lunes, 24 de marzo de 2014

RICARDO ALEGRIA: EL PADRE DE LOS INDIOS CARIBEñOS


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

VISIONES SOBRE EL CARIBE: Ricardo Alegría el padre de los indios caribeños

Por: Mu-Kien Adriana Sang

sangbenmukien@gmail.com


@MuKienAdriana

 

“Cuando Cristóbal colón descubrió Puerto Rico hace poco más de quinientos años, encontró que la isla estaba habitada y a sus moradores los llamó indios. Estos indios eran seres como nosotros solo se diferenciaban en el color de la piel, las costumbres y el idioma.

Los indios tenían el color cobrizo y el pelo negro, grueso y muy lacio. No tenían barba ni bigote y seguían la costumbre de arrancarse todos los  pelos del cuerpo, menos los de la cabeza y las pestañas. De estatura eran casi iguales a los puertorriqueños de hoy, aunque quizás un poco más bajos.

Las costumbres de los indios eran muy diferentes a las nuestras y su vida más sencilla y tranquila. Aunque el idioma que hablaban no se parecía en nada al español, nuestro pueblo usa hoy en su conversación diaria bastantes palabras de la lengua indígena, sin darse cuenta de ello…”  Ricardo Alegría[i], Historia de nuestros indios

 

El fragmento que encabeza este artículo forma parte de una de las obras más importantes de este antropólogo e historiador Don Ricardo Alegría Gallardo, nacido en San Juan en 1921 y fallecido en 2011.  Don Ricardo se ganó el respeto y la admiración no solo de sus  discípulos, sino también de todos los intelectuales.

Dotado de una  envidiable formación. La licenciatura la obtuvo en la Universidad de Puerto Rico. Por sus calificaciones pudo hacer estudios de post grado en las universidades de Chicago y Harvard. Al finalizar regresó a San Juan y comenzó a realizar actividades académicas. Fue tan grande su pasión por la investigación, que en 1953, gracias a una beca financiada por la Fundación Guggenheim, pudo iniciar sus estudios doctorales. En 1955 obtuvo  el doctorado en Filosofía y Letras.

Regresó a su amado Puerto Rico para trabajar. Su activismo le permitió convertirse muy rápidamente, en una de las principales figuras del panorama intelectual puertorriqueño. Desempeñó muchas funciones: fue fundador de la Escuela y los Talleres de Artes Plásticas de Puerto Rico; padre y promotor de la Bienal del Grabado Latinoamericano; fundador y luego director del Centro de Investigaciones Arqueológicas y Etnológicas; director del Museo de Antropología, Historia y Arte de la Universidad de Puerto Rico  en el Recinto de Río Piedras; catedrático de Antropología en dicha universidad y director del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Casi hasta su muerte fue Presidente del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y El Caribe.

Tenía una cualidad que pocos intelectuales podían exhibir: la organización. Pero el tiempo le alcanzaba para escribir y publicar. Entre sus numerosas publicaciones podemos citar las siguientes: La población aborigen antillana y su relación con otras áreas de América (1948); Historia de nuestros indios (1950); Mi primer libro de Puerto Rico; La Fiesta de Santiago Apóstol en Loíza Aldea (1954); Cuentos folclóricos de Puerto Rico (1967);La vida de Cristo según el santero E. Florencio Cabán; Los renegados; Cacicazgo entre los aborígenes de las Indias Occidentales (1947), solo para citar algunas. Como puede observarse de los títulos de los libros, sus preocupaciones intelectuales  se centraron en los aspectos culturales y arqueológicos. El indiotambién en el mestizaje de las tradiciones hispana y africana que se encontraron e

Un elemento clave del pensamiento de Don Ricardo fue su defensa a la identidad puertorriqueña, siendo el defensor más preclaro e importante de la denominada "puertorriqueñidad".

No hay dudas que hoy, en el siglo XXI, casi un siglo después del nacimiento de este singular intelectual, sus ideas puedan ser puestas en tela de juicio.  Su visión de los indios, por ejemplo, era más que nada paternal. La puertorriqueñidad era para él un paradigma, un referente importante que estaba basado en una visión esencialmente hispánica. No podía negar su defensa a la herencia cultural de España.

La pequeña obra, objeto de este artículo, titulada Historia de Nuestros Indios fue publicada por primera vez en 1950, escrita en un lenguaje sencillo y ameno, muestra una visión paternalista hacia los primeros pobladores.

Consta de 16 pequeños capítulos que se inicia con el descubrimiento, sus orígenes, sus formas de organización social y finaliza con la herencia. Un elemento interesante es que Don Ricardo en su ensayo, pues no puede decirse que el libro es una investigación, no aporta las fuentes bibliográficas, como tampoco las bases documentales que le permitieron llegar a sus conclusiones.

En el capítulo 2 nos dice que Las Antillas fueron una de las últimas áreas de América que fueron pobladas. Afirma que hasta ese momento los arqueólogos especialistas en las culturas antiguas no estaban de acuerdo sobre cuál era la procedencia de nuestros primeros pobladores. “No se sabe con exactitud de qué otra región de América pasaron a las islas. Algunos arqueólogos opinan que vinieron de América del sur, viajando de isla en isla…Otros creen que…pudieron haber llegado desde las costas de lo que hoy es Florida…También existe la posibilidad de que hubiesen llegado desde América Central…”[ii] Al finalizar el pequeño capítulo afirma que cuando Colón llegó a Puerto Rico y encontró a estos pobladores que llamó “indios”, pero que ellos se llamaban a sí mismos como “taínos” que el idioma aruaco significaba “los buenos”.

Cuando los españoles llegaron a Puerto Rico, ya se habían instalado en otras islas, como La Hispaniola, por ejemplo.  Llegaron a Borinquen en noviembre de 1493.  Pero no fue hasta el año 1509 cuando, bajo el mando de Juan Ponce de León, comenzaron verdaderamente a conquistar la isla.  Llegaron con un solo objetivo: el oro, “a conquistar la isla para España y a convertir a sus habitantes al cristianismo. Para entonces nuestros indios vivían tranquilamente, agrupados en sus pueblos. En el idioma de los indios estos pueblos se llamaban Yucayeques”. [iii]  En cada pueblo había un jefe o cacique, el más poderoso era Agüeybana I, jefe de Guainía.

En los siguientes pequeños capítulos Don Ricardo pasa a describir los bohíos, o las casas de los indios. Describió sus ritos funerales, sus cantos, muebles y utensilios.  El último capítulo titulado “La herencia de nuestros indios” el gran intelectual nos habla de cómo la conquista y colonización española provocó la extinción de esa población nativa. Afirma que a mediados del siglo XVI sólo quedaban 60 indios en toda la isla de Puerto Rico. Se conforma con el hecho de que el mestizaje permitió que la sangre indígena estuviera todavía presente en los puertorriqueños. Y destaca finalmente la herencia lingüística que todavía se conserva en puerto rico para nombrar ríos, plantas y animales. Finaliza así: “En los puertorriqueños de hoy día sigue viva la herencia de nuestros indios” [iv]



[i] Ricardo Alegría, Historia de nuestros indios, San Juan, Puerto Rico, Colección de Estudios Puertorriqueños, 2003, p. 11
[ii] Ibídem, pp. 15-16
[iii] Ibídem, p.23
[iv] Ibídem, p.84.

GERMAN ARCINIEGAS: SANTO DOMINGO O EL MUNDO QUE NACE


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

VISIONES SOBRE EL CARIBE: Germán Arciniegas: Santo Domingo o el mundo que nace

Por: Mu-Kien Adriana Sang

sangbenmukien@gmail.com


@MuKienAdriana

Santo Domingo es la primera ciudad estable que fundan los europeos en América. Ahí se instala el primer gobierno. Como si dijéramos la corte. El gobernador, que muy pronto se llamará “virrey” vive en su “palacio”. Fernando Colón cuenta que el gobernador pacta la paz con los “reyes” o “reinas” de las naciones indígenas. O les hace la guerra…Una ciudad lugar donde se reúnen cien o doscientos españoles con sus criados cobrizos o sus esclavos negros. Viene un huracán, carga con la pala de los techos, arranca las estacas en que se tienen las paredes, y se lleva la ciudad que ha fundado Bartolomé Colón. Ovando, el nuevo gobernador, la hace otra vez…traza calles muy derechas. Se perfilan los edificios que son fundamentales para una ciudad a la española: Iglesia, fortaleza, hospital  y cárcel. Luego vendrán la catedral y universidad. En todas estas palabras, que hay que seguir oyendo con reservas, está el ingenuo orgullo de esos hombres, que puestos en medio de temporales y flechas modelan con sus manos nuevas repúblicas. Ellos las palpan gozosos. La fe de su voluntad creadora desarma cualquier comentario burlón…[i]  Germán Arciniegas

De esta manera irónica y bien escrita, Germán Arciniegas, en su libro Biografía del Caribe, describe el tortuoso proceso de conquista primero y colonización después de los españoles en América, proceso que se inició por esta isla colocada en el corazón del mar Caribe, no sin antes evaluar la “hazaña” “cubridora” de Colón, el marine aventurero a quien definió como el “desventurado”, pues de su travesía marina cuando llegó a tierra, después de largos y desesperantes meses en el mar, pudo abandonar por un tiempo “sus zozobras y miserias” [ii]

Arciniegas con maestría, información y verbo pulido y cínico a la vez describe la “hazaña descubridora” del marino italiano defensor de la Corona Española. Y en este relato, ubicado en el capítulo II, el escritor describe con maestría las peripecias de Colón por todas las islas del Caribe y el encuentro desigual con los habitantes, los indios, los extraños hombres y mujeres de piel coloreada por el sol.

Cuando los españoles llegan a Santo Domingo, dice Arciniegas, aplicaron el dudoso modelo de alternación del poder. En sus propias palabras:

Como en España unos días manda Fernando, otros Felipe, luego el Cardenal Cisneros, en seguida Carlos V, y siempre algún ministro que está por encima de los propios reyes, en Santo domingo van desfilando las gentes más diversas. Gobernador que llega, es enemigo que ha triunfado sobre el anterior… [iii]

Locuaz y crítico como era, Arciniega tiene palabras para los sacerdotes que llegaron para cristianizar a los indios. Pero, quienes al ver la realidad de explotación que vivían los indios, y después de conocer la experiencia de los jesuitas en Paraguay, decidieron unirse para defender el derecho de los nativos. “Ahora fray Bartolomé de las Casas ha cantado la doctrina en Castilla. Con su locuacidad desbordante, sus incontenibles pasiones y esas pinturas tan tiernas que hace de indios infelices acuchillados por carniceros españoles, saca en limpio que se envíen a estos frailes y que en Castilla se redacte un proyecto de república ideal, una Utopía…[iv]

El autor evalúa la experiencia española en nuestra isla. Afirmaba que 25 años después, la  era, irremediable y tristemente, otra. Todo había cambiado, “hasta el paisaje… los indios han conocido caballos, hierro, pólvora, frailes, el idioma castellano, el nombre de Jesucristo, vidrio, terciopelo, cascabeles, horcas, carabelas, cerdos, gallinas, asnos, mulas, azúcar, vino, trigo, negros del África, gentes con barbas, zapatos, papel, letras, o como ellos creen, unas hojas blancas que hablan al oído…empiezan…los campos a cubrirse de caña de azúcar, las minas a trabajarse…Donde antes hubo un monte ahora se oye la algarabía de los trapiches…Nació una ciudad de piedra…vino un virrey…”[v]

Arciniegas es equilibrado, y también reconoce que los españoles vieron cosas nuevas e inesperadas.  Conocieron el cazabe, el maíz, el tabaco, la chicha, las hamacas, las yucas, las canoas, las flechas, los cocodrilos, los bosques vírgenes, árboles diferentes a los de España, pájaros coloridos y raros a los ojos de los españoles, pues “cada pájaro canta una nueva canción, cada alborada muestra una montaña desconocida, cada lucha una experiencia deslumbrante, más deslumbrante que el oro que antes nunca vieron y que ahora pasan en el cuenco de sus manos temblorosas…”[vi]

Así, llegaron, irrumpieron, se adueñaron y se impusieron. Las tribus indígenas fueron destruidas, para imponer las ciudades españolas pobladas de indios y de algunos conquistadores harapientos, hambrientos y sedientos de riquezas. Para finalizar, copio un hermoso y doloroso fragmento del largo poema que Pablo Neruda dedicó a la República Dominicana cuando se produjo la invasión de 1965.


Perdonen si les digo unas locuras
En esta dulce tarde de febrero
Y si se va mi corazón cantando
Hacia Santo Domingo, compañeros.
Vamos a recordar lo que ha pasado allí
Desde que Don Cristóbal, el marinero
Puso los pies y descubrió la isla
Que mejor no la hubiese descubierto
Porque ha sufrido tanto desde entonces
Que parece que el diablo y no Jesús
Se entendió con Colón en ese aspecto

Esos conquistadores españoles
Que llegaron desde España, por supuesto
Buscando oro y lo buscaron tanto
Como si les sirviese de alimento

Enarbolando a Cristo con su cruz
Los garrotazos fueron argumentos tan poderosos
Que los indios vivos se convirtieron pronto
En dominicanos muertos

Aunque hace siglos de esta historia amarga
Por amarga y por vieja se las cuento
Porque las cosas no se aclaran nunca
Con el olvido ni con el silencio.

Y hay tanta inquietud sin comentario
En la América hirsuta que me dieron
Que si hasta los poetas nos callamos
No hablan los otros porque tienen

 



[i] Germán Arciniegas, Biografía del Caribe, Editorial Sudamericana SA y Círculo de Lectores SA, Barcelona, España, 1966, p. 65 y 66
[ii] Ibídem, p. 30.
[iii] Ibídem, p. 76
[iv] Ibídem
[v] Ibídem, p.77
[vi] Ibídem, p. 78

GERMAN ARCINIEGAS: LAS ISLAS VISTAS DESDE EL CONTINENTE


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

VISIONES SOBRE EL CARIBE: German Arciniegas: las islas vistas desde el continente

Por: Mu-Kien Adriana Sang

sangbenmukien@gmail.com


@MuKienAdriana

Que el siglo XVI es el siglo de oro de España, es la verdad, pero no es toda la verdad. El siglo XVI es de oro no sólo para España sino para Inglaterra, para Francia…Pero en el fondo hay algo más. Con el descubrimiento de América la vida toma una nueva dimensión: se pasa de la geometría plana a la geometría del espacio… Todo este drama se vivió, tanto o más que en ningún otro sitio del planeta, en el mar Caribe. Allí ocurrió el descubrimiento, se inició la conquista, se formó la academia de los aventureros. La violencia con que fueron ensanchándose los horizontes, empujó a los hombres por el camino de la audacia temeraria…Cuanto hombre o mujer grande hubo en Europa, se vinculó a la aventura central del mar Caribe. Descubrimiento, conquista, pillaje, se hicieron con reyes al fondo….German Arciniegas, Biografía del Caribe, Prefacio (fragmento).

Así comienza el ensayo, interesante y bellamente escrito, del colombiano Germán Arciniegas, nacido en Bogotá a principios del siglo XX. Un hombre que estuvo con nosotros casi los 100 años de ese siglo, pues murió en diciembre de 1999.  Arciniegas fue sin dudas un hombre influyente en la vida y la política colombiana. Fue ensayista, historiador, diplomático y político.

Germán Arciniegas Angueyra nació en una numerosa y acaudalada familia bogotana. Podríamos estar en desacuerdo con sus ideas, pero nadie, absolutamente nadie, puede negar que este colombiano singular fuera un libre pensador abierto, crítico y rebelde. Tenía temas preferidos, como la América Latina su historia, sus ideas y sus laberintos. Le apasionaba el tema de la mujer y sobre la juventud. Sus ideas fueron plasmadas en su columna que publicaba religiosamente en el periódico El Tiempo de Bogotá, del fue director general en 1937.

Su labor académica lo llevó a ser Presidente de la Academia Colombiana de Historia, miembro de Número de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Sociedad Bolivariana de Colombia. Pero además de sus actividades académicas, tuvo una vida super activa, ocupando importantes posiciones diplomáticas hasta ser nombrado como Ministro de Educación (1942-1946). Su vocación de maestro, lo llevó a tener también una activa participación cultural, convirtiendo en un mecenas de la cultura: fue el fundador del Instituto Caro y Cuervo, así como del Museo de arte Colonial de Bogotá.

Pero Arciniegas dedicó gran parte de su vida a escribir. Publicó cerca de sesenta y ocho libros. Escribió teatro, crónicas, novelas, historia. Una constante en todas sus obras: la crítica a la historia oficial y la propuesta de una nueva visión histórica, desde la óptica latinoamericana, no desde el prisma de los conquistadores. Una de sus obras más conocidas es Biografía del Caribe (1945). Cuarenta años más tarde publicó  Bolívar y la Revolución (1984). El tema racial fue otra constante en su pensamiento. Con la obra El continente de los siete colores, publicado en 1970, Arciniegas analizó brillantemente el fenómeno tan latinoamericano del mestizaje, y concluye, con toda la razón, que nuestro continente, incluyendo El Caribe es un crisol, un arcoíris de razas y culturas.

Pero este artículo no es para hacer una biografía extensa de este singular hombre de nuestros tiempos, sino para conocer sus ideas sobre  esta región nuestra tan particular y apasionante.  La obra de Germán Arciniegas titulada Biografía del Caribe, fue publicada por primera vez en 1945. Consta de 614 páginas. Localicé una edición de 1966 publicada conjuntamente por Editorial Sudamericana SA y el Círculo de Lectores SA de Barcelona.

¿Cómo clasificar este libro? ¿Ensayo? ¿Historia? ¿Desahogo con prosa poética? Lo cierto es que sin ser un libro científico, en todas y cada una de sus palabras hay una visión/posición crítica sobre las luchas imperiales y el sometimiento y despojo de América en la hazaña marítima, que unos llamaron “Descubrimiento”, “Cubrimiento ”para usar sus paalabras. El primer capítulo titulado “Del Mar Grecolatino al mar de los Caribes”, el autor parte de una idea central “en el principio todo fue el Mediterráneo”[i] Con la sorpresa de que llegaron a otras tierras, de repente la geografía del mundo conocido se transformó. El antiguo universo marítimo se transformó, y el mundo giró hacia América y El Caribe. La obra, por su importancia y dimensión, no puede ser abordada en una sola entrega. Los próximos artículos versarán sobre esta magistral obra.

El libro “Biografía del Caribe#”  fue escrito antes que Cien años de soledad, siendo quizás el primero que habló del llamado “realismo mágico”, yo digo, absurdo a veces.  Perteneció a esa generación crítica, que algunos osaron llamar “De los nuevos”, porque osaron criticar la herencia recibida y redimensionar su tierra, su continente.

Uno de sus más osados planteamientos fue sin duda su convicción de que la historia no sólo fue escrita por los grandes gobernantes ni los guerreros, sino también por el pueblo. Decía que para entender la historia se hace necesario acercarse a los hombres y mujeres de la calle, a las criaturas vulgares que son constituían, y constituyen todavía, las grandes mayorías.

Sobre la llegada de los españoles a América a través de El Caribe decía que no nos habían descubierto, sino cubiertos, por eso acuñó el término CUBRIMIENTO! En sus palabras
“La afirmación de que los españoles descubrieron la América a finales del siglo XV y principios del XVI es inexacta y se funda en el vocabulario que por rutina heredamos de quienes se han consagrado a la tarea de escribir lo que en el lenguaje figurado solemos llamar así. Si digo que no hubo tal descubrimiento, no lo hago porque en este momento me preocupen las incursiones que practicaron los mongoles entrando por Alaska diez o veinte siglos antes que los españoles, ni las posibles invasiones de los polinesios que pudieron llegar a las costas de Chile, ni las naves escandinavas que seguramente tocaron los bordes de Groenlandia en los tiempos de Erik el Rojo. Me refiero al espíritu mismo del viaje de Colón, al hecho de que no es posible considerar como descubridores a quienes en vez de levantar el velo de misterio que envolvía a las Américas, se afanaron por esconder, por callar, por velar, por CUBRIR todo lo que pudiera ser expresión del hombre americano [...] ¿Qué vinieron a hacer a estas tierras los capitalistas, los empresarios, los encomenderos, los gobernadores, los virreyes? Vinieron para imponer un sistema económico, un dogma religioso, un tipo de arquitectura, una raza, que eran otra cosa distinta de la economía, la religión, la arqui


[i] Germán Arciniegas, Biografía del Caribe, Editorial Sudamericana SA y Círculo de Lectores SA, Barcelona, España, 1966, p. 10

VISIONES DEL CARIBE: LO MAGICO Y LO SAGRADO


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

VISIONES SOBRE EL CARIBE: Lo mágico y lo sagrado

 

Por: Mu-Kien Adriana Sang

sangbenmukien@gmail.com


@MuKienAdriana

 

La historia del Caribe es la historia de las luchas de los imperios europeos contra los pueblos de la región para arrebatarles sus ricas tierras; es también la historia de las luchas de los imperios, unos contra otros, para arrebatarse posiciones de lo que cada uno de ellos había conquistado; y es por último la historia de los pueblos del Caribe para libertarse de sus amos imperiales… Juan Bosch, De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial.

Después del largo recorrido que hemos hecho a lo largo de estos meses acerca del pensamiento conservador, iniciamos un nuevo trayecto, también desconocido, inesperado e insospechado.  Después de más de dos años leyendo, pensando y escribiendo sobre este Caribe tan especial, diverso, disperso y mágico, he comprendido muchas cosas.

Una de las mayores singularidades de este Caribe nuestro, es la condición de archipiélago. Somos islas, grandes las menos, pequeñas las más y algunas tan minúsculas que sorprende la existencia de vida en esos islotes. Esta característica geográfica, se suma a su estratégica ubicación en un mar que une las tres partes de América y que conecta con el viejo continente. Por esta razón, El Caribe se convirtió desde casi el inicio de la hazaña llamada descubridora, en un tesoro en bruto para los imperios en competencia. Y por eso, a partir del siglo XVI llegaron los ingleses, los holandeses y los franceses.  Llegaron, comenzaron a ocupar, como si fuera suyos los terruños del archipiélago, convirtiéndolo en una singular Babel.  Ocuparon, conquistaron e impusieron el cultivo del azúcar sustentado en el modelo de plantaciones. Trajeron esclavos desde África, llegaron los africanos y trajeron sus costumbres y creencias convirtiendo además la zona en tierra de mitos y leyendas. 

Esta realidad se convirtió en misterio para mí. Entonces busqué ensayos de investigadores que hubiesen pensado en el tema. Localicé así un interesante trabajo de Glodel Mezilas titulado "El Tiempo, la memoria y lo sagrado en el Caribe Colonial" [i]

Sostiene el autor que el Mar Caribe fue el gran espacio donde se puso en evidencia y en práctica la violencia colonial. El mundo se ensanchó a partir de esas pequeñas islas, y las potencias se impusieron a partir de la violencia y la destrucción de las grandes poblaciones. Señala que cinco fenómenos están en la base de la formación histórica caribeña, a saber:

1.       La matanza y genocidio de los conquistadores, provocándose un gran desequilibrio demográfico.

2.       Comercio triangular entre Europa, África y América, bajo la hegemonía de los imperios europeos.  Comenzó así el gran negocio de venta y compra de esclavos como mercancías para trabajar en las plantaciones.

3.       El tercer fenómeno es el uso de manera abusiva la mano de obra barata y cautiva. "La esclavitud da lugar a la formación de las sociedades de plantaciones en las Américas, especialmente El Caribe, donde destruyó, poco a poco las culturas importadas del continente negro."[ii]

4.       El fenómeno cuarto se refiere a los cruces culturales e imaginarios a partir de la llegada de los diferentes grupos étnicos.  Un fenómeno, que según Mezilas, "conduce a la creación de un nuevo ente cultural sin raíces únicas." [iii]

5.       Y, el quinto fenómeno se refiere a la búsqueda de la libertad fuera de las plantaciones.

La llegada masiva de estos negros africanos que vinieron al Caribe a trabajar en condiciones de esclavos, no impidieron que estos construyeran, en la interacción cotidiana de un medio ambiente nuevo y en circunstancias muy diferentes a las que estaban acostumbrados, a construir su propia simbología que les permitía soñar con la libertad perdida debido a su condición de oprimidos y de explotados. Plantea el autor que los esclavos, denominados por él como "sujetos subalternos", enfrentaron "subjetiva y ritualmente" su propia temporalidad en las plantaciones coloniales, haciendo uso de la memoria, "que les permitió pasar del tiempo profano al tiempo sagrado o mítico" [iv].  Podían soportar los vejámenes, el hambre y la explotación a través del "tiempo sagrado", por eso vivían en una eterna ambivalencia temporal: el tiempo profano versus el tiempo sagrado. El primero era el de las plantaciones, el del dolor, la tristeza, la exclusión y el del trabajo duro. El segundo era el tiempo sagrado, el tiempo de la liberación, alegre, contemplativo y encantador. Es el momento de los cantos, de la música y las danzas. Era, como decía el autor, una ambivalencia ontológica, que les permitía existir y resistir.

El autor sostiene que la estructura vertical y racial de la sociedad, en la cual los negros estaban en la base y los blancos en la cúspide, y entre ellos los mestizos y mulatos, hizo que cada grupo tuviera valores distintos.  Los esclavos-negros eran considerados como gente sin religión y sin valores culturales. "Cada uno representa una "humanidad" diferente según el código cultural en vigor. Esto revela que el orden colonial se basa en una contradicción de intereses: los amos defienden sus intereses y no toman en cuenta la situación de los esclavos. Los últimos reciben solamente algo para no morir de hambre" [v]

Los esclavos, sigue diciendo el autor, resistieron mediante sus propios imaginarios y sus simbolismos. Una forma de resistir al modelo impuesto de los conquistadores, sustentado en la religión dominante, tanto católica como protestante. Muchos no se resistieron únicamente con el mundo paralelo de ensueño creados por sus imaginaciones, sino con la insubordinación, como fue el caso de Mackandal, y prefirieron ser cimarrones a seguir una vida de exclusión y explotación.

Macandal. Makandal. Mackandal. 
          Proteico como tus sonidos. Secreto y rehecho
          y revelado como las letras que te forman, nombre de los escondido y lo 
          innombrable. 
          Aquí estás por fin, atrapado en mis cuadernos.
          Espíritu de las dos tierras y los cuatro mares,
          de los mil vientos que te llevan y te traen
          de la existencia al no-ser, del fuego a los
          deslumbramientos de tu nada. (fragmento, Manuel Rueda)

El cimarronaje se convirtió en una forma de combatir al conquistador y sobre todo, en la búsqueda de la libertad absoluta. Por esta razón Mezilas define al cimarronaje como la sociedad de las víctimas en rebelión.
Los que se quedaron bajo el yugo de los amos coloniales, siguieron resistiendo con el tiempo de los sagrado y lo mítico. Tanto utilizaron de ese tiempo, que invadió sus propias vidas cotidianas, porque el tiempo de lo sagrado era el único momento de ser, frente al tiempo de la nada y la deshumanización que enfrentar. Y como dice el autor: "Da sentido al flujo de la vida cotidiana…convierte a la vida en una fuete de alegría y de optimismo. Es el tiempo de lo puro frente al tiempo impuro de la esclavitud,  [vi] en el cual los amos no tenían espacio, porque estaban excluidos. Era el tiempo de la alegría y el optimismo, por eso penetró en el tiempo de lo real, de su terrible  y dolorosa cotidianidad. Nos vem


[i] Glodel Mezilas, "El Tiempo, la memoria y lo sagrado en el Caribe Colonial", Reflexiones. Memoria 248. Localizado en internet.
[ii] Ibídem, p. 47
[iii] Ibídem
[iv] Ibídem
[v] Ibídem, p.49
[vi] Ibídem, p.53

Repiticiones


ENCUENTROS

REPETICIONES, REPETICIONES

Por: Mu-Kien Adriana Sang


El corazón y su redoble iracundo
el obscuro caballo de la sangre
caballo ciego caballo desbocado
el carrousel nocturno la noria del terror
el grito contra el muro y la centella rota
Camino andado
camino desandado…
El cuerpo a cuerpo con un pensamiento afilado
la pena que interrogo cada día y no responde
la pena que no se aparta y cada noche me despierta
la pena sin tamaño y sin nombre
el alfiler y el párpado traspasado
el párpado del día mal vivido
la hora manchada la ternura escupida
la risa loca y la puta mentira
la soledad y el mundo
Camino andado…

camino desandado…

El pensamiento circular y el circulo de familia
¿qué hice qué hiciste qué hemos hecho?
el laberinto de la culpa sin culpa
el espejo que acusa y el silencio que se gangrena
el día estéril la noche estéril el dolor estéril
la soledad promiscua el mundo despoblado
la sala de espera en donde ya no hay nadie
Camino andado y desandado
la vida se ha ido sin volver el rostro.
Repeticiones, Octavo Paz

 

Cuando decidí escribir sobre algunas profundas reflexiones que atormentan mi alma, me pregunté qué poesía podría encabezar este Encuentro con una temática tan especial.  Busqué primero entre las poesías de Neruda, y ninguna se correspondía. Me sumergí en mi búsqueda y no aparecía nada que me complaciera. Entonces recordé a Octavio Paz y sus lamentos. Y, sí, localicé esta poesía titulada Repeticiones. Y a leerla, no sólo decidí colocarla para encabezar el artículo, sino que hasta cambié su título y lo bauticé como estos versos del mexicano universal.

 

Repeticiones, una y otra vez,  ha sido la práctica consuetudinaria de esta humanidad nuestra que se cuece en su propia salsa, en sus propias miserias sin querer cambiar. Mi lamento no ha sido, es ni será el único ni el último. Hay mucha gente que sufren también porque les duele el derrotero de este mundo deshumanizado.

 

Repeticiones, sí, repeticiones porque ha sido la ambición desmedida y sin control la que norma las decisiones de los dueños del mundo. Desde el inicio de los tiempo, los imperios comenzaron a imponerse a los más débiles, a través de la conquista por la fuerza. Hoy, el dominio es más sutil, pero no menos eficaz. El mercado, la ley de la oferta y la demanda ha mercantilizado todo, absolutamente todo, hasta los sentimientos más nobles y hermosos. El amor de pareja ya tiene precio. Se ha dedicado un día en el cual el amor se somete al escrutinio de un regalo costoso. El amor filial, el más puro y hermoso, también es una mercancía. Durante los días previos a las madres la propaganda dice que el amor materno se demuestra con una lavadora, una estufa o una TV. ¡Qué banalidad tan ofensiva!

 

Repeticiones, sí, repeticiones, porque la vida política de este país nuestro, se ha convertido en una hipérbole de ambiciones sin control, donde las sonrisas hipócritas de los candidatos son más importantes que sus ideas; donde el discurso, el convencimiento de sus pretensiones carecen de sentido, porque lo importante es la compra del favor a través de promesas de cargos y regalos. Se repite, se repite, se repite, como si el tiempo no existiera.  Cuando Ulises Heureaux la compra de la lealtad se hacía mediante una lista hecha a mano; ahora es más tecnológico a través de una tarjeta que se corresponde de acuerdo a una lista computarizada.

 

Repeticiones, sí, sí, sí, repeticiones insensatas, inhumanas e injustas es la permanencia de las eternas diferencias abismales entre los que tienen todo y los que no tienen nada.  Es incomprensible a los ojos de Dios que en un mundo tan rico, lleno de riquezas naturales existan millones que mueren de hambre y sed.

 

Repeticiones, sí, sí, lamentablemente sí. En la Edad Media, la Inquisición enviaba a la hoguera a los que no eran juzgados como herejes y violadores de la ley de Dios.  Después, durante la Guerra de Las Cruzadas, se expulsaron del territorio del Reino de Castilla a los árabes porque no eran cristianos.  Hoy, los musulmanes atacan a occidente, los enemigos de Alá. Y motivados por ese odio irracional, se inmolan. Y mientras la irracionalidad prevalece, las muertes se multiplican.

 

Repeticiones, sí, repeticiones, sí. ¡Dios que sí! En este terruño querido y maltratado, vivimos también pisoteando los terribles caminos transitados.  Como ayer, los que llegan al Estado, salvo muy escasas excepciones, asumen sus cargos para servirse. La patria es solo una palabra vacía, utilizada en discursos hipócritas. Los partidos políticos, más que instrumentos de la democracia, se han convertido en corporaciones con accionistas que tienen como objetivo la obtención de mayores ganancias.  Los dueños de turno se convierten, de la noche a la mañana, en potentados y señores.  ¡Oh Dios! ¿cuándo dejaremos de repetirnos?

 

Repeticiones, sí, ¡Ay sí, repeticiones! el debate apasionado liderado por los ultranacionalistas, a raíz de la famosa Sentencia del Tribunal Constitucional, no es una más que una repetición del eterno conflicto entre Haití y la República Dominicana. Es también la expresión, la reiteración, de algunos sectores políticos que utilizan el rancio discurso como unificación nacional. La debatida, controvertida, enfrentada y apoyada sentencia ha exacerbado, como antes, los sentimientos de la población, dividiéndola de manera irracional.  Así ocurrió con Buenaventura Báez cuando utilizaba las desavenencias para aplastar mantenerse en el poder. Lo mismo hizo Trujillo, quien llevó las diferencias al mayor de los  extremos, cuando decidió por la fuerza de las balas resolver el tema fronterizo. Y Bosch quien mediante una acusación de agresión llevó las diferencias hasta una crisis diplomática sin precedentes.  La historia se repite, se repite, se repite y duele… y duele… duele.

 

Como se repite también el enfrentamiento del adversario con diatribas sin argumentos, porque la intolerancia constituye su norma. Olvidan que en la discusión abierta y sincera está la clave del verdadero diálogo y la verdadera concertación. Pero no para ellos. Solo hablan con los que están de su lado.

 

Lamento amigos lectores de que mi Encuentros de hoy no sea un canto a la esperanza, y a la necesidad de caminar hacia el horizonte luminoso de un nuevo día.  Quizás porque también hay que darse permisos para expresar el otro lado de la vida,  porque sí, porque la existencia es una mezcla interminable de alegrías, penas, tristezas y preocupaciones.