TEMAS SOBRE
HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE
III Congreso Internacional de Estudios Caribeños: La
democracia degradada en Puerto Rico según Javier Colón.
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
mu-kiensang@pucmm.edu.do
@MuKienAdriana
Mi Plegaria de Manuel
Jordan
Plegaria pidiendo al
cielo
Una suprema amnistía Que me deje patria mía Pronto visitar tu suelo Aunque mi real anhelo Es estar siempre presente Compartiendo con mi gente Hasta el último suspiro ¡OH, mi terruño querido! Viviendo en ti eternamente Ver tus lúcidas pendientes Las joyas que te iluminan Disfrutar las aguas vivas De tus ríos en sus corrientes Las que fluyen como fuentes Por toda la Cordillera Desde allí los valles riegan Sosteniendo flora y fauna Produciendo gozo y calma Al jíbaro en tus praderas |
Plegaria pidiendo al
cielo
Que no me deje exhalar Tan lejos de mi amado lar Do regresar es mi anhelo... Cual maternal consuelo Quisiera que mi oración Como un arrullo de amor Sea muy pronto contestada Y Así cambiar mi morada Aliviando mi hondo dolor… |
Una
de las ponencias que más llamó mi atención en el Congreso, fue la del buen
amigo y colega Javier Colón Morera. Bajo
el sugestivo título “Puerto Rico: Los
retos de una democracia degradada”, el autor expone de forma dramática,
ofreciendo estadísticas demoledoras, los más graves problemas socio-económicos de Puerto Rico.
Una isla que se encuentra inmersa en los enormes retos que tiene la región, pero con la limitación de un sistema político
interno con “particularidades y paradojas
propias de lo que denomino una democracia degradada…” Partiendo
del concepto de “democracia sustantiva”, en el que se plantea que debe existir la
necesaria armonía entre gobernabilidad, desarrollo económico y equidad, Colón
pasa a “establecer la conexión directa entre un cuadro socio-económico y
demográfico lleno de desafíos extremos, y la existencia de profundos déficits
democráticos. Estos últimos incluyen, pero no se atienen a su condición
colonial y presentan la dificultad de que limitan la capacidad de acción de PR para elevar la calidad de vida de la población.”
Plantea
que para activar los tantos y variados déficits democráticos que actualmente existen
en la sociedad puertorriqueña, se hace impostergable el establecimiento de políticas
de estado efectivas y con amplio apoyo social. A su juicio, optimizar la calidad
democrática implica, necesariamente, transformar la frágil y degradada democracia.
Pero para lograrlo es imprescindible que el sistema político de PR cambie su
política “a los movimientos sociales
emergentes, y sus múltiples intersecciones, que proponen una revitalización de la práctica
social de los derechos humanos y una ampliación del marco limitado de acción
que provee el espacio electoral de la clase política.”
¿Qué
se quiere con la democracia? Colón se responde afirmando que el objetivo final de
toda democracia debería ser el mejoramiento de la calidad de vida de la
población, para lo cual se necesita crear las condiciones necesarias para el desarrollo
pleno de la personalidad humana.
Pretendo
exponer al lector a la complejidad del escenario político de PR de comienzos
del siglo XXI intentando presentar una realidad más paradójica y contradictoria
de la que en ocasiones se tiene. PR no
es un territorio “complacido” con su
relación colonial ni una nación que despliega una resistencia absoluta al
régimen hegemónico imperante. En medio de esas descripciones maniqueas
sobrevive un drama social y político no sujeto a ser encajonado en categorías
binarias con poco o ningún poder explicativo o predictivo. En contraste, lo que
intento desvelar es la existencia de múltiples formas de resistencia y de
expresión autónoma junto a formas diversas de opresión. De ahí
la necesidad de una respuesta social plural.
Lo
cierto es que los retos que enfrenta PR son extraordinarios. Sus problemas
sociales se incrementan de forma exponencial y vertiginosa, mientras la
capacidad real del gobierno interno para desarrollar políticas públicas
efectivas y diferenciadas de las propiciadas o impuestas por la esfera del
gobierno federal estadounidense es limitada, más que limitada. Se requiere,
dice el autor, de forma urgente, un nuevo paradigma de acción política en PR
que
Supere
el impasse político permanente y que asuma un programa realista y de largo
alcance de renovación política y social, parece ser la mejor apuesta que puede
hacer PR para aprovechar al máximo la crisis actual y convertirla en posibilidad.
Es un reto grande, muy grande, dice
Colón, pues las deficiencias democráticas de PR, “rebasan los aspectos formales
de la ausencia de la representación política y los argumentos del llamado
debate del estatus”.
Independientemente
de cualquier argumento sobre la calidad de la democracia en PR, nadie puede
negar, afirma el autor, que existe la formalidad democrática, en la cual son
celebradas las elecciones. Sin embargo,
es un hecho que la sociedad puertorriqueña ha vivido desde hace casi cincuenta
años, la realidad del bipartidismo cerrado, y esta particularidad afecta
directamente a la democracia puertorriqueña.
En efecto, desde 1968 hasta la fecha el Partido Popular Democrático (PPD)
el Partido Nuevo Progresista (PNP), PR ha estado intercambiando
administraciones partidistas. Esta realidad ha traído consigo altos niveles de polarización en la administración pública,
pero sobre todo un aumento significativo de la discriminación por ideas
políticas. Asimismo, sigue diciendo Colón, el aumento de las prácticas de
corrupción gubernamental ha sido una consecuencia
indirecta de esta polarización del proceso electoral de un bipartidismo cerrado. En palabras del autor:
El
balance general creado por la competencia bipartidista es decididamente mixto.
Se llevan a cabo elecciones regulares con una participación relativamente alta
de electores y las élites políticas se intercambian en el poder de forma
regular y pacífica. Los intereses de los “inversionistas políticos”, personas y
corporaciones que donan grandes sumas de dinero
a cambio de contratos y privilegios, sin embargo, son muy activos alcanzando sus fines egoístas.
Ello se refleja en altos niveles de recaudación de fondos privados para la
ejecución de costosísimas campañas publicitarias. Por otro lado, las
motivaciones del electorado son variadas. Cerca del 40% de la población recibe
transferencias federales de diversos programas y ejercen el voto, en
parte, para proteger la vigencia de esos
derechos adquiridos en el marco territorial.
La
Constitución del ELA garantiza el derecho al voto en elecciones regulares como
derecho fundamental y la Isla invierte, además de los fondos privados, cuantiosos recursos en un sistema electoral
controlado por los propios partidos. En términos generales la reglamentación
interna de la competencia electoral es fijada internamente con una limitada
participación de EEUU en la organización o logística local de estas elecciones
periódicas.
Así,
desde una perspectiva simple, PR parecería cumplir con los requisitos básicos
de la formalidad democrática, pero está lejos de ser la democracia ideal y
soñada: deliberativa y participativa, pero sobre todo “pendiente de atender los graves desequilibrios de una sociedad
fragmentada de varios modos. “
Aquí
finalizo esta primera parte del interesante trabajo de Javier Colón, en el que
se analiza el drama económico, político y social que vive la hermana isla de
Puerto Rico, un drama que se refleja, como veremos en las entregas siguientes,
en la salida casi despavorida de su gente en búsqueda de nuevos horizontes.
Hasta
la próxima.
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