ENCUENTROS
Sueños de
Quijote (1)
Por: Mu-Kien Adriana Sang
Déjanse de poner aquí los llantos
de Sancho, sobrina y ama de Don Quijote, los nuevos sepitafios de su sepultura,
aunque Sansón Carrasco le puso este:
“Yace aquí el hidalgo fuerte
Que a tanto extremo llegó
De valiente, que se advierte
Que a muerte no triunfó
De su vida con la muerte.
Tuvo a todo el mundo en poco,
Fue el espantajo y el coco
Del mundo en tal coyuntura,
Que acreditó su aventura,
Morir cuerdo y vivir loco.”
Y el prudentísimo Cide hamete,
dijo a su pluma: Aquí quedarás colgado desta espetera y deste hilo de alambre,
ni se si bien cortado o mal tajada, péñola mía vivirás luengos siglos, si
presuntosos y malandrines historiadores no te descuelgan para profanarte.
Miguel de Cervantes y Saavedra,
Don Quijote de la Mancha.
Cuenta el gran Cervantes, que Don Quijote salió un buen día de un lugar
de la Mancha, acompañado de su leal mozo Sancho. Su misión era socialmente
clara para la mente atormentada de este hidalgo: los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones
que enmendar y abusos que mejorar, y deudas que satisfacer”. Ninguno de sus allegados se imaginaba la
misión que deseaba cumplir. Cuenta que una mañana temprano partió, y sin que
nadie lo viese, se armó de todas sus
armas, subió sobre rocinante…, tomó su lanza, y por la puerta falsa de un
corral salió al campo, con grandísimo contento y alborozo de ver cuánta
facilidad había dado principio a su buen deseo… A través de su inusitado viaje por su mundo
conocido y desconocido a la vez, Don Quijote enfrentó valientemente todas las
situaciones plagadas de injusticias, defendiendo siempre a los desposeídos y
tratando de ser justo en todas las inverosímiles situaciones que encontró. Se
batió con los molinos de vientos, dragones ante sus ojos, que enfrentó con
energía porque se interponían en su camino, impidiéndole
cumplir con el designio de ser el caballero andante de los infelices.
El Hidalgo Don Quijote dejó sus huellas en cada una de los momentos de
su larga travesía por España. Cuando tuve que leer la obra, siendo una niña me
llamó la atención los sabios consejos que dio a Sancho Panza antes de que fuese
a gobernar la Ínsula Barataria. Los consejos
que dio el hidalgo caballero andante a su fiel sirviente, fueron y serán
siempre una oda al arte de gobernar con un sentido de ética y justicia. Inicia Don Quijote su diálogo con Sancho
haciéndole entender que esa posición de dirigir el Gobierno de la Ínsula era algo
que muchos añoraban: Yo que en mi buena
suerte te tenía librada la paga de tus servicios, me veo en los principios de
aventajarme, y tú antes de tiempo, contra la ley del razonable discurso, te ves
premiado de tus deseos. Otros cohechan,
importunan, solicitan, madrugan, ruegan, porfían y no alcanzan lo que
pretenden; y llega otro, y sin saber cómo, ni cómo no, se halla con el cargo y
oficio que otros muchos pretendieron; y aquí entra y encaja bien el decir que
hay buena y mala fortuna en las pretensiones. Acto seguido, pasa entonces Don Quijote a ofrecer
una serie de buenos consejos a Sancho:
1.
Primeramente, ¡OH hijo! Has de temer a
Dios, porque en el temerle está la
sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada.
2.
Lo segundo has de poner los ojos en quien eres,
procurando conocerte a ti mismo que es el más difícil conocimiento que puede
imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte, como la rana que quiso
igualarse al buey…
3.
Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje,
y no te desprecies de decir que vienes de labradores, porque viendo que no te
corres, ninguno podrá correrte, y préciate de ser humilde virtuoso que pecador
soberbio…
4.
Mira Sancho, si tomas por medio la virtud y
precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que
tienen príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista y
la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.
5.
Hallen en ti más compasión las lágrimas del
pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico; procura descubrir
la verdad por entre las promesas y dádivas del rico, como por entre los
sollozos e importunidades del pobre.
6.
Cuando pudiere y debiere tener lugar la
equidad, no cargues todo el rigor a la ley al delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del
compasivo. Si acaso doblares la vara de
la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia,
7.
Al que has de castigar con obras, no trates mal
con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la
añadidura de las malas razones.
Concluyó el Quijote sus sabios consejos con una última recomendación, Si estos preceptos y estas reglas sigues,
Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premiso colmados, tu
felicidad indecible… y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la
muerte en vejez suave y madura…
Pero el espacio de este Encuentro terminó. Los sueños de Quijote
seguirán en la próxima entrega.
ENCUENTROS
Sueños de
Quijote (2)
Por: Mu-Kien Adriana Sang
La
modernidad del Quijote está en el espíritu rebelde, justiciero, que lleva al
personaje a asumir como su responsabilidad personal cambiar el mundo para
mejor, aún cuando, tratando de ponerla en práctica, se equivoque, se estrelle
contra obstáculos insalvables y sea golpeado, vejado y convertido en objeto de
irrisión… Mario Vargas Llosa, Una novela para el siglo XXI.
Cuenta Cervantes en su novela que el Gobernador Sancho tuvo sus momentos
buenos y sus momentos malos. Que la realidad a veces lo arropaba, y que sus
buenas intenciones eran mal interpretadas por sus súbditos y adulones; más aún,
que el bueno de Sancho se dejó llevar de las mieles del poder, disfrutando de
sus placeres y olvidando el sentido que debía tener la misión de gobernar. Enterado de la situación, Don Quijote le
escribe una carta a su fiel amigo y otrora sirviente, Sancho Panza. Cuando esperaba oír nuevas de tus descuidos e impertinencias,
Sancho amigo, las oí de tus discreciones, de que di por ello gracias
particulares al cielo, el cual del estiércol sabe levantar los pobres y de los
tontos hacer discretos. Dícenme que gobiernas como si fueses hombre, y que eres
hombre como si fueses bestia, según es la humildad con que tratas, y quiero que
sepas, Sancho, que muchas veces conviene y es necesario por la autoridad del
oficio ir contra la humildad del corazón…Vístete bien, que un palo compuesto no
parece palo…No digo que traigas dijes ni galas… sino que te adornes con el hábito que tu oficio requiere, con tal
que sea limpio y bien compuesto. Luego el hidalgo Caballero sigue su larga
correspondencia con el Gobernador Sancho, dándole nuevos consejos sobre el arte
de gobernar. No seas siempre riguroso, ni
siempre blando, y escoge el medio entre estos dos extremos… Visita las
cárceles, la carnicería y las plazas, que la presencia del gobernador en
lugares tales es de mucha importancia; consuela a los presos…
La carta del Hidalgo tuvo su respuesta. El Gobernador Sancho le contestó.
En su misiva cuenta con gracia los problemas de gobernar. El peligro constante
que le acechaba: Escribióme el duque mi Señor… dándome aviso
que habían entrado en esta ínsula que habían entrado a matarme… Cuenta
Sancho, el Gobernador, que la gente de su pueblo es pícara, y que en ocasiones
había tenido que tomar acciones duras y castigar: Yo visito las plazas como vuesa merced me lo aconseja, y ayer hallé una
tendera que vendía avellanas nuevas, y averígüele que había mezclado con una
hanega de avellanas nuevas otra de viejas, vanas y podridas; apliquélas todas
para los niños de la doctrina, que las sabrían bien distinguir, y sentenciéla
que por quince días no entrase en la plaza. Hanme dicho que lo hice
valerosamente… Luego pasa a contarle
los problemas que ha tenido a nivel personal. No sabía nada de su familia. No
tenía noticias de su mujer, Teresa Panza, ni de sus hijos. Al final ruega salir
con vida de esa posición: Y con esto,
Dios libre a vuesa merced de mal intencionados encantadores y a mí me saque con
bien y en paz deste gobierno, que lo dudo…
No sabemos si los consejos del Quijote tuvieron sus frutos, pero lo
cierto es que el Gobernador decidió tomar acciones propias del “buen Gobierno”.
Abrió el mercado: ordenó que no hubiese
regatones de los batimentos en la república, y que pudiesen meter en ella vino
de las partes que quisiesen, con aditamento que declarasen el lugar de donde
era, para ponerle el precio según su estimación, bondad y fama. Mejoró las condiciones de vida de los
trabajadores: puso tasa en los salarios
de los criados, que caminaban a rienda suelta por el camino del interese. Decretó
medidas duras para moralizar la vida de la población: Puso gravísimas penas a los que cantasen cantares lascivos y
descompuestos, ni de noche ni de día. Tomó medidas para ayudar a los pobres: hizo y creó un alguacil de pobres, no para
que los persiguiese, sino para que los examinase si lo eran, porque a la sombra
de la manquedad fingida y de la llaga falsa, andan los brazos ladrones y la
salud borracha. Cuando tomó sus
medidas, dice Cervantes, que el Gobernador fue amado y admirado por siempre. En resolución, él ordenó cosas tan buenas,
que hasta hoy se guardan en aquel lugar, y se nombras “las constituciones del
Gran Gobernador Sancho Panza.”
Pero Sancho, aún con el reconocimiento general no mejoró. Los problemas
siguieron, la envidia de sus enemigos se hizo más grande, y el deseo de
combatirlo aumentó, teniendo que
enfrentarlos. Salió victorioso, pero dolido y adolorido. El enemigo que yo hubiere vencido quiero que me lo claven en la frente;
yo no quiero repartir despojos de enemigos, sino pedir y suplicar a algún amigo
mío, si es que lo tengo que me dé un trago de vino, que me seco, y me enjuague
este sudor, que me hago agua. Diciendo esto se desplomó y cayó al suelo. Al
volver en sí, se levantó y tomó su antigua vestimenta de sirviente y buscó a su
viejo asno, y no sin lágrimas en los ojos
le dijo: Venid vos acá, compañero mío y amigo mío, y conllevador de mis
trabajos y miserias; cuando yo me avenía con vos y no tenía otros pensamientos
que los que daban los cuidados de remendar vuestros aparejos y de sustentar
vuestro corpezuelo, dichosas eran mis horas, mis días y mis años; pero después
os dejé y me subí sobre las torres de la ambición y de la soberbia,, se me han
entrado por el alma adentro mil miserias, mil trabajos y cuatro mil
desasosiegos. Terminada esas
reflexiones, decidió partir a su antigua vida. Montado en su viejo asno, dijo
al mayordomo, al secretario, al maestresala y al Doctor, y otos muchos que
estaban presentes esperando su respuesta: Dejadme
ir a mi antigua libertad, dejadme que vaya a buscar la vida pasada, para que me
resucite desta muerte presente… Atónitos, sus colaboradores le ofrecieron
diferentes regalos para amainar las inclemencias del viaje que emprendería.
Sancho los rechazó. Solo pidió un poco de cebada para el rucio y medio queso y
medio pan para comer por el camino. Así, Sancho, habiendo conocido las mieles
del poder, decide alejarse para volver a su nueva vida.
La próxima semana sigo también con el Quijote. Y partiré de la pregunta
¿Qué significado tiene para nosotros hoy esa experiencia de Sancho, narrada
magistralmente por Cervantes?
ENCUENTROS
Sueños de
Quijote (3)
Por: Mu-Kien Adriana Sang
La
libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron
los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni
el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar
la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a
los hombres. Miguel Cervantes, El
Quijote.
Como bien señala Vargas Llosa en su “prólogo” para la edición especial
que publicara la Real Academia Española en conmemoración del IV Centenario de
El Quijote, la obra maestra de Don Miguel de Cervantes, esta obra al mismo tiempo que una novela sobre la
ficción…es un canto a la libertad… El Quijote (es) un individuo que, motivado
por una vocación generosa se lanza por los caminos, a buscar remedio para todo
lo que anda mal en el planeta…
Creo que el momento es oportuno para hacer una reflexión. Durante las dos entregas anteriores, hice
especial hincapié en la experiencia de Sancho como Gobernador de la ínsula, más
aún, en los consejos del hidalgo caballero sobre el buen arte de gobernar. Creo
que la novela hace un verdadero análisis sobre el poder, su ejercicio y sus
implicaciones.
Al inicio, Sancho, ingenuo como era, escuchó los consejos de su adorado
amo con atención. Después, los olvidó, porque se dejó envolver, y disfrutaba
con alegría los privilegios de su nueva posición. Enterado, el Quijote le
escribió de nuevo a su amigo y vuelve a reiterarles sus viejos consejos y a
plantearles unos nuevos. Sancho recapacita y decide tomar acciones y gobernar para
“el bien común”. Cuenta la historia que el pueblo se deshizo en elogios para su
gobernante, incluso los incrédulos y críticos, se unieron al coro de la
alabanza. Pero los enemigos lo siguen acosando. Y la soledad del poder lo lleva
a comprender que él no era un hombre para gobernar. Toma su asno, sus viejas
ropas y vuelve a su vida. Abandona, con el asombro de todos, sus amigos,
enemigos, sus adulones y el pueblo entero. ¿Qué nos quiere decir El Quijote?
¿Es que el “buen gobierno” es un imposible, una utopía, una “quijotada”?
Al leer de nuevo los consejos a Sancho, mis pensamientos me llevaron a
pensar en Confucio, y la insistencia en todos sus consejos de que el Gobernante
debía seguir el camino del bien. Pensé también en Lin Yutang y su convicción de
que el ideal de la felicidad humana era el disfrute de la naturaleza, una buena
compañía, y sobre todo un buen gobernante. Pensé también en Sócrates y su
convicción de que la virtud debía prevalecer
en el ejercicio político. Pero pensé también en Maquiavelo, el pensador más
influyente de todos los tiempos. El
pragmatismo político que este pensador italiano presentó en El Príncipe ha
viajado a todas partes, convirtiéndose en el referente obligado de los
gobernantes, y de los aspirantes a serlo.
Gobernar para quedarse, manipular para tranquilizar a los súbditos,
mentir para tranquilizar las inquietudes, enfrentar al enemigo con rapidez y
presteza, ofrecer dádivas pequeñas y consecutivas a sus seguidores, han sido
las fórmulas que se han propagado a través de la historia y por todo el
mundo. Los consejos del bueno gobierno
de Sócrates, Don Quijote, de Tomás Moro
o de Hegel se han quedado en meras referencias intelectuales y académicas, no
en manuales prácticos del arte de gobernar.
Pero a diferencia de los que plantean el pragmatismo salvaje, a
diferencia de los que viven y trabajan en la política convencidos que en ese
terreno “todo es posible”, desde mentir hasta matar, el mundo ha viajado a través
del tiempo gracias a los quijotes humanos quienes guiados por sus propias
convicciones, se entregaron a luchar por sus ideas.
Estas ideas que he planteado no son nada nuevas en mis reflexiones. En
1997, hace 8 años, cuando salió a la luz mi libro sobre Ulises Francisco
Espaillat, planteaba en el último capítulo que las enseñanzas que Miguel Cervantes y Saavedra nos legó a través de la
presente y lánguida figura del Hidalgo Don Quijote de la Mancha, calaron
profundamente. La historia se ha encargado de presentarnos, en tiempos y
lugares dispersos y disímiles, a muchos quijotes, responsables de múltiples
hazañas tan sublimes como “quijotescas”.
Igual que ese caballero andante del España medieval… los quijotes del
mundo han luchado en sus tierras para transformar sus propias herencias. La obra de Cervantes ha sido y es, sin lugar
a dudas, un verdadero y eterno patrimonio de la humanidad. Sus lecciones de bondad, moralidad y amor a
los demás han permanecido en la memoria colectiva, gracias a la presencia de
esos quijotes humanos esparcidos por el mundo.
En el mismo capítulo señalaba, planteaba y planteo hoy con más ahínco y
fe que la grandeza de la condición humana radica en desarrollar el sentido de
la crítica, pero sin perder la capacidad de soñar. Esa doble dimensionalidad en vez de ser
contradictoria, es complementaria. Creo
que llegó el momento de asumir y definir nuestros propios sueños, aceptar
críticamente el pasado para aprender de nuestros fracasos. Definir nuestro propio imaginario, para ver
si podemos construir una sociedad sustentada en el amor y el bien común. Ahora
más que nunca necesitamos mirar nuestro presente con una mirada escudriñadora y
cuestionadota, para entonces forjar nuestras esperanzas, definir nuestros
sueños y construir nuestro futuro.
Sueños de Quijote, ya lo sé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario