Artículo en El Caribe, 24 febrero 2012
Henri Christophe. El Monarca vencido (1)
Por: Mu-Kien Adriana Sang
A fines del año 1943 tuve la suerte de poder visitar
el reino de Henrí Christopheas…. Después de sentir el nada mentido sortilegio de
las tierras de Haití, de haber hallado advertencias mágicas en los caminos
rojos de la Meseta Central, de haber oído los tambores del Petro y del Rada, me
vi llevado a acercar la maravillosa realidad vivida a la acotante pretensión de
suscitar lo maravilloso que caracterizó ciertas literaturas europeas de estos
últimos treinta años…. Alejo Carpentier, El Reino de Este Mundo.
El
realismo mágico del que tanto se habla y que está presente casi permanentemente
en las novelas latinoamericanas, no es el producto de la rica imaginación de
los poetas, los ensayistas y novelistas, sino de la propia realidad. La vida
del líder negro nacido de la Revolución Haitiana, Henri Christophe, pero sobre
todo, su intento de establecer un reinado, una monarquía de nuevo cuño, ha inspirado
a numerosos literatos y académicos del mundo.
Cabe destacar el drama teatral La Tragédie du Roi Christophe (La tragedia del Rey Cristóbal) del gran Aimée Césaire. En la obra de Eugene O’Neill, El Emperador Jones, está
inspiradas en la vida del monarca haitiano. El antropólogo John W. Vandercook le dedica su
libro El rey de Haití. Pero es la obra
El Reino de Este Mundo, de Alejo Carpentier, la que mejor retrata el realismo
mágico y trágico de la historia haitiana.
¿Quién
fue Henri Christope? Fue un esclavo que
nació en San Cristóbal en 1767, cuando la colonia francesa de Saint Domingue estaba en pleno apogeo. Se
suicidó en 1820, a los 53 años, después de haberse visto disminuido, derrotado y enviado al cruel olvido que sufren
los dictadores. Era hijo de una familia
de esclavos de la isla de Granada. Como
esclavo, vivió desde pequeño una vida de penurias: hambre, explotación y miseria.
A pesar de no haber recibido ninguna escolaridad, se destacó por su
arrojo e inteligencia nata. Desde muy
joven se unió a las fuerzas de Toussaint Louverture, destacándose en la
revuelta de esclavos de finales del siglo XVIII .
En
el siglo
XVIII, gracias a la rivalidad inter
imperial por dominar el Caribe, se produjeron muchos conflictos. España seguía siendo la potencia con mayor
control en América. Francia e Inglaterra se aliaban a veces o se enfrentaban,
según las circunstancias, pero tenían un punto estratégico común: debilitar al
imperio español y ampliar su dominio en El Caribe y en el norte de América, la tierra
que los españoles no pudieron imponer su atrasado modelo de dominación.
Saint Domingue, hoy Haití, era una colonia muy rica, pero solo para unos
pocos, menos del 3% de la población, representada por los Grandes Blancos. El sistema de plantaciones impuesto por
Francia fue uno de los más terribles de la historia. No podía ser extraño que
el levantamiento de esclavos fuera tan cruel y violento. Bajo el liderazgo de
Toussaint Louverture, los esclavos se alinearon reclamando libertad. El proyecto emancipador llegó después. Junto
a Toussaint se destacaron otros líderes:
Henri Christophe, Alexandre Petion y Dessalines. La rivalidades entre todos
estos líderes no se hicieron esperar.
Los enfrentamientos, alianzas
tácticas y desencuentros con el imperio francés constituyeron un largo proceso
que duró más de una década. El liderazgo
de Toussaint y su poder de negociación fueron cortos, pues en 1802 fue
arrestado, desterrado y asesinado en Francia.
Jean Jacques Desslines tomó las riendas y en enero de 1804 declaró la independencia de Haití.
La nueva República Caribeña tenía muchos enemigos. Los franceses por un lado, que no se resignaban a perder la colonia que
más beneficios les reportaban. Por esta razón y en mero acto de desesperación en 1805 hicieron efectivo el famoso Tratado de
Basilea, firmado diez años antes, y
ocuparon la parte este de la isla, con
el único propósito de detener el proceso político irreversible que se había
producido en su vieja colonia. De otro lado estaban las rivalidades, rencillas
y aspiraciones de los otros dirigentes políticos haitianos y la incapacidad de
Dessalines, y de su gobierno, de crear
un proyecto nacional que fuese aglutinador de todas las fuerzas. Un año después fue víctima de un complot y
asesinado por sus propios aliados y colaboradores. Dos hombres se disputaban el
control de Haití: Christophe y Petión. Ninguno de los dos era capaz de
controlar todo el territorio. En un pacto de facto, la nueva república se
dividió en dos naciones independientes con modelos políticos y económicos
distintos. El norte fue dominado por Christophe: y el sur por Petión.
Mientras el primero impuso el modelo aprendido de los franceses de las
grandes plantaciones; el segundo quiso desarrollar un modelo económico
sustentado en la pequeña producción mercantil.
Y así, la nueva nación construida sobre el grito desesperado de los
esclavos explotados y maltratados, se
desplomó. La revolución haitiana vio
destruir sus sueños de crear una república independiente. La ambición y el
deseo de grandeza y poder desmesurado de sus líderes la convirtieron en una
terrible pesadilla. Christophe fue el
más autoritario y cruel. Repitió con creces lo que vivieron sus padres. Repitió
lo que él mismo vivió y olvidó el motor
inspirador de la Revolución que en la que él mismo había sido uno de sus grandes
actores.
mu-kiensang@hotmail.com
mu-kiensang@pucmm.edu.do
El Caribe, 2 de marzo 2012
Henri Christophe. El Monarca vencido (2)
Por: Mu-Kien Adriana Sang
En ese preciso instante, el rumor de que la compañía del cuerpo de
guardia se había alargado, laderas abajo, cambió súbitamente el cariz de los
acontecimientos. Corriendo, los hombres se atropellaron, por escaleras y
túneles, para llegar antes a la Gran Puerta de la Ciudadela. A brincos, a
resbalones, cayendo, rodando, se arrojaron por los senderos del monte, buscando
atajos para llegar cuanto antes a Sans-Souci. El ejército de Henri Christophe
acababa de deshacerse en alud. Por vez primera el inmenso edificio se vio
desierto, cobrando, con el vasto silencio de sus salas, una fúnebre solemnidad
de sepultura real....El gobernador entreabrió la hamaca para contemplar el
semblante de Su Majestad. De una cuchillada cercenó uno de sus dedos meñiques,
entregándolo a la reina que lo guardó en el escote, sintiendo cómo descendía
hacia su vientre, con fría retorcedura de gusano. Después, obedeciendo una
orden, los pajes colocaron el cadáver sobre el montón de argamasa, en el que
empezó a hundirse lentamente, de espaldas, como halado por manos viscosas. El
cadáver se había arqueado un poco en la subida, al haber sido recogido, tibio
aún, por los servidores…. Por fin se cerró la argamasa sobre los ojos de Henri
Christophe, que proseguía, ahora, su lento viaje en descenso, en la entraña
misma de una humedad que se iba haciendo menos envolvente. …Henri Christophe con i.....EL ENTIERRO DE HENRI CHRISTOPHE de
"El reino de este mundo", Alejo Carpentier
La tragicomedia de siempre. Christophe quería gritar al mundo que era el Rey, el señor de los señores y el propietario de un reino impuesto. Para que nadie dudara de su reinado, se hizo construir castillos, dicen que unos seis; palacios, afirman algunos historiadores que ocho. Fue la Fortaleza Laferrière, la que mostraba al mundo su poder y la majestuosidad de su reino. Los expertos en la materia, aseguran que su arquitectura fue considerada como una de las maravillas de su época. ¡Cuán orgulloso se sentía el rey improvisado! Reino al fin, el “Rey” quería tener su corte y sus nobles. Como su reinado era reciente e impuesto, sin dudarlo inventarla. Su imaginación y su ambición no tenían límites. Nombró príncipes, duques, condes, barones y caballeros. El nuevo reino fue el hazmereir de la orgullosa, blanca y poco tolerante realeza europea, Se burlaban del nuevo reinado, de su Rey y sus nobles. Una evidencia más de que el realismo mágico de las novelas se queda corto con las crueles realidades históricas de nuestra historia Caribeña y latinoamericana.
El reinado del improvisado rey se
caracterizó por ser autoritario,
despiadado, corrupto y cruel. Duró tan solo unos años. El rey Enrique I, enfermo,
indeciso y debilitado políticamente, decidió suicidarse disparándose una bala
de oro, antes que enfrentarse a la posibilidad de un golpe de estado. Su hijo
adolescente, el heredero del trono, Víctor
Enrique, fue linchado por los sublevados. Con su muerte se extinguía la
dinastía improvisada, del improvisado y auto proclamado Rey Christophe. Su
viuda, la reina seleccionada por el dedo
mágico de su marido, María Luisa, así como sus dos hijas, las princesas
designadas por los reyes improvisados, Athenais y Amatista, lograron huir del país.
Se establecieron en Pisa, Italia, y allí murieron sin ser reina ni princesas,
pero sí con el dinero acumulado de su efímero reinado. Así terminó un tramo de la historia
terriblemente sangrienta de un pueblo golpeado.
En enero de este año el Presidente Leonel
Fernández Reyna entregó al país vecino una universidad. Una donación que todo el mundo aplaudió y
aplaude, porque simboliza la construcción de un puente entre los dos países hermanos,
tradicionalmente enfrenados. Aunque
inicialmente se quiso bautizar con el nombre de Juan Bosch, con sus razones
históricas, los haitianos no aceptaron, entonces fue bautizada con el nombre de
Henri Christophe. Pero, después de inaugurada se dieron cuenta que existía una
institución académica con el mismo nombre
en la comunidad de Lemonade cabo haitiano. La rebautizaron, Enrique I, que es lo mismo,
pero en español.
No entiendo por
qué el pueblo haitiano insiste en preservar la memoria de un dictador, de un
rey que inventó su propio reino, que era además cruel y asesino. No sé cómo el gobierno dominicano aceptó este
nombre, cuando existe evidencia
histórica de que fue el responsable de la matanza de unos 40 niños frente al
altar. Algunos historiadores afirman que en las incursiones haitianas se
produjeron más ejecuciones. Muchas de estas afirmaciones tienen un trasfondo
ideológico. Pero lo cierto es que en las entradas de las tropas haitianas
durante la época de Dessalines, cuando Christophe y Petion eran sus adláteres, se
produjeron hechos sangrientos inexplicables.
No entiendo por
qué, si Henri Christophe fue traidor, dictador y asesino, los hermanos
haitianos se esfuerzan en honrar su imagen, bautizando centros de saber. Se
supone que la universidad es un espacio para la investigación objetiva, para el
conocimiento de la historia sin pasiones. No, no lo entiendo. No puedo
entenderlo. Pero tampoco entiendo por qué el gobierno dominicano aceptó
bautizar con este nombre a la universidad donada. Haití ha tenido grandes hombres y mujeres que
se han ganado el respeto y la admiración de su propio pueblo y del mundo por
sus hazañas, por sus aportes a la ciencia y a la literatura. Reivindicar a un ser que tiró lodo a su
propio origen, intentado borrar lo imborrable, que maltrató a los suyos, no
merece homenajes. Su paso por la
historia, escrita con sangre de esclavos maltratados, debe estudiarse para que
las nuevas generaciones JAMAS intenten
repetir los hechos sangrientos e inexplicables que protagonizó.
El Caribe, 16 marzo 2012
El libro de Pelegrín. ¿Cambio o
sensatez?
Por: Mu-Kien Adriana Sang
La frontera
es pues no sólo un punto de fricción, sino también un punto de contacto y de
mutuo beneficio. Es necesario desmitificar la frontera como fuente de todos los
males. Eso no ayuda a la solución pacífica de los problemas. Porque además, la
realidad que se está desarrollando en los últimos tiempos no es de
confrontación; con frecuencia lo es de colaboración. La isla va quedando
paulatinamente configurada como un espacio económico prácticamente dominado por
el capital dominicano. Que la frontera puede ser un “problema”, no cabe duda,
pero es necesario superar esa definición como la única premisa de trabajo. Claro que hay una historia traumática que
superar. Hay también diferencias culturales entre ambas sociedades y
desigualdades socio económicas. Pero la
solución pasa por la implementación de políticas inteligentes e innovadoras en
torno a un sistema de administración y gestión fronterizo…Shlomo Ben ami,
proglo al libro Haití y los intereses nacionales.
El amigo Pelegrín Castillo tuvo
la deferencia de enviarme autografiado y con una hermosa dedicatoria su libro
“Haití y los intereses nacionales”. El
pequeño libro de unas 100 páginas, contiene su posición sobre el futuro de no
solo de las relaciones dominicanas y haitianas, sino de Haití como nación
propiamente dicho. Anexa una serie de
importantes documentos.
Coincido con él en la posición
de que la solución a los ancestrales, graves y profundos problemas políticos,
económicos y sociales de Haití, agravados con creces por el terremoto de 2010,
debe contar con el compromiso real, efectivo y sincero de la comunidad
internacional. Los organismos internacionales y muchas naciones poderosas han
hecho promesas de donaciones y de diferentes inversiones, pero no ha llegado. ¿Qué está pasando? ¿Por qué no se materializan
las promesas? Hay que apelar a un esfuerzo multilateral para la reconstrucción de
Haití, en la América del Norte como en la Comunidad europea principalmente.
Porque Haití es una nación emblemática. Porque hoy el mundo resulta pequeño, y
lo que ocurre aquí tiene repercusiones en todas partes… Nosotros los
dominicanos debemos gritar frente a Estados Unidos, a Canadá y la Comunidad
Europea que no hay solución dominicana a los problemas de Haití… Nosotros
también somos un Estado frágil…. (p. 98). Propone un mini Plan Marshall
para Haití, que contenga un fideicomiso que permita contar con recursos frescos
para inversiones fundamentales en su economía.
El tema del futuro de Haití
preocupa a muchos. Y sobre todo debe preocuparnos a nosotros, los dominicanos. La
migración haitiana al país es directamente proporcional a las crisis económicas
y políticas de Haití. Mientras mayores
sean los problemas en la nación haitiana, mayor será la presión migratoria al
país.
Acorde con su convicción,
Pelegrín le escribe al Canciller de la República Dominicana, Dr. Carlos Morales
Troncoso par proponerle un plan de acción a fin de motivar a la comunidad
internacional a que asuma el compromiso de ayudar a Haití. Contiene 12 puntos que van desde la
constitución de un grupo multidisciplinario de trabajo, hasta la elaboración de
documentales sobre la situación haitiana en varios idiomas. Considera que se
debe hacer un plan especial de sensibilización con varios Estados, a saber:
Israel, por su influencia con los Estados Unidos. El Vaticano por su influencia
moral. China y Rusia por sus posiciones
decisivas en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Finalmente le sugiere involucrar al Grupo de
Río, porque ya tiene presencia en Haití.
Pelegrín propone 10 medidas para
la regularización de la migración. En
algunas de sus propuestas tengo diferencias.
El plan de repatriación, tiene sus bemoles. En el proceso no solo se violan los más
elementales derechos humanos, sino que se ha evidenciado que hay complicidad
entre las autoridades y las mafias que promueven la migración ilegal. Estoy de acuerdo con la propuesta de que se
inicie un proceso de registro y regularización de los migrantes. Propone
incluso que se produzca una amnistía como forma de facilitar el proceso. Sus propuestas fueron presentadas al
Ministerio de Interior y Policía.
Es posible que tengamos
diferencias en algunas posiciones con Pelegrín Castillo, un diputado activo y
propositivo. Pero lo cierto es que ha puesto sobre el tapete un problema que
compete al país y a la comunidad internacional.
Haití, la colonia francesa con mayor esplendor para los blancos
franceses, y que su producción azucarera representaba más del 33% del consumo
de esa metrópoli europea; el primer
pueblo en construir con sangre, sudor y lágrimas un Estado Negro; el pueblo que
sufrió la opresión de muchos dictadores, como el Emperador de pacotilla Henri
Christophe y Francois Duvalier y su hijo
Jean Claude. Estos, gobernantes
despiadados, se enriquecieron a costa de la miseria del pueblo haitiano, pero
sobre todo gobernaron con manos asesinas.
Hoy Haití vive las secuelas de su trágico transitar. El problema de la inseguridad, de la
ingobernabilidad, de la miseria no es suyo, es nuestro también y debería ser
una responsabilidad de sus antiguos conquistadores.
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