sábado, 28 de septiembre de 2013

Liberalismo positivista


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE


Pensamiento caribeño en el siglo XIX.  Espaillat y el liberalismo positivista dominicano

Por: Mu-Kien Adriana Sang



@MuKienAdriana

“Me despido de la capital, de la que he sido huésped durante siete meses, donde he sido acogido con extremada benevolencia y donde también he recibido innumerables pruebas de simpatía y aprecio... Al dejar el puesto en donde no tuve tiempo para realizar algunas, siquiera, de las muchas y legítimas aspiraciones de esta sociedad, deseo con toda sinceridad que el ciudadano que debe reemplazarme, logre al fin lo que yo no pude alcanzar...”  Ulises Francisco Espaillat [i]

Con estas palabras abandonó el poder Ulises Francisco Espaillat en 1876. En menos de seis meses fue objeto de una de las más grandes protestas que se conocen en la historia dominicana.  Había muerto la esperanza de la redención en el siglo XIX.

Ulises Francisco Espaillat nació en el corazón del Cibao, en Santiago. Su ciudad natal fue el escenario permanente de su vida personal y política.  Allí nació, se enamoró, se casó y formó  familia, y allí hizo realidad su compromiso con la transformación del país,  comprometiéndose  políticamente con las filas liberales, abandonando un ambiente social de privilegios, para someterse a la vorágine de una vida política cargada de grandes riesgos, muchos fracasos, pocos triunfos y múltiples decepciones.

Cansado de conspirar y luchar, o quizás porque era el momento de hacer sus propuestas, lo cierto es que Espaillat decidió en 1875 comenzar a escribir sus ideas sobre la realidad dominicana.  Y un año después, en 1876, aceptó, luego de rechazarla una y otra vez, la nominación presidencial.  El júbilo fue general cuando Espaillat anunció su postulación. “La urna electoral, decía, es el único sucesor legítimo y pacífico de las balas.”  Decía siempre que los gobiernos no debían tenerle miedo a la libertad porque era ella la que daba “fuerza y robustez a los pueblos”.

Confeso miembro del Partido Liberal o Partido Azul, Espaillat logró convertirse, en el vocero calificado del “positivismo liberal dominicano.” La figura de Espaillat ha trascendido en el tiempo, convirtiéndose en permanente referencia en la historia política dominicana. Su nombre está necesariamente vinculado al pensamiento político liberal de su época. Pero más que pensador, Espaillat ha sido, y es, un verdadero símbolo de la pureza en el ejercicio político y del profundo sentido ético del quehacer político cotidiano, como sus propios contemporáneos atestiguaban.

Espaillat fue un severo crítico de la realidad heredada, pero era ante todo, un gran soñador de una sociedad mejor. Crítico cuando analizaba los acontecimientos nacionales; propulsor de sueños para motivar la transformación y la dignificación de la herencia histórica recibida, su crítica mordaz al ejercicio de la política, entendida como conveniencia de unos cuantos, y al desenfreno en el ejercicio del poder de la mayoría de los caudillos de la época, le ganó la admiración no solo de sus contemporáneos, sino también de las generaciones posteriores que han encontrado en sus escritos elementos de profunda sabiduría.

Espaillat representó esa corriente de intelectuales latinoamericanos surgidos después del triunfo de la Revolución Independentista, que recibió múltiples influencias, desde las ideas iniciales de la Ilustración, pasando por el puritanismo norteamericano, hasta las variadas corrientes del liberalismo y del positivismo ortodoxos. Heredero como sus homólogos, de una realidad caracterizada por la lucha caudillista, se vio en la necesidad de asumir posición. Su activa participación dentro de las filas liberales, le permitió desempeñar diferentes cargos que le hicieron fortalecer sus convicciones.

Nacido en el primer cuarto del siglo XIX, Espaillat se formó en el calor de las transformaciones sociales y políticas. Las bases sobre las cuales se estructura su pensamiento, se sustentan en elementos típicamente liberales e ilustrados. Años después añade el espíritu positivo impregnado por la influencia comtiana que tanta influencia ejerció en la intelectualidad latinoamericana. Se nutre del racionalismo europeo de finales del siglo XVIII y principios del XIX y demuestra su desprecio a las posiciones ideológicas del Antiguo Régimen, constituyéndose en gran defensor de las posiciones republicanas. Sin embargo, y ahí no niega la esencia de la tradición heredada, es un defensor de la fe católica, la cual se obliga a compartir, a veces con suma dificultad, con el espíritu anticlerical de la Ilustración. Defensor de la modernidad y de la civilización occidental, supo combinar forzosamente, la fuerte y tradicional herencia hispánica.

Espaillat decidió en 1875 escribir sus reflexiones. Bajo el seudónimo de María, legó a la comunidad intelectual dominicana una síntesis completa del pensamiento liberal de tintes positivistas. La reflexión sobre el tema de la política fue el aspecto más desarrollado en su  reflexión. Defensor de la libertad y la nación como espacio de desarrollo del ciudadano, Ulises Francisco Espaillat, auspició, como la inmensa mayoría de sus contemporáneos, un proceso contradictorio; tanto, que en su esencia misma negada a muchos miembros de ese territorio que él había defendido como su Estado-nación, no sólo la posibilidad de formar parte, sino hasta de alcanzar la categoría de ciudadanos. En su intento por guiar el país por los caminos del “progreso” y la “civilización”, los intelectuales latinoamericanos del siglo pasado se convirtieron, maestro-Espaillat también, en negadores de su propia cultura.

Liberal y positivista confeso, Espaillat no dejó nunca de admirar a las naciones que hacían inversión en educación, pues, según afirmaba constantemente, la construcción del progreso estaba sustentada en un proceso educativo profundo del pueblo. A su juicio la nación norteamericana había entendido este principio, y desde que se inició el camino de la paz, luego de la tormentosa guerra interna, sus gobernantes hicieron inversiones en la educación del pueblo.

Asumiendo nuestra actual coyuntura, decidí seleccionar para esta presentación citas que a mi juicio me parecen más que interesantes para el tiempo que vivimos.  Es impresionante ver cuán visionario fue nuestro Sarmiento.  Veamos algunos ejemplos

Los partidos políticos:  “La libertad no existe sino en los países en que se ha erigido un altar a la tolerancia; donde se le quema incienso a esta sublime virtud , y se le tributa constante y respetuoso  culto; donde ella forma la base del credo de los partidos políticos; donde ella es la reguladora de su conducta. Tolerar el triunfo legal del partido contrario, sometiéndose resignado al mandato de la ley que así lo dispuso, se llama tolerancia...

 

La Fusión: "Al mismo tiempo, la Fusión es el deber de todos los ciudadanos de sostener el orden actual de cosas, impidiendo toda conmoción, cualquiera que ésta sea, que es el único medio de lograr que se reponga la fortuna pública se ilustre la nación, se organice la Justicia y triunfe la virtud, del vicio. La Fusión es el deber que todos los pretendientes a los puestos públicos tienen, inclusive, el primero, de esperar que a cada cual le llegue su turno, sin meterse a inventar evoluciones políticas, cuyo resultado cierto es prolongar indefinidamente el malestar de la nación, si a más de esto no se agregase el traer a quien menos piensen. Esperar, esperar y que de la boca de las urnas electorales sea que salga el nombre del favorecido, no de la boca de los fusiles."

Las Leyes  La Ley y solamente la Ley está llamada a salvar esta Sociedad. Es preciso, es indispensable que la Justicia sea una verdad.

La Dictadura:  La Dictadura! Palabra terrible, señores, que envuelve en sí nada menos que la muerte de la libertad y la infelicidad de todo un pueblo… Proponer la dictadura a un pueblo que ha hecho una revolución por establecer sus libertades y sus garantías sobre bases sólidas y estables, es un contrasentido que tiene todos los visos de la demencia…

La Lucha Eleccionaria:  En las luchas eleccionarias de aquel país se ventila el porvenir de numerosas familias de uno y otro bando, cada uno de los cuales hace esfuerzos inauditos por ganar la batalla, porque ésta representa para ellos, los empleos, concesiones, embajadas y toda suerte de posiciones ventajosas…el modo de vivir. Esta es la lucha entre los partidos.

Intereses de Partido:  En los países combatidos por las discordias civiles, como desgraciadamente lo está el nuestro, es imposible para el público el separar los intereses puramente de la Sociedad, de los intereses de partido, de tal modo que son muy pocos los que dejan de ver las cosas bajo el prisma de sus respectivos intereses personales.

Tolerancia  La absoluta tolerancia de las opiniones legalmente manifestadas, da más derecho a las autoridades para ser rigurosamente exactas en el cumplimiento de la ley con aquellos que pongan en peligro la sociedad.

Unificación de los Partidos: Para unificar los partidos es indispensable que los hombres más connotados de ellos, que hasta poco se habían considerado como enemigos, y que de hoy en adelante han de ser considerados todos como amigos de la patria, formen parte del nuevo Gabinete. Así lo reclama la justicia, y basta esta razón. En la formación del presupuesto deben regirnos los mismos principios de justicia. Antes que dar, se debe pagar. Antes que ser generoso, es preciso ser justo.

La Urna Electoral: La sociedad dominicana debe estar de plácemes al ver que, desde el principio de esta campaña electoral, se han puesto en uso las verdaderas prácticas republicanas, dándonos motivos para presagiar que dentro de poco no habrá un sólo dominicano que no llegue a saber "que la urna electoral es el único sucesor legítimo y pacifico de las balas".

Ulises Francisco Espaillat fue un verdadero Quijote humano  que murió triste y sólo en su ciudad natal, con un sentimiento casi absoluto de abandono. Espaillat fue, es y será siempre una fuente inagotable de reserva moral, un verdadero símbolo de pureza de la política y un verdadero paradigma para instar a los políticos a que conviertan su quehacer cotidiano en un monumento a la ética política.

Y es justamente en este ejemplo de virtud humana y política donde radica la riqueza del ejemplo de Espaillat. El Sarmiento Dominicano murió hace más de un siglo, pero aún sigue vivo hoy, como seguirá viviendo por siempre.  La defensa de la ética, de la institucionalidad democrática, el progreso económico y social y la justicia y la paz son y seguirán siendo valores y principios, hitos e ideales imperecederos. Hoy y siempre, Ulises Francisco Espaillat deberá estar en el corazón de cada persona que ama y lucha por un futuro mejor.

 

 

 

 

 

 



[i] Todas las citas fueron tomadas de mi obra: Mu-Kien Adriana Sang, Una Utopía Inconclusa. Espaillat y el liberalismo dominicano del siglo XIX, Santo Domingo, INTEC, 1997.

NO a la guerra


ENCUENTROS

LECCIONES DE VIDA: NO, NO, NO A LA GUERRA

POR: Mu-Kien Adriana Sang

“Es mejor ganar sin luchar”, Sun Tzu


 

“La histeria belicista de un número considerable de ciudadanos estadounidenses no es ningún signo de conciencia ni de madurez. Tampoco lo es la mentalidad de apaciguamiento. El apaciguamiento frente a una potencia expansionista crea una bruma en la que ninguno de los oponentes sabe ya dónde se halla. Y de esta manera, el mundo resbala hacia la guerra...” Arthur Koestler, En busca de la utopía.  

 

Las palabras que inician esta reflexión fueron pronunciadas por Koestler en 1948 en una serie de conferencias en los Estados Unidos y parecería que fueron dichas ayer. Revolucionario “excomulgado” de la Unión Soviética por su posición crítica frente a los que se alzaron con el poder negando con sus hechos los postulados revolucionarios, se dedicó, una vez pudo salir de la cárcel, a combatir ese régimen desde una posición que el definía de “izquierda”.  Se oponía, siendo un critico de los soviéticos, a la lógica infernal que imponía al mundo la llamada Guerra Fría. Fue un activo militante del Comité Internacional de Rescate y Socorro, a fin de ayudar a los refugiados de los países totalitarios.   

 

Arthur Koestler trascendió al mundo no sólo por su reconocida solvencia intelectual, sino y sobre todo, por su singular historia. Sionista primero, militante y dirigente activo del  Partido Comunista Soviético, opositor luego, que le valió su apresamiento una vez se pronunciara en contra de las atrocidades de sus antiguos compañeros; luchador en contra de las dictaduras comunistas, defensor de la democracia, y luego, aterrado intelectual que se aísla del mundo.  Su sorprendente vida lo hizo convertirse en una de las personalidades más fascinantes del siglo XX.  Nacido en Budapest en el seno de una familia judía, vivió sucesivamente en Austria, Alemania, Israel, España, Francia e Inglaterra. Opositor del régimen soviético estuvo preso largos años. Opositor de los regímenes dictatoriales fue condenado a muerte por Hitler y Franco, condenas que pudo librarse de forma milagrosa. Su años finales los dedicó a escribir y a combatir las dictaduras, principalmente las llamadas de izquierda.  El Cero y el Infinito, una novela autobiográfica, es una de sus obras más conocidas.  Una vida activa que culminó con su suicidio en 1983, cansado, quizás de buscar utopías.

 

Crítico como era, Koestler enfrentó las posiciones no sólo de los dos colosos enfrentados, los Estados Unidos y la antigua Unión Soviética, sino que trató de desmitificar el idealismo guerrerista de muchos jóvenes revolucionarios. Sin embargo, en la dicotomía de la época, oriente versus occidente, se alineó en contra de los soviéticos por considerar más nocivo este régimen que el representado por el occidente capitalista encabezado por los Estados Unidos.   Sus reflexiones tenían un tono agresivo. Explicable en las circunstancias en que fueron concebidas.  Una de sus posiciones más interesantes fue su posición en torno a las falacias mortales de la guerra, las cuales, hoy, muchas décadas después tienen cierta vigencia en un mundo que vive al borde de una guerra. La dicotomía de entonces, oriente versus occidente, capitalismo versus socialismo, se llama en la actualidad, eso dicen algunos, los que mandan, civilización versus terrorismo.   Como en los paquitos de mi infancia, indios contra vaqueros, buenos contra malos, unos contra otros, enfrentamientos antagónicos donde siempre los vencedores son los de un lado. Una vez más se utiliza la visión cartesiana de la filosofía para simplificar la vida y la historia. 

Tomé algunas de las falacias elaboradas por Koestler al calor de las circunstancias de su época. Seleccioné sólo aquellas que pudieran ayudarnos a reflexionar sobre este mundo convulso de hoy, en el cual, al igual que entonces, se utilizan falacias como verdades para ganar espacio y poder.

 

  1. La falacia del examen de conciencia. Decía Koestler que las grandes potencias eran incongruentes.  Mientras defendían los derechos humanos en una parte, eran los principales violadores de esos preceptos.  Francia, por ejemplo, había sido la madre de la revolución burguesa y sin embargo aplicaba el peor de los modelos esclavistas en la colonia Francesa de Saint Domingue. Estados Unidos, proseguía, se oponía al uso de la cámara de gas de Hitler, y sin embargo segregaba a los negros.  ¡Cuánta ironía, concluía preocupado! Yo digo, lo mismo sucede hoy.  Sólo puedo preguntarme ¿Quién posee el derecho de tener las armas de destrucción masiva?  ¿Quién otorga el permiso? ¿Quién?

 

  1. La falacia de la ecuación falsa.  Criticó a los que asumían una posición irracional en contra de cualquiera de los dos polos.  Establecía una distinción. Al totalitarismos soviético, al cual llamaba lepra, mientras a la democracia imperfecta norteamericana la definía como la picadura de una pulga.

 

A diferencia de Koestler, que en el laberinto de sus tragedias y dolores personales, eligió ante la falsa ecuación, yo no quiero tener que verme en la encrucijada de tener que elegir. Asumo el occidente como mi modus operandi y mi modus vivendi, porque en ella han nacido mis raíces, porque a pesar de sus errores, y ahí coincido con Koestler, ha demostrado ser el sistema más duradero, no puedo dejar de reconocer la diversidad cultural y el derecho que tienen de vivir los seres que asumen y optan por sistemas y vidas diferentes.  Los extremistas islámicos que consideran al occidente como el infierno están tan equivocados como los que de este lado piensan lo mismo del desconocido mundo del Oriente Medio.

 

  1. La falacia sentimental.  Koestler es duro, muy duro al definirla:  “Durante años, escribía, estuvimos aliados con los rusos en la lucha contra el nazismo y  ahora tenemos que separarnos, las raíces de nuestra antigua lealtad resultan difíciles de arrancar...”  ¿cuál será el sentimiento que hoy debemos defender? ¿Democracia y libertad para algunos o democracia, libertad e igualdad para todos?

 

  1. La falacia de la causa perfecta. Dice Koestler que sólo “vale la pena luchar por una causa absolutamente perfecta. Y la búsqueda de esa causa perfecta se convierte en una excusa para adoptar una posición inmovilista.  La historia no conoce causas perfectas ni situaciones en las que lo blanco se haya opuesto a lo negro...”  Me pregunto hoy ¿cuál es la causa perfecta hoy? ¿El control del petróleo? ¿El peligro real, porque lo es, nadie puede negarlo, del terrorismo? ¿Una guerra de civilizaciones, como dijo Huttington?

 

  1. La falacia de la confusión entre los objetivos de corto y largo plazo, la cual, asegura, “es la falacia más peligrosa .”  Define los objetivos de largo plazo como “la antiquísima lucha por la reforma, por la justicia social, por un sistema de gobierno más justo. Al hablar de objetivos a corto plazo me refiero a la necesidad de combatir una emergencia inmediata.”   Me pregunto hoy, ¿cuál será el objetivo a corto plazo?  ¿Osama Ben Laden? ¿Irak? ¿Iran? ¿Corea del Norte? ¿Todos juntos?  ¿Para qué combatirlos? ¿Cómo y por qué?  ¿Qué pretendemos entonces? ¿Un nuevo holocausto? ¿Acaso no fue suficiente con los judíos muertos durante la Segunda Guerra Mundial por el nefasto Hitler? ¿Acaso no fueron suficientes los muertos de Viet Nam? ¿Acaso no duelen los millones asesinados del dictador Stalin?

 

Quiero un mundo de paz.  Ya lo he dicho, no apoyo ni apoyaré nunca causas bélicas en el mundo.  Estoy cansada de tener que escribir con tinta roja la historia de esta humanidad que no sacia su sed de sangre, muerte y destrucción.

“Solo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente. Es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente.” Gieco, Canción.

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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Por qué la lluvia


ENCUENTROS

 

POR QUÉ LA LLUVIA


Bruscamente la tarde se ha aclarado
Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado
El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales
Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto

Patio que ya no existe. La mojada
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto


 

El Encuentro de hoy estaba previsto tratar un tema completamente distinto. Pero al sentarme a escribir, miré por la ventana y observé el llanto del cielo. Al mirar la lluvia caer, me retrotraje a mi adolescencia. Constaté que todavía, más de cuatro décadas después, me conmueve hasta lo más profundo de mi corazón. Recordé mi poema juvenil, escrito cuando apenas podía comprender que el mundo era más grande que Santiago, mi ciudad natal: "¿Llueve o llora el cielo? ¿Acaso llora por mí? ¿Por mis incertidumbres, mis dudas y mis inquietudes."

 

Sí, la lluvia aún provoca ese efecto melancólico en mi alma. La diferencia con aquella joven inquieta y romántica que una vez fui, es que hoy, mi melancolía no es provocada por interrogantes existenciales; sino por frustración. Sí, dije y escribí, frustración. No estoy frustrada por mi existencia, pues en la medida de lo racionalmente posible, he sido, soy y pienso que seré, una mujer feliz. Estoy frustrada por el mundo que me ha tocado vivir. Pensaba que hoy, después de tanto sudor y sangre de jóvenes ilusos, el mundo sería diferente.  No imaginaba que en el otoño de mi vida, seguiría siendo tan injusto, excluyente y negador de la condición humana.

Ya sé que hemos avanzado, no lo niego, no puedo hacerlo. Pero tampoco puedo olvidar que la intolerancia religiosa prevalece en algunos, muchos, lugares de este planeta nuestro que llamamos tierra. No puedo obviar, ni enviar al olvido, los afanes imperiales de algunas potencias, que se resisten hasta el último suspiro, a ceder su espacio de influencia y poder.

Y al mirar la lluvia, que cae copiosamente, imagino que el cielo llora inconsolablemente por las mujeres maltratadas. Las víctimas de las sociedades del medio oriente, donde sólo se les reconoce el valor de ser el instrumento de la reproducción de la especie; y el hueco disponible para saciar los impulsos sexuales de sus mal llamados compañeros y maridos. 

Creo que la lluvia llora porque quiere que la tierra nos regale nuevas vidas más conscientes de sus propias existencias. Llora por las niñas violadas por falsos, crueles y abusivos amigos y familiares. Gime con desesperación por las embarazadas que apenas descubrían el mundo a su alrededor, cuando fueron víctimas de su propia ignorancia. Niñas pariendo niños, convirtiéndose en madres a la fuerza.

Llora el cielo por nosotros, por las víctimas inocentes de la violencia institucionalizada de esta sociedad que se resiste a cambiar.  Llora por los que fueron asaltados de forma desprevenida en las calles; por los que sus casas fueron violentadas por seres sin alma, llevándose lo poco o mucho que tenían; lloro porque nuestra sociedad estaba orgullosa de ser una de las más tranquilas, libre de violencia. Lloro porque la ciudadanía todavía no confía, no puede confiar, en las instituciones que nos deben cuidar, porque ellas están carcomidas por la corrupción hasta los poros.

Llora el cielo por las aspiraciones frustradas. Como ha sido el caso de la lucha del 4%, pues a pesar de la conquista social, la incapacidad administrativa nos hizo evidenciar, que el problema educativo es más grave todavía.

Llora el cielo por mí, por los que buscan la presidencia solo por simple interés personal. Llora por los que se creen imprescindibles, únicos, insustituibles y eternos, porque esos que se aferran a sus pequeñas cuotas poder, no confían en la juventud, en los de abajo, en los que deben crecer, en las generaciones que deben transitar por el camino abrupto que les legamos.

La lluvia cae sin detenerse, haciendo ríos interminables de lágrimas, por los falsos profetas mal llamados representantes de Dios. Sí, llora por los farsantes que usaron el púlpito para engañar, y cual serpientes venenosas que danzaban al compas de la música diabólica, hipnotizaban a los niños inocentes en su malvado manto para violarlos, para golpearlos en la profundidad de sus almas y convertirlos en futuros hombres frustrados y maltrechos.

La lluvia llora por nosotros los cristianos y católicos, defensores de la verdad de Cristo, creyentes en el Evangelio, como el instrumento de liberación de las almas; por nosotros los que todavía confiamos y seguimos algunos pastores.  Lloramos de impotencia, lloramos de rabia, lloramos de dolor, lloramos de indignación, porque a pesar de que la realidad nos está golpeando, algunos todavía osan usar subterfugios explicativos que nadie cree, y traen como consecuencia el aumento del descontento en los verdaderos cristianos, comprometidos por la Iglesia de Católica.

Y mientras miraba la lluvia correr, y mientras el cielo gritaba de dolor con truenos estruendosos y ensordecedores, vi que mi rostro se mojaba. No era lluvia, eran lágrimas de dolor y frustración de una mujer de mediana edad, que durante toda su adolescencia militó en las filas de los grupos cristianos, como la Juventud Estudiantil Católica (JEC); y que colaboró con ahínco en los primeros Encuentros Juveniles de la Pastoral de la Juventud. Y que todavía en la edad adulta cree profundamente en Dios y se siente católica comprometida. Lloro y expreso mi dolor y mi rabia, porque reclamo a la Iglesia, a mí Iglesia, hacer frente a una realidad que no pueden eludir.

Y, como si fuera algo milagroso, inicié el artículo con el cielo desesperado de llanto, y parece que mis palabras fueron su consuelo, porque al terminar de escribirlo, paró la lluvia, aunque el cielo permaneció gris.

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58 primaveras


 

ENCUENTROS

60-2=58 PRIMAVERAS

Por Mu-Kien Adriana Sang

8 DE SEPTIEMBRE

 

Hoy, este día fue una copa plena,

hoy, este día fue la inmensa ola,

hoy, fue toda la tierra.

 

Hoy el mar tempestuoso

nos levantó en un beso tan alto que temblamos

a la luz de un relámpago

y, atados, descendimos

a sumergirnos sin desenlazarnos.

 

Hoy nuestros cuerpos se hicieron extensos,

crecieron hasta el límite del mundo

y rodaron fundiéndose

en una sola gota

de cera o meteoro.

 

Entre tú y yo se abrió una nueva puerta

y alguien, sin rostro aún,

allí nos esperaba.

Pablo Neruda, Los Versos del Capitán

Tenía como 15 años cuando descubrí ese poema de Neruda. Había comprado el libro Los Versos del Capitán. Cada noche devoraba un poema. Cuando llegué al poema titulado "8 de septiembre", mi corazón dio un vuelco. Mi poeta había escrito un poema con el título de mi onomástico. ¡Qué hermosa coincidencia del destino! ¡Mi poeta amado me había dedicado,  sin saberlo, un poema!

Hace una semana que cumplí mis 58 primaveras.  Lo esperaba con ansias, pues deseo con desesperación llegar a los 60, que es el momento justo en que la tradición china inicia el homenaje a la longevidad. Según la filosofía taoísta, lo importante no es haber nacido, sino haber vivido.  Nadie nos preguntó si queríamos nacer; pero todos decidimos seguir viviendo todos y cada uno de los días de nuestras vidas.  Pero para verdaderamente vivir, necesitamos hacerlo con dignidad.

Me siento feliz y orgullosa de haber podido alcanzar mis 58 años.  Mi madre tenía esa edad cuando terminé mi carrera universitaria; y había decidido tomar las riendas de mi vida. Entonces la veía como una persona muy mayor; ahora me doy cuenta que era sólo una mujer de mediana edad en la plenitud de su existencia. 

He disfrutado cada etapa de mi vida. Al llegar a los 40 organicé una fiesta con mi multitudinaria familia y algunos amigos.  Una década después celebré la llegada de mis 5 décadas con una misa: quería dar gracias a Dios por el regalo de la vida, por mis alegrías y penas, por mis momentos de salud y los de enfermedad. Estuvieron presentes, por supuesto, los amigos y la familia. Bauticé el acto como "El Segundo vuelo", pues haber llegado a esa edad era un renovado impulso para proseguir. 

Llegué a mis 58 años, sólo me quedan dos años para alcanzar el derecho de hacer mi primer homenaje a la longevidad. Mientras espero, preparo con detenimiento mi fiesta. Deseo hacer una celebración sincera de la vida. Celebrar junto a los míos, a los que amo y a los que me importan.

Una amiga me dijo que no entendía por qué pregonaba mi edad a los cuatro vientos. Ya lo he dicho, ya lo he escrito. Cumplir años es una bendición y envejecer es el mejor regalo. Ninguno de nosotros sabe hasta cuándo estaremos en la tierra; algunos parten jóvenes, como mi querido sobrino Julio César, otros lo hacen más tarde;  los menos tienen la oportunidad de vivir hasta el cansancio, hasta que respirar se convierte en una hazaña.  No lo sabemos, sólo estamos aquí, y tratamos que en el tránsito cotidiano de la ardua y hermosa tarea de vivir, celebremos con alegría el simple hecho disfrutar del viento, de la lluvia, del sol, del amanecer, del atardecer, del mar, del horizonte, de la flor que se abre, del árbol que nos regala sus frutos.

Y por esto, a pesar de los tropiezos de toda índole en el largo trayecto transitado en mis 58 años de existencia, he decidido celebrar cada latido de mi corazón, cada rayo de luz  del que soy testigo, los abrazos gratuitos de los que amo; las palabras sinceras de quienes me quieren por lo que soy, no por lo que pueda representar. 

La negación de la edad y de envejecer es propio de la cultura occidental. Como afirma el  Tao del Amor y la juventud, en Occidente, se practica el culto a la eterna (¿?) juventud. Todos, ellos, ellas, quieren verse jóvenes, privilegiando la supuesta juventud sobre la vejez, porque asimilan a la vejez como enfermedad, como dolor y ausencia de calidad de vida.

El Tao nos ayuda a entender el verdadero secreto de la a juventud, de continuar con una apariencia saludable y agradable para los demás. Como decía Pao Pu, maestro taoísta del siglo IV: que la mejor medicina para la vida eterna era creer en el amor y amar sin condiciones.

No puedo negar que he vivido 58 primaveras, que por mi cuerpo han transcurrido 20,996 amaneceres y atardeceres; que mi pelo es blanco y que mi cuerpo ya tiene las huellas y secuelas de la resequedad de la piel. No puedo negar que tengo 40 años vinculada a la docencia; que mis alumnos, jóvenes y niños de ayer, hay muchos que son adultos con vidas hechas. No puedo negar que nací en la mitad de otro siglo; y que soy dichosa de estar todavía en esta tierra en el inicio de la segunda década del siglo XXI.

Porque vivir es una aventura que descubrimos, que nos sorprende, que nos agota, que nos alegra, que nos deleita, que nos hace sufrir, que nos hace reír y llorar.  No hay razón para avergonzarse del premio de haber sumado días a nuestras existencias. 

He decidido, desde hace un tiempo, asumir mis días con alegría infinita y esperanza renovada; aunque llueva, truene o tiemble la tierra. Soy hoy el resultado de mis decisiones de ayer. No me arrepiento de ninguna de ellas, incluso de las que tomé el camino equivocado pues aprendí que el verdadero y más importante valor del ser humano está en levantarse después de las caídas.

Soy una mujer adulta que ha llegado a sus 58 años, que  piensa que cuenta todavía con el espíritu de un joven, pero que se sabe poseedora de múltiples achaques de una mujer de mediana edad, pero que a pesar de las lágrimas, nunca ha dejado de soñar con las utopías.

La enfermedad de la vejez se desarrolla durante la juventud; las dificultades de los años de decadencia se crean durante los primeros años. Por ello, todas las personas deberían estar muy atentas cuando se hallan en pleno florecimiento. Huanchu Daoren, Retorno a los Orígenes.

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@MuKienAdriana

Un pensamiento liberal dominicano?


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE


Pensamiento caribeño en el siglo XIX.  ¿Un pensamiento liberal dominicano? 

 tor: Mu-Kien Adriana Sang



@MuKienAdriana

Dondequiera que la ley termine, la tiranía comienza. John Locke

La libertad del hombre en sociedad consiste en no verse sometido más que al poder legislativo, establecido de común acuerdo en el Estado, y en no reconocer ninguna autoridad ni ninguna ley fuera de las creadas por ese poder.  John Locke

“El primer hombre al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir ‘ Esto es mío’ y encontró a gentes lo bastante simples como para hacerles caso fue el verdadero fundador de la sociedad civil”. Rousseau

Cada uno de nosotros pone su persona y todo su poder en común bajo la dirección suprema de la voluntad general , y en nuestra condición asociada recibimos cada miembro como a una parte indivisible del todo”. Rousseau

El liberalismo político llegó a América, con sus particularidades.  Las bases de sustentación se iniciaron en el siglo XVIII, primero con John Locke y su teoría política sobre la sociedad civil, un nuevo concepto en el que se le otorgaba cierto poder al pueblo llano, llamado entonces súbditos.  Para dirigirlo se necesitaba una intermediación entre el Soberano y su pueblo, el gobierno civil. La doctrina liberal se hizo dominante en la primera década del siglo XIX.  Se sustentaba en la libertad absoluta como su único principio: libertad económica, política y social. 

El liberalismo está considerado como la expresión ideológica y política de la nueva sociedad dominada por la burguesía. En su gestación y desarrollo, el liberalismo se entrecruzaron pensamientos y orígenes con temporalidades y nacionalidades muy diferentes.  Es difícil poder ubicar el momento preciso de su nacimiento en la Europa occidental. Ahora bien, en lo que sí hay acuerdo es que para la segunda década del siglo XIX se había hecho dominante. Entre los principales pensadores encontramos: John Stuart Mill, Benjamin Constant, Adan Smith, Alexis de Tocqueville, David Ricardo, entre otros.

La semana pasada hablamos sobre el romanticismo liberal, así en un juntos, pues  romanticismo y Liberalismo no eran antagónicos, más bien complementarios.  La burguesía las asumió como suyas y abogó por la ideología romántica y liberal.  Ambas doctrinas defendían y partían del YO,  como sujeto individual y particular que debía actuar bajo la premisa de la libertad, considerada como el principal valor de la condición humana. 

La complementariedad entre las ideas del Romanticismo y del Liberalismo,  dio origen al nacimiento de Liberalismo Romántico, cuyas ideas constituyeron la inspiración para muchos jóvenes del mundo americano que se abrazaron y aferraron a ellas para promover cambios profundos en sus sociedades.  Los jóvenes revolucionarios de la América Hispana se identificaron con las ideas del Romanticismo porque soñaban, como abogaba la nueva doctrina, en el reino de la libertad absoluta.

Los revolucionarios de las colonias españolas abrazaron el principio romántico del ser libres porque era el punto de partida para convertirse en revolucionarios buscadores de verdad.  Y estos jóvenes amaron el  Romanticismo libertario porque representaba la suma de la libertad, tanto en la forma como en el contenido.

La primera década del siglo XIX en América Latina fue convulsionada, producto, sin lugar a dudas, de los movimientos nacionalistas. Los criollos, inspirados en las ideas liberales, enfrentaron el poder imperial español y constituyeron nuevas naciones. El liberalismo llegó tarde a República Dominicana, pues cuando se creó La Trinitaria en 1838, hacía años que el nacionalismo había triunfado en el cono sur del continente. 

Un elemento interesante es que en América Latina las ideas liberales no llegaron completas, para decirlo de alguna manera.  Me explico.  El Liberalismo Romántico puro abogaba por la libertad de cultos, por la libertad religiosa y moral; sin embargo los grandes representantes de liberalismo latinoamericano ignoraron ese precepto e incorporaron la religión católica en el corazón mismo del pensamiento.

La gran pregunta que debemos hacernos es si en la recién creada República Dominicana había un pensamiento liberal puro.  Mi respuesta es negativa.  Sobre este tema he escrito mucho tanto en libros como en artículos.  Sostengo que en el siglo XIX no había una verdadera producción intelectual.  Los pocos que existían estaban influenciados, como era y es lógico, por la modernidad europea.  No me conformé con mi reflexión. Traté de buscar nuevas respuestas.  Navegando por las redes localicé un trabajo de Omar Díaz de Arce titulado: La tradición demo-liberal en América Latina (siglo XIX) [1] quien sostiene que el liberalismo latinoamericano tiene origen difuso y dudoso:

Los antecedentes del pensamiento liberal en América Latina no son muy conocidos; a pesar de que este auspició el nacimiento  y consolidación de los estados independientes desde inicios del siglo XIX. La tradición liberal constituyó el hilo conductor del  desarrollo nacional durante un largo período y dejó un legado de  aspiraciones democráticas que sigue vigente en el Continente, más allá de los avances y retrocesos experimentados por nuestros países, víctimas frecuentes de dictaduras y escenario hasta hoy  de movimientos que desde la derecha o la izquierda han aplastado los derechos humanos, el libre intercambio de ideas y las formas democráticas de gobierno. De manera que el rescate de la vertiente democrática del pensamiento liberal -que nada tiene que ver con el llamado “neoliberalismo”-, junto con el renacimiento de  la “sociedad civil” en aquellos lugares donde la han silenciado o intentan silenciarla, sigue siendo una tarea pendiente y una meta inaplazable en gran parte de América Latina.

 

Un enfoque novedoso de Díaz Arce es que afirma que el liberalismo que llegó a América fue más que moderado, y que éste a su vez tuvo dos vertientes: la reformista y la independentista. Ambas respondían  a las aspiraciones de la élite terrateniente criolla, que desde hacía tiempo aspiraba librarse, por una vía u otra, de la tutela  ejercida sobre ella por la burocracia peninsular.  Este planteamiento es muy interesante, porque tradicionalmente se ha asumido que el liberalismo era por antonomasia nacionalista e independentista. Nace un cuestionamiento ¿significa entonces que no había un pensamiento conservador?  Más adelante trataremos el pensamiento conservador dominicano y volveremos a abordar el tema.

 

La gran pregunta que se nos impone es ¿había un pensamiento liberal en la República Dominicana del siglo XIX? Algunos autores sostienen que Pedro Francisco Bonó fue no solo el intelectual de los pobres, sino también EL pensador liberal por excelencia  del siglo XIX dominicano.  Sus ensayos, recogidos por Rodríguez Demorizi, evidencian a un hombre con capacidad de generar un pensamiento propio. Pero, ¿era realmente liberal?  ¿Se puede afirmar que Bonó hizo suyos los planteamientos del liberalismo europeo del siglo XIX?  ¿Era su pensamiento una simbiosis forzada? Estas preguntas serán respondidas en próximas entregas.

Pero también existía en América latina, y, por supuesto, en nuestro país también, el llamado liberalismo positivista, en el cual los intelectuales decidieron sacrificar la libertad para defender el orden a ultranza. El máximo representante en nuestro país,  fue sin lugar a dudas, Ulises Francisco Espaillat.  Sus ideas serán desarrolladas también en un futuro  no muy lejano. Hasta la próxima semana.

 

 

 



[1] http://www.espaciolaical.org/contens/29/5865.pdf

El romanticismo liberal


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE


Pensamiento caribeño en el siglo XIX.

¿Pensamiento dominicano o importación europea? El romanticismo liberal.

Por: Mu-Kien Adriana Sang



@MuKienAdriana

 

RIMA LIII, Gustavo Adolfo Bécquer

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán….

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!

Somos seres que llevamos puestos los vestidos de nuestro tiempo. Nadie, absolutamente nadie es capaz de crear por sí mismo un pensamiento, pues las ideas nacen a partir de otras.  Las ideas románticas, liberales, conservadoras y positivistas que cundieron en la Europa del siglo XIX se expandieron al mundo con rapidez sorprendente.  Y, por supuesto, llegaron a la República Dominicana.

Está claro también que el desarrollo económico y social está acompañado de un marco conceptual, de ideas. El proceso de construcción de una sociedad sustentada en una nueva estructura económica dominada por el capital fue largo. Y así, en esa ebullición en todos los órdenes, nacieron diferentes teorías: el liberalismo, el Romanticismo, el marxismo, el neocatolicismo, el idealismo y el positivismo, para citar sólo las más importantes.

En las primeras décadas del siglo XIX, el Romanticismo hizo su aparición a la República Dominicana. Los pensadores románticos planteaban que la razón pura no existía y tampoco definía los problemas ni explicaba las dudas y dilemas del ser humano a lo largo de su vida. Esta conclusión los llevó a defender la necesidad de reconocer los sentimientos como motor de las acciones transformadoras y revolucionarias. Defendían la fuerza inspiradora de la pasión que solo puede lograrse cuando está envuelto el corazón.  

El romanticismo se desarrolló, en su primer período en los años comprendidos entre 1770 a 1820. Muchas mentes brillantes del arte, la música y la literatura se alinearan bajo sus preceptos, entre los que podemos destacar a Goethe, Baudelaire, Becquer, entre otros.

El Romanticismo Liberal, fue abrazado, sin lugar a dudas, por los jóvenes rebeldes, apasionados y revolucionarios de la América convulsa de principios del siglo XIX. Esta corriente logró conjugar todo un pensamiento con una sola palabra y un solo principio único: la libertad. Los defensores de esta corriente defendían el derecho de expresar libremente y sin coacción, los diversos puntos de vistas, pero sobre todo, la necesidad de asumir la participación en el gobierno de la nación como una de sus principales tareas. Los liberales románticos abogaban por la libre manifestación de los sentimientos y pasiones, por lo tanto defendían la libertad, de manera tal que las leyes morales y religiosas no determinasen su conducta. Defendían la libertad moral y religiosa, porque consideraban que así como el mercado debía regirse por su propia ley, la vida social debía también ser libre, sin controles ni imposiciones de intereses particulares.

Defiendo que Juan Pablo Duarte y Diez, fue de los jóvenes revolucionarios que recibió la influencia del Liberalismo Romántico del siglo XIX.  Tuvo la suerte de nutrirse de estas doctrinas durante su estadía en Europa. Hizo suyas las ideas del liberales y románticas  y convirtió a las palabras "Patria", "Nación" y "Soberanía" en su himno de guerra. La Patria fue la inspiración clave de la acción política del Padre de la Patria. No era posible asumir el compromiso político de luchar en los movimientos nacionalistas, sin el convencimiento del amor patriótico. Duarte así lo entendió, y así lo expresó [i] :

·         Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria

·         Vivir sin Patria, es lo mismo que vivir sin Honor.

·         Los enemigos de la Patria, por consiguiente nuestros, están todos muy acordes en estas ideas; destruir la Nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar a la Nación entera.

·         Por desesperada que sea la causa de mi Patria, siempre será la causa del honor y siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre.

El compromiso personal fue una idea central del pensamiento romántico. Consideraba que la participación política debía estar inspirada en la conciencia profunda y en el compromiso. Un compromiso que debía ser asumido en plena libertad.   Juan Pablo Duarte entendió ampliamente esa dimensión de libre elección, porque es sólo a partir de la conciencia individual que puede entenderse el compromiso por la patria.

Pero, y era muy importante, la libertad no implicaba el caos ni el desorden.  La libertad tenía sentido cuando se respetaba la existencia del otro, y para que esa convivencia fuese productiva, se necesitaba un acuerdo, un pacto; que estaba consagrado en la Constitución y todas sus leyes adjetivas. Un Estado soberano, libre, independiente y republicano solo podía ser viable cuando se respetaba la legalidad existente. Duarte abogaba por la igualdad ante la ley. Por eso nuestro patricio afirmaba que la ley debía ser conservadora y protectora de la vida, libertad, honor y propiedades de los individuos; pues, seguía afirmando, la ley debía ser la regla a la cual debían acomodar sus actos, tanto los gobernados como los gobernantes.  

¡Parece mentira! Cientos de años después todavía tienen vigencia, en este pequeño país de Dios, las ideas de Duarte.  Parece que no hemos avanzado institucionalmente como lo soñó el patricio. ¡Qué triste!

 

 

 

 



[i] Vetilio Alfau Durán (Compilador), Ideario Duartiano, Instituto Duartiano
, Santo Domingo, 2010.