domingo, 24 de abril de 2016

El Caribe en el siglo XXI, 3


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE





EL CARIBE EN EL SIGLO XXI.ALGUNAS REFLEXIONES, 3



Por: Mu-Kien Adriana Sang





@MuKienAdriana











El Caribe dedica una parte importante de su estructura económica a la producción y exportación de bienes no esenciales y sustituibles por productos artificiales o productos alternativos comparables….El desplazamiento del eje de crecimiento económico de la agricultura (que domina hasta la primera mitad del siglo XX), a la manufactura (desde la segunda posguerra hasta finales del siglo XX), a los servicios internacionales (las nuevas industrias del ocio y entretenimiento), mantiene inalterada la relación económica centro-periferia…[1]





Desde hace algunas semanas estamos reseñando algunos ensayos que están compilados en la obra “El Cribe en el siglo XXI. Coyuntura, perspectivas y desafíos”.  En la entrega de hoy vamos a hacer referencia al trabajo del profesor puertorriqueño Emilio Pantoja, “De la plantación al resort. El Caribe en la era de la globalización”. 



Inicia su ensayo haciendo referencia a Luis Muñoz Marín decía que el problema de Puerto Rico era que su economía se basaba en la economía del postre, llamada también de la sobremesa (azúcar, café, cacao y tabaco).  Una realidad que no era solo de la isla de Borinquen, sino también de la mayoría de las islas del Caribe, y por supuesto, de nuestra República Dominicana.  A mediados del siglo XX, la manufactura comenzó a tomar cuerpo. Pero ya finalizando el siglo la economía de la mayoría de las islas se convirtió en una economía netamente de servicios: zonas francas y turismo. 



La llamada industria turística, dice el autor, está dirigida a consumidores extranjeros. Si bien ha crecido enormemente, no menos cierto es que es una industria frágil porque está sujeta a los vaivenes de la situación económica mundial: Es decir si hay o no crisis económica o política.  Las fluctuaciones de la economía o los conflictos bélicos o crisis política afectan el flujo de turistas que llegan a la región.



A juicio del autor, el turismo en El Caribe, lo mismo que en algunas zonas de África, está determinado por el capital transnacional, originando la misma relación de dependencia que se producía cuando la economía se sostenía en la agricultura exportador:



Las empresas transnacionales que dominan el sector turístico son, como las transnacionales agroindustriales y manufactureras, conglomerados productivos que integran sus actividades económicas en El Caribe en una cadena vertical de producción transnacional. El ejemplo más importante de este tipo de servicio transnacional dentro del turismo es el resort…

La nueva división internacional del trabajo, generada por el fenómeno “globalización”, le asigna al Caribe el papel de eslabón de la cadena de servicios internacionales. El turismo y el entretenimiento emergen como ejes dinámicos de crecimiento económico ya que el Caribe posee ventajas comparativas (clima, playas) y competitivas (bajos salarios, exenciones fiscales), dentro de la cadena o circuito global de producción y comercialización de segmentos de estos servicios.  En lenguaje sencillo puede decirse que al Caribe se le asigna el rol de centro de entrenamiento en el nuevo orden global. Se trata del paso de la economía del resort, habiendo atravesado por un breve período de producción manufacturera orientada a la exportación hoy en crisis. [2]



El autor parece que suponía que muchos de sus lectores le cuestionarían la recuperación de la tesis centro-periferia que crearon Raúl Prebisch y Hans Singer y que estuvo muy de moda en los años 80.  Sorprende que en el siglo XXI, casi cuarenta años después retome el concepto, como si el mundo y las concepciones teóricas  no hubiesen cambiado.



Asume también el autor una categoría errada: el turismo está dominado únicamente por el capital transnacional.  En el caso dominicano, como se ha demostrado, hay capital extranjero, no cabe duda, pero existe también un poderoso y creciente capital nacional que ha invertido en la industria del ocio, en algunos casos se ha aliado a grupos económicos extranjeros, originando la inversión mixta de capitales.



Otro elemento interesante es que el autor señala que aquellas personas que no están de acuerdo con su posición, es, sencillamente porque defienden la teoría neoliberal y la globalización, más aún, defienden las posiciones dependentistas y desarrollistas.  ¿Estamos acaso en un cartesianismo intelectual? ¡Qué horror! Un craso error conceptual:



Aunque cada día se hace más difícil hablar de economías nacionales o de países como actores principales de la economía internacional, puede argumentarse que continúa existiendo una relación centro – periferia en la economía global. [3]



Reconoce, sin embargo, que en el presente siglo se hace difusa la categoría defendida de centro-periferia, pues hay líneas muy difusas:



 En el siglo XXI es quizás más preciso referirse a circuitos de capital centro versus circuitos económicos periféricos.  Empresas transnacionales de todo tipo dominan los circuitos centrales de producción, inversión y comercio internacional. Aunque la mayoría de estas empresas originan sus operaciones en países avanzados… sus redes globales crean riqueza y empleo en otras partes del mundo. [4]



Reconoce, a pesar de su posición, de que el Caribe ha pasado de las plantaciones al resort, que el turismo se ha convertido en la actualidad en el sector más dinámico de la economía, no solo del Caribe sino también en otros lugares de la economía mundial.  Afirma que según la Organización de Turismo del Caribe, la industria del ocio ha crecido en el Caribe insular anualmente un 7% de forma sistemática a partir del año 2003.  Solo en el año 2004 21.8 millones de personas visitaron las islas caribeñas en calidad de turistas. Si a esta cifra se agregan los visitantes de cruceros, subiría a más de 40 millones.  Los ingresos por turismo alcanzaron en el año 2005 a la cifra récord de 21 billones de dólares.  Afirma que una gran parte se va a las empresas turísticas extranjeras y que solo se quedan en los países US$0.25 por cada dólar gastado.  Reconoce también que el gran aporte del turismo es a nivel del empleo, hecho que impacta positivamente en la economía.



El autor sostiene que el argumento de que el turismo impacta a otros sectores gracias a la cadena productiva, es falso, porque la gran mayoría de bienes consumidos por la industria es importada.  Finaliza su artículo diciendo:



No se trata de argumentar a favor del nacionalismo económico, sino de promover políticas de desarrollo que estimulen la producción de valor añadido eslabonamientos con los factores locales en la economía turística. [5]



Independientemente que no coincidamos con el autor en relación a la utilización de una teoría que considerábamos superada hace varias décadas, el autor pone el dedo en la llaga al afirmar que el turismo debería contribuir más al desarrollo de otros renglones de la economía.  Se agotó el espacio. Nos vemos en la próxima.



[1] Emilio Pantoja, “De la plantación al resort. El Caribe en la era de la globalización” en Milagros Martínez y Jacqueline Laguardia, El Caribe en el siglo XXI. Coyunturas, perspectivas y desafíos,  La Habana, Instituto Cubano del libro, 2011.

[2] Ibídem, p. 178
[3] Ibídem, p. 179
[4] Ibídem.
[5] Ibídem, p. 188.

No hay comentarios:

Publicar un comentario