domingo, 15 de marzo de 2015

El mito esfumado del campesinado caribeño: El caso de Cuba


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

 

El mito esfumado del campesinado caribeño: El caso de Cuba

 

Por: Mu-Kien Adriana Sang

 

sangbenmukien@gmail.com

mu-kiensang@pucmm.edu.do

@MuKienAdriana

 

CON EL MISMO CORAZÓN

 

En el campesino aforo

con ojos del alma vi

cantaba alegre un coquí

y trinaba un tocororo.

Luego se unieron en coro

por una justa razón,

con el compás de un danzón

dijeron emocionados

aquí estamos hermanados

con el mismo corazón, Jesús Orta Ruíz

 

Iniciamos este artículo con un poema de don Jesús Orta Ruiz, conocido mejor como  “El Indio Naborí”.  Un poeta que hizo suyas las angustias, sueños y esperanzas de los hombres del campo. Considerado como el máximo exponente de las décimas no solo en su natal Cuba, sino de toda América Latina- Dicen los que lo conocieron que se caracterizaba por su extrema sencillez y su gran corazón.

Con esta introducción seguimos trabajando con el tema del campesinado caribeño.  Encontramos el trabajo de la profesora Graciela Magia Vercesi, de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, quien escribió en septiembre del año 2008 el ensayo “Azúcar amarga: el inevitable oxímoron de la historia cubana, que fue publicado en la revista colombiana Tábula Rasa, No 10 correspondiente a los meses enero-junio 2009. 

Sostiene la profesora Magia Vercesi que Cuba, a diferencia del resto de la Antillas, fue una colonia española de plantación y africanización tardía.  Afirma que la isla tuvo una historia en dos tiempos-ejes.  El primero fue la colonia cuya actividad económica principal era la economía del cuero y los cultivos tropicales no intensivos.  La estructura social estaba centrada en torno a las haciendas patriarcales, “las que llevaba una vida domestizada basada en relaciones sociales bastante laxas, se tornara en un sistema de explotación capitalista que va a reproducir para los centros imperiales europeos, construidos, construidos sobre la base de la esclavitud.” [1]

El segundo tiempo se ubica en el siglo XVIII, que va desde 1762 y 1804. Afirma la autora del ensayo que Cuba comienza a rivalizar con el resto del archipiélago por el abastecimiento mundial de azúcar.  Ahí se inicia la oleada inmigratoria proveniente del África, “pero el sustrato criollo temprano había cuajado: la sociedad cubana ya era mestiza.  Por su parte, la abolición de la esclavitud fue retardada, porque se temía que con la liberación de los esclavos, el número de negros sobrepasara a la población blanca.”[2]

Un elemento interesante que defiende la autora, es que Cuba, a diferencia de Puerto Rico y la parte este de la isla de Santo Domingo, se africanizó para satisfacer la voracidad de los ingenios, envueltos en una vertiginosa carrera gracias a la demanda de Europa.

Con esta afirmación, podría decirse, que en Cuba, a diferencia de las dos colonias españolas en El Caribe insular, no contó con un campesinado fuerte.  Por el contrario, el ingenio azucarero fue tan poderoso en la economía cubana, que permeó la relación social.  Predominaban los esclavos negros.  En palabras de la autora:

Para comprender históricamente el oxímoron que expresa el mundo azucarero –dar vida tronchando vidas, “azúcar sin lágrimas”…- es necesario comprender cómo especialmente en el caso cubano, la identidad nacional se relacione con el ambivalente valor de la plantación…[3]

En el paso del tiempo, España perdió, a finales del siglo XIX su último bastión en El Caribe insular, y ya a finales de los años 30 del siglo XX, Cuba pasó del colonialismo español, con un breve período independiente, al neocolonialismo norteamericano, muy interesado en la producción azucarera cubana, como crudamente lo expresa el fragmento de la poesía Caña  del gran Nicolás Guillén:

El negro
junto al cañaveral.

El yanqui
sobre el cañaveral.

La tierra
bajo el cañaveral.

¡Sangre
que se nos va
!


Con estas aseveraciones de la profesora Magia Vercesi, el campesinado en Cuba estuvo permeado por la lógica esclavista que había impuesto el modelo azucarero.  Más que campesinos, los trabajadores de la caña era esclavos que entregaban su sudor a cambio de una mísera retribución que apenas les permitía sobrevivir.

 

Esos esclavos no formaban parte de la comunidad soñada e imaginada, de la idea de nación inspirada en las ideas del liberalismo europeo: “Naturalmente, la población negra quedaba excluida de la comunidad imaginada de nación, aunque su innegable vitalidad circulaba por las calles, los cañaverales y los campos. …  Finaliza su reflexión diciendo:

 

No estoy negando la influencia obvia del mestizaje en nuestro carácter, sino señalando que hay otro plano ni blanco ni negro ni mestizo, donde el blanco, el negro…verifican su cubanidad. Es una zona no racial, aunque sí profundamente popular…

 

Así pues, todo parece indicar que el campesinado, como lo conocemos aquí, en esta media isla caribeña, no fue un fenómeno común en el Caribe.  Que nuestro utopía caribeña, hoy esfumada fue un producto local, quizás por el surgimiento de las pequeñas unidades productivas, en contraposición a la plantación.  Aquí convivieron, no necesariamente armónicamente,  el campesinado y sus pequeñas parcelas productivas de productos menores y la gran plantación cañera expandida en el siglo XIX, gracias a la migración cubana; así como el hato ganadero dominante en el este del país. 

 

MAGIA
Estoy viendo, como quien
sueña en una noche triste,
paisaje que ya no existe
con ojos que ya no ven.
Magia de supremo bien
hay en el recuerdo mío,
cuyo visual poderío
desde un mirador profundo,
está repoblando el mundo
que se me quedó vacío, Jesús Orta Ruiz



[1] Graciela Magia Vercesi, “Azúcar amarga: el inevitable oxímoron de la historia cubana” Revista  Tábula Rasa, No 10, enero-junio 2009.  http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=39612022012.
[2] Ibídem
[3] Ibídem

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