III
Congreso Internacional de Estudios Caribeños: .LAS MEMORIAS DE LA AFRO DIASPORA
EN LOS TERRITORIOS CARIBEÑOS Y LATINOAMERICANOS, 1
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
mu-kiensang@pucmm.edu.do
@MuKienAdriana
Mi negritud no es una piedra, su sordera precipitada
contra el clamor del día
mi negritud no es una fuente de agua putrefacta en el ojo
muerto de la tierra
mi negritud no es ni una torre ni una a piel roja del sol
ella se sumerge en la piel ardiente del cielo
ella rompe el agobio que produce la paciencia. Aimé
Cesaire
El tema de la esclavitud, de la
trata de negros esclavos desde África hasta América, trajo consigo un impacto
cultural que se impregnó fuertemente en el imaginario colectivo, especialmente
de los lugares donde se impuso el modelo de plantación azucarera. No es de extrañar que naciera el grito
desesperado de Cesaire y de otros antillanos que expresaron a través de la
palabra, la música y la pintura el dolor de la esclavitud de sus ancestros.
El tema de la negritud ha sido objeto de estudio de muchos
estudiosos del mundo, incluso de algunos que no forman parte geográfica del
Caribe, pero que el tema de la trata de esclavos impactó grandemente en sus sociedades
y sus culturas. En el Congreso se
presentó la ponencia de los profesores de la Universidad Federal de Bahía, Joseania
Miranda Freitas y Marcelo Nascimento Bernardo da Cunha titulado: “MEMORIAS AFRO-DIASPÓRICAS EN DIFERENTES TERRITORIOS CARIBEÑOS Y
LATINOAMERICANOS EN LAS PERSPECTIVAS DE MANUEL RAIMUNDO QUERINO Y MANUEL ZAPATA
OLIVELLA”.
La ponencia analiza las
memorias africanas de la diáspora de los esclavizados en América Latina y el
Caribe, y parte de dos autores afro-latinoamericanos muy importantes: el
brasileño Manuel Raimundo Querino (1851-1923) y el colombiano Manuel Zapata
Olivella (1920-2004). Los autores analizan profundamente los textos: La raza africana y sus costumbres en Bahía,
de Manuel Querino publicado en 1916 y
los textos que componen la tercera parte del libro Las claves mágicas de América, de Zapata Olivella, Creatividad del Negro bajo la Opresión,
que salieron a la luz pública en 1989. En esta entrega solo trabajaremos la primera
parte de la ponencia, por razones de espacio.
La próxima semana abordaremos al segundo autor.
Manuel Raimundo Querino,
dicen los autores es un autor cuya historia personal es un enigma. Se cree que
fue hijo de esclavos, que quedó huérfano a los cuatro años. Vivió entonces en
un orfanato. A los treces años le fue entregada su tutela al profesor Manuel
Correira García, quizás bajo la protección de un hombre culto, pudo cultivar
sus dotes escriturales y recibir una educación esmerada.
La participación
política y profesional de Querino fue intensa, como afirman los autores. Fue el creador de la Liga de los Trabajadores de Bahía, en 1874. Desde su labor como profesor del
Liceo de Artes y Oficios y del Colegio de Huérfanos de San
Joaquín, expuso sus ideas en contra de la esclavitud. Años más tarde, y
defendiendo el proyecto de los
ideales abolicionistas y republicanos creó dos periódicos: La Provincia (1888) y El
Trabajo (1892). En 1916 publicó el libro
A Bahia de outrora: vultos
e fatos populares, en lo cual defiende la importancia del papel del africano para la construcción de la nación, decía
que el africano había:
[…] desempeñado, entre
nosotros, el papel de caballo de batalla, de los malos tratos. Era palo para
toda la obra; en el servicio doméstico, la agricultura, las artes mecánicas,
sobre todo en las construcciones; en las artes liberales, como auxiliar, sin
brillo, es cierto, pero con esfuerzo. Aplicaba sanguijuelas, sangraba, quitaba
ventosas, cortaba cabello, afeitaba, remaba barcos, encendía las lámparas, era
matarife y carnicero, sacaba dientes, cargaba literas, todo ello en beneficio
del amo, mientras no adquiría libertad. Manuel Querino, A Bahia de outrora: vultos e fatos
populares... Citado por REIS,
Carlos Antônio dos. Do convívio e colaboração das raças...
Los estudiosos de la
obra de Querino afirman que tenía dos
preocupaciones: demostrar el aporte de los negros a la cultura de Brasil
y recordar a los blancos que tenían una gran deuda n
con África y con los afro-brasileños.
Afirman los profesores de Brasil que Manuel Querino se tomó el tiempo
necesario para registrar importantísimas informaciones sobre las costumbres de
las tribus africanas, para lo cual
haciendo uso de la historia oral, registró
testimonios de ancianos de la ciudad de Salvador de Bahía. En palabras del
propio Querino en su obra A raça africana e os seus costumes na
Bahia, I que fue presentada en el V Congresso Brasileiro de
Geografia, en 1916:
mayores
respetables, y que nos dieron sin reservas ni subterfugios, porque en nosotros
estas personas no veían más que un amigo de su raza, o quien, con sincera
simpatía, siempre respetó y supo hacer justicia a la gente que el cautiverio
aviltó, insultó y persiguió, pero que no logró jamás alterarle las calidades
innatas, afectivas….
En la ponencia los profesores de la Universidad Federal de Bahía, que
Querino, para comprender el universo
religioso y simbólico, tan presente en las comunidades de origen africano,
decidió estudiar los cultos y sus divinidades. Dicen al respecto los autores:
Al hablar
de los Orishas, término genérico que utiliza para denominar las divinidades del
panteón religioso africano, el autor destaca el sincretismo con los santos
católicos. Pero, como no era iniciado en los cultos, y como todavía no los
conocía profundamente, no realizó un análisis etnográfico preciso, sino hizo,
básicamente, una descripción, con utilización de palabras que, muchas veces,
estaban más próximas a las concepciones hegemónicas, como por ejemplo:
“Encontró en Brasil la superstición, consecuencia fatal a los pueblos en su infancia.”
Al tratar
de la divinidad Gunucô, el autor presenta algo que encuentra resonancia en
Colombia, que es el sincretismo de Santa Bárbara con Changó, “[…] el ángel de
la guardia del hombre es Changó, el de la mujer es Iansa, pues las dos
entidades representan S. Bárbara.”
Después de estudiar las divinidades, se dedica Querino a estudiar
propiamente a los cultos, y señala que muchos de ellos tenían en su seno el
arma de la rebeldía e instaban a la rebelión de los negros esclavizados, como
ocurrió en 1835 en Salvador de Bahía. Parece que tenía razón, dicen los
profesores universitarios, porque la historiografía
contemporánea lo ha corroborado.
En su búsqueda por conocer la cultura mágico religiosa de sus ancestros,
Querino se dedicó también a estudiar el Candomblé
de Caboclo, que era y es todavía, el culto a los antepasados y a las divinidades indígenas, producto del encuentro
intercultural que se produjo entre africanos y nativos. De esta íntima convivencia
producida esencialmente en las haciendas azucareras, surgió la celebración de este
rito.
Los autores finalizan esta
parte de su ponencia diciendo:
En la diáspora los africanos utilizaron variadas estrategias de supervivencia, de tal manera que no perdieron, sino que
mantuvieron los nexos y referencias sociales dejadas en el continente africano.
Una estrategia que se destaca es la de la creación de comunidades religiosas,
establecidas a partir de valores míticos-simbólicos ancestrales, que
permitieron el mantenimiento y transmisión de memorias, historias, preceptos
éticos y valores morales. Si la desagregación provocada por la prisión y trata
esclavista provocó la pérdida de lazos familiares de sangre, la reunión en las
Américas, en comunidades religiosas basadas en estructuras familiares, permitió
que un nuevo modelo de familia se materializase.
Posiblemente fue la fuerza de estas
estructuras que llamó la atención de Manuel Raimundo Querino y Manuel Zapata
Olivella para que se dedicasen a las herencias africanas, llevándolos a la
escritura y defensa de planteamientos marcados por la búsqueda de entendimiento
de tales estructuras, identificándolas como elementales y esenciales, como un
micro-cosmos revelador de los valores africanos traídos a las Américas.
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