TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA
DOMINICANA Y EL CARIBE
Holanda en El Caribe, 1.
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
mu-kiensang@pucmm.edu.do
@MuKienAdriana
Tomando forma
Del poeta de la isla San Martin
Lana M. Sekou
Cuídense de nuestro disfranz
De generación perdida
Vestidos con las ropas
De juventud de nuestros padres
Modas de Naftalina
Como conservando acciones pasadas
Nosotras la generación
En uniforme de faena
De la pasada guerra
Cuídense de nuestro disfraz
Huérfanos pretenciosos
Que demandan amor
Detrás de sonrisas de George
Washington
Nosotros la generación
Que esconde las nalgas en jean de
diseño exclusivo
Y aplasta su forma africana
En baratas imitaciones europeas
Nosotros la generación
A la que el enemigo considera
atrapada al fin
Gracias mi Dios todo blanco
Los he atrapado al fin.
El Caribe está marcado por su historia de colores,
en la eterna tensión impuesta por los europeos que llegaron a conquistar, a
infligir ataques a España, el imperio que por accidente se había convertido en
dueño de los mares y tierras del grupo de islas e islote colocados en el
corazón de América. Llegaron, se apoderaron de una tierra y se convirtieron en
plantadores y dueños de esclavos. De este proceso nacieron nuevas expresiones
culturales. En esa mezcla de indios, africanos, blancos esclavistas, blancos
pobres, sirios… en fin de todas partes.
Europa llegó para imponerse y para quedarse. Llegaron
en el siglo XV los españoles primero, después los ingleses, franceses, y
luego los holandeses. El Caribe holandés es sin lugar a dudas el menos
conocido, pero jugó un papel importante en el proceso de europeización en el período
colonial, pero sobre todo en la implantación del sistema de plantaciones.
Como afirma la profesora Ana Crespo Solana en el ensayo “Holanda en el Caribe
desde la perspectiva comparada. Aportación al debate sobre los modelos de
expansión en los siglos XVII y XVIII”:
La expansión holandesa en el mundo atlántico ilustra
una historia que se muestra paralela a la presencia de otras naciones
mercantilistas y expansionistas. Aportó
un importante grano de arena en la configuración del mundo atlántico, pero no
fue del todo una excepción desde el punto de vista compasivo, con las formas de
conquista, colonización, creación de espacios y sociedades, desarrollo de
sistemas económicos, así como con el resto de los procesos de configuración
impulsado por la llegada de otras naciones. [1]
Holanda no tuvo, no tiene, la importancia en el
Caribe como Inglaterra o Francia. Sin
embargo, a juicio de la profesora este imperio europeo supo imponerse sin
desarrollar la rivalidad. Afirma que se proyectaron diversos ensayos de
colonización demográfica que no tuvieron éxito. Pero sí desarrollaron una
importante red de contrabando y comercio organizado que burlaban la
preeminencia inglesa y francesa. Holanda
logró aprovecharse económicamente, a pesar de no contar con tantos territorios
como sus rivales:
Uno de los capítulos más importantes de esta
presencia tiene, no obstante, un marcado cariz capitalista y economicista ya
que redes de mercaderes holandeses, muchos de ellos de origen judío serfardí,
asentados en Amsterdam, propiciaron el desarrollo de las economías de
plantación con el incremento de las intervenciones financieras, lo que daría
lugar a la materialización de lo que fue la economía de plantación… Este modelo
sería conocido en el marco de la economía política del Caribe como el de las
sugar island, y fue un modelo que impuso un sistema económico común en la mayor
parte de las Antillas, especialmente de las no hispánicas, y cuyo impacto en la
configuración social y económica de dichas islas ha perdurado en el tiempo
sobreviviendo incluso a la abolición de la esclavitud. [2]
Así pues, según esta investigadora, el modelo de plantación, creado por
Holanda, fue seguido por las demás colonias.
Sostiene también que la historiografía ha marcado dos grandes áreas
geográficas de influencia holandesa. En
el plano continental en América tuvo cierta influencia en Chile, Perú y Río de
la Plata, lugares que tuvieron una gran influencia comercial. A finales del siglo XVI su activismo en el
Caribe y en Guayana fue grande. Las llamadas Antillas Neerlandesas o Antillas
Holandesas o Indias Occidentales
Holandesas estaba comprendido hasta el 10 de octubre del año 2010 por seis
pequeñísimas islas: las islas de Saba y San Eustaquio, el sur de
la isla de San Martín, pues la parte
norte pertenece a Francia; y las
islas mayores de Curazao, Aruba y Bonaire, ubicadas
en la costa occidental de Venezuela. El siglo XVII fue clave en la inserción
holandesa en El Caribe:
A partir de la década de 1630-1640 el interés económico holandés por el
Caribe y las Guyanas implicaba, ya no eventuales expediciones comerciales, sino
la creación de un circuito comercial, establecido sobre unas bases político
administrativas y socio económicas. Dado
su peculiar sistema político, basado en una república federal con provincias autónomas
gobernadas por los Estados Provinciales… las provincias marítimas de Holanda… y
sus élites mercantiles fueron las que tomaron el impulso de diseñar lo que
sería la política colonial… basada…en la creación de compañías monopolísticas
por acciones, como la West-Indische Compagnie …[3]
Así pues, así se diseñó la política colonial
holandesa; la cual a diferencia de la española, no creó instituciones
administrativas ni legislativas sobre las colonias. Todo era simple, en la metrópolis se crearon almacenes
que estaban dedicados a la administración comercial y al almacenamiento de
mercancías, pero no eran organismos con competencia jurídicas. A partir del año 1621 se comenzaron a
proyectar empresas de colonización comercial y demográfica; que en verdad era
proyectos económicos, más que políticos. En realidad no eran más que empresas
privadas que estaban dirigidas por un jefe de expedición, que había recibido de
parte de la Corona y el Parlamento los permisos necesarios para la expedición.
Su objetivo era crear una empresa de agricultura intensiva y de plantaciones
que se complementaría con el comercio a través de una vía regular con la
metrópoli. “Buscaban hacer crecer la
colonia con una mano de obra indígena o esclava a través de distintos sistemas de control de producción y de la explotación”[4]. El resultado fue que se implantó en las
colonias del Caribe no hispano, sociedades sustentadas en el modelo de
plantaciones, con una gran población negra esclava y con absentismo de parte de
los plantadores.
La profesora Crespo sostiene que el impacto
más importante de la presencia holandesa en El Caribe fue fundamentalmente
económica. A partir del control de
Cuazao en 1634, se inició una etapa en la que “el capital neerlandés en América
influirá en la materialización de los sistemas económicos de la plantación…”
Más aún, sigue diciendo, los holandeses lograron penetrar en las zonas de
influencia de Inglaterra, España y Francia.
Tenían el claro objetivo de desestabilizar el comercio de los imperios
rivales, especialmente el español. “Las
casas de comercio holandesas buscaban desestabilizar el comercio español de la
ruta de las flotas y galeones, que dejaba muchas zonas aisladas de su principal
ruta comercial. Los mercaderes holandeses pretendían extraer productos
americanos con destinos a Europa, pero al mismo tiempo abrieron cauces de
intercambio debido a la demanda en algunas islas antillanas, como Puerto Rico y
la propia Cuba, de ciertas mercancías que las flotas españolas no podían
abastecer…”[5]
Lamentablemente el espacio se agotó. Seguiremos en la próxima.
[1]
Ana Crespo Solana, “Holanda en el Caribe desde la perspectiva comparada.
Aportación al debate sobre los modelos de expansión en los siglos XVII y XVIII”,
CATHARUM, Revista de Ciencias y Humanidades del Instituto de Estudios
Hispánicos de Canarias, http://www.academia.edu/390300/Holanda_en_el_Caribe_desde_la_perspectiva_comparada._Aportaci%C3%B3n_al_debate_sobre_los_modelos_de_expansi%C3%B3n_en_los_siglos_XVII_y_XVIII.
[2]
Ibídem
[3]
Ibídem
[4]
Ibídem
[5]
Ibídem
TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA
DOMINICANA Y EL CARIBE
Holanda en El Caribe, 2
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
mu-kiensang@pucmm.edu.do
@MuKienAdriana
Tambores,
Jean-François Brierre
Vísteis
caer al indio
en
los colmillos de perros feroces
y
cuando izaron el cuerpo real y rojo
de
nuestra dulce reina indeciblemente bella,
el
hada,
la
cantora,
la
madona india,
la
palpitante,
la
del más dulce ritmo inscrito a lo largo de un cuerpo,
la
lánguida Anacaona,
tres
testigos fuísteis en sentiros heridos:
la
luna cantada por ella la poetisa
y
que se sintió morir en sus ojos,
la
luna, página de cobre
que
esperaba el poema indio de su amor,
la
cruz...
y
vosotros, grandes exiliados, invencibles rebeldes,
soberbios
insumisos torturados por los siglos
porque
deslizábais vuestras detonaciones
en
las palabras de las elegías y los conciertos nocturnos.
Y
sollozáis aún como al pie de un cadáver
desde
cuando la gran sombra trágica
se
tendió en vosotros como en un féretro.
(Tomado
de M. Laroche, Haití et sa littérature, Ageum, Québec 1963)
La semana pasada iniciamos una serie sobre el
Caribe holandés. Para desarrollar el tema, utilizamos un interesantísimo ensayo
de la profesora Ana Crespo Solana titulado “Holanda en el Caribe desde la
perspectiva comparada. Aportación al debate sobre los modelos de expansión en
los siglos XVII y XVIII” [1]. Como no pudimos terminar de presentarlo por
razones de espacio, continuamos en esta semana.
La profesora señala algo interesante. Dice que al
inicio, el modelo económico colonial de los holandeses en El Caribe se inició
con el cultivo tabaco, pero luego cambió al azúcar, porque era más rentable
para el sistema de implantación agrícola dependiente del capital que los
comerciantes holandeses aportaban a las islas antillanas. Pero el modelo no se
circunscribía a sus posesiones, sino que trascendían sus propias fronteras. Así,
para la segunda mitad del siglo XVII, las plantaciones en Barbados habían
crecido gracias a los holandeses. Allí “habían aportado su peculiar paquete de
servicios financieros, fletes y mano de obra esclava, así como el comercio de
contrabando que se hacía desde Curazao, eran muy rentables para las firmas de
Amsterdam… por dos razones. Las zonas de monocultivo de plantación necesitaban
una provisión de mano de obra esclava y una conexión por mar con fletes competitivos,
que en gran parte eran aportados por el capital holandés en su calidad de
intermediario” [2]
En esta lógica, sostiene la profesora, en las pequeñas
islas antillanas, como San Eustaquio y Surinam, los holandeses no solo
instalaron grandes plantaciones, sino que se convirtieron en las bases
fundamentales para poder competir con otras zonas por su alto nivel de
productividad, pero al mismo tiempo, se desarrollaba un activo comercio al
margen de las firmas oficiales y estatales, y del circuito de las flotas
españolas:
El control de los distintos centros productivos de
una economía anclada en modelos tradicionales era para los holandeses casi una premisa
para lograr su posición de mayor beneficio y convertirse en intermediarios (en
capital y fletes) de los aprovechamientos económicos que pudieran ofrecer otras
zonas marginales de América. En Brasil
fue la primera vez que los holandeses conseguían adueñarse de la producción de
una zona azucarera para el transporte monopolizado a Amsterdam. [3]
Así pues, la metrópoli holandesa no solo había
instaurado el sistema de plantaciones en sus islas y desarrollaban su propio
comercio, sino que además se convirtieron en los transportistas estelares del
comercio. Consiguieron con astucia y
dinero penetrar otros mercados, incluyendo al español, que no tenía la
capacidad de responder a la demanda de flotas. “Su inferencia en articular los
circuitos del comercio intracaribeño (lo que ellos llamaban Keline Vaart) fue
una de las actividades que más beneficios directos les reporto… este Keline
Vaart (fue) el fenómeno más rentable en la historia del Caribe en el siglo
XVIII. Esta navegación pronto enlazó con un Grote Vaart directo desde la
metrópolis, que había supuesto el verdadero triunfo del comercio directo
neerlandés…” [4]
Otro elemento interesante que destaca la profesora
es que en el modelo holandés también existía una sociedad mercantil que vivía
del contrabando; más aún, el negocio de los piratas, además de ser parte de la
idiosincrasia caribeña, fue también una forma de vida y de supervivencia de los
colones holandeses. Según los datos localizados en el comercio ilegal, los
mayores intercambios se producían entre las islas de San Eustaquio y de
Curazao. Gracias a este comercio
paralelo, algunas islas, dice la autora, como por ejemplo Barbados, que gracias
a esta actividad, pudo transformase “de
isla inútil” a un centro azucarero en manos británicas de gran productividad:
El enorme desarrollo del comercio intra-caribeño en
la segunda mitad del siglo XVIII se debe a muchos factores. En la segunda mitad del siglo XVIII, este
comercio era una forma adecuada y rentable de proveerse también de producto de
abastecimiento para sus propios territorios coloniales en una época en que la
situación atlántica se resentía por las numerosas guerras. La escasez o
abundancia de ciertos productos en algunas regiones influyó en un incremento de
las relaciones comerciales de las distintas islas y áreas continentales
caribeñas, siendo Venezuela uno de los focos más activos…[5]
Así pues, a pesar de que Holanda no tenía grandes
posesiones en El Caribe, fue clave en el desarrollo del modelo de las
plantaciones, en el transporte de mercancía y en la intermediación financiera.
Estaba claro también que a Holanda no le interesaba el control político en la
zona. Le bastaba con obtener ganancias.
Sus pequeñas posesiones eran suficientes para sus apetencias económicas.
Los temas de dominio político y hegemonía en la zona se los dejaba a los
ingleses y franceses. Los españoles, en
el siglo XVIII y principios del siglo XIX, estaban muy ocupados intentando
manejar todo un continente bajo su control y poder. Así concluye este interesante ensayo de la
profesora española:
A largo plazo, los negocios neerlandeses caribeños
continuaron diversificando sus conexiones con distintas áreas productivas que
controlaban para transportar sus productos, incluyendo el avituallimiento de la
mercancía humana, los esclavos y así seguir invirtiendo masivamente en las
plantaciones y en el comercio de contrabando, que siguió su propia evolución
interna hasta ya entrado el siglo XIX.[6]
Así termina esta narración. Seguiremos con el Caribe Holandés desde la
perspectiva del historiador y amigo dominicano Frank Moya Pons, expuesto en su
obra sobre Historia del Caribe. Hasta la próxima.
[1]
Ana Crespo Solana, “Holanda en el Caribe desde la perspectiva comparada.
Aportación al debate sobre los modelos de expansión en los siglos XVII y XVIII”,
CATHARUM, Revista de Ciencias y Humanidades del Instituto de Estudios
Hispánicos de Canarias, http://www.academia.edu/390300/Holanda_en_el_Caribe_desde_la_perspectiva_comparada._Aportaci%C3%B3n_al_debate_sobre_los_modelos_de_expansi%C3%B3n_en_los_siglos_XVII_y_XVIII.
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Ibídem
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Ibídem
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