martes, 14 de octubre de 2014


ENCUENTROS

Tareas pendientes: OCTAVIO PAZ: La pintura de Picasso

Por: Mu-Kien Adriana Sang Ben

La vida y obra de Picasso se confunden con la historia del arte del siglo XX. Es imposible comprender la pintura moderna sin Picasso pero, asimismo, es imposible comprender a Picasso sin ella. No sé si Picasso es el mejor pintor de nuestro tiempo; sé que su pintura, en todos sus cambios brutales y sorprendentes , es la pintura de nuestro tiempo. Quiero decir: su arte no está frente o contra o aparte de su época; tampoco es una profecía del arte de mañana o una nostalgia del pasado, como ha sido el de tantos grandes artistas en discordia con su mundo y su tiempo. Octavio Paz: El cuerpo a cuerpo con la pintura.

Pablo Picasso fue una figura excepcional del arte universal del siglo XX, especialmente porque sus posiciones revolucionaron las artes plásticas del siglo XX, desde el cubismo a la escultura neofigurativa, del grabado o el aguafuerte a la cerámica artesanal. Pablo Diego José Ruiz Picasso, nació en octubre de 1881, y murió en abril de 1973. Pronto sus maestros se dieron cuenta de su talento y creatividad. Cuentan sus biógrafos que en 1895, fue a una prueba de ejercicios resolvió en un día los ejercicios de examen previstos para un mes. Eso bastó para que fuese admitido en su primera escuela de diseño. Tres años después pudo presentar su primer muestra individual en Els Quatre Gats de Barcelona. Y al año siguiente pudo exponer en París. Ahí comenzó la aventura creativa de este genio de la pintura del siglo XX.

El ensayo de Octavio Paz titulado "Picasso: El cuerpo a cuerpo con la pintura" fue recogido por la obra Octavio Paz. Dossier No. 1, publicado como dijimos en artículos anteriores, por Ediciones Sur de Argentina en enero de 2004.

Cuando leí el ensayo, confirmé, una y otra vez, la inmensa cultura de este gigante de la literatura universal. Pocas personas pueden hacer gala de esa genialidad. Paz era capaz de hablar de filosofía china, japonesa, de historia, de filología, de sociología, política…cualquier tema podía ser abordado por este hombre universal.

Comenzaba el artículo celebrando el hecho que el Museo Tamayo iniciaba sus actividades con una exposición de Pablo Picasso.  Era una antología cronológica, de tal manera que con visitarla, recorrerla, el visitante podía conocer la evolución de ese gran artista. Esta singular exposición fue uno de los propósitos de los fundadores, Rufino y Olga Tamayo, de convertir el museo en un verdadero centro de cultura. La exposición fue creada y catalogada por el conservador William Liebermann, al momento conservador del arte contemporáneo del Museo Metropolitano de New York.

A partir de este párrafo introductorio, comienza el viaje por la exposición de Picasso y la pluma maravillosa de Paz.  No afirmaba, se cuidó de hacerlo, que el pintor español era el mejor de su tiempo. Su arte no estaba frente ni aparte del arte de su tiempo. ¡Qué contradicción!  Tampoco, decía, era una profecía del arte de mañana o una nostalgia del pasado, como había sido la historia de grandes artistas que vivían en discordia con su tiempo y con su mundo:  

"Incluso cuando estuvo en contra, fue el pintor de su tiempo. Extraordinaria fusión del genio individual con el genio colectivo…Apenas escrito lo anterior, me detengo. Picasso fue un artista inconforme que rompió la tradición pictórica, que vivió al margen de la sociedad y, a veces, en lucha contra su moral. Individualista salvaje y artista rebelde, su conducta, su conducta social, su vida íntima y su estética estuvieron regidas por el mismo principio: la ruptura. ¿Cómo es posible, entonces, decir que es el pintor representativo de nuestra época?"

Pasa entonces a analizar propiamente la pintura de ese gran español del arte.  Afirma Paz que la tradición es que un pintor representa en perfecta imitación lo que mira.  Aunque,  y esto lo afirmo yo, hubo corrientes de pictóricas que intentaron romper con la representación perfecta de la imagen, como lo fue el impresionismo, que desdibujaba el contorno perfecto a través del efecto de la luz.  Picasso quiso ir más allá. Su identidad era la ruptura, la expresión de su inconformidad con su tiempo. 

"Pero su parecido brota, precisamente, de su inconformidad, sus negaciones, sus disonancias. En medio del barullo anónimo de la publicidad, se preservó; fue solitario, violento, sarcástico y no pocas veces desdeñoso; supo reírse del mundo y, en ocasiones, de sí mismo.  Esos desafíos eran un espejo en el que la sociedad entera se veía: la ruptura era un abrazo y el sarcasmo una coincidencia.  Así sus negociaciones  y singularidades confirmaron a su época: sus contemporáneos se reconocían en ellas, aunque no siempre las comprendiesen. Sabían obscuramente que aquellas negaciones era también afirmaciones; sabían también, con el mismo saber oscuro, que cualquiera que fuese su tema o su intención estética, esos cuadros expresaban (y expresan) una realidad que es y no es la nuestra."

Pasa entonces Octavio Paz en su ensayo, a definir el arte contemporáneo de su época. Afirmaba que el arte ha sido una sucesión ininterrumpida, pero plena de saltos y de bruscos cambios, que tenían como perspectiva una visión del mundo racional y sensible en una simbiosis nueva e interesante.  Los artistas del siglo XX, afirmaba Paz, rompieron esa visión de dos radicales formas: el predominio de la geometría, en primer lugar; y en segundo por la exposición abierta de la pasión y la sensibilidad. "Esta ruptura estuvo asociada a la resurrección de las artes de las civilizaciones lejanas o extinguidas así como la irrupción de las imágenes de los salvajes, los niños y los locos."

Y llega a Picasso, el pintor, escultor, transgresor universal, que supo hacer de su arte la encarnación misma de la feroz fidelidad, "una fidelidad hecha de invenciones".  Rompió, inventó más bien una nueva estética al siglo XX. "Todo lo que, en otras épocas, lo habría condenado al ostracismo social y al subsuelo del arte, lo convirtió en la imagen cabal de las de las obsesiones y los delirios, los terrores y las piruetas, las trampas y las iluminaciones del siglo XX"

Afirmaba que la paradoja Picasso, seguía diciendo Paz en su ensayo, como fenómeno histórico, consistía en ser la figura de representación. "Mejor dicho, que prefiere reconocerse en las representaciones que la desfiguran o la niegan: las excepciones, las desviaciones y las disidencias. La excentricidad de Picasso es arquetípica. Un arquetipo contradictorio, en el que se funden las imágenes del pintor, el torero  y el cirquero."

Me encantó el ensayo.  Soy una amante apasionada de la pintura, tanto como de la poesía. Y esta interpretación de Octavio Paz sobre la deconstrucción de Picasso de los cánones y modelos del arte de su época, me fascinó.  Hoy en la historia, abogamos por la deconstrucción, de la ruptura de paradigmas, para iniciar un proceso de reconstruirla.  Picasso fue un deconstructor de paradigmas estéticos, y transformó el mundo de la pintura.  Los historiadores tenemos ante nosotros un reto grande. Si Picasso pudo, nosotros podremos también.

 

 

 

 

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