domingo, 15 de marzo de 2015

HOLANDA EN EL CARIBE


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

 

Holanda en El Caribe, 1.

 

Por: Mu-Kien Adriana Sang

 

sangbenmukien@gmail.com

mu-kiensang@pucmm.edu.do

@MuKienAdriana

 

Tomando forma

Del poeta de la isla San Martin Lana M. Sekou

 

Cuídense de nuestro disfranz

De generación perdida

Vestidos con las ropas

De juventud de nuestros padres

Modas de Naftalina

Como conservando acciones pasadas

Nosotras la generación

En uniforme de faena

De la pasada guerra

Cuídense de nuestro disfraz

Huérfanos pretenciosos

Que demandan amor

Detrás de sonrisas de George Washington

Nosotros la generación

Que esconde las nalgas en jean de diseño exclusivo

Y aplasta su forma africana

En baratas imitaciones europeas

Nosotros la generación

A la que el enemigo considera atrapada al fin

Gracias mi Dios todo blanco

Los he atrapado al fin.

 

El Caribe está marcado por su historia de colores, en la eterna tensión impuesta por los europeos que llegaron a conquistar, a infligir ataques a España, el imperio que por accidente se había convertido en dueño de los mares y tierras del grupo de islas e islote colocados en el corazón de América. Llegaron, se apoderaron de una tierra y se convirtieron en plantadores y dueños de esclavos. De este proceso nacieron nuevas expresiones culturales. En esa mezcla de indios, africanos, blancos esclavistas, blancos pobres, sirios… en fin de todas partes.

 

Europa llegó para imponerse y para quedarse.  Llegaron  en el siglo XV los españoles primero, después los ingleses, franceses, y luego los holandeses. El Caribe holandés es sin lugar a dudas el menos conocido, pero jugó un papel importante en el proceso de europeización  en el período  colonial, pero sobre todo en la implantación del sistema de plantaciones. Como afirma la profesora Ana Crespo Solana en el ensayo “Holanda en el Caribe desde la perspectiva comparada. Aportación al debate sobre los modelos de expansión en los siglos XVII y XVIII”:

 

La expansión holandesa en el mundo atlántico ilustra una historia que se muestra paralela a la presencia de otras naciones mercantilistas y expansionistas.  Aportó un importante grano de arena en la configuración del mundo atlántico, pero no fue del todo una excepción desde el punto de vista compasivo, con las formas de conquista, colonización, creación de espacios y sociedades, desarrollo de sistemas económicos, así como con el resto de los procesos de configuración impulsado por la llegada de otras naciones. [1]

 

Holanda no tuvo, no tiene, la importancia en el Caribe como Inglaterra o Francia.  Sin embargo, a juicio de la profesora este imperio europeo supo imponerse sin desarrollar la rivalidad. Afirma que se proyectaron diversos ensayos de colonización demográfica que no tuvieron éxito. Pero sí desarrollaron una importante red de contrabando y comercio organizado que burlaban la preeminencia inglesa y francesa.  Holanda logró aprovecharse económicamente, a pesar de no contar con tantos territorios como sus rivales:

 

Uno de los capítulos más importantes de esta presencia tiene, no obstante, un marcado cariz capitalista y economicista ya que redes de mercaderes holandeses, muchos de ellos de origen judío serfardí, asentados en Amsterdam, propiciaron el desarrollo de las economías de plantación con el incremento de las intervenciones financieras, lo que daría lugar a la materialización de lo que fue la economía de plantación… Este modelo sería conocido en el marco de la economía política del Caribe como el de las sugar island, y fue un modelo que impuso un sistema económico común en la mayor parte de las Antillas, especialmente de las no hispánicas, y cuyo impacto en la configuración social y económica de dichas islas ha perdurado en el tiempo sobreviviendo incluso a la abolición de la esclavitud. [2]

Así pues, según esta investigadora, el modelo de plantación, creado por Holanda, fue seguido por las demás colonias.  Sostiene también que la historiografía ha marcado dos grandes áreas geográficas de influencia holandesa.  En el plano continental en América tuvo cierta influencia en Chile, Perú y Río de la Plata, lugares que tuvieron una gran influencia comercial.  A finales del siglo XVI su activismo en el Caribe y en Guayana fue grande. Las llamadas Antillas Neerlandesas o Antillas Holandesas o Indias Occidentales Holandesas estaba comprendido hasta el 10 de octubre del año 2010 por seis pequeñísimas islas: las islas de Saba y San Eustaquio, el sur de la isla de San Martín, pues la parte norte pertenece a Francia; y las islas mayores de Curazao, Aruba y Bonaire, ubicadas en la costa occidental de Venezuela.  El siglo XVII fue clave en la inserción holandesa en El Caribe:

A partir de la década de 1630-1640 el interés económico holandés por el Caribe y las Guyanas implicaba, ya no eventuales expediciones comerciales, sino la creación de un circuito comercial, establecido sobre unas bases político administrativas y socio  económicas. Dado su peculiar sistema político, basado en una república federal con provincias autónomas gobernadas por los Estados Provinciales… las provincias marítimas de Holanda… y sus élites mercantiles fueron las que tomaron el impulso de diseñar lo que sería la política colonial… basada…en la creación de compañías monopolísticas por acciones, como la West-Indische Compagnie …[3]

Así pues, así se diseñó la política colonial holandesa; la cual a diferencia de la española, no creó instituciones administrativas ni legislativas sobre las colonias.  Todo era simple, en la metrópolis se crearon almacenes que estaban dedicados a la administración comercial y al almacenamiento de mercancías, pero no eran organismos con competencia jurídicas.  A partir del año 1621 se comenzaron a proyectar empresas de colonización comercial y demográfica; que en verdad era proyectos económicos, más que políticos. En realidad no eran más que empresas privadas que estaban dirigidas por un jefe de expedición, que había recibido de parte de la Corona y el Parlamento los permisos necesarios para la expedición. Su objetivo era crear una empresa de agricultura intensiva y de plantaciones que se complementaría con el comercio a través de una vía regular con la metrópoli.  “Buscaban hacer crecer la colonia con una mano de obra indígena o esclava a través de distintos sistemas  de control de producción y de la explotación”[4].  El resultado fue que se implantó en las colonias del Caribe no hispano, sociedades sustentadas en el modelo de plantaciones, con una gran población negra esclava y con absentismo de parte de los plantadores. 

La profesora Crespo sostiene que el impacto más importante de la presencia holandesa en El Caribe fue fundamentalmente económica.  A partir del control de Cuazao en 1634, se inició una etapa en la que “el capital neerlandés en América influirá en la materialización de los sistemas económicos de la plantación…” Más aún, sigue diciendo, los holandeses lograron penetrar en las zonas de influencia de Inglaterra, España y Francia.  Tenían el claro objetivo de desestabilizar el comercio de los imperios rivales, especialmente el español.  “Las casas de comercio holandesas buscaban desestabilizar el comercio español de la ruta de las flotas y galeones, que dejaba muchas zonas aisladas de su principal ruta comercial. Los mercaderes holandeses pretendían extraer productos americanos con destinos a Europa, pero al mismo tiempo abrieron cauces de intercambio debido a la demanda en algunas islas antillanas, como Puerto Rico y la propia Cuba, de ciertas mercancías que las flotas españolas no podían abastecer…”[5]

Lamentablemente el espacio se agotó.  Seguiremos en la próxima.

 

 



[1] Ana Crespo Solana, “Holanda en el Caribe desde la perspectiva comparada. Aportación al debate sobre los modelos de expansión en los siglos XVII y XVIII”, CATHARUM, Revista de Ciencias y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, http://www.academia.edu/390300/Holanda_en_el_Caribe_desde_la_perspectiva_comparada._Aportaci%C3%B3n_al_debate_sobre_los_modelos_de_expansi%C3%B3n_en_los_siglos_XVII_y_XVIII.
[2] Ibídem
[3] Ibídem
[4] Ibídem
[5] Ibídem


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

 

Holanda en El Caribe, 2

 

Por: Mu-Kien Adriana Sang

 

sangbenmukien@gmail.com

mu-kiensang@pucmm.edu.do

@MuKienAdriana

 

Tambores, Jean-François Brierre

Vísteis caer al indio

en los colmillos de perros feroces

y cuando izaron el cuerpo real y rojo

de nuestra dulce reina indeciblemente bella,

el hada,

la cantora,

la madona india,

la palpitante,

la del más dulce ritmo inscrito a lo largo de un cuerpo,

la lánguida Anacaona,

tres testigos fuísteis en sentiros heridos:

la luna cantada por ella la poetisa

y que se sintió morir en sus ojos,

la luna, página de cobre

que esperaba el poema indio de su amor,

la cruz...

y vosotros, grandes exiliados, invencibles rebeldes,

soberbios insumisos torturados por los siglos

porque deslizábais vuestras detonaciones

en las palabras de las elegías y los conciertos nocturnos.

Y sollozáis aún como al pie de un cadáver

desde cuando la gran sombra trágica

se tendió en vosotros como en un féretro.

(Tomado de M. Laroche, Haití et sa littérature, Ageum, Québec 1963)

 

La semana pasada iniciamos una serie sobre el Caribe holandés. Para desarrollar el tema, utilizamos un interesantísimo ensayo de la profesora Ana Crespo Solana titulado “Holanda en el Caribe desde la perspectiva comparada. Aportación al debate sobre los modelos de expansión en los siglos XVII y XVIII” [1].  Como no pudimos terminar de presentarlo por razones de espacio, continuamos en esta semana.

 

La profesora señala algo interesante. Dice que al inicio, el modelo económico colonial de los holandeses en El Caribe se inició con el cultivo tabaco, pero luego cambió al azúcar, porque era más rentable para el sistema de implantación agrícola dependiente del capital que los comerciantes holandeses aportaban a las islas antillanas. Pero el modelo no se circunscribía a sus posesiones, sino que trascendían sus propias fronteras. Así, para la segunda mitad del siglo XVII, las plantaciones en Barbados habían crecido gracias a los holandeses. Allí “habían aportado su peculiar paquete de servicios financieros, fletes y mano de obra esclava, así como el comercio de contrabando que se hacía desde Curazao, eran muy rentables para las firmas de Amsterdam… por dos razones. Las zonas de monocultivo de plantación necesitaban una provisión de mano de obra esclava y una conexión por mar con fletes competitivos, que en gran parte eran aportados por el capital holandés en su calidad de intermediario” [2]

 

En esta lógica, sostiene la profesora, en las pequeñas islas antillanas, como San Eustaquio y Surinam, los holandeses no solo instalaron grandes plantaciones, sino que se convirtieron en las bases fundamentales para poder competir con otras zonas por su alto nivel de productividad, pero al mismo tiempo, se desarrollaba un activo comercio al margen de las firmas oficiales y estatales, y del circuito de las flotas españolas:

 

El control de los distintos centros productivos de una economía anclada en modelos tradicionales era para los holandeses casi una premisa para lograr su posición de mayor beneficio y convertirse en intermediarios (en capital y fletes) de los aprovechamientos económicos que pudieran ofrecer otras zonas marginales de América.  En Brasil fue la primera vez que los holandeses conseguían adueñarse de la producción de una zona azucarera para el transporte monopolizado a Amsterdam. [3]

Así pues, la metrópoli holandesa no solo había instaurado el sistema de plantaciones en sus islas y desarrollaban su propio comercio, sino que además se convirtieron en los transportistas estelares del comercio.  Consiguieron con astucia y dinero penetrar otros mercados, incluyendo al español, que no tenía la capacidad de responder a la demanda de flotas. “Su inferencia en articular los circuitos del comercio intracaribeño (lo que ellos llamaban Keline Vaart) fue una de las actividades que más beneficios directos les reporto… este Keline Vaart (fue) el fenómeno más rentable en la historia del Caribe en el siglo XVIII. Esta navegación pronto enlazó con un Grote Vaart directo desde la metrópolis, que había supuesto el verdadero triunfo del comercio directo neerlandés…” [4]

 

Otro elemento interesante que destaca la profesora es que en el modelo holandés también existía una sociedad mercantil que vivía del contrabando; más aún, el negocio de los piratas, además de ser parte de la idiosincrasia caribeña, fue también una forma de vida y de supervivencia de los colones holandeses. Según los datos localizados en el comercio ilegal, los mayores intercambios se producían entre las islas de San Eustaquio y de Curazao.  Gracias a este comercio paralelo, algunas islas, dice la autora, como por ejemplo Barbados, que gracias a esta actividad,  pudo transformase “de isla inútil” a un centro azucarero en manos británicas de gran productividad:

 

El enorme desarrollo del comercio intra-caribeño en la segunda mitad del siglo XVIII se debe a muchos factores.  En la segunda mitad del siglo XVIII, este comercio era una forma adecuada y rentable de proveerse también de producto de abastecimiento para sus propios territorios coloniales en una época en que la situación atlántica se resentía por las numerosas guerras. La escasez o abundancia de ciertos productos en algunas regiones influyó en un incremento de las relaciones comerciales de las distintas islas y áreas continentales caribeñas, siendo Venezuela uno de los focos más activos…[5]

 

Así pues, a pesar de que Holanda no tenía grandes posesiones en El Caribe, fue clave en el desarrollo del modelo de las plantaciones, en el transporte de mercancía y en la intermediación financiera. Estaba claro también que a Holanda no le interesaba el control político en la zona. Le bastaba con obtener ganancias.  Sus pequeñas posesiones eran suficientes para sus apetencias económicas. Los temas de dominio político y hegemonía en la zona se los dejaba a los ingleses y franceses.  Los españoles, en el siglo XVIII y principios del siglo XIX, estaban muy ocupados intentando manejar todo un continente bajo su control y poder.  Así concluye este interesante ensayo de la profesora española:

 

A largo plazo, los negocios neerlandeses caribeños continuaron diversificando sus conexiones con distintas áreas productivas que controlaban para transportar sus productos, incluyendo el avituallimiento de la mercancía humana, los esclavos y así seguir invirtiendo masivamente en las plantaciones y en el comercio de contrabando, que siguió su propia evolución interna hasta ya entrado el siglo XIX.[6]

 

Así termina esta narración.  Seguiremos con el Caribe Holandés desde la perspectiva del historiador y amigo dominicano Frank Moya Pons, expuesto en su obra sobre Historia del Caribe. Hasta la próxima.



[1] Ana Crespo Solana, “Holanda en el Caribe desde la perspectiva comparada. Aportación al debate sobre los modelos de expansión en los siglos XVII y XVIII”, CATHARUM, Revista de Ciencias y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, http://www.academia.edu/390300/Holanda_en_el_Caribe_desde_la_perspectiva_comparada._Aportaci%C3%B3n_al_debate_sobre_los_modelos_de_expansi%C3%B3n_en_los_siglos_XVII_y_XVIII.
[2] Ibídem
[3] Ibídem
[4] Ibídem
[5] Ibídem
[6] Ibídem

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