lunes, 11 de febrero de 2013

Temas sobre Haití

Artículo en El Caribe, 24 febrero 2012

Henri Christophe. El Monarca vencido (1)
Por: Mu-Kien Adriana Sang

 
 
A fines del año 1943 tuve la suerte de poder visitar el reino de Henrí Christopheas…. Después de sentir el nada mentido sortilegio de las tierras de Haití, de haber hallado advertencias mágicas en los caminos rojos de la Meseta Central, de haber oído los tambores del Petro y del Rada, me vi llevado a acercar la maravillosa realidad vivida a la acotante pretensión de suscitar lo maravilloso que caracterizó ciertas literaturas europeas de estos últimos treinta años…. Alejo Carpentier, El Reino de Este Mundo.
 
El realismo mágico del que tanto se habla y que está presente casi permanentemente en las novelas latinoamericanas, no es el producto de la rica imaginación de los poetas, los ensayistas y novelistas, sino de la propia realidad. La vida del líder negro nacido de la Revolución Haitiana, Henri Christophe, pero sobre todo, su intento de establecer un reinado, una monarquía de nuevo cuño, ha inspirado a numerosos literatos y académicos del mundo.  Cabe destacar el drama teatral La Tragédie du Roi Christophe (La tragedia del Rey Cristóbal)  del gran  Aimée Césaire. En la obra de Eugene O’Neill, El Emperador Jones, está inspiradas en la vida del monarca haitiano. El  antropólogo John W. Vandercook le dedica su libro El rey de Haití. Pero es la obra El Reino de Este Mundo, de Alejo Carpentier, la que mejor retrata el realismo mágico y trágico de la historia haitiana.
 
¿Quién fue Henri Christope?  Fue un esclavo que nació en San Cristóbal en 1767, cuando la colonia francesa  de Saint Domingue estaba en pleno apogeo. Se suicidó en 1820, a los 53 años, después de haberse visto disminuido,  derrotado y enviado al cruel olvido que sufren los dictadores.  Era hijo de una familia de esclavos de la isla de Granada.  Como esclavo, vivió desde pequeño una vida de penurias: hambre, explotación  y miseria.  A pesar de no haber recibido ninguna escolaridad, se destacó por su arrojo e inteligencia nata.  Desde muy joven se unió a las fuerzas de Toussaint Louverture, destacándose en la revuelta de esclavos de finales del siglo XVIII .
 
En el siglo XVIII, gracias a la rivalidad  inter imperial por dominar el Caribe, se produjeron muchos conflictos.  España seguía siendo la potencia con mayor control en América. Francia e Inglaterra se aliaban a veces o se enfrentaban, según las circunstancias, pero tenían un punto estratégico común: debilitar al imperio español y ampliar su dominio en  El Caribe y en el norte de América, la tierra que los españoles no pudieron imponer su atrasado modelo de dominación.
Saint Domingue, hoy Haití,  era una colonia muy rica, pero solo para unos pocos, menos del 3% de la población,  representada por los Grandes Blancos.  El sistema de plantaciones impuesto por Francia fue uno de los más terribles de la historia. No podía ser extraño que el levantamiento de esclavos fuera tan cruel y violento. Bajo el liderazgo de Toussaint Louverture, los esclavos se alinearon reclamando libertad.  El proyecto emancipador llegó después. Junto a  Toussaint se destacaron otros líderes: Henri Christophe, Alexandre Petion y Dessalines. La rivalidades entre todos estos líderes no se hicieron esperar. 
 
Los enfrentamientos, alianzas tácticas y desencuentros con el imperio francés constituyeron un largo proceso que duró más de una década.  El liderazgo de Toussaint y su poder de negociación fueron cortos, pues en 1802 fue arrestado, desterrado y asesinado en Francia.   Jean Jacques Desslines tomó las riendas y en enero de 1804 declaró la independencia de Haití.
La nueva República Caribeña tenía muchos enemigos.  Los franceses por un lado,  que no se resignaban a perder la colonia que más beneficios les reportaban. Por esta razón y en mero acto de desesperación  en 1805 hicieron efectivo el famoso Tratado de Basilea, firmado diez años antes,  y ocuparon  la parte este de la isla, con el único propósito de detener el proceso político irreversible que se había producido en su vieja colonia. De otro lado estaban las rivalidades, rencillas y aspiraciones de los otros dirigentes políticos haitianos y la incapacidad de Dessalines,  y de su gobierno, de crear un proyecto nacional que fuese aglutinador de todas las fuerzas.  Un año después fue víctima de un complot y asesinado por sus propios aliados y colaboradores. Dos hombres se disputaban el control de Haití: Christophe y Petión. Ninguno de los dos era capaz de controlar todo el territorio. En un pacto de facto, la nueva república se dividió en dos naciones independientes con modelos políticos y económicos distintos. El norte fue dominado por Christophe: y el sur  por Petión.  Mientras el primero impuso el modelo aprendido de los franceses de las grandes plantaciones; el segundo quiso desarrollar un modelo económico sustentado en la pequeña producción mercantil. 
Y así, la nueva nación construida sobre el grito desesperado de los esclavos explotados y maltratados,  se desplomó.  La revolución haitiana vio destruir sus sueños de crear una república independiente. La ambición y el deseo de grandeza y poder desmesurado de sus líderes la convirtieron en una terrible pesadilla.  Christophe fue el más autoritario y cruel. Repitió con creces lo que vivieron sus padres. Repitió lo que él mismo vivió y olvidó el  motor inspirador de la Revolución que en la que él mismo había sido uno de sus grandes actores.

mu-kiensang@hotmail.com

mu-kiensang@pucmm.edu.do

 

 

El Caribe, 2 de marzo 2012

Henri Christophe. El Monarca vencido (2)

Por: Mu-Kien Adriana Sang

 



En ese preciso instante, el rumor de que la compañía del cuerpo de guardia se había alargado, laderas abajo, cambió súbitamente el cariz de los acontecimientos. Corriendo, los hombres se atropellaron, por escaleras y túneles, para llegar antes a la Gran Puerta de la Ciudadela. A brincos, a resbalones, cayendo, rodando, se arrojaron por los senderos del monte, buscando atajos para llegar cuanto antes a Sans-Souci. El ejército de Henri Christophe acababa de deshacerse en alud. Por vez primera el inmenso edificio se vio desierto, cobrando, con el vasto silencio de sus salas, una fúnebre solemnidad de sepultura real....El gobernador entreabrió la hamaca para contemplar el semblante de Su Majestad. De una cuchillada cercenó uno de sus dedos meñiques, entregándolo a la reina que lo guardó en el escote, sintiendo cómo descendía hacia su vientre, con fría retorcedura de gusano. Después, obedeciendo una orden, los pajes colocaron el cadáver sobre el montón de argamasa, en el que empezó a hundirse lentamente, de espaldas, como halado por manos viscosas. El cadáver se había arqueado un poco en la subida, al haber sido recogido, tibio aún, por los servidores…. Por fin se cerró la argamasa sobre los ojos de Henri Christophe, que proseguía, ahora, su lento viaje en descenso, en la entraña misma de una humedad que se iba haciendo menos envolvente. …Henri Christophe con i.....EL ENTIERRO DE HENRI CHRISTOPHE de "El reino de este mundo", Alejo Carpentier


La tragicomedia de siempre.  Christophe quería gritar al mundo que era el Rey, el señor de los señores y el propietario de un reino impuesto.  Para que nadie dudara de su reinado, se hizo construir  castillos, dicen que unos seis;  palacios, afirman algunos historiadores que ocho.  Fue la Fortaleza Laferrière, la que mostraba al mundo su poder y la majestuosidad de su reino. Los expertos en la materia, aseguran que su arquitectura fue considerada como una de las maravillas de su época. ¡Cuán orgulloso se sentía el rey improvisado!  Reino al fin, el “Rey” quería tener su corte y sus nobles. Como su reinado era reciente e impuesto, sin dudarlo inventarla. Su imaginación y su ambición no tenían límites. Nombró  príncipes, duques, condes, barones y caballeros.  El nuevo reino fue el hazmereir de la orgullosa, blanca y poco tolerante realeza europea, Se burlaban del nuevo reinado, de su Rey y sus nobles.   Una evidencia más de que el realismo mágico de las novelas se queda corto con las crueles realidades históricas de nuestra historia Caribeña y latinoamericana.
El reinado del improvisado rey se caracterizó  por ser autoritario, despiadado, corrupto y cruel. Duró tan solo unos años. El rey Enrique I, enfermo, indeciso y debilitado políticamente, decidió suicidarse disparándose una bala de oro, antes que enfrentarse a la posibilidad de un golpe de estado. Su hijo adolescente, el heredero del trono,  Víctor Enrique, fue linchado por los sublevados. Con su muerte se extinguía la dinastía improvisada, del improvisado y auto proclamado Rey Christophe. Su viuda,  la reina seleccionada por el dedo mágico de su marido, María Luisa, así como sus dos hijas, las princesas designadas por los reyes improvisados,  Athenais y Amatista, lograron huir del país. Se establecieron en Pisa, Italia, y allí murieron sin ser reina ni princesas, pero sí con el dinero acumulado de su efímero reinado.  Así terminó un tramo de la historia terriblemente sangrienta de un pueblo golpeado.
En enero de este año el Presidente Leonel Fernández Reyna entregó al país vecino una universidad.  Una donación que todo el mundo aplaudió y aplaude, porque simboliza la construcción de un puente  entre los dos países hermanos, tradicionalmente enfrenados.  Aunque inicialmente se quiso bautizar con el nombre de Juan Bosch, con sus razones históricas, los haitianos no aceptaron, entonces fue bautizada con el nombre de Henri Christophe. Pero, después de inaugurada se dieron cuenta que existía una institución académica con el mismo nombre  en la comunidad de Lemonade cabo haitiano.  La rebautizaron, Enrique I, que es lo mismo, pero en español.
 
No entiendo por qué el pueblo haitiano insiste en preservar la memoria de un dictador, de un rey que inventó su propio reino, que era además cruel y asesino.  No sé cómo el gobierno dominicano aceptó este nombre, cuando  existe evidencia histórica de que fue el responsable de la matanza de unos 40 niños frente al altar. Algunos historiadores afirman que en las incursiones haitianas se produjeron más ejecuciones. Muchas de estas afirmaciones tienen un trasfondo ideológico. Pero lo cierto es que en las entradas de las tropas haitianas durante la época de Dessalines, cuando Christophe y Petion eran sus adláteres, se produjeron hechos sangrientos inexplicables.
 
 No entiendo por qué, si Henri Christophe fue traidor, dictador y asesino, los hermanos haitianos se esfuerzan en honrar su imagen, bautizando centros de saber. Se supone que la universidad es un espacio para la investigación objetiva, para el conocimiento de la historia sin pasiones. No, no lo entiendo. No puedo entenderlo. Pero tampoco entiendo por qué el gobierno dominicano aceptó bautizar con este nombre a la universidad donada.  Haití ha tenido grandes hombres y mujeres que se han ganado el respeto y la admiración de su propio pueblo y del mundo por sus hazañas, por sus aportes a la ciencia y a la literatura.  Reivindicar a un ser que tiró lodo a su propio origen, intentado borrar lo imborrable, que maltrató a los suyos, no merece homenajes.  Su paso por la historia, escrita con sangre de esclavos maltratados, debe estudiarse para que las nuevas generaciones JAMAS intenten  repetir los hechos sangrientos e inexplicables que protagonizó. 
 


 El Caribe, 16 marzo 2012

El libro de Pelegrín.  ¿Cambio o sensatez?

Por: Mu-Kien Adriana Sang



 
La frontera es pues no sólo un punto de fricción, sino también un punto de contacto y de mutuo beneficio. Es necesario desmitificar la frontera como fuente de todos los males. Eso no ayuda a la solución pacífica de los problemas. Porque además, la realidad que se está desarrollando en los últimos tiempos no es de confrontación; con frecuencia lo es de colaboración. La isla va quedando paulatinamente configurada como un espacio económico prácticamente dominado por el capital dominicano. Que la frontera puede ser un “problema”, no cabe duda, pero es necesario superar esa definición como la única premisa de trabajo.  Claro que hay una historia traumática que superar. Hay también diferencias culturales entre ambas sociedades y desigualdades socio económicas.  Pero la solución pasa por la implementación de políticas inteligentes e innovadoras en torno a un sistema de administración y gestión fronterizo…Shlomo Ben ami, proglo al libro Haití y los intereses nacionales.
El amigo Pelegrín Castillo tuvo la deferencia de enviarme autografiado y con una hermosa dedicatoria su libro “Haití y los intereses nacionales”.  El pequeño libro de unas 100 páginas, contiene su posición sobre el futuro de no solo de las relaciones dominicanas y  haitianas, sino de Haití como nación propiamente dicho.  Anexa una serie de importantes documentos.  
 
 Creo que este libro significa un paso de avance en la reflexión de Pelegrín Castillo sobre Haití.  En sus páginas no aparece, como yo esperaba, la fogosidad expositiva que caracteriza a la familia Castillo.  Como tampoco el discurso agresivo y nacionalista a ultranza con un dejo profundo de antihatianismo del que Pelegrín ha sido uno de sus principales voceros.  El Pelegrín que aparece en estas reflexiones es un político mucho más maduro y pausado, que entendió la realidad de que la República Dominicana y Haití no tienen otro camino que entenderse y desarrollar puentes de comunicación y colaboración.  Aunque  todavía tengo algunas diferencias conceptuales con él, reconozco que su pensamiento y el tono de sus palabras han variado: Quiero hablarles como amigo, y hacerlo con total franqueza. Nosotros, dominicanos y haitianos, tenemos que enfrentar un desafío considerable. ¿Cómo organizar nuestra presencia y nuestro porvenir en una misma isla? Dos culturas diferentes. Una explosión demográfica y problemas medio ambientales gravísimos. Y,  además, una situación geopolítica amenazante… No hay ningún pueblo en el mundo que tenga más interés en el porvenir de Haití que el pueblo dominicano. (p.96/97) .
Coincido con él en la posición de que la solución a los ancestrales, graves y profundos problemas políticos, económicos y sociales de Haití, agravados con creces por el terremoto de 2010, debe contar con el compromiso real, efectivo y sincero de la comunidad internacional. Los organismos internacionales y muchas naciones poderosas han hecho promesas de donaciones y de diferentes inversiones, pero no ha llegado.  ¿Qué está pasando? ¿Por qué no se materializan las promesas?  Hay que apelar a un esfuerzo multilateral para la reconstrucción de Haití, en la América del Norte como en la Comunidad europea principalmente. Porque Haití es una nación emblemática. Porque hoy el mundo resulta pequeño, y lo que ocurre aquí tiene repercusiones en todas partes… Nosotros los dominicanos debemos gritar frente a Estados Unidos, a Canadá y la Comunidad Europea que no hay solución dominicana a los problemas de Haití… Nosotros también somos un Estado frágil…. (p. 98). Propone un mini Plan Marshall para Haití, que contenga un fideicomiso que permita contar con recursos frescos para inversiones fundamentales en su economía.
El tema del futuro de Haití preocupa a muchos. Y sobre todo debe preocuparnos a nosotros, los dominicanos. La migración haitiana al país es directamente proporcional a las crisis económicas y políticas de Haití.   Mientras mayores sean los problemas en la nación haitiana, mayor será la presión migratoria al país. 
Acorde con su convicción, Pelegrín le escribe al Canciller de la República Dominicana, Dr. Carlos Morales Troncoso par proponerle un plan de acción a fin de motivar a la comunidad internacional a que asuma el compromiso de ayudar a Haití.  Contiene 12 puntos que van desde la constitución de un grupo multidisciplinario de trabajo, hasta la elaboración de documentales sobre la situación haitiana en varios idiomas. Considera que se debe hacer un plan especial de sensibilización con varios Estados, a saber: Israel, por su influencia con los Estados Unidos. El Vaticano por su influencia moral.  China y Rusia por sus posiciones decisivas en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.  Finalmente le sugiere involucrar al Grupo de Río, porque ya tiene presencia en Haití.
Pelegrín propone 10 medidas para la regularización de la migración.  En algunas de sus propuestas tengo diferencias.  El plan de repatriación, tiene sus bemoles.  En el proceso no solo se violan los más elementales derechos humanos, sino que se ha evidenciado que hay complicidad entre las autoridades y las mafias que promueven la migración ilegal.  Estoy de acuerdo con la propuesta de que se inicie un proceso de registro y regularización de los migrantes. Propone incluso que se produzca una amnistía como forma de facilitar el proceso.  Sus propuestas fueron presentadas al Ministerio de Interior y Policía.
Es posible que tengamos diferencias en algunas posiciones con Pelegrín Castillo, un diputado activo y propositivo. Pero lo cierto es que ha puesto sobre el tapete un problema que compete al país y a la comunidad internacional.  Haití, la colonia francesa con mayor esplendor para los blancos franceses, y que su producción azucarera representaba más del 33% del consumo de esa metrópoli europea;  el primer pueblo en construir con sangre, sudor y lágrimas un Estado Negro; el pueblo que sufrió la opresión de muchos dictadores, como el Emperador de pacotilla Henri Christophe y Francois Duvalier  y su hijo Jean Claude.  Estos, gobernantes despiadados, se enriquecieron a costa de la miseria del pueblo haitiano, pero sobre todo gobernaron con manos asesinas.  Hoy Haití vive las secuelas de su trágico transitar.  El problema de la inseguridad, de la ingobernabilidad, de la miseria no es suyo, es nuestro también y debería ser una responsabilidad de sus antiguos conquistadores.  



 

 

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