TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE
El mito esfumado del campesinado
caribeño: El caso de Cuba
Por: Mu-Kien Adriana Sang
sangbenmukien@gmail.com
mu-kiensang@pucmm.edu.do
@MuKienAdriana
CON EL MISMO CORAZÓN
En el campesino aforo
con ojos del alma vi
cantaba alegre un coquí
y trinaba un tocororo.
Luego se unieron en coro
por una justa razón,
con el compás de un danzón
dijeron emocionados
aquí estamos hermanados
con el mismo corazón, Jesús Orta Ruíz
Iniciamos este artículo con un poema
de don Jesús Orta Ruiz, conocido mejor como “El Indio Naborí”. Un poeta que hizo suyas las angustias, sueños
y esperanzas de los hombres del campo. Considerado como el máximo exponente de
las décimas no solo en su natal Cuba, sino de toda América Latina- Dicen los
que lo conocieron que se caracterizaba por su extrema sencillez y su gran
corazón.
Con esta introducción seguimos trabajando
con el tema del campesinado caribeño.
Encontramos el trabajo de la profesora Graciela Magia Vercesi, de la
Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, quien escribió en septiembre del
año 2008 el ensayo “Azúcar amarga: el inevitable oxímoron de la historia
cubana, que fue publicado en la revista colombiana Tábula Rasa, No 10 correspondiente
a los meses enero-junio 2009.
Sostiene la profesora Magia Vercesi
que Cuba, a diferencia del resto de la Antillas, fue una colonia española de
plantación y africanización tardía.
Afirma que la isla tuvo una historia en dos tiempos-ejes. El primero fue la colonia cuya actividad
económica principal era la economía del cuero y los cultivos tropicales no
intensivos. La estructura social estaba
centrada en torno a las haciendas patriarcales, “las que llevaba una vida domestizada basada en relaciones sociales bastante
laxas, se tornara en un sistema de explotación capitalista que va a reproducir
para los centros imperiales europeos, construidos, construidos sobre la base de
la esclavitud.” [1]
El segundo tiempo se ubica en el siglo
XVIII, que va desde 1762 y 1804. Afirma la autora del ensayo que Cuba comienza
a rivalizar con el resto del archipiélago por el abastecimiento mundial de
azúcar. Ahí se inicia la oleada
inmigratoria proveniente del África, “pero
el sustrato criollo temprano había cuajado: la sociedad cubana ya era
mestiza. Por su parte, la abolición de
la esclavitud fue retardada, porque se temía que con la liberación de los
esclavos, el número de negros sobrepasara a la población blanca.”[2]
Un elemento interesante que defiende
la autora, es que Cuba, a diferencia de Puerto Rico y la parte este de la isla
de Santo Domingo, se africanizó para satisfacer la voracidad de los ingenios,
envueltos en una vertiginosa carrera gracias a la demanda de Europa.
Con esta afirmación, podría decirse,
que en Cuba, a diferencia de las dos colonias españolas en El Caribe insular,
no contó con un campesinado fuerte. Por
el contrario, el ingenio azucarero fue tan poderoso en la economía cubana, que
permeó la relación social. Predominaban
los esclavos negros. En palabras de la
autora:
Para comprender históricamente el oxímoron que
expresa el mundo azucarero –dar vida tronchando vidas, “azúcar sin lágrimas”…-
es necesario comprender cómo especialmente en el caso cubano, la identidad
nacional se relacione con el ambivalente valor de la plantación…[3]
En
el paso del tiempo, España perdió, a finales del siglo XIX su último bastión en
El Caribe insular, y ya a finales de los años 30 del siglo XX, Cuba pasó del colonialismo
español, con un breve período independiente, al neocolonialismo norteamericano,
muy interesado en la producción azucarera cubana, como crudamente lo expresa el
fragmento de la poesía Caña del gran
Nicolás Guillén:
El negro
junto al cañaveral.
El yanqui
sobre el cañaveral.
La tierra
bajo el cañaveral.
¡Sangre
que se nos va!
junto al cañaveral.
El yanqui
sobre el cañaveral.
La tierra
bajo el cañaveral.
¡Sangre
que se nos va!
Con estas aseveraciones de
la profesora Magia
Vercesi, el campesinado en Cuba estuvo permeado por la lógica esclavista que
había impuesto el modelo azucarero. Más
que campesinos, los trabajadores de la caña era esclavos que entregaban su
sudor a cambio de una mísera retribución que apenas les permitía sobrevivir.
Esos
esclavos no formaban parte de la comunidad soñada e imaginada, de la idea de
nación inspirada en las ideas del liberalismo europeo: “Naturalmente, la población negra quedaba excluida de la comunidad
imaginada de nación, aunque su innegable vitalidad circulaba por las calles,
los cañaverales y los campos. …”
Finaliza su reflexión diciendo:
No estoy
negando la influencia obvia del mestizaje en nuestro carácter, sino señalando
que hay otro plano ni blanco ni negro ni mestizo, donde el blanco, el
negro…verifican su cubanidad. Es una zona no racial, aunque sí profundamente
popular…
Así pues, todo parece indicar que el campesinado, como lo conocemos
aquí, en esta media isla caribeña, no fue un fenómeno común en el Caribe. Que nuestro utopía caribeña, hoy esfumada fue
un producto local, quizás por el surgimiento de las pequeñas unidades
productivas, en contraposición a la plantación.
Aquí convivieron, no necesariamente armónicamente, el campesinado y sus pequeñas parcelas
productivas de productos menores y la gran plantación cañera expandida en el
siglo XIX, gracias a la migración cubana; así como el hato ganadero dominante
en el este del país.
MAGIA
Estoy viendo, como quien
sueña en una noche triste,
paisaje que ya no existe
con ojos que ya no ven.
Magia de supremo bien
hay en el recuerdo mío,
cuyo visual poderío
desde un mirador profundo,
está repoblando el mundo
que se me quedó vacío, Jesús Orta Ruiz
Estoy viendo, como quien
sueña en una noche triste,
paisaje que ya no existe
con ojos que ya no ven.
Magia de supremo bien
hay en el recuerdo mío,
cuyo visual poderío
desde un mirador profundo,
está repoblando el mundo
que se me quedó vacío, Jesús Orta Ruiz
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