TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE
Pensamiento
caribeño en el siglo XIX. Martí: La Edad
de Oro, 2
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
@MuKienAdriana
La
Edad de Oro no se quiere morir, porque nadie debe morirse mientras pueda servir
para algo, y la vida es como todas las cosas que no debe deshacerlas sino el
que pueda volverlas a hacer. Es como robar, deshacer lo que no se puede volver
a hacer. Es como robar, deshacer no puede volver a hacer. El que se mata, es un
ladrón. Pero La Edad de Oro se parece a la niñita del cuento, porque siempre
quiere escribir para sus amigos los niños más de lo que cabe en el papel, que
es como querer coger la luna....Y ahora nos juntaremos, el hombre de La Edad de
Oro y sus amiguitos, y todos en coro, cogidos de la mano, les daremos gracias
con el corazón, gracias como de hermano, a las hermosas señoras y nobles
caballeros que han tenido el cariño de decir que La Edad de Oro es buena....
José martí, La última página del segundo número de La Edad de Oro.
En la entrega anterior, iniciamos la presentación
de esta maravillosa obra, en la cual Martí intenta educar a los niños de
América y el mundo a través de poesía, cuentos, fábulas y ensayos. Nos tuvimos que detener a la mitad del
segundo número por razones de espacio físico. Continuamos ahora.
Además de las dos
historias que presentamos en la anterior entrega, el segundo número de La
Edad de Oro, incluía 4 trabajos adicionales. El tercero titulado "Nené
traviesa" que cuenta la historia de una niña que se cría con su padre,
ya que su madre había muerto.
El cuarto trabajo del
segundo número es un pequeñísimo poema: La perla de la mora:
Una mora
de Trípoli tenía
Una perla rosa, una gran perla:
Y la echó con desdén al mar un día:
¡Siempre la misma! ¡Ya me cansa verla!
Pocos años después, junto a la roca
De Trípoli....¡La gente llora al verla!
Así le dice al mar la mora loca:
"¡Oh mar! ¡Oh mar! ¡Devuélveme mi
perla!"
El quinto trabajo del
segundo número se titula "Las ruinas indias", es un homenaje
sentido y sincero a los indígenas del continente, golpeados y sometidos
durante la colonización española:
No habría poema más triste y hermoso que el que
se puede sacar de la historia americana. No se puede leer sin ternura, y sin
ver como flores y plumas por el aire, uno de esos buenos libros viejos
forrados de pergamino, que hablan de la América de los indios, de sus
ciudades y de sus fiestas, del mérito de sus artes y de la gracia de sus
costumbres. Unos vivían aislados y sencillos, sin vestidos y sin necesidades,
como pueblos acabados de nacer; y empezaban a pintar sus figuras extrañas en
las rocas de la orilla de los ríos, donde es más solo bosque, y el hombre
piensa más en las maravillas del mundo. Otros eran ya pueblos hechos, con
ciudades de ciento cuarenta mil casas, y palacios adornados de pinturas de
oro y gran comercio en las calles y en las plazas, y templos de mármol....
El sexto trabajo se
titula "Músicos, poetas y pintores" y aborda el mundo de los
jóvenes. Define Martí a la juventud
como la "edad del
crecimiento y del desarrollo, de la actividad y la viveza, de la imaginación
y el ímpetu." Afirma, con
mucha propiedad que "cuando no se
ha cuidado del corazón y de la mente en los años jóvenes, bien se puede temer
que la ancianidad sea desolada y triste."
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