pintura del siglo XX.
El
ensayo de Octavio Paz titulado "Picasso: El cuerpo a cuerpo con la
pintura" fue recogido por la obra Octavio Paz. Dossier No. 1, publicado
como dijimos en artículos anteriores, por Ediciones Sur de Argentina en enero
de 2004.
Cuando
leí el ensayo, confirmé, una y otra vez, la inmensa cultura de este gigante de
la literatura universal. Pocas personas pueden hacer gala de esa genialidad.
Paz era capaz de hablar de filosofía china, japonesa, de historia, de
filología, de sociología, política…cualquier tema podía ser abordado por este
hombre universal.
Comenzaba
el artículo celebrando el hecho que el Museo Tamayo iniciaba sus actividades
con una exposición de Pablo Picasso. Era
una antología cronológica, de tal manera que con visitarla, recorrerla, el
visitante podía conocer la evolución de ese gran artista. Esta singular
exposición fue uno de los propósitos de los fundadores, Rufino y Olga Tamayo,
de convertir el museo en un verdadero centro de cultura. La exposición fue
creada y catalogada por el conservador William Liebermann, al momento
conservador del arte contemporáneo del Museo Metropolitano de New York.
A
partir de este párrafo introductorio, comienza el viaje por la exposición de
Picasso y la pluma maravillosa de Paz. No afirmaba, se cuidó de hacerlo, que el
pintor español era el mejor de su tiempo. Su arte no estaba frente ni aparte
del arte de su tiempo. ¡Qué contradicción!
Tampoco, decía, era una profecía del arte de mañana o una nostalgia del
pasado, como había sido la historia de grandes artistas que vivían en discordia
con su tiempo y con su mundo:
"Incluso cuando estuvo en
contra, fue el pintor de su tiempo. Extraordinaria fusión del genio individual
con el genio colectivo…Apenas escrito lo anterior, me detengo. Picasso fue un
artista inconforme que rompió la tradición pictórica, que vivió al margen de la
sociedad y, a veces, en lucha contra su moral. Individualista salvaje y artista
rebelde, su conducta, su conducta social, su vida íntima y su estética estuvieron
regidas por el mismo principio: la ruptura. ¿Cómo es posible, entonces, decir
que es el pintor representativo de nuestra época?"
Pasa
entonces a analizar propiamente la pintura de ese gran español del arte. Afirma Paz que la tradición es que un pintor
representa en perfecta imitación lo que mira.
Aunque, y esto lo afirmo yo, hubo
corrientes de pictóricas que intentaron romper con la representación perfecta
de la imagen, como lo fue el impresionismo, que desdibujaba el contorno
perfecto a través del efecto de la luz.
Picasso quiso ir más allá. Su identidad era la ruptura, la expresión de
su inconformidad con su tiempo.
"Pero su parecido brota,
precisamente, de su inconformidad, sus negaciones, sus disonancias. En medio
del barullo anónimo de la publicidad, se preservó; fue solitario, violento,
sarcástico y no pocas veces desdeñoso; supo reírse del mundo y, en ocasiones,
de sí mismo. Esos desafíos eran un
espejo en el que la sociedad entera se veía: la ruptura era un abrazo y el
sarcasmo una coincidencia. Así sus
negociaciones y singularidades
confirmaron a su época: sus contemporáneos se reconocían en ellas, aunque no
siempre las comprendiesen. Sabían obscuramente que aquellas negaciones era
también afirmaciones; sabían también, con el mismo saber oscuro, que cualquiera
que fuese su tema o su intención estética, esos cuadros expresaban (y expresan)
una realidad que es y no es la nuestra."
Pasa
entonces Octavio Paz en su ensayo, a definir el arte contemporáneo de su época.
Afirmaba que el arte ha sido una sucesión ininterrumpida, pero plena de saltos
y de bruscos cambios, que tenían como perspectiva una visión del mundo racional
y sensible en una simbiosis nueva e interesante. Los artistas del siglo XX, afirmaba Paz,
rompieron esa visión de dos radicales formas: el predominio de la geometría, en
primer lugar; y en segundo por la exposición abierta de la pasión y la
sensibilidad. "Esta ruptura estuvo asociada a la resurrección de las artes
de las civilizaciones lejanas o extinguidas así como la irrupción de las
imágenes de los salvajes, los niños y los locos."
Y
llega a Picasso, el pintor, escultor, transgresor universal, que supo hacer de
su arte la encarnación misma de la feroz fidelidad, "una fidelidad hecha
de invenciones". Rompió, inventó más
bien una nueva estética al siglo XX. "Todo lo que, en otras épocas, lo
habría condenado al ostracismo social y al subsuelo del arte, lo convirtió en
la imagen cabal de las de las obsesiones y los delirios, los terrores y las
piruetas, las trampas y las iluminaciones del siglo XX"
Afirmaba
que la paradoja Picasso, seguía diciendo Paz en su ensayo, como fenómeno
histórico, consistía en ser la figura de representación. "Mejor dicho, que
prefiere reconocerse en las representaciones que la desfiguran o la niegan: las
excepciones, las desviaciones y las disidencias. La excentricidad de Picasso es
arquetípica. Un arquetipo contradictorio, en el que se funden las imágenes del
pintor, el torero y el cirquero."
Me
encantó el ensayo. Soy una amante
apasionada de la pintura, tanto como de la poesía. Y esta interpretación de
Octavio Paz sobre la deconstrucción de Picasso de los cánones y modelos del
arte de su época, me fascinó. Hoy en la
historia, abogamos por la deconstrucción, de la ruptura de paradigmas, para iniciar
un proceso de reconstruirla. Picasso fue
un deconstructor de paradigmas estéticos, y transformó el mundo de la
pintura. Los historiadores tenemos ante
nosotros un reto grande. Si Picasso pudo, nosotros podremos también.
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