domingo, 2 de junio de 2013

Sueños de Quijote, 1. 2 y 3


ENCUENTROS

 

Sueños de Quijote (1)

 

Por: Mu-Kien Adriana Sang

 

Déjanse de poner aquí los llantos de Sancho, sobrina y ama de Don Quijote, los nuevos sepitafios de su sepultura, aunque Sansón Carrasco le puso este:

 

“Yace aquí el hidalgo fuerte

Que a tanto extremo llegó

De valiente, que se advierte

Que a muerte no triunfó

De su vida con la muerte.

 

Tuvo a todo el mundo en poco,

Fue el espantajo y el coco

Del mundo en tal coyuntura,

Que acreditó su aventura,

Morir cuerdo y vivir loco.”

 

Y el prudentísimo Cide hamete, dijo a su pluma: Aquí quedarás colgado desta espetera y deste hilo de alambre, ni se si bien cortado o mal tajada, péñola mía vivirás luengos siglos, si presuntosos y malandrines historiadores no te descuelgan para profanarte.

 

Miguel de Cervantes y Saavedra, Don Quijote de la Mancha.

 

 

Cuenta el gran Cervantes, que Don Quijote salió un buen día de un lugar de la Mancha, acompañado de su leal mozo Sancho. Su misión era socialmente clara para la mente atormentada de este hidalgo: los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar y abusos que mejorar, y deudas que satisfacer”.  Ninguno de sus allegados se imaginaba la misión que deseaba cumplir. Cuenta que una mañana temprano partió, y sin que nadie lo viese, se armó de todas sus armas, subió sobre rocinante…, tomó su lanza, y por la puerta falsa de un corral salió al campo, con grandísimo contento y alborozo de ver cuánta facilidad había dado principio a su buen deseo…  A través de su inusitado viaje por su mundo conocido y desconocido a la vez, Don Quijote enfrentó valientemente todas las situaciones plagadas de injusticias, defendiendo siempre a los desposeídos y tratando de ser justo en todas las inverosímiles situaciones que encontró. Se batió con los molinos de vientos, dragones ante sus ojos, que enfrentó con energía  porque se  interponían en su camino, impidiéndole cumplir con el designio de ser el caballero andante de los infelices. 

 

El Hidalgo Don Quijote dejó sus huellas en cada una de los momentos de su larga travesía por España. Cuando tuve que leer la obra, siendo una niña me llamó la atención los sabios consejos que dio a Sancho Panza antes de que fuese a gobernar la Ínsula Barataria.  Los consejos que dio el hidalgo caballero andante a su fiel sirviente, fueron y serán siempre una oda al arte de gobernar con un sentido de ética y justicia.  Inicia Don Quijote su diálogo con Sancho haciéndole entender que esa posición de dirigir el Gobierno de la Ínsula era algo que muchos añoraban: Yo que en mi buena suerte te tenía librada la paga de tus servicios, me veo en los principios de aventajarme, y tú antes de tiempo, contra la ley del razonable discurso, te ves premiado de tus deseos.  Otros cohechan, importunan, solicitan, madrugan, ruegan, porfían y no alcanzan lo que pretenden; y llega otro, y sin saber cómo, ni cómo no, se halla con el cargo y oficio que otros muchos pretendieron; y aquí entra y encaja bien el decir que hay buena y mala fortuna en las pretensiones.  Acto seguido, pasa entonces Don Quijote a ofrecer una serie de buenos consejos a Sancho:

 

1.      Primeramente, ¡OH hijo! Has de temer a Dios,  porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada.

2.      Lo segundo has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte, como la rana que quiso igualarse al buey…

3.      Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores, porque viendo que no te corres, ninguno podrá correrte, y préciate de ser humilde virtuoso que pecador soberbio…

4.      Mira Sancho, si tomas por medio la virtud y precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que tienen príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.

5.      Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico; procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico, como por entre los sollozos e importunidades del pobre.

6.      Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor a la ley al delincuente, que no  es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo.  Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia,

7.      Al que has de castigar con obras, no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.

 

Concluyó el Quijote sus sabios consejos con una última recomendación, Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premiso colmados, tu felicidad indecible… y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte en vejez suave y madura…

 

Pero el espacio de este Encuentro terminó. Los sueños de Quijote seguirán en la próxima entrega.



 
ENCUENTROS
 
Sueños de Quijote (2)
 
Por: Mu-Kien Adriana Sang
 
La modernidad del Quijote está en el espíritu rebelde, justiciero, que lleva al personaje a asumir como su responsabilidad personal cambiar el mundo para mejor, aún cuando, tratando de ponerla en práctica, se equivoque, se estrelle contra obstáculos insalvables y sea golpeado, vejado y convertido en objeto de irrisión… Mario Vargas Llosa, Una novela para el siglo XXI.
 
 
Cuenta Cervantes en su novela que el Gobernador Sancho tuvo sus momentos buenos y sus momentos malos. Que la realidad a veces lo arropaba, y que sus buenas intenciones eran mal interpretadas por sus súbditos y adulones; más aún, que el bueno de Sancho se dejó llevar de las mieles del poder, disfrutando de sus placeres y olvidando el sentido que debía tener la misión de gobernar.  Enterado de la situación, Don Quijote le escribe una carta a su fiel amigo y otrora sirviente, Sancho Panza. Cuando esperaba oír  nuevas de tus descuidos e impertinencias, Sancho amigo, las oí de tus discreciones, de que di por ello gracias particulares al cielo, el cual del estiércol sabe levantar los pobres y de los tontos hacer discretos. Dícenme que gobiernas como si fueses hombre, y que eres hombre como si fueses bestia, según es la humildad con que tratas, y quiero que sepas, Sancho, que muchas veces conviene y es necesario por la autoridad del oficio ir contra la humildad del corazón…Vístete bien, que un palo compuesto no parece palo…No digo que traigas dijes ni galas… sino que te adornes  con el hábito que tu oficio requiere, con tal que sea limpio y bien compuesto.  Luego el hidalgo Caballero sigue su larga correspondencia con el Gobernador Sancho, dándole nuevos consejos sobre el arte de gobernar. No seas siempre riguroso, ni siempre blando, y escoge el medio entre estos dos extremos… Visita las cárceles, la carnicería y las plazas, que la presencia del gobernador en lugares tales es de mucha importancia; consuela a los presos…
 
La carta del Hidalgo tuvo su respuesta. El Gobernador Sancho le contestó. En su misiva cuenta con gracia los problemas de gobernar. El peligro constante que le acechaba:  Escribióme el duque mi Señor… dándome aviso que habían entrado en esta ínsula que habían entrado a matarme… Cuenta Sancho, el Gobernador, que la gente de su pueblo es pícara, y que en ocasiones había tenido que tomar acciones duras y castigar: Yo visito las plazas como vuesa merced me lo aconseja, y ayer hallé una tendera que vendía avellanas nuevas, y averígüele que había mezclado con una hanega de avellanas nuevas otra de viejas, vanas y podridas; apliquélas todas para los niños de la doctrina, que las sabrían bien distinguir, y sentenciéla que por quince días no entrase en la plaza. Hanme dicho que lo hice valerosamente…  Luego pasa a contarle los problemas que ha tenido a nivel personal. No sabía nada de su familia. No tenía noticias de su mujer, Teresa Panza, ni de sus hijos. Al final ruega salir con vida de esa posición: Y con esto, Dios libre a vuesa merced de mal intencionados encantadores y a mí me saque con bien y en paz deste gobierno, que lo dudo…
 
No sabemos si los consejos del Quijote tuvieron sus frutos, pero lo cierto es que el Gobernador decidió tomar acciones propias del “buen Gobierno”. Abrió el mercado: ordenó que no hubiese regatones de los batimentos en la república, y que pudiesen meter en ella vino de las partes que quisiesen, con aditamento que declarasen el lugar de donde era, para ponerle el precio según su estimación, bondad y fama.  Mejoró las condiciones de vida de los trabajadores: puso tasa en los salarios de los criados, que caminaban a rienda suelta por el camino del interese. Decretó medidas duras para moralizar la vida de la población: Puso gravísimas penas a los que cantasen cantares lascivos y descompuestos, ni de noche ni de día.  Tomó medidas para ayudar a los pobres: hizo y creó un alguacil de pobres, no para que los persiguiese, sino para que los examinase si lo eran, porque a la sombra de la manquedad fingida y de la llaga falsa, andan los brazos ladrones y la salud borracha.   Cuando tomó sus medidas, dice Cervantes, que el Gobernador fue amado y admirado por siempre. En resolución, él ordenó cosas tan buenas, que hasta hoy se guardan en aquel lugar, y se nombras “las constituciones del Gran Gobernador Sancho Panza.”
 
Pero Sancho, aún con el reconocimiento general no mejoró. Los problemas siguieron, la envidia de sus enemigos se hizo más grande, y el deseo de combatirlo aumentó,  teniendo que enfrentarlos. Salió victorioso, pero dolido y adolorido. El enemigo que yo hubiere vencido quiero que me lo claven en la frente; yo no quiero repartir despojos de enemigos, sino pedir y suplicar a algún amigo mío, si es que lo tengo que me dé un trago de vino, que me seco, y me enjuague este sudor, que me hago  agua.  Diciendo esto se desplomó y cayó al suelo. Al volver en sí, se levantó y tomó su antigua vestimenta de sirviente y buscó a su viejo asno, y no sin lágrimas en los ojos le dijo: Venid vos acá, compañero mío y amigo mío, y conllevador de mis trabajos y miserias; cuando yo me avenía con vos y no tenía otros pensamientos que los que daban los cuidados de remendar vuestros aparejos y de sustentar vuestro corpezuelo, dichosas eran mis horas, mis días y mis años; pero después os dejé y me subí sobre las torres de la ambición y de la soberbia,, se me han entrado por el alma adentro mil miserias, mil trabajos y cuatro mil desasosiegos.  Terminada esas reflexiones, decidió partir a su antigua vida. Montado en su viejo asno, dijo al mayordomo, al secretario, al maestresala y al Doctor, y otos muchos que estaban presentes esperando su respuesta: Dejadme ir a mi antigua libertad, dejadme que vaya a buscar la vida pasada, para que me resucite desta muerte presente… Atónitos, sus colaboradores le ofrecieron diferentes regalos para amainar las inclemencias del viaje que emprendería. Sancho los rechazó. Solo pidió un poco de cebada para el rucio y medio queso y medio pan para comer por el camino. Así, Sancho, habiendo conocido las mieles del poder, decide alejarse para volver a su nueva vida.
 
La próxima semana sigo también con el Quijote. Y partiré de la pregunta ¿Qué significado tiene para nosotros hoy esa experiencia de Sancho, narrada magistralmente por Cervantes?
 
ENCUENTROS
 
Sueños de Quijote (3)
 
Por: Mu-Kien Adriana Sang
 
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.  Miguel Cervantes, El Quijote.
 
 
Como bien señala Vargas Llosa en su “prólogo” para la edición especial que publicara la Real Academia Española en conmemoración del IV Centenario de El Quijote, la obra maestra de Don Miguel de Cervantes, esta obra al mismo tiempo que una novela sobre la ficción…es un canto a la libertad… El Quijote (es) un individuo que, motivado por una vocación generosa se lanza por los caminos, a buscar remedio para todo lo que anda mal en el planeta…
 
Creo que el momento es oportuno para hacer una reflexión.  Durante las dos entregas anteriores, hice especial hincapié en la experiencia de Sancho como Gobernador de la ínsula, más aún, en los consejos del hidalgo caballero sobre el buen arte de gobernar. Creo que la novela hace un verdadero análisis sobre el poder, su ejercicio y sus implicaciones.
 
Al inicio, Sancho, ingenuo como era, escuchó los consejos de su adorado amo con atención. Después, los olvidó, porque se dejó envolver, y disfrutaba con alegría los privilegios de su nueva posición. Enterado, el Quijote le escribió de nuevo a su amigo y vuelve a reiterarles sus viejos consejos y a plantearles unos nuevos. Sancho recapacita y decide tomar acciones y gobernar para “el bien común”. Cuenta la historia que el pueblo se deshizo en elogios para su gobernante, incluso los incrédulos y críticos, se unieron al coro de la alabanza. Pero los enemigos lo siguen acosando. Y la soledad del poder lo lleva a comprender que él no era un hombre para gobernar. Toma su asno, sus viejas ropas y vuelve a su vida. Abandona, con el asombro de todos, sus amigos, enemigos, sus adulones y el pueblo entero. ¿Qué nos quiere decir El Quijote? ¿Es que el “buen gobierno” es un imposible, una utopía, una “quijotada”?
 
Al leer de nuevo los consejos a Sancho, mis pensamientos me llevaron a pensar en Confucio, y la insistencia en todos sus consejos de que el Gobernante debía seguir el camino del bien. Pensé también en Lin Yutang y su convicción de que el ideal de la felicidad humana era el disfrute de la naturaleza, una buena compañía, y sobre todo un buen gobernante. Pensé también en Sócrates y su convicción de que la virtud debía  prevalecer en el ejercicio político. Pero pensé también en Maquiavelo, el pensador más influyente de todos los tiempos.  El pragmatismo político que este pensador italiano presentó en El Príncipe ha viajado a todas partes, convirtiéndose en el referente obligado de los gobernantes, y de los aspirantes a serlo.  Gobernar para quedarse, manipular para tranquilizar a los súbditos, mentir para tranquilizar las inquietudes, enfrentar al enemigo con rapidez y presteza, ofrecer dádivas pequeñas y consecutivas a sus seguidores, han sido las fórmulas que se han propagado a través de la historia y por todo el mundo.  Los consejos del bueno gobierno de Sócrates, Don Quijote, de  Tomás Moro o de Hegel se han quedado en meras referencias intelectuales y académicas, no en manuales prácticos del arte de gobernar.
 
Pero a diferencia de los que plantean el pragmatismo salvaje, a diferencia de los que viven y trabajan en la política convencidos que en ese terreno “todo es posible”, desde mentir hasta matar, el mundo ha viajado a través del tiempo gracias a los quijotes humanos quienes guiados por sus propias convicciones, se entregaron a luchar por sus ideas.
 
Estas ideas que he planteado no son nada nuevas en mis reflexiones. En 1997, hace 8 años, cuando salió a la luz mi libro sobre Ulises Francisco Espaillat, planteaba en el último capítulo que las enseñanzas que Miguel Cervantes y Saavedra nos legó a través de la presente y lánguida figura del Hidalgo Don Quijote de la Mancha, calaron profundamente. La historia se ha encargado de presentarnos, en tiempos y lugares dispersos y disímiles, a muchos quijotes, responsables de múltiples hazañas tan sublimes como “quijotescas”.  Igual que ese caballero andante del España medieval… los quijotes del mundo han luchado en sus tierras para transformar sus propias herencias.  La obra de Cervantes ha sido y es, sin lugar a dudas, un verdadero y eterno patrimonio de la humanidad.  Sus lecciones de bondad, moralidad y amor a los demás han permanecido en la memoria colectiva, gracias a la presencia de esos quijotes humanos esparcidos por el mundo.
 
En el mismo capítulo señalaba, planteaba y planteo hoy con más ahínco y fe que la grandeza de la condición humana radica en desarrollar el sentido de la crítica, pero sin perder la capacidad de soñar.  Esa doble dimensionalidad en vez de ser contradictoria, es complementaria.   Creo que llegó el momento de asumir y definir nuestros propios sueños, aceptar críticamente el pasado para aprender de nuestros fracasos.  Definir nuestro propio imaginario, para ver si podemos construir una sociedad sustentada en el amor y el bien común. Ahora más que nunca necesitamos mirar nuestro presente con una mirada escudriñadora y cuestionadota, para entonces forjar nuestras esperanzas, definir nuestros sueños y construir nuestro futuro.  Sueños de Quijote, ya lo sé.
 




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