jueves, 29 de mayo de 2014

El sueño tropical: mito o realidad?


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

VISIONES SOBRE EL CARIBE: El sueño tropical: ¿mito o realidad?

Por: Mu-Kien Adriana Sang

sangbenmukien@gmail.com


@MuKienAdriana

 

Solo tras haber observado varias veces un mapa del Caribe, comienza uno a  darse cuenta de la inmensidad y complejidad de su geografía.  En una primera ojeada rápida, la amplitud territorial de las Antillas Mayores impone su presencia fronteriza entre el Océano Atlántico y el Mar Caribe. La familiaridad que permite un mismo lenguaje compartido, en este caso el español con todas su ricas variantes, hace tentadora una unión política entre estas tres islas…Michelle Durán Ruiz[1]

Desde que inicié mi travesía sobre el conocimiento de El Caribe, como realidad histórica, cultural, económica, geográfica y social, entendí en el primer momento, que sobre este archipiélago de islas grandes y pequeñas, así como de los países continentales que son bañados por las aguas del Mar Caribe, existen múltiples mitos tejidos por los diferentes grupos sociales que han tenido que converger en este especial encuentro de culturas,  lenguas, etnias y razas.

A esta realidad se le agrega que El Caribe fue conquistado y colonizado por diversos Imperios que buscaban adentrarse en el dominio español. Para suerte o desgracia, quién sabe, tres de las islas que comprenden las Antillas Mayores, fueron conquistadas por España y se quedaron siendo españolas: Cuba, Puerto Rico, y una gran parte de la isla de Santo Domingo. Michelle Durán Ruiz[2] señala al respecto lo siguiente:

En su libro Los imaginarios sociales (Memorias y esperanzas colectivas), Baezko afirma que los lugares comunes se imponen como si fueran evidencias. El lazo lingüístico sería uno de estos lugares comunes, haciendo posible que los habitantes de estas islas puedan compartir muchos otros aspectos culturales, producto de una misma lengua común, como por ejemplo la música.[3]

Sin embargo, sigue afirmando la autora en su interesante trabajo, el panorama visual se va complicando, cuando aparecen las diminutas que parecen perderse en la vastedad del mar. "Es entonces cuando comienza… el carnaval geográfico convirtiendo a Cuba, Puerto Rico y La Española en solo una parte de ese todo, de ese gran espacio totalizador. Las diferentes lenguas y dialectos, la música y las diversas literaturas son solo algunos de los ingredientes de esta gran sopa cultural que se va cocinando día a día en Martinica, Saint Kitts o Barbados…"[4]

La autora se hace dos preguntas fundamentales: ¿Cómo definir y delimitar o caracterizar El Caribe? ¿Cómo construir una representación del Caribe, si ni siquiera es posible delimitar con facilidad sus límites geográficos? Buscando explicación buscó la obra de Antonio Benítez Rojo, La Isla que se repite, obra de la cual hablamos en entregas anteriores, y asume como suya la tesis del cubano, quien afirmaba que para definir al Caribe era necesario adoptar y asumir como suya una terminología flexible y plural; pues la denominación de caribeños corresponde y obedece a razones exógenas, que tienen como único propósito encuadrar una falsa imagen del ser colectivo.  "En todo caso, afirma la autora, para uno u otro fin, la urgencia por intentar la sistematización de las dinámicas políticas, económicas, sociales y culturales de la región, es cosa muy reciente"[5]

Asume, como propone Benítez Rojo, que para entender El Caribe, se impone realizar un viaje como un posible método de narrar las historias caribeñas de una zona esencialmente irregular en el pleno y amplio sentido de la palabra.  Y es precisamente, afirma la autora Durán Ruiz, en este viaje a la incertidumbre es que genera lo desconocido es que podría surgir una posibilidad, la cual, paradójicamente, de encontrar el centro en la misma diversidad; porque este viaje "de múltiples desplazamientos… se convierte para muchos escritores en una metáfora muy sugerente para construir diversas representaciones del Caribe"[6]

¿Qué significa entonces esa diversidad? Afirma que El Caribe no puede, en modo alguno, contenerse en un espacio fijo y estático, pues es fundamental el flujo constante.  El viaje, sigue afirmando, tiene que emprenderse, desde la diversidad, desde la inestabilidad económica de muchas islas.

Entonces, ante esa adversidad, ¿es posible el sueño de la confederación caribeña? Afirma que la única viabilidad de esta utopía es que debe pensarse desde la representación flexible, de nacionalidades flotantes. En sus palabras:

En este milenio habría que hablar no tanto de países, sino de nacionalidades "flotantes". Este concepto disputa seriamente la idea de una confederación caribeña si se define solo a base de los que viven en las islas y excluye a todos aquellos que estén desplazados en la diáspora… A pesar de que la fragmentación en esta representación caribeña… es evidente, igual de obvio es la resistencia de estas nacionalidades a no morir.[7]

En definitiva, El Caribe es una realidad difícil de entender, difícil de explicar, difícil de definir y difícil de vislumbrar una utopía común, un sueño eterno de caribeños pensadores, escritores, políticos y, por qué no, de soñadores también.

 

 



[1] Michelle Durán Ruiz, El sueño tropical: el mito de las islas hermanadas, Revista AMERICAN@, Vol.1, Issue !,
http://www.uhu.es/hum676/revista/duran.pdf
[2] Ibídem
[3] Ibídem
[4] Ibídem
[5] Ibídem
[6] Ibídem
[7] I bídem

Antonio Benítez y la cultura çomo poética salvadora


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

VISIONES SOBRE EL CARIBE: Antonio Benítez Rojo ¿la cultura caribeña como poética salvadora?

Por: Mu-Kien Adriana Sang

sangbenmukien@gmail.com


@MuKienAdriana

"A mí me parece que nuestra cultura responde muy bien al carácter de instalación. donde encontramos varios elementos que juegan un rol específico dentro de ella. Uno de esos elementos centrales es la plantación. Porque…la plantación sirvió para despertar la conciencia de las potencias occidentales de que África constituía una fuente de mano de obra barata… De modo que para mí la plantación dentro de esa instalación, sería un elemento principal porque fue la que hizo posible la dolorosa llegada del africano, y sin la contribución cultural del africano no existiría el Caribe. sin el componente africano el Caribe sería algo parecido a las islas Baleares, serían culturas ciertamente con aspectos criollos, pero sin el componente africano"  Antonio Bénitez Rojo, Entrevista en la Revista Memorias [i]

Antonio Benítez-Rojo, nació en La Habana en 1931 y murió en el año 2005. Sin lugar a dudas, fue uno de los intelectuales y escritores más importantes de la Cuba contemporánea del exilio. Novelista, ensayista y agudo escritor,  que tuvo gran influencia en los investigadores caribeños de su generación. Sus obras han tenido gran difusión en el mundo, ya que ha sido traducida a nueve idiomas y han sido compiladas en más de cincuenta antologías.

Antonio Benítez tuvo una formación esmerada y envidiable. Sus primeros estudios los realizó en la Universidad de La Habana donde estudió ciencias comerciales, para trasladarse luego a la American University de Washington, Estados Unidos, a especializarse en estadística. Finalizó de estudiar en México. A pesar de que tuvo muchas ofertas de trabajo en Chile y Ginebra, decidió regresar a su Cuba natal en 1958, convirtiéndose en el Jefe del Departamento de Estadísticas en el Ministerio de Trabajo de Cuba. De esa posición inicial, pasó a ocupar diferentes cargos en la administración cubana: vicedirector de la Dirección Nacional de Teatro y Danza del Consejo Nacional de Cultura (1966-1967) y jefe de redacción de Cuba Internacional (1968-1969). Además dirigió el Centro de Investigaciones Literarias (1970-1971), el Departamento Editorial (1974-1980) y el Centro de Estudios del Caribe (1979-1980) en la Casa de las Américas. Para 1975, Benítez-Rojo había logrado ser la máxima autoridad de la entidad. Y desde allí comenzó a publicar sus obras. Su novela, "El Mar de las Lentejas" fue traducida al inglés, siendo seleccionada por The New York Times como uno de los libros más notables e importantes de 1992.

Siguió escribiendo. Sus cuentos también tuvieron gran difusión, obteniendo la más alta distinción al ganar en febrero de 1966, el Premio Casa de las Américas por el libro de historias cortas Tute de reyes.  Poco tiempo después le fue otorgado el premio del sindicato de escritores, en el cual describía con objetividad sorprendente las impresiones de su viaje por un viaje a un país socialista. En 1969 obtuvo el premio de la Unión de Escritores y Artistas Cubanos (UNEAC) por El escudo de hojas secas.

En 1980, gracias a un permiso del gobierno cubano, pudo viajar a Francia para ofrecer una conferencia en La Sorbona de París. Y desde ahí hizo un periplo por el mundo desde Alemania, pasando por Inglaterra y finalmente a Estados Unidos. No volvió a su Cuba amada debido a sus posiciones críticas. En EE.UU, enseñó español en el Amherst College, Massachusetts, llegando incluso a dar clases en las universidades de Harvard, Emory, Brown, Yale, Pittsburgh y Miami.

Sin duda alguna su publicación más influyentes fue, La Isla que se Repite, publicada en 98 por Editorial Casiopea en Barcelona. Murió en 2005, dejando a su haber obras que marcaron el imaginario caribeño.  Sobre esta obra hablaremos en la próxima entrega.

En este artículo de esta semana, quiero hacer referencia a una entrevista que le hiciera Javier Ortiz Cassiani para la Revista Memorias de la Universidad UNINORTE de Barranquilla.  La entrevista fue publicada póstumamente, cuatro años después de su muerte. El entrevistador define a Benítez Rojo de la siguiente manera:

Antonio Benítez Rojo es un hombre de andar pausado, conversación generosa y sonrisa plena. Pero también, como la mayoría de los hombres nacidos en los pueblos del mar, a veces en su diario trabajo como profesor de literatura…lo asalta una tristeza húmeda y secreta, una nostalgia del naufragio, que parece encontrar en el cadencioso canto de Cesaria Evora su expresión magistral. Tal vez por eso, este narrador y ensayista cubano…sueña con un Caribe unido, una gran nación a la que llama Nueva Atlántida"[ii]

El argumento principal de Benítez Rojo, como afirma Ortiz Casiani en la hermosa introducción  de la entrevista, es que en El Caribe, a pesar de la fragmentación, consecuencia de la azarosa vida imperial, y a pesar de las diferencias idiomáticas y geográficas y muy especialmente, "por encima de la soberanía mezquina de las divisiones políticos administrativas, está la soberanía de la cultura: flujos que se conectan, un meta archipiélago que condensa las experiencias coloniales, la diáspora de negros esclavos africanos, la migración asiática y árabe…" [iii]

Y para esta utopía caribeña, inspirada quizás en la unidad antillana de Hostos, pero que se refería solo a las islas de origen hispano, Benítez Rojo sostiene que la salvación de este particular archipiélago de islas situadas en el Mar Caribe, es su instancia salvadora e integradora, según sus propias palabras, está vinculada necesariamente a la cultura como elemento de emancipación.  El Caribe, sus islas, pero sobre todo su gente, nosotros los caribeños, siempre hemos encontrado la manera de salir huyendo de la tragedia, a pesar de los "designios inexorables del apocalipsis", como afirma Ortiz. Las opciones binarias totalizadoras, continúa exponiendo, no han podido, a pesar de sus ingentes esfuerzos, de imponerse, porque ha existido la resistencia del baile, la alegría y el color.

Cuenta Ortiz Casani que durante el seminario Internacional de Estudios del Caribe (1999), tuvo la oportunidad de conversar con Antonio Benítez Rojo, un verdadero sueño hecho realidad.

La tesis fundamental de Benítez Rojo en relación a la historia caribeña que desemboca en una utopía soñadora se sostiene en el elemento de la plantación.  Sostiene que la "plantación encierra al mismo tiempo su oposición, un contrario, como es natural, y cuyo elemento principal… es el palenque. Que sería el ícono que mejor representaría, en este caso, la inconformidad y la resistencia. Por supuesto hay otros íconos de la resistencia, pero el palenque es el más significativo."[iv] Ahora bien, aclara el intelectual cubano, el hecho de que sostenga que todo lo relativo a las plantaciones produjo un sincretismo cultural, esto no implica homogeneidad, pues El Caribe es, en esencia, una gran mezcla de culturas y sincretismos, tan compleja, como lo es cualquiera cultura en cualquier parte del mundo.

Otro elemento común en El Caribe, sigue afirmando Benítez en su entrevista, es la música; la cual si bien no es idéntica tiene bases fundamentales como es la percusión, por ejemplo. Una constante ,que según dice, "iría desde lo ritual hasta lo popular, pasando por lo culto, porque también hay música culta. Creo que eso es crucial. La música es nuestra producción cultural más efectiva y más estimada, y además tiene la ventaja de que como el Caribe está fragmentado en distintas lenguas, en realidad, lo que nos une en una sola lengua es la música."[v]

La larga entrevista no puede resumirse en este espacio delimitado.  Una pena, porque la riqueza de su reflexión se resume perfectamente en las respuestas más que inteligentes a las preguntas.  El entrevistador le pregunta directamente cómo se vincula el elemento negro en el Caribe hispano, como son los casos de Cuba, República Dominicana y Puerto Rico. La respuesta de Benítez no se deja esperar:

El problema con lo negro se presenta sobre todo en los países del Caribe hispánico por las características etnológicas de su población. Lo que va a ocurrir es que finalmente en Cuba y en otros países se les va a reconocer la importancia cultura y la contribución de África.  Efectivamente que en la cultura cubana, la cultura puertorriqueña, actuaron componentes africanos, y se reconoce esa africanía. A pesar de la discriminación racial, la gente sabe que la cumbia tiene elementos africanos…hasta hace unos pocos años había una corriente hispanista tremenda que trataba de negar todo lo africano…Bien, ahora al negro se le reconoce su importancia cultural y su enorme contribución a la cultura nacional, pero lo que falta en muchos de estos países es el tránsito del poder cultural al poder político…[vi]

Antonio Benítez Rojo le atrapó la muerte antes de que su utopía caribeña se hiciera realidad. Su tesis sobre las plantaciones ha sido objeto de debates, algunos defendiendo su base fundamental como elemento clave del imaginario colectivo caribeño, en otros casos ha sido enfrentado, por entender que no define claramente el elemento clave del sincretismo cultural en la conformación del caribeñismo. Lo cierto es, que su pensamiento, sus ideas, sus propuestas críticas han sido y todavía lo serán por mucho tiempo puntos de partidas para entender este espacio geográfico nuestro tan particular como misterioso.



[i] Javier Ortiz Cassiani, Antonio Benítez: la cultura del Caribe como poética salvadora (Entrevista), Revista Memorias, Revista Digital de Historia y Antropología, UNINORTE, Barranquilla, Colombia, Julio 2009.
[ii] Ibídem, p.376
[iii] Ibídem.
[iv] Ibídem, p.379
[v] Ibídem, p.380
[vi] Ibídem, p. 384

La herencia africana en Santo Domingo


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

VISIONES SOBRE EL CARIBE: La herencia africana desde la isla de Santo Domingo.

Por: Mu-Kien Adriana Sang

sangbenmukien@gmail.com


@MuKienAdriana

 

DESCRIPCION DE UN KINDERGARTEM

A, B, C

Para los niños blancos el jardín de la alegría,

para los niños negros, hambre, dolor y agonías;

las aulas se ven unidas,

pero están desunidas

este horrible kindergarten

es el jardín de los muertos.

A, B, C

Para los niños blancos cielos, juguetes, belleza,

Para los niños negros odio, sangre, desaliento;

A, B, C

ya los niños blancos escriben

puente, río, bicicleta,

ya los niños negros escriben

cadena, dolor, miseria;

no sé por qué son tan tristes

estas escuelas de América.

JUAN SANCHEZ LAMOUTH (1929-1968)

 

En esta entrega seguiremos ahondando sobre la herencia africana en la cultura caribeña. Buscando material para esta serie, localicé un ensayo interesantísimo de Ángel Estévez profesor de The City College, Cuny titulado “La Herencia africana en la cultura popular dominicana: Vudú y Magia en El Hombre del acordeón de Marcio Veloz Maggiolo.” El trabajo fue presentado en la Conferencia Let Sprit Speak celebrada los días 22, 23 y 24 de abril de 2010 en esa universidad. Dos años después todas las ponencias del evento fueron recogidas en un libro que fue titulado: Let Spirit Speak!: Cultural Journeys through the African Diaspora (Suny Scholarly Conferences) y editado por Vanessa Valdez.

El autor parte de que la mayoría de las personas asumen como algo cierto, un error comúnmente aceptado y difundido, en el sentido de que El Caribe es culturalmente homogéneo, y que el denominador común es la negritud.  Afirma Estévez que esta visión es simplista y superficial, pues refleja un gran desconocimiento sobre los procesos históricos, que ponen de lado el “proceso imparable de hibridación y síntesis que todavía sigue su curso. Se suele creer, asimismo, que la mano de obra esclava traída al Caribe fue arrancada de la misma región. Esto, simplemente, no ocurrió así. Se ha constatado que la fuerza laboral esclava venía de distintos puntos del continente africano, principalmente de la costa occidental y de África Central”. [i]

Ya los estudiosos del tema saben con certeza que entre los grupos repartidos por las islas del Caribe, no se hablaba la misma lengua ni tenían las mismas costumbres ni creencias religiosas. Afirma el autor que este carácter pluricultural se enriquece más todavía con las culturas europeas que se entrecruzaron con las africanas, teniendo como resultado un producto único, propio de cada isla de esta increíble región caribeña. Los negros, afirma Estévez, llegaron al Caribe para sustituir la mano de obra indígena, al momento que se impuso y desarrolló la industria azucarera.

Estos grupos de esclavos no permanecieron encapsulados y estáticos en su nuevo hábitat. Esta nueva distribución social propició el intercambio entre las distintas etnias lo cual dio paso a un proceso de apropiación, coexistencia, convergencia y reintegración de sus miembros en esa nueva sociedad, produciéndose como resultado un fecundo mestizaje –cultural y biológico- que dio origen a un nuevo ser: el criollo. A medida que el proceso de colonización avanzaba, también se iba desarrollando una idiosincrasia criolla. [ii]

Señala que el mestizaje cultural y biológico se hizo más patente en la isla que comparten la República de Haití y la República Dominicana. Lo interesante es que constituimos un caso muy especial, ya que ambas naciones tienen rasgos muy diferenciados: idioma, costumbres, música, religión, solo para mencionar algunas.

A seguidas el autor del ensayo inicia una reflexión de esta herencia cultural a partir de la novela “El hombre del acordeón” de Marcio Veloz Maggiolo.  La historia contada por el historiador y novelista dominicano narra la historia del asesinato de un merenguero, Honorio Lora,  muerto por envenenamiento después de haber ganado una pelea de gallos y “cómo su muerte fue vengada mediante la intervención de fuerzas sobre naturales canalizadas por una sacerdotisa vuduísta, dos de los hijos de Honorio y la ayuda de sus ex amantes.”  [iii]

Señala Estévez que esta novela de Marcio Veloz Maggiolo reúne una serie de características que nos permiten medir las dimensiones culturales con respecto a la religiosidad popular en estos dos países vecinos, en el que el componente mágico – religioso, el vudú, juega un papel importantísimo.

A juicio del autor del ensayo, la novela permite ver cómo influye el vudú en la cultura de algunos sectores sociales, especialmente en el ritual de desentierro del cadáver y su transportación hasta el otro lado de la frontera: “Los efectos de la práctica del ritual no se hacen esperar y se desencadena una serie de eventos sobrenaturales e insólitos perfectamente coherentes dentro del código religioso vuduísta de haitianos y rayanos.” [iv]

Concluye su ensayo señalando que el sistema de creencias que se proyecta en el vudú, es el resultado, sin duda alguna, de la integración y reinterpretación de muchas creencias traídas por los esclavos africanos que a su vez se yuxtapusieron a las creencias y ceremonias religiosas del catolicismo de la época de la colonia. Pero lo más importante, dice Estévez es que la novela de Veloz Maggiolo retrata con maestría la manera de pensar de los haitianos y los dominicanos adeptos al vudú. Estos hombres y mujeres prefieren recurrir a fuerzas ocultas y sobrenaturales para buscar una solución justiciera de sus conflictos.  Es decir, para ellos es preferible la intervención sobrenatural, el mundo de los muertos, a la obtención de justicia en el mundo de los vivos.

 

 

 



[i] http://www.nyiha.com/documents/Laherenciaafricanaenlaculturapopulardominicana.pdf
[ii] Ibídem
[iii] Ibídem
[iv] Ibídem

El indígena "descubierto por los españoles"


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

VISIONES SOBRE EL CARIBE: El indígena “descubierto” (¿?) por los españoles

Por: Mu-Kien Adriana Sang

sangbenmukien@gmail.com


@MuKienAdriana

                       

Con las sorprendentes noticias de que una flota bajo la bandera de Castilla, navegando allende los mares conocidos, había descubierto numerosas islas donde había grandes riquezas y vivían hombres de exóticas costumbres, Europa también conoció de la existencia en esas tierras de antropófagos.

Fue el propio Descubridor,  Cristóbal Colón, el responsable de dar a  conocer estas noticias de introducir en las lenguas modernas de Europa los vocablos caníbal y caribe, que él entendió era los usados por los aborígenes de Cuba y La Española para designar a estos antropófagos, que aún no había visto, pero de los cuales tuvo muchas noticias durante su primer viaje.  Ricardo Alegría, Las primeras noticias sobre los indios Caribes.

 

Durante varios meses ya, hemos estado auscultando las visiones que sobre El Caribe se han escrito. Hemos visto, por ejemplo, el efecto que tuvo la condición de esclavo en el imaginario colectivo; así como la presencia negra e indígena en la cultura caribeña.

En búsqueda de explicaciones, respuestas y nuevas visiones, localicé en la Feria del libro de Mayagüez una reedición reciente, 2004, de un libro publicado en 1981 por el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y El Caribe titulado “Crónicas Francesas de los Indios Caribes” [1].  La obra, de más de 600 páginas, cuenta con una excelente introducción escrita por Don Ricardo Alegría y titulada: “Las primeras noticas sobre los indios Caribe.”.

El enjundioso trabajo inicia con la descripción que hace Colón en la carta enviada a los Reyes Católicos a través del escribano de ración, Luis de Santangel, y recibida por los monarcas en marzo de 1493. La carta, apunta Don Ricardo, que la importante misiva se hizo en base a las anotaciones que Colón había hecho en su diario de navegación, el cual, lamentablemente, está perdido, pero que por suerte se conservan algunos fragmentos.

Asegura don Ricardo que en un principio Colón no pensaba que los indios taínos fueran antropófagos, “sino los hombres más civilizados, del Imperio del Gran Khan.” [2] Durante el proceso de conquista, pudo el Almirante italiano ver diferencias de culturas, comportamientos y de forma de relacionarse entre los indios de las diferentes islas.

Un elemento importante que aporta este ensayo es la diferenciación entre los indios que poblaron las Antillas Mayores y las Antillas Menores, los taínos para el primer caso y los Caribes para el segundo. En el ensayo de este gran conocedor, Alegría señala:

“Las diferencias culturales entre los taínos de las Antillas Mayores y los caribes de las Antillas Menores, no eran radicales pues sabemos que Caribes y taínos formaban parte de un grupo cultural mayor que comprende a numerosos grupos del trópico suramericano. Es por esto que son más las características culturales que los unen que las que los separan.”[3]   

Afirma que existen seis características culturales que permiten establecer seis las diferencias entre Caribes y taínos, corroborándose así la idea de que se trataba de dos culturas con muchos aspectos en común, pero con diferencias marcadas, veamos:

1.      Antropofagia: Señala Alegría que aunque los cronistas españoles exageraron sobre esta característica de los Caribes, la evidencia etno-histórica confirma que existía la antropofagia ritual.

2.      Ligaduras tejidas en las piernas de las mujeres de los caribes.

3.      Largo del cabello.  Los Caribes lo llevaban largo, mientras los taínos lo usaban corto.

4.      Ambos grupos tenían lenguas distintas; incluso en el caso de los caribes las mujeres usaban lenguaje diferente al de los hombres.

5.      La práctica de la “couvade”. En las culturas de los indios caribe eran los hombres, no las mujeres los que guardaban cama después del parto!!!

6.      Y, finalmente, el uso de las flechas envenenadas, un práctica de los indios caribes, aunque se sabe que el Padre Las Casas alude al uso de flechas envenenadas de parte de los ciguayos y los de Higüey.

La conclusión de Alegría es que las diferencias  entre los taínos y los caribe no fue una fábula inventada por Colón, como han sostenido algunos investigadores, grupos que si bien pertenecían a un mismo grupo cultural, eran dos pueblos distintos:

La confusión habida en torno a la cultura de los Caribes ha sido motivada, en gran parte, por el desconocimiento que ha existido de las fuentes etno-históricas francesas. Estas obras escritas, en el siglo XVII y comienzos del XVIII, ha sido inasequibles a muchos estudiosos, ya que estaban dispersas…[4]

Y tenía razón Don Ricardo.  Poco se conoce en nuestro país sobre la vida de los indios en las Antillas Menores.  Es por esta razón que en las próximas entregas vamos a presentar algunas de las crónicas francesas de los indios Caribes.



[1] Manuel Cárdenas Ruiz, compilador, Crónicas francesas de los Indios Caribes, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y El Caribe, 2004.
[2] Ibídem., p 9
[3] Ibídem., p. 67.
[4] Ibídem, p. 88