miércoles, 21 de agosto de 2013

Martí: clases orales


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

Pensamiento caribeño en el siglo XIX.  Martí: LAS CLASES ORALES

Por: Mu-Kien Adriana Sang

sangbenmukien@gmail.com


@MuKienAdriana

“A buen tiempo dio la Revista cuenta a sus lectores, de la solemne y memorable inauguración de las clases orales en el Colegio de Abogados, y disertó brevemente sobre la importancia y resultados posibles de la nueva era que abren para la corporación que las sustenta, y para los que de una manera amplia y concreta, quieran fijar sus pensamientos en determinados puntos del Derecho.

“No ha menester el pensamiento del Colegio, comentarios ni elogios mayores que los que hasta aquí se le han tributado justamente. Llevan las cosas en su simple anuncio su verdadera utilidad: abrense cátedras públicas, donde se razonan con todos los criterios las cuestiones elementales de la ciencia jurídica, ciencia madre como la filosófica, engendro y resultado natural de esta última, tanto más real, cuanto más se aleja de las interpretaciones y las adiciones formales con que la desfigura muchas veces el desmedido afán de ciencia humano.”  José Martí, Clases Orales (*)

Con esta entrega y la de la próxima semana, finalizo la larga serie  de artículos sobre José Martí que se inició en mayo de este año.  Pongo fin con estos dos últimos artículos porque 4 meses es mucho tiempo para una columna periodística, no porque los escritos de Martí se hayan agotado o porque su pensamiento no presente nuevas aristas para la reflexión. No, Martí tuvo la virtud de escribir y escribir hasta el agotamiento, dejando tras su joven vida, una estela inmensa de ensayos diversos.

En esta oportunidad presentamos un artículo muy interesante llamado, “Clases Orales”. El intelectual y político cubano, en esas mil palabras no abandona, no puede hacerlo porque sería negarse a sí mismo, su concepción de la política: darle poder a los que no lo tienen, los pobres, los campesinos. Para Martí, ya lo hemos dicho hasta la saciedad, la educación es el instrumento de liberación de los pueblos.  En este trabajo, Martí reivindica de nuevo el papel educativo que tiene la ciencia, por lo que aboga para que estos conocimientos puedan llegar a los que menos saben a través de la palabra oral, en conferencias, en talleres, en visitas, a fin de que el pueblo pueda educarse y pueda ser instruido.

Ante la pregunta que muchos se hacían ¿Cómo educar a un pueblo ignorante de todo, que por demás era analfabeto? Martí responde con la mayor simplicidad:

Lo verdadero es lo sintético. En el sistema armónico universal, todo se relaciona con analogías, asciende todo lo análogo con leyes fijas y comunes. Como desde las eminencias abarcan los ojos extensión mayor de tierra, desde el resultado concreto, desde la ley común y fija, desde la deducción análoga que de la contemplación de los seres resulta…

Para el pensador cubano la ciencia no era más que el conjunto de conocimientos humanos aplicables a un orden de objetos que están relacionados entre sí.  Decía que la  inteligencia humana tiene dos leyes incuestionables: la investigación y el análisis. Pero que los científicos tenían el deber de transmitir los conocimientos, porque el pueblo llano era ignorante no por decisión, sino por circunstancia; por lo tanto, basándose en los preceptos del derecho natural, afirmaba que era deber de los que saben, llevar el conocimiento al pueblo a través de la oralidad.

“Existe en el hombre la fuerza de lo justo, y éste es el primer estado del Derecho. Al conceptuarse en el pensamiento, lo justo se desenvuelve en fórmulas: he aquí el Derecho natural.- Y al realizarse en la vida, las fórmulas se desenvuelven en aplicación, la concurrencia de derechos crea derechos especiales: los sistemas políticos en que domina la fuerza crean derechos que carecen totalmente de justicia, y el ser vivo humano que tiende fatal y constantemente a la independencia y al concepto de lo justo, forma en sus evoluciones rebeldes hacia su libertad oprimida y esencial, un conjunto de derechos de reconquista, derechos medios, derechos parciales, que producen la jurisprudencia, la ciencia de la aplicación de las fórmulas, lo que bien pudiera llamarse justicia de aplicación y relación.”

Reiteraba, ¿Cómo hacer justicia con la gran masa ignorante por las circunstancias de la vida? ¡Fácil! Organizando un programa de formación a través de conferencias que tengan la particularidad de que los conceptos complejos se expliquen de forma sencilla, para lo cual se debía recurrir a los métodos de enseñanza efectivos. Decía que el programa de formación debía ser versátil, porque la enseñanza de un mismo tema se convierte en materia árida. Los maestros que hicieran uso del verbo para enseñar a esos campesinos, debían dominar el arte de la oratoria: “el oído gusta de que distintos tonos de voz lo sorprendan y lo cautiven en el curso de la peroración. La manera de decir realza el valor de lo que se dice: -tanto, que algunas veces suple a esto.”   Sobre todo, abundaba Martí, al pueblo le gusta la locución amena, vivaz y accidentada, que no implica, que al pueblo le guste la superficialidad, no, es que necesitan transitar por un camino menos abrupto.  Insistía diciendo que estaba convencido de que los conocimientos se fijan más, en tanto se ofrece de forma amena. Un argumento que enarbolaba el intelectual y político es que en América Latina el don de la palabra nace casi de manera espontánea.  Y, basándose en ese principio abogaba por las clases orales, como la mejor forma de educar al pueblo, especialmente a los campesinos.

Este trabajo, habiendo sido escrito y 1875, y aunque podamos tener diferencias pedagógicas con el concepto exclusivo de la oralidad como metodología pedagógica, lo cierto es que Martí fue visionario.  En varios puntos del ensayo sostiene que la experiencia de los campesinos, y del pueblo en sentido general, constituían complementos claves  de la formación, porque estos hombres y mujeres tenían el conocimiento práctico otorgado por la propia naturaleza.  Sorprende, y mucho, leer esto en el siglo XXI, ahora que se enarbola como la pedagogía de avanzada el llamado constructivismo, que se sustenta en la construcción del concepto a partir de la experiencia de los alumnos.  Una evidencia de que el conocimiento, y por qué no, la historia misma, se construye por la experiencia acumulada, por la herencia que nos dejaron los que nos antecedieron.

 

 (*) Todas las citas fueron tomadas de: José Martí, Clases Orales, Revista Universal. México, 18 de junio de 1875.

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