Hoy, 4 de febrero 2012
REENCUENTRO
Por
Mu-Kien Adriana Sang
He
vuelto adonde empecé
¿Gané o perdí?...
Pero yo no quiero
una ermita intelectual…
Todo es ganancia
si todo es pérdida
Camino hacia mí mismo…
El espacio está adentro
no es un edén subvertido
es un latido de tiempo
Los lugares son confluencias
aleteo de presencias
es un espacio instantáneo…
Silba el viento entre los fresnos
surtidores
luz y sombra casi líquidas
voces de agua
brillan fluyen se pierden
me dejan en las manos
un manojo de reflejos.
Camino sin avanzar
Nunca llegamos…
El presente es intocable. Octavio Paz
He
vuelto. Sí, he vuelto después
de una larga ausencia, más de 700 días y
sus noches. Volví luego de haber librado mil batallas interiores. Batallé
contra la locura de la cotidianidad laboral.
Batallé con los roles disímiles, encontrados, enfrentados y obligatorios
de la mujer que transita por la agitada vida profesional. Batallé contra las
múltiples preguntas que me asaltaban cada día cuando miraba el cielo o tenía
que callar ante tantos atropellos de esta sociedad que se niega a cambiar: ¿Por
qué no puedo sacar el tiempo para escribir estas 800 palabras que alivian mi
alma? ¿Qué me detenía a hacerlo? ¿Por
qué no programar algunas horas para mis Encuentros?
Ansiaba
con todas las fuerzas de mi corazón volver a escribir el diverso, alocado, y
humano manojo de reflexiones.
Motivada por algunos lectores que tenían registrado mi correo y me
pedían insistentemente que volviera a escribir, y, porque por diferentes vías
llegaron a mi computadora, algunos artículos que todavía circulan en el mágico
mundo de la cibernética; decidí acudir a mi cita sabatina de mis queridos y
añorados Encuentros. Llamé a mis eternos
amigos del HOY y le pedí con entusiasmo que me cedieran de nuevo el
espacio. La respuesta positiva no se
dejó esperar. Por eso, hoy, en febrero 2012, vuelvo, como dice
Octavio Paz en el fragmento que acompaña este reencuentro, donde terminé hace
más de dos años. Este largo paréntesis
de muchos días, horas, minutos y segundos, parece que no habían transcurrido.
Este
reencuentro vuelve después de 16,800 horas y más de un millón de minutos: sin
embargo, este país nuestro, este pedazo de tierra situado en el corazón del
Caribe, sigue en su derrotero imparable hacia el eterno retorno del retraso. Al
comprobar esta realidad, no puedo más que lamentarme. Me aterra la sensación de que voy a tener que
decir cosas que ya he dicho y escrito, porque la realidad se repite una y otra
vez. El progreso, cuyos únicos elementos de comprobación son las moles de
cemento que construyen y benefician unos cuantos; así como la eterna ficción
del lujo desmedido, también de unos pocos, ha seguido siendo el espejo
equivocado de los de abajo. Ellos, los
más, los que día a día no tienen cómo y dónde ganarse el pan, añoran y sueñan
con el espejismo del dinero mal habido.
Un sueño que no es más que una horrible pesadilla de inversión de
valores, porque TENER, se ha convertido en algo más importante que el SER. El lucro irreverente de las leyes y las
buenas costumbres, representado en las
sobeidas, las marys y los figueroas, los
ha convertido en reinas y reyes de la perdición; y peor aún, se han convertido
en los objetivos de los que no tienen, y, se ha adueñado de muchas esferas del
poder, carcomiendo de manera grave nuestra
débil institucionalidad.
Sí,
he vuelto. Vuelvo a escribir mis
Encuentros, a sabiendas que las lágrimas derramadas volverán a derramarse;
porque mis ansias incumplidas de una
sociedad diferente, ética, humana y justa, continuarán en el universo de mis
frustraciones.
Vuelvo
a escribir estos Encuentros, porque mi alma sigue intacta, igual que sus
dolores. La maestra que he sido siempre, seguirá confiando en la juventud,
aunque con horror ha visto cómo algunos de los alumnos que estuvieron en las aulas
y escucharon con fervor sus discursos sobre la necesidad de que la juventud
asuma el compromiso de la transformación, se han convertido en simples y
oxidadas piezas del engranaje social y político. Unos, los que siguieron el camino de la
militancia política porque querían luchar para hacer del ejercicio partidario
un canto al Thymos socrático, es decir, al ejercicio virtuoso del poder
político, ahora son como ellos; y cual papagayos pronuncian los mismos
discursos obsoletos, rancios e hipócritas.
Otros, los que decidieron seguir en el mundo privado, sólo tienen unas pocas
palabras en su reducido vocabulario: GANAR DINERO, ACUMULAR RIQUEZAS, COMPRAR
BIENES Y SER “MEJOR” QUE LOS DEMAS. ¿A
dónde fueron nuestros diálogos de críticas, sueños y esperanzas en las clases?
Vuelvo a escribir mis Encuentros, aunque la
historiadora tenga que volver a utilizar la racionalidad organizada de las
fuentes y los datos, escribiendo, repitiendo, ad infinitum que los actores
políticos y sociales siguen prometiendo las mismas cosas y siguen cometiendo los
mismos errores y horrores. Escribiré a
sabiendas de que la patria, la palabra mágica
que inspiró a muchos jóvenes en el siglo XIX y en el siglo XX, hoy se pisotea,
se olvida y se mancilla.
Escribo
porque escribir es una de mis formas de vivir. Siempre lo he dicho, escribir es vivir; porque
la escritura debe siempre reflejar la vida. ¿Cómo mantenerme viva si no puedo escribir lo
que siento y pienso? Vuelvo a escribir
estos Encuentros, porque estoy segura que hay otras almas que lamentan, lloran
o se alegran conmigo. He vuelto y me
siento feliz de hacerlo. Nos veremos en
la próxima.
mu-kiensang@pucmm.edu.do
mu-kiensang@hotmail.com.do
Hoy, 11 de febrero
Canto al amor
El amor, es una gota de agua en un cristal,
es un paseo largo sin hablar,
es una fruta para dos.
El amor, es un espacio donde no hay lugar
para otra cosa que no sea amar,
es algo entre tu y yo.
El amor, es llorar cuando nos dice adiós,
el amor es soñar oyendo una canción,
el amor es rezar poniendo el corazón,
es perdonarme tu y comprenderte yo.
El amor, es parar el tiempo en un reloj,
es buscar un lugar donde escuchar tu voz,
el amor es crear un mundo entre los dos,
es perdonarme tu y comprenderte yo
El amor, es una boca con sabor a miel,
es una lluvia en el atardecer,
es un paraguas para dos.
El amor, es un espacio donde no hay lugar,
para otra cosa que no sea amar,
es algo entre tu y yo.
José Luis Perales, El amor, canción
Dentro de unos días el mundo
occidental celebrará el día del amor.
Como ocurre cada año, el comercio aprovechará la circunstancia para
aumentar sus ventas. Los jóvenes, principalmente las mujeres, medirán su éxito social de acuerdo a la
cantidad de regalos recibidos. Otras quedarán tristes porque esperaron,
esperaron… pero nada llegó.
Qué es el amor? Todo el mundo
habla de él, pero nadie puede definirlo.
Quizás porque a mis 56 años cumplidos y después de haber vivido todas la
etapas que trae el amor y el desamor, hoy pienso convencida, que el amor es una
decisión de cada día. Cuando eres joven
sueñas con encontrar a la persona ideal que has construido en tu mundo de
ensueños. Después, a fuerza de desventuras y desilusiones, te das cuenta que el
príncipe azul sólo existe en tu imaginación.
Con los años amas con profundidad y tratas de lidiar con las múltiples
diferencias que comienzan a nacer después que se ha esfumado la embriaguez de
los primeros encuentros amorosos.
Lo repito convencida: el amor es
una decisión de cada día. Los seres
perfectos no existen. No soy perfecta.
La otra persona, con quien comparto mi cama y mi vida, tampoco lo es. Cada uno trae consigo una historia personal,
diferente a la tuya. Incorporamos a la
vida de pareja, el equipaje emocional particular: nuestras propias
frustraciones, nuestros traumas infantiles, ansiedades no cumplidas y, también
nuevas ilusiones, renovadas gracias al
amor.
En el transcurso de la relación,
la realidad nos obliga a reconocer cuán diferentes somos unos de otros. A veces pensamos que en el amor, lo
fundamental es compartir con el otro la misma forma de vida, la misma visión
del mundo y los mismos sueños. No lo
niego, es una parte fundamental. Sin
embargo, es la cotidianidad la que define la relación. Son las pequeñas cosas
que pueden construir distancia y abismo: Si roncas muy duro, si el cepillo lo sacudes o
no antes de ponerlo en el recipiente, si dejas abierta la tapa de la pasta de
diente, si haces ruidos al comer, si no sabes comportarte en la mesa, si no
colocas las ropas en el orden establecido que el otro quiere, si por las noches
porque cada quién tiene sus programas de
televisión favoritos, si la música está muy alta, si hablas bajo, o hablas
duro, si te enfureces con el tránsito…. En fin es la cotidianidad la que establece
y casi define la relación. Por eso, afirmo
sin titubeos, que llegado un momento de la vida, lo más importante en la relación no es solo
amor, sino la estabilidad, la confianza y la comprensión de nuestras
diferencias. Amar es una decisión. Es poner en balance las cosas que me gustan y
disgustan del otro. Es aceptarlo como
es, sin pretender cambiarlo. Es que me
acepte como soy sin pretender cambiarme.
Después que aprendí, como ha
ocurrido a tantos otros, que no hay
razones para amar, pero hay muchas razones para permanecer con la persona
elegida, he podido disfrutar de la compañía, y muy especialmente, de la
estabilidad de una relación.
Quien no sabe de amor, no sabe nada
no sabe la ilusion de hablar con la mirada
no sabe como sabe aquel que ama
por donde va la noche, a la mañana…
Quien no sabe de amor
lleva en el rostro
una mirada turbia de infeliz
quien no sabe de amor
que aprenda un poco
para que no se muera sin vivir... (canción) Manuel Jiménez.
mu-kiensang@hotmail.com
mu-kiensang@pucmm.edu.do
Hoy 26 de mayo 2012
En la morada del poeta amado
A Pablo
Neruda
Ahora que no hay...ni palabras o puertas secretas
tampoco dialecto de gaviotas, por descifrar,
escucho aún tu canto, Isla Negra.
Patria fuiste de mis ojos
alzándose el mar otoñal a mi ventana.
Aquí, donde al rocío de espuma
recogí tantos versos, marinero.
Hecho todo de agua
me soñé entre tu mar Pacífico,
llevando la palabra, poesía,
hacia olas del viejo continente.
Oh! Cuanto amor y tanta herida milenaria,
sólo el sonido coralino de tu risa envolvente
vistieron de calor mi cuerpo y la memoria,
donde nací y morí más de mil veces.
Aquí estoy ya, salgo al nocturno, en latido,
mis ojos se sumergen en cada gota y su sal,
me buscas, acariciándome con tus cabellos de plata
y voy contigo, patria, como un pez que lucha incansable.
Isla negra, mi boca te pronuncia,
desde la roca que arropó primaveras en el pecho,
ven busca y halla, todos los versos que prendí
solo para ti, entre esas nubes con mis dedos de arena.
Rossana Arellano
Ahora que no hay...ni palabras o puertas secretas
tampoco dialecto de gaviotas, por descifrar,
escucho aún tu canto, Isla Negra.
Patria fuiste de mis ojos
alzándose el mar otoñal a mi ventana.
Aquí, donde al rocío de espuma
recogí tantos versos, marinero.
Hecho todo de agua
me soñé entre tu mar Pacífico,
llevando la palabra, poesía,
hacia olas del viejo continente.
Oh! Cuanto amor y tanta herida milenaria,
sólo el sonido coralino de tu risa envolvente
vistieron de calor mi cuerpo y la memoria,
donde nací y morí más de mil veces.
Aquí estoy ya, salgo al nocturno, en latido,
mis ojos se sumergen en cada gota y su sal,
me buscas, acariciándome con tus cabellos de plata
y voy contigo, patria, como un pez que lucha incansable.
Isla negra, mi boca te pronuncia,
desde la roca que arropó primaveras en el pecho,
ven busca y halla, todos los versos que prendí
solo para ti, entre esas nubes con mis dedos de arena.
Rossana Arellano
Durante mi adolescencia Pablo Neruda fue mi gran compañía. Luego crecí, me convertí en una mujer adulta
que siguió amando su poesía. Celebré con
algarabía su Premio Nobel y lloré cuando me enteré que había sucumbido al
cáncer y que los gorilas de Pinochet habían saqueado su casa de Santiago,
conocida como La Chascona. Allí, en ese
muy singular hogar del poeta, fue velado bajo la mirada indolente de los
militares. Su funeral se había
convertido en un desafío a la autoridad
y en una protesta silente al golpe de estado.
En el recorrido pude ver la
larga mesa de madera en la que sentaba el poeta por largos ratos a observar con
su catalejo el vuelo de los pájaros. En el segundo piso vi la pequeña cama
frente al mar. Desde esta pieza
estratégicamente colocada frente a una gran ventana, no dejó de contemplar el
mar. Vi s colección de gorros y sombreros y el traje de etiqueta que usó para
recibir el nobel.
mu-kiensang@hotmail.com
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