ENCUENTROS
Tareas pendientes: OCTAVIO PAZ, el pensador y ensayista.
Por: Mu-Kien Adriana Sang Ben
A los pueblos en trance de crecimiento les ocurre
algo parecido. Su ser se manifiesta como interrogación: ¿qué somos y cómo
realizaremos eso que somos? Muchas veces las respuestas que damos a estas
preguntas son desmentidas por la historia, acaso porque eso que llaman el
"genio de los pueblos" solo es un complejo de reacciones ante un
estímulo dado; frente a circunstancias diversas, las respuestas pueden variar y
con ellas el carácter nacional, que se pretendía inmutable. A pesar de la
naturaleza casi siempre ilusoria de los ensayos de psicología nacional, me
parece reveladora la insistencia con que en ciertos períodos los pueblos se
vuelven sobre sí mismos y se interrogan. Despertar a la historia significa
adquirir conciencia de nuestra singularidad, momento de reposo reflexivo de
entregarnos al hacer….La preocupación por el sentido de las singularidades de
mi país que, comparto con muchos, me parecía hace tiempo superflua y peligrosa.
En lugar de interrogarnos a nosotros mismos ¿no sería mejor crear, obrar sobre
una realidad que no se entrega al que la contempla, sino al que es capaz de
sumergirse en ella? Lo que nos puede distinguir del resto de los pueblos no es
la siempre dudosa originalidad de nuestro carácter…sino la de nuestras
creaciones…Octavio Paz, El Pachuco y otros Extremos, en El Laberinto de la
soledad.
En este
viaje iniciado la semana pasada para conocer un poco al gran Octavio Paz,
Premio Nobel de Literatura en 1990. Vimos algo de su poesía, terminando con su
poema autobiográfico en el que se preguntaba constantemente quién era y a dónde
iba con sus palabras, pasamos hoy al Octavio Paz ensayista y pensador. Su
primer ensayo el Laberinto de la Soledad fue publicado en 1950. Le siguieron
otros muchos de forma casi consecutiva como: El arco y la lira (1956), Las
peras del olmo (1957), Cuadrivio (1965), Puertas
al campo (1966), El ogro filantrópico (1979), Hombres en su
siglo (1985), Pequeña crónica de grandes días (1990),
Itinerario (1994) y Vislumbres de la India (1995), solo para citar algunas.
Me encanta su forma de escribir.
Su prosa es hermosa, directa y profunda.
Al leerlo, sus páginas te atrapan! Sana envidia! En su primera obra de
ensayo, publicado cuando tenía 36 años, en un momento difícil para el
mundo. Se vivía en el corazón de la
Guerra Fría; al calor de las dictaduras latinoamericanas y con el predominio
del imperio de los Estados Unidos como dominador regional. Más aún, México, tan
cerca del coloso imperial, se arraigaba en su nacionalismo extremo; pero era un
país, como bien describe el gran Octavio Paz, compuesto de tantos grupos
disímiles y lejanos unos de otros, que al constatar la realidad, le hacía
reiterarse la pregunta ¿Existía un ser mexicano?
El
laberinto de la soledad es una reflexión de la preocupación de Octavio Paz en
torno al ser mexicano. Se preguntaba sobre sus orígenes y sobre todo las
razones por las cuales el mexicano común actuaba como lo hacía. Se preguntaba
constantemente ¿Había una identidad? ¿Se podía hablar de identidad mexicana?
¿Qué significaba? El libro consta de nueve
ensayos: "El pachuco y otros extremos", "Máscaras
mexicanas", "Todos santos, día de muertos", "Los hijos de la
Malinche", "Conquista y Colonia", "De la Independencia a la
Revolución", "La inteligencia mexicana" y "Nuestros
días". Cuenta también de un Apéndice que se titulaba: La dialéctica de la soledad"
En el "El
pachuco y otros extremos", se preguntaba Paz ¿Qué significaba ser
mexicano? ¿Tenía conciencia la población? Entonces él se contestaba: "No
toda la población que habita nuestro país es objeto de mis reflexiones, sino un
grupo concreto, constituido por esos que, por razones diversas, tienen
conciencia de su ser en tanto que mexicanos.
Contra lo que se cree, este grupo es bastante reducido. En nuestro territorio conviven no solo
distintas razas y lenguas, sino varios niveles históricos. Hay quienes viven
antes de la historia; otros, como los otomíes, desplazados por sucesivas
invasiones, al margen de ella. Y sin acudir a estos extremos, varias épocas se
enfrentan, se ignoran o se entredevoran sobre una misma tierra o separadas
apenas por unos kilómetros. Bajo un mismo cielo, con héroes, costumbres,
calendarios y nociones morales diferentes, viven católicos de Pedro El Ermitaño
y jacobinos de la Era Terciaria…."
´Paz señala que los pachucos, por su propia condición, son incapaces de
asimilar a una civilización que los rechaza.
Concluye con un dejo de tristeza que el llamado "ser mexicano"
está en manos de una minoría activa, que poco a poco se va apoderando de la
conciencia de los mexicanos.
Cuando
aborda el tema "Máscaras mexicanas", llega a la dramática conclusión
cuando asegura que "viejo o
adolescente, criollo o mestizo, general, obrero o licenciado, el mexicano se me
aparece como un ser que se encierra y se preserva: máscara el rostro y máscara
la sonrisa. Plantado en su arisca soledad, espinoso y cortés a un tiempo, tolo
le sirve para defenderse: el silencio y la palabra, la cortesía y el desprecio,
la ironía y la resignación. " Critica la "hombría" del mexicano,
de que no se "raja" nunca, que en lenguaje de hoy es el machismo
ancestral latinoamericano.
"Todos santos, día de muertos", este capítulo III trata de la cultura
ancestral en los mexicanos, sustentada en un sincretismo sin igual de creencias
mágico religiosas: "Nuestro calendario está poblado de fiestas. Ciertos
días, lo mismo en los lugarejos más apartados que en las grandes ciudades, el
país entero reza, grita, como se emborracha y mata en honor de la Virgen de
Guadalupe o del General Zaragoza. Cada año, el 15 de septiembre a las once de
la noche, en todas las plazas de México celebramos la Fiesta del Grito; y una
multitud enardecida efectivamente grita por espacio de una hora, quizás para
callar mejor el resto del año…nos ofrece un presente redondo y perfecto, de
danza y juerga, de comunión y comilona con lo más antiguo y secreto de
México."
Y así,
en esa lógica de crítica, nostalgia y explicación siguen los demás capítulos,
para terminar con el apéndice "La dialéctica de la soledad", donde se
sintetiza su pensamiento, lo fundamental de este libro. Afirma que "la soledad, el sentirse y
saberse solo, desprendido del mundo y ajeno a sí mismo, separado de sí, no es
característica exclusiva del mexicano. Todos los hombres, en algún momento de
su vida, se sienten solos; y más: todos los hombres están solos. Vivir, es separarnos del que fuimos para
internarnos en el que vamos a ser, futuro extraño siempre. La soledad es el fondo último de la condición
humana. El hombre es el único ser que se siente solo y el único que es búsqueda
de otro…el ser que…se ha inventado a sí mismo… consiste en un aspirar a
realizarse en otro. El hombre es nostalgia y búsqueda de comunión. Por eso cada
vez que se siente a sí mismo se siente como carencia de otro, como
soledad…" La verdad es que 64 años
después, este libro sigue siendo una joya de la filosofía y la literatura. En este viaje, en el cual estoy aprendiendo a
adentrarme en el pensamiento de este hombre que tanto influyó en el siglo
XX.
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