martes, 15 de octubre de 2013

Plegaria desesperada


ENCUENTROS

PLEGARIA DESESPERADA

Por: Mu-Kien Adriana Sang

Sálvame Dios mío, porque estoy a punto de ahogarme, me estoy hundiendo en un pantano profundo y no tengo donde apoyar los pies.

He llegado a lo más hondo del agua y me arrastra la corriente.

Ya estoy ronco de tanto gritar; y la garganta me duele; mis ojos están cansados de tanto esperar a mi Dios " Salmo 69: 1-3

 

 

Mi Encuentro de hoy es una triste plegaria. Quisiera poder escribirles una canción, una poesía o una oda a la alegría, pero no puedo.  Mi corazón está herido con este mundo tan convulsionado, sombrío, agresivo y violento, en el que la tozudez es su signo y la negación de la existencia del otro su modus operandi.

 

Soy católica y cristiana. Creo en el poder de la oración, por eso elevo esta plegaria, mi plegaria, nacida desde las profundidades de mi alma. Mis oraciones personales, se quedan en ese plano. He elevado a Dios mis propias súplicas. Esta es una oración por el mundo, nacida del dolor de una ciudadana cansada y herida.

 

Este mundo que me ha tocado vivir se ha convertido en un verdadero infierno. Ya se me agotaron las palabras. Ya estoy cansada de repetir, una y otra vez, mi profundo deseo de legar a mis nietos un mundo mejor.  Estoy hastiada de saber que nuestros sueños juveniles de un mundo justo, se han quedado en esperanzas desgarradas, en deseos inconclusos y lejanas utopías.

 

No, no, no, ya lo he dicho muchas veces, no estoy contenta con esta generación mía que ha dejado como herencia a la juventud, jóvenes adultos hoy, la incontrolable ficción del tener y de la apariencia, de la negación del ser; pero sobre todo, del egoísmo sin control ni medida. Del YO como única verdad; de la existencia del TÚ sólo cuando conviene; y del NOSOTROS una unidad inexistente. 

 

 

Señor

en la mañana de un día cualquiera

elevo mis súplicas

buscando consuelo,

para ayudar a mi corazón herido.

 

Señor

mis plegarias

y mis súplicas

no son para mí

ni mi familia.

Tú conoces

mis pesares

y todo aquello

que me acongoja.

 

Señor,

mis plegarias,

lamentos y súplicas

es para este mundo

que se empeña

en negarte.

Por esta sociedad

que pisotea

tu mandato de amor,

de tolerancia a las diferencias,

y solidaridad con los que sufren.

 

Señor mío,

Padre amado,

la humildad que mostraste

a través de tu  hijo, Jesús,

ha sido no solo olvidada,

sino negada

con las muestras

de poder absoluto

de algunos.

Sí, de esos

que por tener

más que los demás,

o de aquellos

que por disfrutar

de algún poder,

se creen dioses,

capaces de dirigir  al mundo.

 

Ruego, imploro, Lloro,

Señor mío,

por este mundo

convertido

en un verdadero

valle de lágrimas.

 

Ruego, imploro, Lloro

por las víctimas desesperadas,

los millones de seres

que huyen como

fieras despavoridas

buscando mejor vida.

 

 

Ruego, imploro, Lloro

por las seres sin patria ni hogar

que corren a cualquier parte,

a ninguna parte,

por los horrores de la guerra

 

Ruego, imploro, Lloro

por los odios,

por los discursos

irracionalmente nacionalistas,

por las soluciones

políticas y oportunistas

a problemas globales.

 

Ruego, imploro, Lloro

por las arcaicas guerrillas

que se han convertido

en sus propios enemigos.

 

Ruego, imploro, Lloro

por los que usan

el terror y la muerte

para imponer sus ideas,

dejando a su paso

una estela de dolor.

 

Me pregunto,

Dios mío,

 ¿Qué puede seguir después de tanto dolor?

¿Qué viene luego de haberse quebrado el alma?

¿Cuándo se terminará  la aflicción para este mundo,

este doloroso valle de lágrimas?

 

Me pregunto,

Dios mío,

si seré capaz de perdonar,

como lo hizo Jesús,

que perdonó

a los que lo  crucificaron

¿Podré perdonar

a los inquisidores modernos?

¿Podré perdonar

a los que usaron su ingenio

para crear las armas

de destrucción masiva?

¿Podré perdonar

a los pequeños Hiltlers

que han surgido recientemente?


Sólo te pido,

Señor mío,

que tengas compasión

de nosotros, los que sufrimos,

de los que clamamos por Ti

en medio de las adversidades

y las oscuridades

 

Ven Dios bueno,

ven a perdonar

a esos que son

también tus hijos,

porque yo,

yo,

yo,

ya no puedo.

 

Ven Dios Santo,

antes que se agote

¡ para siempre!

la esperanza maltratada.

Antes de que

se quiebre el muro

que detiene el abandono.

 

Ven, Señor mío, mi Rey

no calles ni esperes  más.

Te necesitamos.

 

mu-kiensang@pucmm.edu.do

sangbenmukien@gmail.com

@MuKienAdriana

 

 

 

2 comentarios:

  1. Mi querida amiga, no desesperes que el Señor dice en su palabra que Te Ama, y que nunca te dejará sola, aunque tú padre y tú madre te dejaran con todo, yo nunca te dejaré ni te desampararé, dice el Señor, Bendiciones

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  2. No me desespero. Ni soy depresiva. Pero si defiendo el derecho a la tristeza. Gracias por tu comentario

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