ENCUENTROS
Ruinas
Por: Mu-Kien Adriana Sang
¡Oh Quisqueya! Las ciencias
agrupadas
Te alzaron en sus hombros
Del mundo a los atónitas miradas,
Y hoy nos cuenta tus glorias
olvidadas
La brisa que solloza en tus
escombros,
Ayer, cuando las artes florecientes
Su imperio que fijaron
Y creaciones tuviste eminentes,
Fuiste pasmo y asombro de las
gentes
Y la Atenas moderna te llamaron,
Águila audaz qué rápida tendiste
Tus alas al vacío;
Y por sobre las nubes te meciste
¿Por qué te miro desolada y triste?...
Vinieron años de amargura tantas,
De tanta servidumbre;
Que hoy esa historia al recordar te espantas,
Porque inerme, de un dueño ante las plantas,
Humillada te vio la muchedumbre.
Y las artes entonces, inactivas,
Murieron en tu suelo,
Se abatieron tus cúpulas altivas,
Y las ciencias tendieron,
fugitivas,
A otras regiones, con dolor su
vuelo.
¡Oh mi Antilla infeliz que el
alma adora!
Donde quiera que la vista
Ávida gira en tu entusiasmo
ahora,
Una ruina denuncia acusadora
Las muertes glorias de tu genio artista.
¡Patria desventurada! ¿qué
anatema cayó
Sobre tu frente?
Levanta ya de tu indolencia
extrema:
La hora sonó de redención suprema
Y ¡ay, si desmayas en la lid
presente!
Pero vano temor: ya decidida
Hacia el futuro avanzas;
Ya del sueño despiertas a la
vista,
Y a la gloria te vas engrandecida
En alas de risueñas esperanzas.
Lucha, insiste, tus títulos
reclama;
Que el fuego de tu zona
Preste a tu genio su potente
llama,
Y entre el aplauso que te de la
fama
Vuelve a ceñirle la triunfal
corona,
Que mientras sueño para ti una
palma,
Y al porvenir caminas,
No más se oprimirá de angustia el
alma
Cuando contemple en la callada
calma
La majestad solemne de tus
ruinas.
Ruinas, Salomé Ureña de
Henríquez.
Nuestra gran Salomé escribió este poema en los años en que su patria
amada vivía al calor de las luchas intestinas, los enfrentamientos políticos,
las sucesiones forzosas al poder; cuando dos grupos opositores, los rojos y los
azules, mal llamados partidos políticos, se disputaban el control del Estado,
como botín de guerra; cuando los caudillos arengaban a las masas y las
movilizaban a la protesta social, como único norte la defensa a sus figuras,
sin ideas ni programas. La poetisa Salomé,
mujer de sueños, de esperanzas sociales, lloró por su patria. Una patria que
amaba, pero que se desgarraba ante sus ojos impotentes. De ese sentimiento de impotencia nació el
poema Ruinas. Poesía crítica,
desalentadora y esperanzadora, escrita en una doble dimensión existencial. El desaliento y la crítica hacia los buitres
de la política ofrecen el matiz de los primeros versos, la esperanza soñada por
ver una patria encaminada hacia el camino del bien y del progreso.
Hace un tiempo, refiriéndome
justamente a esa llamada angustiosa de la patria soñada de la Gran Salomé
Ureña, escribí: Historia triste la nuestra. Caminamos un poco,
retrocedemos aún más. Avanzamos y
retrocedemos, en una ilógica histórica que nos ha puesto en manos de
insensatos, truhanes y mentirosos. ¿Para
ellos, qué es la patria? Una palabra
usada, rehusada y maltratada en discursos estridentes, carentes de contenido,
llenos de mentiras y falsas promesas con el que hipnotizan sus víctimas. Y para
nosotros ¿qué es la patria? ¿Qué debe ser la patria?
Hoy, meses después se repite, nueva vez, una y otra vez, la historia del
despojo, del saqueo, del tráfico de influencias, de la burla, del uso del poder
para beneficios personales. ¿Acaso no nos damos cuenta que así no podremos
salir airosos de esa ruina?
Y pienso en Bolaños, el pobre Presidente de Nicaragua, un país golpeado
por décadas. El escándalo de corrupción
del ex Presidente Arnoldo Alemán. Hoy
después de la guerra civil que dividió el país en dos mitades desiguales, de la
vuelta a la democracia, el pueblo se ha tirado a las calles, pidiendo la
renuncia del Presidente Bolaños.
El Ecuador es un eterno conflicto.
El Presidente payaso-cantante, fue declarado insano para gobernar y fue destituido por el Congreso. Un gobierno
de transición, unas elecciones, el ascenso de un cobarde, que salió huyendo
cuando las masas tomaron Quito, movidas por un ex militar golpista. La subida
del Vicepresidente, un prestigioso académico que se dejó atraer por el poder, y
salió despavorido de su país acusado de corrupción. Elecciones nuevas, ganó el
militar golpista, hoy exiliado en Brasil, tirado al ruedo por las mismas masas
que el arengó en contra del gobierno de turno.
Ecuador golpeado por la crisis económica y la crisis política, camina
sin rumbo. El pueblo grita por una mejoría de sus condiciones de vida.
Bolivia sigue en un eterno conflicto.
Después de haber elegido democráticamente a uno de los peores
dictadores, no ha tenido sosiego. El Presidente electo amenazó con
renunciar. El Congreso no lo dejó. La
crisis se mantiene, el Presidente camina por la cuerda floja, de las presiones
sociales y las tensiones políticas.
Venezuela, ¡Ah Venezuela! La misma que ha elegido varias veces a un ex
golpista, que hoy se viste con el traje del populismo de izquierda de los años
sesenta, la misma que grita por reformas manejadas desde arriba. ¡Ah Venezuela
la dividida! ¡Ah Venezuela, la saqueada! ¿Cuándo se acordarán verdaderamente de
ti?
Colombia envuelta en sus eternos conflictos de una guerrilla que no ha
sufrido las transformaciones de los tiempos. Colombia, la penetrada por el
narcotráfico. Colombia la de los hombres y mujeres que aspiran a una sociedad
sin violencia.
México teñido de escándalos, de un Presidente que no ha gobernado.
Panamá que finalmente saliste airoso del período de esa mujer presidenta que
negó las
luchas de tantas mujeres, tiñendo su régimen de dolo y escándalos. Cuba dominada por la prehistoria, de un
hombre que se aferra al poder, como el moribundo a la vida.
¿Y nuestro país? Salimos de un
presidente que dominaba el país, como el capataz que al galope de su caballo da
las órdenes a sus peones. Sin pensar en
las consecuencias se aferró a la reelección, rompió normas, resquebrajó la
institucionalidad y perdió. Su derrota dio el paso a una esperanza, que al cabo
de casi 12 meses de ejercicio se desvanece. ¿Hacia dónde quieren llevarnos, me
pregunto?
América, nuestra América, la misma que cantó y soñó Pedro, el hijo de
Salomé, parece que camina, da algunos pasos hacia delante, pero retrocede una y
otra vez. Avanza y retrocede, avanza y retrocede, en una ilógica sin fin que no
nos deja superar nuestras propias ruinas.
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