TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA
DOMINICANA Y EL CARIBE
VISIONES SOBRE EL CARIBE: Lecturas
que se repiten y transculturación epistemológica. 1
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
@MuKienAdriana
Parto del malestar que me provoca la práctica predominante en los
programas de Estudios Literarios en El Caribe y América Latina, de utilizar
textos literarios producidos en la región a manera de materia prima para la
aplicación de las teorías literarias y culturales en Europa y los Estados
Unidos…El actual contexto globalizado que se caracteriza por una “colonización intelectual” por la cual América Latina deja
de ser el lugar donde se producen teorías para continuar siendo el lugar que se
estudia… Kevin Sedeño [i]
Cada dos años, tres universidades
colombianas, ubicadas en las hermosas ciudades costeras, Barranquilla, Santa Marta y Cartagena, unidas por el
interés en estudiar la realidad e historia del mar que las baña y las circunda,
organizan un gran encuentro académico internacional para que los especialistas
caribeños del mundo, se encuentren en un espacio común para que juntos puedan
presentar, discutir y reflexionar sus
investigaciones. Este año la Universidad
de Santa Marta será la sede de este importantísimo evento.
La ponencia que trabajaremos hoy
sigue la tónica de la entrega que hicimos la semana pasada: la necesidad de
revistar, replantear y proponer nuevas visiones sobre los estudios del Caribe.
El profesor Kevin Sedeño de la
Universidad Nacional de Colombia,
presentó este trabajo en uno de esos maravillosos encuentros, específicamente
el que se celebró en el año 2007, pero que a su vez es una visión resumida de
una investigación más amplia y profunda.
El interés del intelectual es
hacer una revisión crítica de la teoría de la cultura que da cuenta de los
procesos culturales y sociales de toda la región caribeña, haciendo un “diálogo
crítico con los saberes occidentales… inscribiéndose en los esfuerzos por
repensar las políticas del conocimiento desde y sobre el Caribe y América
Latina.
El autor parte de una
reinterpretación de dos obras claves: Contrapunteo cubano del tabaco y el
azúcar (1940) escrita por Fernando Ortiz, y el famoso libro de Antonio Benítez
Rojo, “La isla que se repite”, que expusimos en una entrega anterior en esta
columna:
En la isa que se repite, Benítez Rojo dedica uno de
sus ensayos a leer el Contrapunteo y expresa admiración por la habilidad del
texto de Ortiz para escapar al canon de legitimación y no ceder a la dialéctica
binaria propia de los modelos analíticos de la modernidad. De él retomamos su
recomendación sobre cómo leer el contrapunteo: Mi sugerencia sería leerlo como
un texto dialógico y acéntrico en cuyo pluralismo de voces y de ritmos no solo
se dejan escuchar las más variadas disciplinas y las ideologías más
irreconciliables… [ii]
Señala Sedeño Guillén que el
Contrapunteo de Ortíz es un reflejo, desde sus inicios, de la necesidad y
ansiedad identitaria que lo recorría, lo corroía más bien, en el cual el autor
remitía la estrategia discursiva a decires y contradecires, a controversias y
contrastes que constituían la lógica de su texto en un llamado diálogo
alegórico. Esta obra, símbolo de la
cultura cubana, de la cubanía como dicen algunos, denota, sigue diciendo el autor del ensayo, el afán por llegar a la
esencia de lo cubano partiendo del análisis “diferenciador de productos
materiales y de prácticas culturales”, más aún, dice, es una afirmación que
pone en verdadero conflicto la productividad del método mismo del contrapunteo,
producto del avance del capitalismo. Los
contrastes del tabaco y el azúcar han desaparecido de la faz de la tierra
debido a las maquinarias capitalistas, que han subsumido esa práctica cultural.
¿Qué es el contrapunteo? Pregunta
el autor y se responde afirmando que el contrapunteo, desde la perspectiva
epistemológica occidental, es un análisis socio económico de los efectos de la
industria azucarera y en especial de la introducción de la mano de obra negra
en la sociedad cubana, contraponiéndole el sistema económico del tabaco,
organizado por los colonos blancos, como la forma idónea para le economía de la
nación. En el texto de Ortíz, dice Sedeño
Guillén, hay una verdadera reacción nacionalista contra el desplazamiento de la
burguesía nacional debido a la penetración del capital norteamericano. “Es a la vez: choteo y desestimulación de los
enfrentamientos interétnicos que habían sacudido la República décadas atrás, al mismo tiempo que alegato
nacionalista, cargado de nostalgia por la prosperidad… en una retórica de la
cubanía que tiene a la textualidad de José Martí…”[iii]
Esta añoranza por el
contrapunteo, no es más, dice el autor, que el sueño por el pasado de las élites cubanas para la integración de
los elementos que no son europeos de la nacionalidad. Es la reiteración de lo viejo, la añoranza
del pasado y el sostenimiento en el tiempo de realidades culturales
inexistentes. Finaliza esta parte de su reflexión diciendo:
Al asumir que el Contrapunteo cubano del tabaco y
del azúcar esconde tras la apariencia de ensayo antropológico su condición narrativa,
este final feliz, luego del melodrama, nos deja insatisfechos como lectores. El
edulcorado final está en relación con las propias limitaciones ideológicas de
Ortiz, que no se ha propuesto armar de armar de argumentos a un sector de la
sociedad cubana contra otro, sino articular un relato, que con lágrimas y
pañuelito, encubre la incapacidad de la clase que representa, para dar solución al conflicto central de la nación cubana:
independencia versus dependencia…[iv]
¿Qué significa todo esta
interesante reflexión? Sencillamente que necesitamos revisitarnos
constantemente para no seguir repitiendo construcciones ideológicas que
corresponden a otra realidad y a otro tiempo.
Se nos agotó el espacio. En la próxima semana abordaremos la crítica que
hace el autor a las ideas de Antonio Benítez-Rojo. Nos vemos la semana que viene.
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