ENCUENTROS
Un último paréntesis
Por: Mu-Kien Adriana Sang
El futuro es espacio, de Pablo Neruda
EL futuro es espacio,
espacio color de tierra,
color de nube,
color de agua, de aire,
espacio negro para muchos sueños,
espacio blanco para toda la nieve,
para toda la música.
Atrás quedó el amor desesperado
que no tenía sitio para un beso,
hay lugar para todos en el bosque,
en la calle, en la casa,
hay sitio subterráneo y submarino,
qué placer es hallar por fin,
subiendo
un planeta vacío,
grandes estrellas claras como el vodka
tan transparentes y deshabitadas,
y allí llegar con el primer teléfono
para que hablen más tarde tantos hombres
de sus enfermedades.
Lo importante es apenas divisarse,
gritar desde una dura cordillera
y ver en la otra punta
los pies de una mujer recién llegada.
Adelante, salgamos
del río sofocante
en que con otros peces navegamos
desde el alba a la noche migratoria
y ahora en este espacio descubierto
volemos a la pura soledad.
Pensé mucho si este artículo debía ser el reinicio de la serie sobre el concepto de soberanía, o si debía hacer caso a mi conciencia para escribir estas peticiones imposibles, dos días después del día de los Santos Reyes, la Epifanía del Señor.
espacio color de tierra,
color de nube,
color de agua, de aire,
espacio negro para muchos sueños,
espacio blanco para toda la nieve,
para toda la música.
Atrás quedó el amor desesperado
que no tenía sitio para un beso,
hay lugar para todos en el bosque,
en la calle, en la casa,
hay sitio subterráneo y submarino,
qué placer es hallar por fin,
subiendo
un planeta vacío,
grandes estrellas claras como el vodka
tan transparentes y deshabitadas,
y allí llegar con el primer teléfono
para que hablen más tarde tantos hombres
de sus enfermedades.
Lo importante es apenas divisarse,
gritar desde una dura cordillera
y ver en la otra punta
los pies de una mujer recién llegada.
Adelante, salgamos
del río sofocante
en que con otros peces navegamos
desde el alba a la noche migratoria
y ahora en este espacio descubierto
volemos a la pura soledad.
Pensé mucho si este artículo debía ser el reinicio de la serie sobre el concepto de soberanía, o si debía hacer caso a mi conciencia para escribir estas peticiones imposibles, dos días después del día de los Santos Reyes, la Epifanía del Señor.
Decidí hacer caso al corazón y no a la razón. Dejaría para las entregas siguientes los
dictámenes de mi sed de aprendizaje.
Hoy, en este Encuentro solo quiero ser mujer y ciudadana que siente,
sufre y sueña.
Ya lo he dicho adoro la navidad.
Un tiempo hermoso que culmina con la llegada de los Santos Reyes,
quienes guiados por la estrella llegaron hasta la humilde morada del Niño Dios.
Cada año hacía dos cartas. La del
Niño Jesús para el 24 de diciembre y la de los Reyes Magos. Pedía, como era de
esperarse, los juguetes que veía en las tiendas. Solo recibía aquellas cosas
que los recursos familiares permitían.
Era feliz el 25 de diciembre cuando abría los regalos, y aunque no
estuvieran los juegos soñados, me conformaba y era feliz con lo que recibía.
Hoy cincuenta años después sigo alentando la niña que hay en mí, pues es
mi forma de aferrarme a la esperanza. Y aprovecho en este año 2016 para
escribir mi lista de peticiones. Como he dicho otras veces, ya no tengo aspiraciones personales. Solo
quiero hacer lo que amo hasta el final de mis días: escribir, escribir y
escribir. Seguir indagando sobre los
temas que no conozco. Y amar a mi esposo, a nuestra familia y a la gran familia
ampliada que componen los hermanos, cuñados, sobrinos y nietos. También
disfrutar de los verdaderos amigos, la familia elegida.
Mi lista de Reyes es ambiciosa, muy ambiciosa y pienso que hasta
imposible. Soñar no cuesta nada. Yo sueño y expreso mis sueños:
1.
Quisiera que la humanidad recuperara su verdadero sentido. No puedo
soportar el hecho de que la intolerancia de toda índole está dominando el mundo.
La vida parece que ha perdido su valor. La muerte es una mercancía
cualquiera. Unos la entregan por
defender un proyecto religioso que niega la existencia de otras creencias, y
creen que occidente es su enemigo principal, el enemigo a vencer. Tampoco comparto la posición de los gobiernos
poderosos de occidente de negar la esencia misma de sus esencias: los derechos
humanos.
2.
Sé que es un sueño imposible. Pero quisiera que en nuestras elecciones
de este año, el voto fuera un acto de conciencia, no de compra vil de la
voluntad de los pobres. Después de tantos años de luchas largas y sangrientas
de hombres y mujeres del mundo que dieron sus vidas por lograr el anhelado y
soñado voto universal, avergüenza que su valor en esta sociedad nuestra se haya
convertido en una mercancía que se vende al mejor postor, al que primero llega
y le ofrece unos pesos
3.
Tengo el sueño imposible de que
la educación dominicana mejore realmente, que nuestros profesores no solo sean
empleados, sino compromisarios con el futuro. Que entiendan que sobre sus
espaldas descansa la formación de las nuevas generaciones. Que sus acciones de
cada día no deben quedarse en el cumplimiento, sino que deben ser el fruto de un
compromiso serio con la vida y el país.
4.
Me duele tener que confesar este triste deseo: que el Alcalde del DN no
gaste dinero (¡¡¡Millones de pesos!!!!) en luces de colores y no piense en la ciudad. Nos arropa la basura. Solo hay que dar una
pequeña vuelta por el polígono central para ver cómo los desechos nos ahogan,
nos contaminan… No sé en qué emplea su tiempo. Quizás esté diseñando los nuevos
adornos del circo de luces para diciembre de este año.
5.
Sueño imposible: que los detentores de los poderes públicos asuman las
riendas de sus gobiernos con pulcritud y honestidad. La corrupción corroe el sistema político en
el mundo, y, por supuesto, en nuestro país también. El partido en el gobierno perdió
el sentido de la proporción. Estoy triste por la esperanza golpeada y desarmada
de lo que está sucediendo y Dilma Rouseff en Brasil y Michelle Bachelet en
Brasil. Dos mujeres, dos esperanzas que se esfumaron. La política se ha convertido en otra mercancía más de un mercado sucio y
tenebroso.
6.
Lamentable sueño imposible: preservar el ambiente, el entorno donde
vivimos. Odio las declaraciones
hipócritas de algunos políticos e inversionistas, que se dicen defensores del
ambiente, para luego involucrarse en proyectos que lo deterioran. El interés
económico está por encima del futuro.
Depredamos el ambiente sin importarnos nada ni nadie.
Estos seis
pequeños-grandes-inmensos deseos no deberían ser imposibles. Pero en este país
nuestro, lamentablemente lo son. ¡Qué triste!
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