ENCUENTROS
De vuelta con EDGAR MORIN. Con la cabeza bien puesta. ¿Dónde
está la sabiduría que perdemos en el conocimiento?
Dedicado a mi hermana-amiga mexicana Patricia Gascón Muro
TS Eliot decía: ¿Dónde está el conocimiento que perdemos en la información?
El conocimiento es solo conocimiento en tanto es organización, relación y
contextualización de la información. La información constituye parcelas de
saberes dispersos. En todas partes, en las ciencias y en los medios de
comunicación, estamos sumergidos en información. EL especialista de la
disciplina más restringida ni siquiera puede llegar a conocer las informaciones
de su campo. Cada vez más la gigantesca proliferación de conocimientos escapa
al control humano. Además, como ya hemos dicho, los conocimientos fragmentarios
no sirven para otra cosa que no sean usos técnicos. No llegan a conjugarse para
alimentar un pensamiento que pueda considerar la situación humana, en la vida,
en la tierra, en el mundo, y que pueda afrontar los grandes desafíos de nuestro
tiempo. No logramos integrar nuestros conocimientos para la conducta de
nuestras vidas. De ahí el sentido de la
segunda parte de la frase de Eliot: ¿Dónde está la sabiduría que perdemos en el
conocimiento? Edgar Morin, Con la cabeza
bien puesta.
Y con este párrafo
introductorio, volvemos al pensamiento educativo de Morín, iniciado en
el artículo anterior, comenzamos una serie acerca de una obra clave en el
pensamiento de Morín a nivel educativo. Con el sugestivo título “Con la cabeza
bien puesta. Repensar la reforma. Repensar el pensamiento”, cuya versión en
español fue publicada en el 2002 en Buenos Aires.
Morín plantea que existen tres
grandes desafíos: el desafío cultural, el desafío sociológico y el desafío
cívico. Estos tres desafíos, dice, llevan al problema esencial de la
organización del saber.
El desafío cultural
También la cultura, afirma el intelectual, está cortada en múltiples
pedazos. Existen dos bloques fundamentales: la cultura humanística y la cultura
científica. Esta bifurcación nació en el
siglo XIX, continuó en el XX y permanece todavía. Esta situación ha tenido
terribles consecuencias, vemos cómo:
La
cultura humanista es una cultura genérica que, vía la filosofía, el ensayo, la
novela, alimenta la inteligencia general, enfrenta los grandes interrogantes
humanos, estimula la reflexión sobre el saber y favorece la integración
personal de los conocimientos. La cultura científica, de una naturaleza
diferente, separa los campos de conocimiento; provoca descubrimientos admirables,
teorías geniales, pero no una reflexión sobre el destino humano y sobre el
devenir de la ciencia. (Pp. 17 y 18)
Asegura Morín que mientras las humanidades tienden a convertirse en el
dominio privado, la ciencia y el dominio científico ve solo el ordenamiento
estético y la cultura como ornamentos no esenciales. Pero al mismo tiempo, las humanidades no ven
en la ciencia más que un conglomerado de saberes abstractos y amenazadores.
El desafío sociológico
El mundo de hoy se caracteriza
por:
·
La información es considerada como materia prima
que el conocimiento debe dominar e integrar.
·
El conocimiento debe ser vuelto a consultar y
ser revisado por el pensamiento
·
El pensamiento es, como nunca, el capital más
preciado para el individuo y para la sociedad.
El Desafío Cívico
Un elemento interesantísimo que plantea Morín es que esa
falta de visión global, implica, necesariamente, el debilitamiento de la
responsabilidad ciudadana, pues cada quien está enfrascado en el cumplimiento
individual de su tarea especializada. Y,
lo que es peor, la fragmentación ha hecho desaparecer, casi totalmente, la
solidaridad, pues los individuos no sienten el vínculo orgánico con su ciudad y
sus conciudadanos. Esta individualización extrema ha provocado un
debilitamiento profundo de la democracia:
Existe un
déficit democrático creciente a causa de la apropiación de una cantidad cada
vez mayor de problemas vitales por parte de los expertos, especialistas,
técnicos.
El saber se ha
vuelto cada vez más esotérico (solo pueden acceder a él los especialistas) y
anónimo (cuantitativo y formalizado).
También el conocimiento técnico está reservado a expertos, cuya
competencia en un dominio cerrado está acompañada por una falta de competencia
cuando este dominio se ha vuelto parásito a causa de influencias externas, o ha
sido modificado por un conocimiento nuevo. (P. 19)
En esa perspectiva, el ciudadano pierde, necesariamente, el
derecho al conocimiento, aunque tiene el derecho de adquirir un conocimiento
especializado si hace estudios. Pero, y
aquí Morín vuelve al tema ético de la bomba atómica al afirmar que “el arma
atómica le quitó por completo al ciudadano la posibilidad de pensarla y de
controlarla. Su uso está librado a la decisión personal de un Jefe de Estado,
sin consultar a ninguna instancia democrática regular.” (P. 19). Finaliza su
reflexión acerca de este desafío diciendo que en la actualidad no existen
posibilidades de democratizar un saber que está enclaustrado y secuestrado por
algunos sabios. Y finaliza diciendo:
Pero debería ser
posible encarar una reforma del pensamiento que permitiera afrontar el
formidable desafío que nos encierra en la siguiente alternativa: o bien
soportamos el bombardeo de innumerables informaciones que nos llegan en la
catarata cotidiana a través de los diarios, la radio, la televisión, o bien
confiamos en doctrinas que solo retienen las informaciones lo que las confirma
o es inteligible y rechazan como error o ilusión todo lo que las desmiente o es
incomprensible. Este problema se plantea
no solo para el cotidiano conocimiento del mundo sino también para el
conocimiento de todas las cosas humanas y para el propio conocimiento
científico. (P. 20)
Estos desafíos enumerados no son independientes, todo lo
contrario, dependen uno de otro. La
reforma del pensamiento conlleva el pleno uso de la inteligencia para poder
responder a estos desafíos, permitiendo el necesario vínculo de dos culturas
disociadas. Es, dice el autor, una
reforma paradigmática, no programática.
La reforma de la enseñanza debe implicar, necesariamente, a una reforma
del pensamiento; y viceversa.
En la próxima entrega hablaremos sobre la educación y la
enseñanza desde la perspectiva de Morín y el pensamiento complejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario