domingo, 15 de marzo de 2015

LAS MEMORIAS DE LA AFRO DIASPORA EN EL CARIBE



 

III Congreso Internacional de Estudios Caribeños: .LAS MEMORIAS DE LA AFRO DIASPORA EN LOS TERRITORIOS CARIBEÑOS Y LATINOAMERICANOS, 1

Por: Mu-Kien Adriana Sang

 

sangbenmukien@gmail.com

mu-kiensang@pucmm.edu.do

@MuKienAdriana


Mi negritud no es una piedra, su sordera precipitada

contra el clamor del día

mi negritud no es una fuente de agua putrefacta en el ojo

muerto de la tierra

mi negritud no es ni una torre ni una a piel roja del sol

ella se sumerge en la piel ardiente del cielo

ella rompe el agobio que produce la paciencia. Aimé Cesaire

 

 

El tema de la esclavitud, de la trata de negros esclavos desde África hasta América, trajo consigo un impacto cultural que se impregnó fuertemente en el imaginario colectivo, especialmente de los lugares donde se impuso el modelo de plantación azucarera.  No es de extrañar que naciera el grito desesperado de Cesaire y de otros antillanos que expresaron a través de la palabra, la música y la pintura el dolor de la esclavitud de sus ancestros.

El tema de la negritud  ha sido objeto de estudio de muchos estudiosos del mundo, incluso de algunos que no forman parte geográfica del Caribe, pero que el tema de la trata de esclavos impactó grandemente en sus sociedades y sus culturas.  En el Congreso se presentó la ponencia de los profesores de la Universidad Federal de Bahía, Joseania Miranda Freitas y Marcelo Nascimento Bernardo da Cunha titulado: “MEMORIAS AFRO-DIASPÓRICAS EN DIFERENTES TERRITORIOS CARIBEÑOS Y LATINOAMERICANOS EN LAS PERSPECTIVAS DE MANUEL RAIMUNDO QUERINO Y MANUEL ZAPATA OLIVELLA”.

La ponencia analiza las memorias africanas de la diáspora de los esclavizados en América Latina y el Caribe, y parte de dos autores afro-latinoamericanos muy importantes: el brasileño Manuel Raimundo Querino (1851-1923) y el colombiano Manuel Zapata Olivella (1920-2004). Los autores analizan profundamente los textos: La raza africana y sus costumbres en Bahía, de Manuel Querino  publicado en 1916 y los textos que componen la tercera parte del libro Las claves mágicas de América, de Zapata Olivella, Creatividad del Negro bajo la Opresión, que salieron a la luz pública en 1989.  En esta entrega solo trabajaremos la primera parte de la ponencia, por razones de espacio.  La próxima semana abordaremos al segundo autor.

Manuel Raimundo Querino, dicen los autores es un autor cuya historia personal es un enigma. Se cree que fue hijo de esclavos, que quedó huérfano a los cuatro años. Vivió entonces en un orfanato. A los treces años le fue entregada su tutela al profesor Manuel Correira García, quizás bajo la protección de un hombre culto, pudo cultivar sus dotes escriturales y recibir una educación esmerada.

La participación política y profesional de Querino fue intensa, como afirman los autores.  Fue el creador de la Liga de los Trabajadores de Bahía, en 1874. Desde su labor como profesor del Liceo de Artes y Oficios y del Colegio de Huérfanos de San Joaquín, expuso sus ideas en contra de la esclavitud. Años más tarde, y defendiendo el proyecto de los ideales abolicionistas y republicanos creó dos periódicos: La Provincia (1888) y El Trabajo (1892). En 1916 publicó el libro  A Bahia de outrora: vultos e fatos populares, en lo cual defiende la importancia del papel del africano para la construcción de la nación, decía que el africano había:

[…] desempeñado, entre nosotros, el papel de caballo de batalla, de los malos tratos. Era palo para toda la obra; en el servicio doméstico, la agricultura, las artes mecánicas, sobre todo en las construcciones; en las artes liberales, como auxiliar, sin brillo, es cierto, pero con esfuerzo. Aplicaba sanguijuelas, sangraba, quitaba ventosas, cortaba cabello, afeitaba, remaba barcos, encendía las lámparas, era matarife y carnicero, sacaba dientes, cargaba literas, todo ello en beneficio del amo, mientras no adquiría libertad. Manuel Querino, A Bahia de outrora: vultos e fatos populares... Citado por REIS, Carlos Antônio dos. Do convívio e colaboração das raças...

Los estudiosos de la obra de Querino afirman que tenía dos  preocupaciones: demostrar el aporte de los negros a la cultura de Brasil y recordar a los blancos que tenían una gran deuda n con África y con los afro-brasileños.

Afirman los profesores de Brasil que Manuel Querino se tomó el tiempo necesario para registrar importantísimas informaciones sobre las costumbres de las tribus africanas,  para lo cual haciendo uso de la historia oral,  registró testimonios de ancianos de la ciudad de Salvador de Bahía. En palabras del propio Querino en su obra A raça africana e os seus costumes na Bahia, I que fue presentada en el V Congresso Brasileiro de Geografia, en 1916:

mayores respetables, y que nos dieron sin reservas ni subterfugios, porque en nosotros estas personas no veían más que un amigo de su raza, o quien, con sincera simpatía, siempre respetó y supo hacer justicia a la gente que el cautiverio aviltó, insultó y persiguió, pero que no logró jamás alterarle las calidades innatas, afectivas….

En la ponencia los profesores de la Universidad Federal de Bahía, que Querino, para comprender el  universo religioso y simbólico, tan presente en las comunidades de origen africano, decidió estudiar los cultos y sus divinidades. Dicen al respecto los autores:

Al hablar de los Orishas, término genérico que utiliza para denominar las divinidades del panteón religioso africano, el autor destaca el sincretismo con los santos católicos. Pero, como no era iniciado en los cultos, y como todavía no los conocía profundamente, no realizó un análisis etnográfico preciso, sino hizo, básicamente, una descripción, con utilización de palabras que, muchas veces, estaban más próximas a las concepciones hegemónicas, como por ejemplo: “Encontró en Brasil la superstición, consecuencia fatal a los pueblos en su infancia.”

Al tratar de la divinidad Gunucô, el autor presenta algo que encuentra resonancia en Colombia, que es el sincretismo de Santa Bárbara con Changó, “[…] el ángel de la guardia del hombre es Changó, el de la mujer es Iansa, pues las dos entidades representan S. Bárbara.”

Después de estudiar las divinidades, se dedica Querino a estudiar propiamente a los cultos, y señala que muchos de ellos tenían en su seno el arma de la rebeldía e instaban a la rebelión de los negros esclavizados, como ocurrió en 1835 en Salvador de Bahía. Parece que tenía razón, dicen los profesores universitarios, porque la historiografía contemporánea lo ha corroborado.

En su búsqueda por conocer la cultura mágico religiosa de sus ancestros, Querino se dedicó también a estudiar el Candomblé de Caboclo, que era y es todavía, el culto a los antepasados y  a las divinidades indígenas, producto del encuentro intercultural que se produjo entre africanos y nativos. De esta íntima convivencia producida esencialmente en las haciendas azucareras, surgió la celebración de este rito.

Los autores finalizan esta parte de su ponencia diciendo:

En la diáspora los africanos utilizaron variadas estrategias de supervivencia, de tal manera que no perdieron, sino que mantuvieron los nexos y referencias sociales dejadas en el continente africano. Una estrategia que se destaca es la de la creación de comunidades religiosas, establecidas a partir de valores míticos-simbólicos ancestrales, que permitieron el mantenimiento y transmisión de memorias, historias, preceptos éticos y valores morales. Si la desagregación provocada por la prisión y trata esclavista provocó la pérdida de lazos familiares de sangre, la reunión en las Américas, en comunidades religiosas basadas en estructuras familiares, permitió que un nuevo modelo de familia se materializase.

Posiblemente fue la fuerza de estas estructuras que llamó la atención de Manuel Raimundo Querino y Manuel Zapata Olivella para que se dedicasen a las herencias africanas, llevándolos a la escritura y defensa de planteamientos marcados por la búsqueda de entendimiento de tales estructuras, identificándolas como elementales y esenciales, como un micro-cosmos revelador de los valores africanos traídos a las Américas.

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