lunes, 11 de febrero de 2013

Opinión política


HOY 19 de mayo 2012

 

El voto en la democracia

Por: Mu-Kien Adriana Sang


 Pueblos libres, recordad esta máxima: Podemos adquirir la libertad, pero nunca se recupera una vez que se pierde

Si hubiera una nación de dioses, éstos se gobernarían democráticamente; pero un gobierno tan perfecto no es adecuado para los hombres

El gobierno tuvo su origen en el propósito de encontrar una forma de asociación que defienda y proteja la persona y la propiedad de cada cual con la fuerza común de todos

Jean Jacques Rousseau

 

Mañana el pueblo dominicano irá a las urnas para elegir al Presidente de la República Dominicana que gobernará el periodo 2012 - 2016.  Después de largos meses de continua campaña política, por fin serán celebradas las elecciones. Quizás hoy no entendamos que el voto es un signo importante de las fuertes  luchas de la sociedad en la construcción de la democracia. Los recibimos como un hecho normal, olvidando que detrás de cada boleta electoral han sido vertidas lágrimas, sangre y sacrificio de muchos hombres y mujeres que soñaron con una sociedad diferente, en la cual prevaleciera la condición de ciudadano (sí, masculino), no de súbdito (aquí sí, mujeres y hombres).

 El voto, el pedazo de soberanía que posee cada persona que tiene la condición de ciudadana, se inició en el siglo XIX, cuando la monarquía que no aceptó convertirse en Constitucional, como Francia e Italia, fue derrotada.  En ese momento era un voto discrecional y censitario.  Solo tenían derecho a votar los hombres, masculinos, que tenían profesión liberal o bienes suficientes.  Los pobres fueron excluidos.  Las luchas políticas continuaron.  Se instauró el voto "prácticamente universal" porque se amplió el círculo de los votantes a todo el reino masculino y, por supuesto,  excluyendo a las mujeres.  El voto femenino, después de muchas luchas y protestas se alcanzó entrado el siglo XX. El voto es la expresión soberana de la población para decidir los destinos de su país.  La elección libre de los representantes del pueblo es una conquista de la modernidad.  Y, esta conquista no debe perderse, aunque duela.

Si la abstención fuera tomada en cuenta como una expresión de la voluntad soberana de la ciudadanía, estaría de acuerdo de que los que asumen que ninguno de los candidatos o candidatas los representa, se abstengan.  Pero este no es el caso de la ley electoral dominicana.  El voto de protesta es considerado un voto nulo, ofreciendo mayor ventaja a los que disfrutan del voto mayoritario.

Soy de las que opina que hay que votar.  He ejercido mi derecho ciudadano, he utilizado mi porción de soberanía, desde que cumplí la mayoría de edad en los años 70.  He votado por y con conciencia ciudadana, con la seguridad de que mi voto no fue, no es ni será nunca una patente de corzo para que los elegidos se sientan con derecho de hacer lo que crean y le convengan a sus propios intereses,  y no a los de las grandes mayorías.  He utilizado esa conquista con orgullo, aunque a veces haya votado con dolor, con estupor y rabia, porque ninguno de los candidatos llena mis expectativas.

Vote porque el que usted crea, pero voto.  No perdamos esa conquista.  Si usted no simpatiza con las ofertas de los mayoritarios, elija entonces un candidato de las minorías, pero vote.  Si usted considera que hay que votar por el que tiene posibilidad, hágalo. Si usted piensa que su voto es en contra de una fuerza, hágalo, pero vote. 

La compra de voluntades ha sido una de las grandes tragedias de nuestra democracia representativa.   Tenemos que seguir luchando por la transparencia, por la rendición de cuentas, por la regulación de los fondos y de la campaña política.  Vote, vote, vote.... que esta democracia nuestra tiene que fortalecerse.

 

mu-kiensang@hotmail.com

 

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