lunes, 24 de marzo de 2014

Laberintos del alma


ENCUENTROS

LOS LABERINTOS DE MI ALMA

 

Por: Mu-Kien Adriana Sang

 

Alma mía... cómo pesan en tus alas las ausencias, cada día van sumando soledades indefensas; lejanías, avaricias, ansiedades y desvelos y una umbría sensación de irrealidad y desconsuelo.

 

Alma mía... siempre en guardia vigilando mis entornos, día a día, mitigando los abusos y sobornos.

Candilejas que me acosan sin clemencia con su brillo y que dejan una extraña sensación en mis sentidos.

 

Alma mía... qué daría por volver a verte libre...

sin estrías, dolorosas de misiones imposibles.

Como antes... por delante de mis sueños y quimeras...

Anhelante... de entregarte como fuera y donde fuera.

 

Alma mía... cualquier día te irás yendo despacito; ya no mía... tu energía liberada al infinito....

con tus velas... portadoras de la luz a todas horas...

sin estelas... que te duelan, como duelen las de ahora.

 

Alma mía... son tan frías las urgencias cotidianas...

¡qué manía... de invertir cada presente en el mañana...!

¡qué locura...la premura de vivir en cautiverio...!

ataduras...por pavura irracional a los misterios.

 

Alma mía... cuántas veces te he dejado abandonada en la vía de los trenes que van sólo de pasada.

Cicatrices... sacudidas que la vida me ha causado, infelices... horas grises que los años no han borrado.

 

Alma mía... menos mal que no te entregas derrotada; yo diría... que es a causa de seguir enamorada.

¡Sensiblera... soñadora... perdedora o tempestiva...!

¡Compañera... a pesar de los pesares, sigues viva!.

Alberto Cortés, Alma Mía (canción)

 

He llevado a cuestas esta alma mía por cincuenta y ocho años y cuatro meses.  Ella ha sido el escudo de mis ilusiones, mis sueños, mis alegrías,  mis frustraciones y decepciones.

 

A pesar de que  entre mi alma y yo ha existido  siempre una relación maravillosa, decidí reclamarle. Le dije enojada, airada y desesperada  a mi alma por qué me hizo tan sensible, por qué me duelen tanto las cosas que pasan; por qué hago tan míos los desvelos de los otros; por qué me hieren tanto las traiciones y las palabras hirientes, aunque no fuesen dirigidas a mí. Le reclamé, una y otra vez.

 

Tuve que  hacer el reclamo, porque estoy cansada y triste. No puedo seguir caminando por las calles, y a pesar de estar protegida de mi pequeña cárcel móvil, el transparente cristal refleja las imágenes de los niños desvalidos, sucios y hambrientos. Esos excluidos sociales se ven obligados a buscar el pan como sea, y por eso te acosan agresivamente para conseguir un peso. Ellos constituyen, sin duda alguna, el mayor caldo de cultivo para la delincuencia. Delinquir se hará su norte y la normalidad de sus vidas.

 

 Las imágenes de los hombres con rostros desfigurados, de los cojos, los sin brazos…se pasean por los cristales de mi pequeña cárcel móvil como película repetitiva ante cientos de espectadores cotidianos, algunos de ellos  indolentes, y otros distraídos. Yo, impávida e impotente, sigo la marcha con los ojos llenos de lágrimas.

 

Sí, sí, en este domingo tranquilo, en el que pensé disfrutar de las orquídeas de mi jardín, de la risa espontánea de mi pequeño nieto o de las preguntas inteligentes y agudas del nieto mayor, mi alma se sintió azotada, golpeada... pues tuve, sin querer, que rememorar los discursos interesados, intolerantes, injustos e inhumanos de algunos mal llamados líderes de esta sociedad vacía que sólo sabe aplaudir el espectáculo.

 

Sí, sí, reclamé a mi alma y la atosigué de preguntas. Le dije a gritos y en silencio ¿Por qué no me dejas en paz? ¿Por qué no me dejas disfrutar solo de las bondades de mi existencia? ¿Por qué te empeñas en mostrarme una y otra vez las desigualdades, las injusticias, las atrocidades de esta humanidad que sigue transitando sobre las huellas ensangrentadas?

 

 

Volví a preguntarle a mi alma. Y ella, sin decir palabras, con su silencio característico respondió a todas mis preguntas.  Me mostró que el cuerpo y el alma, la dualidad existencial que todos tenemos, constituyen  una simbiosis tan bella como dispar y contradictoria. Mientras el primero se aferra a los sentidos, la segunda lo hace a los sentimientos.  Me dijo, llenando de susurros mi pequeño espacio vital, que aquellos que solo dan importancia a la satisfacción del cuerpo, viven una vida vacía y sin norte, aunque disfruten de los lujos más insospechadamente absurdos . Porque sí, porque el alma es la única que puede dar sentido a las cosas, porque el alma nos hace saber que estamos vivos, porque al sentir, vibrar, soñar, llorar, gritar y reír, nos podemos reconocer como seres humanos. Porque el alma se alimenta de sentimientos, de riquezas intangibles y de utopías.

 

Entonces me reconcilié con mi alma. Le di las gracias por tenerla y me puse a leer junto a ella algunas poesías, a escuchar juntas los acordes maravillosos de los poemas hecho canciones  de Alberto Cortés, de Joan Manuel Serrat y de Perales. Después reímos juntas con el disfrute de algunas  banalidades y trivialidades. Buscamos nuevas poesías que guardamos para encabezar futuros ENCUENTROS. Y luego, nos quedamos en silencio, mirando el cielo y descubriendo y describiendo las figuras espontáneas que forman las nubes en su andar intermitente e interminable. Fuimos testigos del vuelo de los pájaros. Y disfrutamos enormemente cuando el grupo de palomas esperaba pacientemente, pernoctando en los gruesos cables eléctricos, la comida cotidiana del loco de Fernando, quien alivia sus locuras, con la tarea de llevarle el alimento diario.  Llega, lanza con alegría las migas al suelo, y las palomas revolotean sus alas y se lanzan juntas a saciar su hambre. Satisfechos sus vientres, alzan de nuevo el vuelo hasta el otro día, cuando Fernando vuelva con su carga.

 

Me reconcilié con mi alma y recordé que algunos seres pululan por el mundo, alimentando sus almas con sentimientos negativos de envidia, de poder, de competencias desleales, de celos incontrolables y ambiciones irracionales. Oré por ellos. Pero me pregunté si eran humanos. Si el curso de sus existencias los hacía merecedores de formar parte de la humanidad. Concluí con horror que ese grupo de seres son los dueños y señores del mundo animal, pero que allí en el terreno de los osos, los leones, los leopardos, los tigres, los perros y los gatos, tampoco los quieren, pues los habitantes de ese reino se sienten amenazados con semejantes fieras.

 

Gracias alma mía, por la dicha de tenerte, por la maravillosa experiencia de saberte a mi lado, por el disfrute de las lágrimas, de las risas, de las preocupaciones y ansiedades. Porque sí, porque cuando sonríes o ríes a carcajadas, o cuando lloras en silencio o con gritos, es tu alma la que se desvela. Así pues, me reconcilie con mi alma, ya lo dije, para poder seguir viviendo los hermosos matices de la vida.

 

mu-kiensang@homail.com

mu-kiensang@pucmm.edu.do

sangbenmukien@gmail.com

 

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