lunes, 24 de junio de 2013

La utopía martiana: Nuestra América


 

TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

Pensamiento caribeño en el siglo XIX.  Martí: Nuestra América: la utopía martiana

Por: Mu-Kien Adriana Sang

sangbenmukien@gmail.com


@MuKienAdriana

Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el cielo, que van por el aire dormido engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.

No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados. Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos. Los que se enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de casa chica, que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sean una las dos manos. Los que, al amparo de una tradición criminal, cercenaron, con el sable tinto en la sangre de sus mismas venas, la tierra del hermano vencido, del hermano castigado más allá de sus culpas, si no quieren que les llame el pueblo ladrones, devuélvanle sus tierras al hermano. Las deudas del honor no las cobra el honrado en dinero, a tanto por la bofetada. Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes. José Martí, Nuestra América, Publicado en: La Revista Ilustrada de Nueva York, 10 de enero de 1891.

 

El profesor Juan Marinello, autor del estudio preliminar que acompañó a la tercera edición de Nuestra América por la Biblioteca Ayacucho [i], que la idea de Martí sobre América, plasmada en los múltiples ensayos que recoge la obra, además claro está, del texto que inspira el título del voluminoso libro, es el producto de una conjunción de muchos elementos y motivaciones diversas: su compromiso político, su amor por la literatura, su pasión desmedida por las causas que lo conmovían, sus ideas liberales, pero sobre todo, su profundo anti imperialismo.  El estudioso profesor afirma que Martí fue el primero que señaló la diferencia en el arranque y el desarrollo y que proclamó el inevitable conflicto, llamado a enfrentarlo, vencerlo y superarlo. [ii] Y tenía razón Marinello, pues el propio Martí decía que el suelo americano había recibido dos grandes influencias, el arado que nació en América del Norte y el perro de presa que había surgido en España.

Nuestra América es un ensayo de carácter político y filosófico escrito y publicado en 1891 en la Revista Ilustrada en Nueva York, Estados Unidos.  Tanto impacto causó el enjundioso trabajo que fue publicado ese mismo mes de enero en el diario mexicano El Partido Liberal. Este ensayo es ubicado por los cronistas y biógrafos de Martí en la producción que denominan la “etapa norteamericana” que abarca los años comprendidos entre 1880 y 1895. Los otros textos escritos en ese período son: “Respeto de nuestra América”  (1883), “Mente latina” (1884), “Madre América” (1889), “Nuestra América” (1891) y “Las guerras civiles en Sudamérica (de 1894).

Nuestra América fue pensada y escrita poco tiempo después de haberse celebrado la Primera Conferencia Panamericana celebrada en Washington DC entre el 2 de octubre de 1889 y el 19 de abril de 1890. Este encuentro fue una iniciativa del Congreso de los EE. UU y tenía como objetivos propiciar el diálogo entre las diferentes naciones de América Latina sobre diversos tópicos:

1.      medidas para la preservación de la paz

2.      La creación de una instancia internacional que permitiera la unión aduanera, a fn de mejorar las comunicaciones entre los puertos

3.      La posibilidad de unificar los patrones de los sistemas monetarios, y se propondría la adopción del patrón plata

4.      Uniformidad en los sistemas de pesos y medidas, derechos de patentes y marcas.

5.      La adopción de urgentes medidas sanitarias y la aplicación de la cuarentena para los barcos.

La conferencia fue un éxito rotundo. Había ganado la nueva nación imperial. Estados Unidos obtuvo un rotundo éxito. Asistieron todos los gobiernos del hemisferio, menos nuestro país, República Dominicana, que en ese momento estaba librando batallas internas durante la Dictadura de Ulises Heureaux, y, aunque todavía en ese momento el dictador dominicano no tenía contradicciones con Estados Unidos, las urgencias internas le impidieron participar.

Este encuentro, sin dudas, hizo crecer el anti imperialismo martiano.  Para cuando finales de 1889 ya Martí era un respetado intelectual, periodista y líder político. Por largo tiempo escribía para el periódico La Nación de la República Argentina; nación que era hostil a la política norteamericana hacia América Latina en ese momento.  No olvidemos que en 1823, ya el imperio norteño había proclamado la política de Monroe, que definía con claridad cuál debía ser su área de influencia política, que se resumía en una frase: “América para los americanos”.

Durante los meses que duró la conferencia,  Martí fue haciendo un verdadero cronista. Su bitácora política y social se resume en 11 entregas elaboradas en forma de cartas dirigidas   al "Señor Director de La Nación". Cada ensayo es sin lugar a dudas, una crónica crítica, donde el lector puede conocer detalles y momentos importantes de la Conferencia. Con su verbo apasionado y su capacidad de juzgar, Martí describe, escribe y analiza desde una perspectiva claramente anti norteamericana.  Así se puede ver en su trabajo fechado el 31 de marzo de 1890:

 No es hora de reseñar, con los ojos en lo porvenir, los actos y resultados de la conferencia de naciones de América, ni de beber el vino del triunfo, y augurar que del primer encuentro se han acabado los reparos entre las naciones limítrofes, o se le ha calzado el freno al rocín glotón que quisiera echarse a pacer por los predios fértiles de sus vecinos; ni cabe afirmar que en esta entrevista tímida, se han puesto ya los pueblos castellanos de América, en aquel acuerdo que sus destinos en intereses les imponen, y a que, en cuanto los llame una voz imparcial han de ir con arrebato de alegría, con nada menos que arrebato, los unos arrepentidos, a devolver lo que nos pertenece, para que el hermano los perdone y el mundo no les tache de pueblo ladrón; los otros a confesar que vale más resguardarse juntos de los peligros de afuera, y unirse antes de que el peligro exceda la capacidad de sujetarlo, que desconfiar por rencillas de villorrio, de los pueblos con quienes el extraño los mantiene desde los bastidores en disputa…Los pueblos castellanos de América han de volverse a juntar pronto, donde se vea, o donde no se vea. El corazón se lo pide. Sofocan los más grandes rencores, y se nota que se violentan para acordarse de ellos y obrar conforme a ellos….[iii]

 

Martí quería la unión de los pueblos de América, antiguas colonias españolas. No quería, bajo ningún concepto que se cambiara de dueño: de España a Estados Unidos.  Para él el libre albedrío de los pueblos era una urgencia y una necesidad. Nuestra América es una reflexión posterior a la Conferencia, donde el apóstol de la libertad cubana, reflexiona y plantea su nueva utopía: Una América capaz de dirigir sus propios destinos.  En la próxima entrega entramos en materia.

 




[i] José Martí, Nuestra América, Caracas, Venezuela, Fundación Biblioteca Ayacuho, 2005.
[ii] Juan Marinello, “Fuentes y raíces del pensamiento de José Martí”  en José Martí, Nuestra América, Ibíde,. P. X.
[iii] José Martí, Señor Director de La Nación,  La Conferencia de Washington, 31 de marzo 1890, publicado en Nuestra América, Caracas, Op. Cit., p. 90

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