ENCUENTROS
De vuelta con EDGAR MORIN. ¿Qué significa estar con la
cabeza bien puesta.
A un hermana-amiga
mexicana Patricia Gascón Muro
La primera finalidad de la enseñanza fue formulada por Montaigne; vale
más una cabeza bien puesta que una repleta. El significado de “una cabeza
repleta” es claro: es una cabeza en la que el saber se ha acumulado, apilado y
no dispone de un principio de selección y de organización que le otorgue
sentido.
Una cabeza bien puesta significa que mucho más importante que acumular
el saber es disponer simultáneamente de: una aptitud general para plantear y
analizar los problemas; principios organizadores que permitan vincular los
saberes y darles sentido. Edgar Morín,
La Cabeza bien puesta, p. 23.
Seguimos con este libro apasionante
titulado: “La cabeza bien puesta. Repensar la reforma. Reformar el pensamiento.
Bases para una reforma educativa”, publicado en el año 2002 en su versión en
español.
Dice Morín que la educación debe
propiciar la aptitud natural del pensamiento a conocer, plantear y resolver los
problemas; pero también debe estimular el pleno empleo de la inteligencia, que
en los niños y los adolescentes se desarrolla cuando tienen el pleno ejercicio
de la curiosidad. Se trata de apoyar e
incentivar la aptitud para
cuestionar. Pero, dice el gran pensador,
esa aptitud no se escribe en un programa, sino que debe estar animada e
inducida por la energía de un educador.
Para desarrollar la inteligencia,
se necesita sembrar la duda, que es la semilla de toda actitud crítica; e
incluso debemos enseñar a sembrar la duda sobre la duda misma. Enseñar a dudar
es contribuir a desarrollar nuevas aptitudes mentales: el olfato, la sagacidad,
la previsión, la ductilidad del espíritu y la atención vigilante (P. 25). A partir de entonces Morín hace una
reflexión de las disciplinas. Por
ejemplo, para la enseñanza de las matemáticas se requiere enseñar más allá del
cálculo, se necesita mostrar la:
“naturaleza
intrínsecamente problemática de la matemática. El cálculo es un instrumento del
razonamiento matemático…A lo largo de los años de enseñanza habría que poner en
evidencia, progresivamente, el diálogo del pensamiento matemático con el
desarrollo de los conocimientos científicos y, finalmente, los límites de la
formalización y de la cuantificación. (P.25)
En relación a la filosofía, Morín
afirma que tiene que contribuir al desarrollo del espíritu problematizador,
pues es ante todo un poder de interrogar y de reflexionar sobre los grandes
problemas del conocimiento, y ante todo de la condición humana. Debería renovar
la visión que se ha desarrollado desde Aristóteles hasta nuestros días. El profesor de filosofía tendría que ayudar y
aportar al conocimiento no solo reflexivo, sino interrogatorio sobre los
conocimientos científicos, la literatura y la ciencia.
Cuando se habla de cabeza bien
puesta, afirma Morín es cuando estamos en capacidad de organizar los
conocimientos para poder evitar la acumulación estéril de información. Todo conocimiento, sigue afirmando, conduce a
la interpretación y a la reconstrucción a partir de signos, símbolos, señales
que ayudarán a interpretar las teorías y los discursos. El proceso es circular, pues pasa de la
separación a la unión; y de la unión a una nueva separación en un proceso
dialógico del saber de síntesis al análisis; y del análisis a la síntesis. En
palabras del autor: “El conocimiento implica al mismo tiempo separación y
unión, análisis y síntesis.” (P. 26).
Todo esto lo lleva a plantear la
necesidad de un nuevo “espíritu científico”. En vista de que el desarrollo de
las ciencias llevó a la fracturación y parcelación del conocimiento, provocando
la quiebra de las entidades naturales sobre las que se habían producido las
grandes interrogantes: el cosmos, la naturaleza, la vida, y, en última instancia,
el ser humano mismo. Por suerte, dice
Morín, se han creado nuevas ciencias que son transdisciplinarias y sus objetos
no son parcelas, sino un sistema complejo del todo organizador. Estos nuevos
aportes a la ciencia son: ecología, la cosmología, para citar algunas.
Todas estas ciencias rompen el viejo dogma
reduccionista de explicación por lo elemental: consideran sistemas complejos en
los que las partes y el todo se producen conjuntamente y se organizan
mutuamente y en el caso de la cosmología, una complejidad que va más allá de
todo sistema. Ya existían ciencias multidimensionales, como la geografía, que
va de la geología a los fenómenos económicos y sociales. Existen ciencias que
se ha vuelto poliscópicas como la historia y ciencias que ya lo eran, como la
ciencia de las civilizaciones…Luego aparecieron las nuevas ciencias sistémica:
ecología, ciencias de la Tierra, cosmología…. (P.30)
Por mi propia curiosidad, y
porque ya escribí un artículo sobre la posición de Morín acerca de la ecología,
voy a abundar un poco sobre una ciencia sistémica que no conozco en absoluto:
la cosmología.
Dice el
autor que el cosmos había sido dado de baja a principios del siglo XX debido a
que primaba la visión de Einstein en materia de espacio-tiempo expresado en su
teoría de la relatividad. Gracias a la
persistencia y capacidad investigativa y creativa de Edwin Powell Hubble cambió la perspectiva. El famoso
físico astrónomo de los Estados Unidos que vivió la mitad del siglo XX,
demostró en 1929 la expansión del universo midiendo el corrimiento al rojo de galaxias distantes. Es
considerado el padre de la cosmología observacional, a pesar de sus grandes
aportes en astronomía y astrofísica.
Posteriormente, en los años 60, se descubrió la radiación isótropa que viene de
todos los horizontes del Universo, el cual podría interpretarse como el residuo
fósil de un hecho térmico inicial:
“A partir de ese momento se impuso la concepción de un cosmos singular en
su devenir. Para conocerlo y, sobre todo, para concebir la formación de
núcleos, átomos y las inter-retroacciones internas de los astros, se asocia la
observación astrofísica con los resultados de las experimentaciones
microfísicas, es decir, la disciplina de lo infinitamente pequeño con la
disciplina de lo infinitamente grande. Y algunos cosmólogos que, a la manera de
Pascal, reflexionan sobre la situación humana entre estos dos infinitos,
intentan introducir la posibilidad de la vida y de la conciencia en su idea de
cosmos (principio antrópico). De este modo, disciplinas diversas (astronomía de
la observación física, microfísica, matemática), más una reflexión casi
filosófica, se utilizan de manera reflexiva para acceder de la mejor manera
posible a la inteligibilidad de nuestro
Universo. (P.32)
A pesar de los avances, la
interdisciplinariedad o multidisciplinariedad no están todavía generalizadas; y
en algunos centros científicos siguen despedazados “entre su naturaleza de ser
vivo estudiado en la biología y su naturaleza física y social estudiada en las
ciencias humanas.” (P.33)
Wao ¡Qué profundidad de
pensamiento! ¡Difícil a veces de
asimilarlo! Seguimos en la próxima.
Espacio agotado.
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