ENCUENTROS
Fuerte y peligrosa
Por: Mu-Kien Adriana Sang
Si eres una mujer fuerte
Protégete de las alimañas…
Ellas usan todos los disfraces de los carnavales de la
tierra:
se visten como culpas, como oportunidades, como
precios que hay que pagar.
Te hurgan el alma; meten el barreno de sus miradas o
sus llantos
hasta lo más profundo del magma de tu esencia
no para alumbrarse con tu fuego
sino para apagar la pasión
la erudición de tus fantasías.
Si eres una mujer fuerte
tienes que saber que el aire que te nutre
acarrea también parásitos, moscardones,
menudos insectos que buscarán alojarse en tu sangre
y nutrirse de cuanto es sólido y grande en ti.
No pierdas la compasión, pero témele a cuanto conduzca
a negarte la palabra, a esconder quién eres,
lo que te obligue a ablandarte
y te prometa un reino terrestre a cambio
de la sonrisa complaciente.
Si eres una mujer fuerte
prepárate para la batalla:
aprende a estar sola
a dormir en la más absoluta oscuridad sin miedo
a que nadie te tire sogas cuando ruja la tormenta
a nadar contra corriente…
Si eres una mujer fuerte
protégete con palabras y árboles
e invoca la memoria de mujeres antiguas….
Ampara, pero ampárate primero
Guarda las distancias
Constrúyete. Cuídate
Atesora tu poder
Defiéndelo
Hazlo por ti
Te lo pido en nombre de todas nosotras.
Gioconda Belli
Cuando
leí por primera vez este poema de la poetisa y novelista nicaragüense Gioconda
Belli me encantó. Me encanta su
irreverencia, a pesar de que muchas veces la sienta exagerada y snob. He tenido la oportunidad de leer dos de sus
obras, además de haberme deleitado con sus poesías. La primera fueron sus memorias publicadas en
el año 2001 bajo el título “El país bajo mi piel” que ese año fue seleccionado
por Los Ángeles Times como uno de los mejores libros del año. Posteriormente llegó a mis manos su primera
novela “La mujer Habitada” que había sido publicada en 1988. Me gusta su prosa, hermosa, sencilla y sobre
todo femenina, escrita como si fueran sus entrañas las que dictaran sus
palabras. A veces me sorprende esta
mujer que vuela más libre que las gaviotas con la irreverencia de sus palabras
y sus ideas. Es tan libre esta
escritora, que yo, a mis años, a veces me sonrojo con sus ideas.
Escribí hace un tiempo un Encuentro acerca de un libro
de Stefan Bollmann que se titula “Las mujeres que leen son peligrosas”. En esa
oportunidad también hacía referencia a un segundo libro del autor que se
llamaba “Las mujeres que escriben también son peligrosas”. Decía entonces que la vida me había dado la
dicha de leer y escribir y que por lo tanto disfrutaba mi condición de ser orgullosamente
peligrosa, porque había dedicado mi vida a cultivar mi alma y mi mente para poder tomar mis
propias decisiones. Estos artículos tuvieron
un impacto increíble, tanto que me sorprendió.
Quizás
porque estamos en el mes de marzo, quizás porque a esta altura de mi vida,
cuestiono muchas de las ideas que defendí hace algunos años con enorme pasión.
Por eso, hoy, a los pocos días del 8 de marzo, quiero dedicar estas
reflexiones, estas palabras a las mujeres peligrosas y fuertes que resisten las
tempestades de su vida con templanza y dignidad.
Nací mujer en una sociedad que solo la amaba como un objeto
de mucha utilidad para el sexo, la limpieza y administración del hogar y el
cuidado de los hijos. Gracias a Dios, el tiempo y las luchas nos abrieron
caminos, nuevos caminos y, después de años de gritos se escucharon las voces y
se atendieron algunos, solo algunos, de los reclamos.
Me han preguntado muchas, muchas veces cómo había logrado
sobrevivir y tener una vida plena sin haber tenido que recurrir a subterfugios. La mayoría de las mujeres que han podido
destacarse en algún campo han tenido, hemos tenido, que vencer muchas barreras,
pero sobre todo auto convencernos del poder de nuestras propias fuerzas.
Sigo defendiendo, y vuelvo a reconocer mi falta como
historiadora, que en el discurso de la historia las mujeres han estado
ausentes, invisibles; a pesar de su participación en los grandes hechos
históricos. Sin embargo, no estoy de
acuerdo con la corriente que ha ido creciendo que es la transformación del
relato al otro extremo. Abogando que las mujeres no solo participaron, sino que
fueron las heroínas elegidas y no nombradas.
Hemos cambiado de sujeto. La pasión sustituye a la verdad. Hacernos
visible en el curso de la historia, no significa cometer los mismos errores que
cometieron los historiadores oficiales, en el que, los actores de la historia,
eran seres tan especiales que no eran humanos.
De nuevo desvirtuamos la historia. Lo importante no es hacer aparecer uno u otro,
sino que ambos, hombres y mujeres sean los protagonistas del relato histórico.
Lo he dicho y lo repito, como mujer que soy no quiero
nada gratis. A propósito de las cuotas y
de las representaciones de las minorías.
Durante mucho tiempo defendí la cuota femenina en los puestos elegibles.
Hoy lo cuestiono. Primero fue una
decisión que los hombres-políticos aprobaron para salir de las mujeres que
reclamaban. No se ha cumplido. El
Congreso de la República es el ejemplo más claro. La presencia de mujeres
legisladores es más que escasa. Solo
unas cuantas dignifican nuestro nombre.
Segundo las cuotas son acuerdos.
Creo, y hoy estoy más convencida, que nosotras no necesitamos
cuotas. Las universidades están hoy llenas
de mujeres que han decidido construir sus propios futuros. Lo mejor es que han demostrado, sin cuota alguna,
que son, somos, especiales que cuando queremos podemos. Por esta razón, en todas las graduaciones las
jóvenes obtienen mejores calificaciones que los hombres.
Las jóvenes de hoy no tienen los dilemas y problemas
que tuvimos nosotras, las de mi generación, y las de la generación
anterior. Ellas nacieron más libres, con
menos ataduras y sin tantos prejuicios.
Reciben la libertad gratuitamente, sin haber tenido que luchar por
ella.
Así pues, en este nuevo año, en esta nueva celebración
del Día Internacional de La Mujer, no quiero volver a los discursos
estridentes. Hoy solo quiero ser mujer con su historia, su propia historia, que
es quizás una historia parecida a la de otras mujeres que como yo, quisieron
construir sus propias vidas, con el poder que le otorga sus propias fuerzas y
sus propias capacidades, sin tener que atropellar ni vender su alma.
Mi homenaje a las mujeres que lucharon y me regalaron
gratuitamente su herencia. Mi homenaje a
las jóvenes que se abren camino con sus brazos, sus corazones, sus cualidades
y sus valores. Un homenaje, que por supuesto, no incluye a
las mujeres que venden sus cuerpos para alcanzar cosas y lugares. Tampoco a las que olvidan su condición para
colocarse en una lucha similar con los hombres, como si su éxito se midiera en
su posibilidad de noquear al adversario.
No es una lucha de trenes, es una lucha de principios, valores y
capacidades. Nada más. No quiero estar delante de los hombres. No
quiero estar detrás de ellos. Solo
quiero caminar a su lado, en una misma duración y en igualdad de condiciones.
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