lunes, 18 de noviembre de 2013

Bueno o malo? Maquiavelo o la inexistencia del bien


ENCUENTROS

¿Bueno o malo?  Maquiavelo: la inexistencia del bien

Por Mu-Kien Adriana Sang

·        En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven.

·        Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos.

·        La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad.

·        En todas las cosas humanas, cuando se examinan de cerca, se demuestra que no pueden apartarse los obstáculos sin que de ellos surjan otros.

·        Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen.

·        No puede haber grandes dificultades cuando abunda la buena voluntad.

·        Todos los Estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento.

            Nicolás Maquiavelo

Esta es la quinta entrega de esta serie de artículos que acabarán cuando pueda satisfacer aunque sea mínimamente la pregunta que atormenta mi alma ¿el ser humano es bueno o malo por su propia condición?. Iniciamos el periplo con una serie de cuestionamientos que me hacía, y me sigo haciendo todavía, sobre cuál es la verdadera naturaleza humana, al ver el derrotero que ha seguido este mundo en el que vivimos. Después me fui a la fuente del pensamiento antiguo, centrando la reflexión en China y Grecia. No me sentí satisfecha con las respuestas de los taoístas, confucionistas y los tres tradicionales filósofos griegos.  Estas reflexiones me hicieron pensar en las bases de sustentación de las dos religiones que tienen mayores adeptos en el mundo: la católica y la islámica. Al finalizarlos, me motivé más.

Mi natural curiosidad me hizo seguir buscando. Entonces recordé mis clases de Historia de las Ideas Políticas y el revuelo que causaba en la juventud las ideas de Nicolás Maquiavelo. Volví a recuperar mis notas, y aquí les expongo mis ideas. Recordé también el artículo que escribí hace varios años titulado sobre un incidente que se había producido en mis clases a propósito del debate encendido sobre las ideas de este italiano: los que estaban en contra y los que estaban a favor.

Es increíble cómo en la segunda década del siglo XXI, seis siglos después, todavía estemos hablando de este italiano florentino, Nicolás Maquiavelo, figura preponderante del renacimiento italiano, nacido a mitad del siglo XV, en mayo de 1469,  y que murió en junio de 1527 con apenas 58 años de edad.  Sus ideas siguen siendo inspiración para muchos políticos, pero sobre todo constituyen un manual muy práctico del poder político, su ejercicio, y muy especialmente cómo mantenerlo. En su corta vida tuvo múltiples facetas, además de escritor, fue diplomático y funcionario público.

Maquiavelo escribió y mucho. Su primera obra fue publicada en 1499 y llevaba como título "Discurso sobre la corte de Pisa". Años más tarde se dedicó a hacer un análisis sobre las cortes más importantes de Europa. De estos estudios nacieron sus obras "Retrato de la corte de Francia", publicado en 1510; "Los Discursos sobre la primera década de Tito Livio", en tres volúmenes, 1512-1517. Fue un historiador preciso y agudo, su obra Historia de Florencia, condensada en 8 libros y publicada entre los años, 1520-1525, constituye una referencia obligada sobre el renacimiento italiano. Pero fue realmente su pequeño ensayo "El Príncipe", escrito en 1513 y publicado póstumamente en 1531, el que lo catapultó hacia la posteridad.

Algunos estudiosos de Maquiavelo sostienen que esta obra, El Príncipe, retrata la reflexión del estudioso sobre el ejercicio del poder a partir de observarlo y estar bien de cerca en los poderosos círculos políticos florentinos, y de algunos monarcas de la Europa de la época. Fue testigo privilegiado de los grandes acontecimientos que vivía el mundo europeo del momento. Siendo muy joven, observó cómo Florencia se convertía en potencia italiana, bajo el mandato de Lorenzo de Médici, El Magnífico. Luego también presenció su caída ocurrida en 1494. Mientras se iniciaba en el servicio público, Florencia comenzaba su proceso de convertirse en república, un corto período que sólo duró hasta 1512, momento en el cual los Médici regresaron al poder, hasta 1527, cuando nuevamente fueron sacados del poder. En el medio de ese proceso, Maquiavelo, en 1500, tuvo la oportunidad  de servir de negociador en Francia para convencer a Luis XII sobra la conveniencia de que continuara la guerra contra Pisa. Dicen algunos que el monarca francés, con su forma de ejercer el poder, fue el que inspiró a Maquiavelo, al observar los errores cometidos en su política internacional con Italia, a escribir los cinco errores capitales del ejercicio poder que fueron expuestos con brillantez en El Príncipe. Esta obra de menos de 60 páginas, subdividas en 26 pequeños capítulos, contiene una riqueza terrible y temible de los artificios, artimañas y mecanismos para permanecer y dominar al pueblo, convertirlo en súbdito sumiso.  

Otros sucesos que marcaron a Maquiavelo y le ofrecieron datos e ideas fue observar n las intríngulis del poder y las ambiciones de los de arriba, y fue el papel que jugó el Papa Alejandro VI y su hijo, César Borgia, el duque Valentino; dos seres sedientos e insaciables de poder, gloria y dinero. Tanto marcaron al funcionario-pensador las acciones de César Borgia, que algunos han afirmado que es "El Príncipe" de Maquiavelo; el hombre preparado para las eventualidades del poder, incluso la traición.  

Pero volvamos al tema que nos ocupa. Maquiavelo es tan apasionante que podría desviarnos de nuestro centro de preocupación y centrarnos en sus ideas-recetas sobre cómo permanecer en el poder.  A diferencia de los pensadores griegos de la antigüedad, el florentino está convencido que el ser humano es malo por naturaleza. Que la maldad humana es intrínseca a su condición: "Los hombres son míseros, más aficionados a los bienes que a su propia sangre.."  Es decir, no hay bondad o maldad, sino intereses, dinero y propiedades.  Tan grande era su convicción que el autor afirma sin remordimientos que los seres humanos lloran más fácil la pérdida de sus bienes que la muerte de sus padres. ¡Oh Dios!

Maquiavelo afirmaba, con sorprendente crudeza, que los seres humanos no sólo eran malos por naturaleza, sino que el conjunto de ellos, que integra el colectivo pueblo, eran débiles, inconscientes y volubles. Para convencerlos, se usaban las palabras que comprase sus simpatías, pero cuando estas no funcionaban, la fuerza era la mejor forma de someterlos.

La virtud maquiavélica, no era la virtud socrática. Para el filósofo griego el thymos era el arte de hacer el bien para así poder gobernar a favor de las mayorías. El politólogo italiano planteaba que la virtud era una ilusión, porque los hombres y las mujeres, se habían convertido en seres diestros en el arte del engaño. Por eso recomendaba al Príncipe no tener virtudes, solo debía aparentar tenerlas.  

Fiel a su idea de que solo existían los intereses, para Maquiavelo la moral no tiene razón de ser, pues no encontraba diferencia alguna entre el bien y el mal: "En las acciones de todos los hombres, pero especialmente en las de los príncipes, contra los cuales no hay juicio que implorar, se considera simplemente el fin que ellos llevan. Dedíquese, pues, el príncipe a superar siempre las dificultades y a conservar su Estado. Si sale con acierto, se tendrán por honrosos siempre sus medios, alabándoles en todas partes: el vulgo se deja siempre coger por las exterioridades…" (Capítulo XVIII)  De esta atrevida afirmación de Maquiavelo es que se ha nacido la frase atribuida a él: "el fin justifica los medios."

Duro de asimilar un planteamiento tan crudo y duro como el que expone Maquiavelo en esta pequeña obra que todavía sigue siendo libro de cabecera de muchos políticos y gobernantes.  Los sentimientos humanos no existen en su visión del mundo. El alma sólo guarda un número infinito de intereses; en el caso de los gobernantes el deseo de poder, dominio y riqueza son sus únicas pasiones y motores vitales.  Reconozco que su manual mantiene la lógica para que el Príncipe pueda mantenerse en el poder, envolviendo al pueblo con artimañas para seducirlo, ofreciéndole pequeñas gratificaciones cotidianas.  Lo demás son invenciones de unos cuantos ilusos. ¡Duro de asimilar! Yo prefiero ser ilusa a desalmada ¿No creen ustedes?

sangbenmukien@gmail.com

@MuKienAdriana

mu-kiensang@hotmail.com

mu-kiensang@pucmm.edu.do

 

 

 

 

jueves, 14 de noviembre de 2013

Bonó visto por la posteridad. 1


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE


Pensamiento caribeño en el siglo XIX.  Bonó  juzgado por la posteridad, 1

Por: Mu-Kien Adriana Sang



@MuKienAdriana

 

El fin de toda sociedad, ya sea la doméstica, la de la tribu, la de nación, es la felicidad. Fuera de aquí ninguna sociedad tiene razón de ser, puesto que el conato del hombre es ser feliz. ¿Y cuál es la prueba que la sociología pueda dar de que se ha dicho (sic) amar al dominicano la tierra donde ha nacido, donde crece y muere, donde están las tumbas de sus padres y dónde están la suya y la de sus descendientes? Un tropel de cambios de nacionalidad en el decurso de 80 años responde que no ha encontrado esa dicha, ni bajo la dominación de otro tipo ni bajo su propia dirección. La Miseria larga de cuatro siglos, el encorvamiento cada vez mayor hoy día del grupo de puros dominicanos que forma la nación, del grupo que la constituye, del que ha hecho y hace sacrificios para sostenerla, es lastimoso. En todo el horizonte o se ven ni siquiera los albores de la dicha. Pedro Francisco Bonó, Apuntes sobre las clases trabajadoras.

 

Pedro Francisco Bonó no estaba, definitivamente, acorde con la herencia recibida. Fue crítico, muy crítico con su realidad. Expresaba constantemente su inconformidad con el derrotero que tenía su amado país.  Su legado a la posteridad fue, sin duda alguna, un conjunto de ensayos novedosos, intuitivos, agudos y bien documentados.  Por esta razón, los intelectuales contemporáneos, analizaron, desmenuzaron y expusieron sus ideas en torno al pensamiento de este hombre cibaeño que no pensó nunca que sus ensayos, nacidos al calor de los acontecimientos de su realidad, tendrían esa  trascendencia.

Muchos dominicanos han escrito sobre el pensamiento de Bonó, siendo el más importante, Raymundo González de quien hemos hablado en artículos anteriores y que también nombramos hoy. Pero hubo otros que también hicieron sus planteamientos en torno al pensamiento de Bonó, sobre ellos hablaremos próximos artículos.

Bonó caló en historiadores extranjeros que hicieron de sus ideas objeto de interesantísimos ensayos.  Hayden Carrón profesor de Hight Pont University escribió un ensayo muy interesante titulado la "Nación como tragedia"[i]  y aborda la identidad dominicana en el siglo XIX para definir la nación:

La formación de la identidad en la República dominicana, aunque comparte muchas similitudes con los procesos fundacionales de los países americanos, tiene importantes diferencias. La primera se refiere a la especificidad histórica de la isla, ya que la guerra de independencia no se libró contra el imperio español sino contra la primera república negra del mundo: Haití, lo que propició un enemigo externo que fungiera como unificador de las distintas tendencias identitarias dominicanas. Pero quizás la diferencia esencial entre la experiencia dominicana y del resto de los países americanos es que las clases dirigentes del país fueron probablemente las únicas de todo el continente que nunca quisieron separarse de la metrópoli. Incluso podríamos aseverar que, para la élite dominante, el tener que formar una nación independiente fue visto como una tragedia impuesta por los acontecimientos, pero no por una voluntad de realización. (p.241)

Sostiene Carrón que la Guerra de Restauración (1863-1865) que fue librada contra las tropas españolas para expulsarlas del territorio dominicano, no inculcó en las élites gobernantes el convencimiento de que el país podía conseguir el ansiado "progreso" sin la necesidad de la "protección" de una nación extranjera.  A partir de esta particular condición histórica, los intelectuales dominicanos han tenido una marcada influencia, afirma, no sólo en el establecimiento de lo que hoy se considera como dominicano, sino también en la forma en que han analizado la historia dominicana sus batallas, sus vaivenes, sus vivencias y sus avatares.

Carrón diferencia a Bonó del resto de pensadores. Lo considera como un verdadero hito en el marco del pensamiento identitario dominicano. Afirma que sus análisis tan distantes de sus colegas contemporáneos, la "inteligentsia" dominicana, lo rechazara por utópico, excesivamente críticos y para algunos "excéntrico.

El investigador interesado en el pensamiento político dominicano, sostiene que los acontecimientos sucedidos en el país en la segunda mitad del siglo XIX permitió el surgimiento de una incipiente burguesía que trajo como consecuencia el nacimiento de una importante y numerosa intelectualidad.  Bonó fue producto de este proceso.  Durante la primera mitad de su vida Bonó fue un miembro aventajado de esa élite intelectual.

Sostiene que el pensamiento de Bonó está dividido en tres etapas, siguiendo el esquema que ya había propuesto el historiador y amigo Raymundo González. La primera etapa abarca desde 1851 hasta 1867. Estos años marcan dos hitos importantes: el momento en que Bonó asume funciones en el aparato estatal y el segundo el momento en que se retira de la vida política activa.  La obra clave de esta etapa fue el ensayo "Apuntes sobre los cuatro ministerios de la República.

La segunda etapa culmina en 1876, año en que publica su ensayo Estudios, siendo el más importante el tema sobre la hacienda pública.  En la tercera etapa presenta su obra más importante y el que ha dejado mayores huellas en la posteridad: "Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas", del que hemos hablado en varias oportunidades.

Carrón coincide con González y con mi planteamiento del primer artículo que publiqué en esa columna sobre Bonó, de que si bien e los primeros años abrazó, defendió y divulgó las ideas liberales, cambió radicalmente a finales de los 60 del siglo XIX. Su alejamiento del liberalismo hizo que analizara la realidad desde una óptica distinta: la identidad y la formación de lo nacional en la República Dominicana, pero, y ahí radica su novedad, su mirada no es desde la óptica del poder, sino del pueblo explotado: los negros, los mulatos, los campesinos, los jornaleros los desempleados.

A partir de este cambio, Bonó se convierte en un observador agudo de las costumbres y la realidad de los campesinos, especialmente los cibaeños tabaqueros. Critica la ideología del progreso, dice Carrón, como ya señalamos  también en otro artículo, porque no favorecía a las grandes mayorías.  Ataca duro a los que piensan que el campesinado dominicano es bruto, vago y sin aspiración, como era el pensamiento, por ejemplo, de Espaillat.  Este convencimiento lo hace combatir a los que impulsaron el cultivo del azúcar y el cacao que crecieron grandemente gracias a la inyección de capital transnacional. Sólo el tabaco era el verdadero demócrata, decía Bonó.  Los otros productos expulsaban a los campesinos de sus tierras y los convertían en asalariados miserables.

Fiel a su convencimiento de que el campesinado era la base para la felicidad y el progreso, defendió, contrario a lo que pensaban sus contemporáneos, la propiedad de los terrenos comuneros porque permitía el acceso a la tierra.

El tiempo se agotó. Sigo con el mismo tema en la próxima entrega. Hasta la próxima.

 

 

 



[i] Hayden Carrón, Hight Point University, "La nación como tragedia. El pensamiento identitario de la República Dominicana en el siglo XIX, The Colorado Review Sutudies, Vol.8, Fall 2010, pp. 241-259

Bonó y las aspiraciones políticas


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE


Pensamiento caribeño en el siglo XIX. Bonó y las aspiraciones políticas

Por: Mu-Kien Adriana Sang



@MuKienAdriana

 

Yo supongo, que las figuras más conspicuas que cuenta la República, serán las que tienen más probabilidades de atraer la atención de dichos ciudadanos y supongo igualmente que entre estas figuras habrá diez o doce que descuellen sobre las otras…Para escoger uno entre estos esclarecidos ciudadanos es que debe discutirse la candidatura con anterioridad, pues aunque uno de ellos es que debe regir los destinos de la nación, ciertos detalles de actualidad y conveniencia harán preferible la elección razonada a la insaculación.

Si yo tuviera voz consultiva entre tan beneméritos ciudadanos, aconsejaría que se invitase a todos los partidos que puedan existir en el país a que tomaran carta en el asunto…Y puesto que nuestra historia registra prepotencia precaria de cada uno de ellos cuando en una hora ha sido detenida por golpes violentos y atrevidos, inclusive; que ahora en paz, nuevas combinaciones estudiadas sobre la legalidad los sustituyan, y que un nuevo giro pacífico impreso a las elecciones ejerciten a los espíritus sagaces, para triunfar a sus respectivos candidatos y evitar en el porvenir el estallido de los furores concentrados del esclavo. Pedro Francisco Bonó, Opiniones de un dominicano (fragmento)

 

Una semana más presento una reflexión sobre nuestro gran intelectual del siglo XIX, Pedro Francisco Bonó, un hombre con pensamiento propio, que no se envolvió de la magia arrolladora de la ideología del progreso. Un pensador cuya preocupación principal era el bienestar de los menos favorecidos por la vida, la clase trabajadora, como él la llamaba.

Bonó también se preocupó por el futuro político dominicano. No quiso aceptar la candidatura presidencial, a pesar de que en muchas ocasiones se le propuso de forma insistente. No, el intelectual cibaeño prefería la tranquilidad de su modesto hogar para observar el derrotero del país.

Como buen observador participante, se preocupó de la vida política del país: las luchas entre los partidos y sus ambiciosos líderes, como puede evidenciarse en el fragmento que engalana este artículo.  Bonó se preocupó y mucho. Se angustiaba porque las luchas inter caudillistas no daban sosiego alguno a la población, por esta razón afirmaba:

Y como presumo que si así no fuese, así muy bien pudiera ser, sin la voz de consultor ni de caudillo, pero con la del ciudadano que más que todo desea ver la paz de su patria cimentada, voy a dar las razones en que fundo la bondad de mi consejo. Esto me conducirá necesariamente a ser prolijo y quizás abusar…de mis lectores… pero es tan importante para la generalidad la cuestión de la paz…procuraré poner tanta imparcialidad en el asunto, que hasta los que no quieran…habrán de confesar a lo menos que las expongo de buena fe, y que el objeto que me las sugiere merece que todos lo estudiemos, discutamos y resolvamos…[i]

Una de las grandes preocupaciones de Bonó era la situación de los partidos y sus constantes divisiones. Consideraba que en ese momento habían cuatro partidos: el Rojo, el Azul, el Verde o Gonzalista y el Cesarista. Llamaba al partido de Ignacio María González como la "amalgama necesaria al arbitraje practicado por los prohombres azules y rojos, cansados ya e impotentes para continuar y resolver por las armas la contienda…" [ii].  Con ironía señalaba que los hombres de González o rojos desteñidos, llamaron fusión a esa jugarreta política, para presentarla como algo más "agradable, hacedera y pacificadora", pero, afirmaba, predominaba la presencia roja.

La volatilidad de la simpatía hacia los partidos, para llamarlo de alguna manera, era muy grande. Azules que se convertían en rojos; rojos que migraban a los azules; y azules y rojos que constituyeron en una nueva fórmula política. No habían ideologías ni ideas, sólo intereses, como lo afirma el intelectual:

Tal azul de hoy, por ejemplo, a quien quiten el empelo o pensión de que goza mañana será rojo; y tal rojo de ayer a quien den dicho empleo o pensión será azul. No debe admirar o escandalizar cosa tan abstrusa, porque en todos los tiempo y todos los lugares esto siempre ha sucedido en los sistemas personales…Sucederá esto por tanto en el porvenir y sucederá también, que, en el fondo de las opiniones de dicho rojo o azul repentino, quede una reminiscencia, un pie de levadura o fermento de lo que fue. Sucede igualmente que hay infinitos rojos o azules que son firmes en su opinión: unos por carácter, otros porque solo han transigido y transigen por amor a la patria. Estos últimos son los muy escasos, como generalmente son los hombres muy virtuosos.[iii]

Al escribir el artículo el país estaba gobernado por el partido Azul, pero no podía hacer lo que creía y pensaba, porque debía complacer demasiadas y diversas peticiones y presiones. Por un lado estaban las potencias imperiales, léase Francia, Estados Unidos e Inglaterra. Y sobre todo, la relaciones con Haití, país que constituía un grave peligro para la estabilidad política dominicana, decía, por la vocación invasora de sus dirigentes, obligados por su propia anarquía. Sumada a estas situaciones se encontraba la crisis política interna en nuestro país.  Según Bonó,  el pueblo, fruto de estas terribles realidades estaba terriblemente cansado, agotado y frustrado por las luchas internas y las ambiciones de los políticos.

En este trabajo Bonó hace hincapié en que el Presidente de la República, aunque fue propuesto por un partido, debe gobernar para todos, no debería convertirse en el jefe de un Partido:

El Presidente de la República no debe ser jefe de un partido; podrán y hasta deberán los demás miembros de la administración superior pertenecer a ellos con gran ventaja si los partidos significan principios conocidos… pero el Presidente de la República, su título lo indica, solo ha de ver el mérito personal y emplearlo en la felicidad común. Este es su mandato, y para él no debe haber colores ni opiniones; sólo dominicanos que debe hacer felices…[iv]

Tomen nota amigos lectores. Bonó está hablando de la situación política de la segunda mitad de los años 70 del siglo XIX ¡Hace más de 100 años! y no de nuestra vida política actual del siglo XXI.  Sus palabras, con algunos retoques lingüísticos para adecuarlas al estilo moderno, podrían adecuarse a nuestra vida actual. ¡Qué frustración me produce constatar cuán poco hemos cambiado! Preferí dejar que hablara Bonó. Parecería que sus palabras fueron escritas nacidas de la realidad que vivimos. 

 

 

 

 



[i] Pedro Francisco Bonó, Opiniones de un dominicano (1883-1884), ediciones cielonaranja, www.cielonaranja.com., p. 3
[ii] Ibidem.
[iii] Ibidem
[iv] Ibídem

El ser humano, bueno o malo. La posición del corán


ENCUENTROS

¿Bueno o malo? La gran pregunta. ¿Qué nos dice El Corán y el Islamismo?

·         Dios es misericordioso con aquellos que muestran misericordia hacia los demás

·         Realmente Dios no mira ni vuestro cuerpo ni vuestra imagen sino que mira vuestros corazones

·         Ciertamente las buenas obras dependen de las intenciones, y cada hombre tendrá según su intención

·         Consulta tu corazón y la virtud es aquello con lo que la persona se siente tranquila, y la maldad es lo que se remueve dentro de la persona y vacila en el pecho, te opine la gente lo que te opine, Frases de Mahoma

 

Este largo periplo de reflexiones sobre la condición humana, me hicieron pensar sobre un mundo desconocido para nosotros: el mundo islámico y El Corán como su base de sustentación.  Reconozco mi ignorancia en el tema. Apenas he leído algunas novelas sobre la azarosa vida de las mujeres en esas culturas.  Como parte de este mundo occidental me ha sorprendido la capacidad que desarrolla esta religión a la inmolación sin remordimientos ni arrepentimientos por sus causas y sus creencias.  No quiero tampoco caer en la trampa de que por las implicaciones políticas de sus posiciones para denigrar una religión milenaria que contiene una profunda concepción sobre Dios y el mundo. Así pues, este artículo, ligero, sencillo, corto, no pretende ser un tratado, es ante todo, un esbozo de reflexión sobre un desconocido mundo, que sin embargo, todos deberíamos iniciarnos en su conocimiento, porque desde los terribles sucesos de las Torres Gemelas el 11 de septiembre en el 2001, el Medio Oriente se ha hecho presente en la vida de occidente, más allá de sus demandas de petróleo.

 

La magia de internet me permitió bajar una edición completa de El Corán, el libro sagrado del islam, que contiene la palabra de Dios, Allāh, que fue revelada a través del arcángel Gabriel. Al morir el profeta, sus seguidores reunieron sus revelaciones que conforman la obra que hoy  se conoce y que está contiene 114 suras o capítulos, cada uno dividido en versículos o aleyas. Los musulmanes afirma que el Corán es la palabra eterna de Alá,

 

Me puse a hojear al Corán. Entendía sus palabras, pero no me sentía tan cómoda tratando de entender el significado de cada una. Entonces busqué lo que han escrito algunos estudioso de islam, como el profesor Bismillah Ar-Rahman, quien en 1989 escribió “Loor a Allah que ha existenciado las cosas haciéndolas salir de la nada y aniquilando la nada haciéndola ser”. Plantea el profesor que la Revelación de El Corán puso a la disposición de la humanidad los conocimientos "casi olvidados sobre la naturaleza humana y sobre la entidad de Dios, necesarios para salvar a las gentes dentro del proceso de la civilización".

 

Afirma Ar-Rahman que la elección de este modelo religioso y conceptual implica la aceptación, sin cuestionamiento, de que NO HAY DIOSES SINO ALLAH, MUHAMMAD ES EL MENSAJERO DE ALLAH. Los principales elementos de esta revelación puesta a disposición tienen preceptos claros y definidos. El punto clave es asumir los postulados establecidos acerca DE LA ENTIDAD DE DIOS, que son los siguientes:

El es Auto Existente, sin necesidades.
El es antes de lo antes. No hay devenir en Su Ser. Siempre fue.
El es después de lo después. Eterno. Siempre será.
El es Único, sin asociados, sin parecidos, la Causa de todo. De El dependen todas las criaturas en sus necesidades. Todo ha llegado a la existencia por Su orden: “¡Sé!” y ha cesado de existir por Su orden.
El es el Creador y no tiene parecido con lo creado.
No ha engendrado ni ha sido engendrado.
Allah es Siempre Viviente.
Allah es Todo Conocedor.
Allah es Todo Oyente.
Allah es Todo Vidente.
Toda voluntad es Suya.
Todo poder es Suyo.
Toda existencia y acciones dependen de El.
La Palabra -todo lo que es dicho y pensado- es Suya.

Y en relación al tema que nos ocupa, el profesor Ar-Rahman expone sobre el pensamiento islámico en relación a la condición humana. Una lectura reflexiva de las conclusiones que expongo a continuación, tomadas del trabajo de su profesor, nos evidencia nuevas coincidencias. Veamos algunas:                 

1.      El ser humano es un ser racional, y esta condición es la que lo diferencia de los demás animales: "La reflexión y la previsión son las facultades que distinguen al hombre de los demás animales y lo inducen a trabajar para su subsistencia con la cooperación de sus semejantes.

 

2.      El ser humano está integrado de dos entidades: el cuerpo y el alma. "La consciencia de sí misma propia de la humanidad es inmortal, puesto que es la consciencia la que ha creado el cuerpo y no el cuerpo el que ha creado la consciencia."

 

3.      El ser humano fue creado a imagen y semejanza de Alá, y por tanto son sus representantes en la tierra. "Los hombres son los representantes de lo Sublime en la creación. La superioridad es la facultad que el hombre obtiene del mando que se ejerce sobre los subordinados haciendo que actúen de una forma beneficiosa apartándoles de lo perjudicial. Es lícito el uso de la constricción y de la fuerza cuando se hace necesario para así proteger el interés general de lo que está autorizado, lo que está prohibido y lo que es benéfico para la especie humana.


Nótese sin embargo que no se habla de bondad o maldad, sino que quien asume estos preceptos deben asumir la presencia de Alá por sobre todas las cosas, incluso su propia libertad, más aún, su propia vida.

ANNE-MARIE DELCAMBRE en su obra "Las prohibiciones del Islam" (publicado por Editorial La esfera de los libros, Madrid 2006.) sostiene que existen dos Mahoma. El de la Meca, que en su proceso de reflexión se fascina con el ejemplo de Jesús, y se impacta por atraído por las plegarias, y es un ser sensible a la ternura y a la dulzura. El segundo es el Mahoma de Medina, allí se produce un profundo cambio. En sus reflexiones y sus arengas se muestra rencoroso, cruel, conquistador y hasta capaz de asesinar a todo aquel que se le oponga. Afirma la investigadora que los musulmanes honran particularmente al segundo Mahoma, al de Medina. Es allí donde estructura el culto y desarrolla las creencias. Es el Mahoma que se resplandece como la figura política y militar triunfante, organizando a los musulmanes, entre los años 622 y 632, para "liquidar" a los impíos. No cabe dudas, que El Corán influye en sus seguidores inspirados en los versículos duros, muy duros, para los enemigos de Alá. Peor aún, el propio profeta incitó en muchas ocasiones para que sus partidarios cometieran asesinatos por el bien de la comunidad islámica.

Podría pecar de ligera, y hasta siento cierta aprehensión por las conclusiones que voy a exponer. En la cultura musulmana la bondad o la maldad no está indicada como una decisión individual. TODO, absolutamente TODO, está contenido en su libro sagrado. Se aceptan ciega y sumisamente sus postulados, aún cuando algunos de sus versículos induzcan al enfrentamiento. Los que no profesan su religión deben ser combatidos, y esos son los que representan y simbolizan la maldad. Su verdad es LA VERDAD, según esta concepción.  Para seguir reflexionando, pensando y escudriñando. En la próxima semana seguimos funcionando.

sangbenmukien@gmail.com

@MuKienAdriana

mu-kiensang@hotmail.com

mu-kiensang@pucmm.edu.do