domingo, 15 de marzo de 2015

INDIGENISMO Y POESIA EN EL CARIBE



III Congreso Internacional de Estudios Caribeños: INDÍGENAS, ESPIRITISMO Y POESIA EN EL CARIBE, 1.


 

Por: Mu-Kien Adriana Sang

 

sangbenmukien@gmail.com

mu-kiensang@pucmm.edu.do

@MuKienAdriana

 


Para el hombre que espera

es la luna;

el sol para la canoa

que remonta el río;

y para los hombres todos de la selva

es el agua.

Pero la mariposa roja

es para Merica.

Merica es la niña que amo.

Merica, que recoge la yuca,

y tuesta las tortas de casabe.

Merica es luna, sol, agua, mariposa. Poesía Piaroa 

Este es el último artículo de la serie sobre el III Congreso de Estudios Caribeños. He decidido parar, no porque no hayan otras ponencias interesantes, sino porque corro el riesgo de aburrirlos.  A mí me ha resultado muy apasionante. He aprendido muchísimo y he podido aquilatar lo que otros investigadores de otras universidades están haciendo. Y reconocer que si bien vamos por buen camino, nos queda mucho, mucho, mucho por leer y aprender.


El profesor Kevin Sedeño-Guillén, del Universidad de Kentucky escribió una hermosa ponencia con un título tan largo como sugestivo: INDIOS ESPECTRALES: INDÍGENAS APARECIDOS EN LA POESÍA AMERICANA DEL SIGLO XVIII Y EL ESPIRITISMO DE CORDÓN CONTEMPORÁNEO EN EL CARIBE.  Desde el inicio de su ponencia el investigador expone claramente su hipótesis de trabajo:


 

En este artículo exploro cómo los criollos americanos negocian en la segunda mitad del siglo XVIII el regreso en forma fantasmático/espectralde los millones de indígenas muertos en el continente como consecuencia de la conquista europea de América. Parto de la hipótesis de que la utilización del fantasma/espíritu/muerto/espectro de los indígenas americanos hizo parte del proceso de construcción de su propia identidad, que permitió a los criollos americanos consolidarse como herederos de los antiguos dueños de la tierra -los pueblos originarios- en su creciente reclamo de poder frente a españoles y europeos en general. Para trabajar en mí hipótesis leeré algunos textos publicados en el Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá en la última década del siglo XVIII, que incorporan imágenes de personajes y elementos culturales de los pueblos indígenas americanos. Analizaré qué funciones cumple la asimilación de esas imágenes en la literatura y la prensa periódica americana del periodo pre-independentista, prestando especial atención a la cuestión de cómo esas representaciones espectrales de indígenas muertos en las guerras de conquista y colonización contrasta con las condiciones de vida de los indígenas supervivientes en el siglo XVIII.

Aclara, antes de iniciar su reflexión, que para escribir el ensayo había asumido el concepto colombino de indios, pero también utiliza en el desarrollo del texto el término contemporáneo de “indígenas”, no sólo para ser consecuente con el lenguaje empleado en el período colonial, “sino también para acentuar la relación del término con la obsesión de los europeos del siglo XV con la posibilidad de conexión con Asia.”

Utiliza el concepto de espectralidad.  Sostiene que el indígena americano, y por supuesto, caribeño, no ha sido ni es el que es, pues ha vivido una vida fantasma basada en el delirio europeo.  Esta llamada espectralidad, o, para decirlo de otra manera, ese fantasma vital puede evidenciarse a través de las expresiones culturales, caracterizadas básicamente por las perspectivas mítico-poética y simbólica. Este imaginario ha generado conflictos internos y vitales, que han permanecido a través de las generaciones.

Para poder interpretar esa espectralidad, dice el profesor Sedeño-Guillén, se necesita trazar un mapa conceptual que permita evaluar el alcance de los términos “fantasma”, “espíritu”, “muerto” y “espectro”.  A partir de entonces comienza a hacer sus consideraciones en torno a esos cuatro conceptos, veamos:

1.      El fantasma, dice,  indica que algo en el espacio de su puesta en escena ha sido incomprendido, que un performance de la realidad percibido y aceptado, ha permanecido en realidad ausente. En este sentido, todo proceso de haunting implicaría una búsqueda de justicia.

 

2.      El espíritu, sigue planteando, constituye  uno de los ejes centrales de la historia de las creencias y es a su vez un concepto secularizado. Podría definirse como un ser inmaterial y dotado de razón.

3.      El espectro, afirma,  es algo así como una cosa difícil de nombrar: ni alma ni cuerpo, y una y otro. Pues son la carne y la fenomenalidad las que dan al espíritu su aparición espectral, aunque desaparecen inmediatamente en la aparición, en la venida misma del (re)aparecido o en el retorno del espectro.

A partir de entonces, el autor hace el análisis de algunos poemas de Manuel del Socorro Rodríguez de la Victoria (1758-1819). ¿Quién era este hombre tan singular que tantos años después es objeto de estudios?  Era  hijo de Manuel Baltasar Rodríguez y María Antonia de la Victoria. Nacido en Bayamo Cuba.  Tuvo la oportunidad de estudiar, porque su padre, queriendo sacarlo de la pobreza a través de la instrucción, le pidió al párroco de la iglesia de San Juan de Evangelista, que lo acogiera. Allí estuvo seis años.

Esta formación le permitió a Rodríguez de la Victoria ir a Nueva Granada, hoy Colombia, para encargarse de la Biblioteca Real. A partir de ahí decidió escribir. Se le considera el prócer del periodismo colombiano, pues por su talento y energía fundió varios periódicos. Escribió y mucho.  Gran parte de sus textos están conservados en la Biblioteca Nacional de Colombia.

Sostiene el profesor de la Universidad de Kentucky que el origen étnico-racial de Rodríguez constituyó un tema recurrente y conflictivo de su existencia. ¿Quería negar su origen?  En palabras del investigador:

No cabe duda que fue también causa de conflicto en su propia existencia… su bautismo fue registrado en el libro de blancos de la Parroquia del Santísimo Salvador de Bayamo, pero el mismo Rodríguez, en comunicación con el ministro Gálvez, reconoce que no sólo posee orígenes españoles, sino también indígenas. Hay dos aspectos que me resultan sumamente interesantes en esta nota genealógica donde Rodríguez asevera tener un origen mestizo de padre español y madre mestiza de español e indígena.

La dualidad existencial de Rodríguez de  la Victoria, su condición de mestizo, su deseo de ser blanco puro, lo llevó, sin duda alguna a tener el eterno dilema de ser y querer ser.  Como mestizo letrado, intentó ganarse un espacio en la sociedad colonia de la isla de Cuba, cuando se iniciaban las reformas. En palabras del autor:

 El primero, en el orden biográfico e histórico, tiene que ver con las estrategias empleadas por un mestizo indígena letrado de la segunda mitad del siglo XVIII en Cuba para negociar su identidad étnico-racial en el contexto de las reformas ilustradas que tienen lugar durante el reinado de Carlos III. Segundo, la mención del pueblo de Jiguaní dispara por sí sóla el espinoso tema de la supervivencia indígena en el Caribe tras la drástica disminución de la población que ocasionaron las guerras de conquista iniciadas por los europeos en tierras americanas. Jiguaní fue uno de los denominados pueblos de indios constituidos en la primera mitad del siglo XVIII a lo largo de la isla, con cuyo sóla existencia no sólo derrumban el mito del exterminio indígena en Cuba y el resto del Caribe, sino que ofrecen importantes testimonios sobre las fuentes y mecanismos de tranmisión de la cultura y las espiritualidades indígenas hasta el presente. Queda establecido entonces que Rodríguez no es sólo un mestizo, sino que se reconoce así mismo como descendiente de los distinguidos fundadores del pueblo de indios de Jiguaní. Este importante hecho de su biografía deberá ser considerado a la hora de analizar sus estrategias de negociación con el legado indígena en la Nueva Granada.

Se nos agotó el espacio.  Seguiremos en la próxima.  Nos vemos.





TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE

III Congreso Internacional de Estudios Caribeños: INDÍGENAS, ESPIRITISMO Y POESIA EN EL CARIBE, y 2.


 

Por: Mu-Kien Adriana Sang

 

sangbenmukien@gmail.com

mu-kiensang@pucmm.edu.do

@MuKienAdriana

 

Entonces yo las márgenes del Fúnzha

Discurría una tarde divertido,

Recordando los tiempos en que el Mozca

Se bañaba en su lecho cristalìno.

¡Oh! (decía mirando sus corrientes)

Quantas veces aquí, sagrado Rio,

De las Mómas sería la Palestra

Al sòn de la algazára y de los silbos!

¡Quantas veces los Chúques, los Uzáques,

Y aún los Zíppas vendrían á este sitio,

A vér luchar la Juventud gallarda

Honor de Bacatáy su Imperio rico!

¡Quantas veces serían adorados

De Chia, y de Zuhé los claros brillos (6)

En este améno lláno que tu riegas,

Y de que eres Señor há tantos siglos!

Quantas veces ¡O Funzha!...... Pero en esto

Enmudeció mi lengua de improviso,

El alma se llenó toda de asombro, El collar de María Teresa (fragmento) 1792

Finalizamos con esta segunda parte, la referencia al trabajo del profesor Kevin Sedeño-Guillén, del Universidad de Kentucky quien, como señalamos en el artículo anterior, escribió una hermosa ponencia con un título tan largo como sugestivo: INDIOS ESPECTRALES: INDÍGENAS APARECIDOS EN LA POESÍA AMERICANA DEL SIGLO XVIII Y EL ESPIRITISMO DE CORDÓN CONTEMPORÁNEO EN EL CARIBE.  El poema que engalana este artículo forma parte del ensayo.


 

Sostiene Sedeño Guillén que el espectro de los indígenas muertos sobrevive en el cuerpo de los indígenas vivos, en su memoria cultural, pero sobre todo, en la experiencia de la culpa que significó para los europeos, y luego para los mismos criollos.  Sostiene que el hecho de haber tenido que convivir en el proceso de exterminación de los indígenas del Caribe, tiene su influencia en el imaginario colectivo. Se pregunta el autor: ¿Cómo reaccionaríamos ante un ser proclamado como muerto que reaparece vivo ante nosotros?  Se responde diciendo que quizás  la primera reacción tendría que ser "dudar de su presencia y asumir la condición fantasmal de su aparición, antes de preguntarle y corroborar si está vivo o muerto. Esta inhumana realidad, la de la negación de su propia existencia física y cultural, y con ello su desplazamiento hacia una condición de fantasmas, ha sido el dilema vital al que se han enfrentado las comunidades indígenas sobrevivientes a la época de las guerras coloniales en las Américas.

La memoria histórica y el imaginario colectivo volvieron a lastimarse con la llegada del tercer centenario de la llegada de los españoles al Nuevo Mundo.  Este acontecimiento constituyó un importante marco histórico para analizar las apariciones y desapariciones de los indígenas en el pensamiento criollo de finales del siglo XVIII, como se puede apreciar en este fragmento de poema que cita el autor:   

Yo convertì la infiel Cundinamárca

En el Christiano Império, que rendido

Hoy adora obsequioso al Sér Suprémo

Tributandole justos Sacrificios.

El nombre de Idacánzas á el Avérno

Arrojé para siempre, y el Divino

De Jehová poderoso, en alto triunfo

Fué proclamado con solemnes hymnos.

Yo á Sogamóso Summo Sacerdote

Del ciego Mozca, el torpe inmundo rito

Le deshice: y al Mója victimado

Siguió la ofrenda fiel de Pan y Vino

Yo allí donde Machíca, Nemequéne,

Thysquesúca, y demás Monarcas Indios

Doblaban la rodilla à viles monstruos,

Levanté al Dios de Sión Altares ricos.

Del gran Quesáda dirigí la Empresa,

Y también inspiraba heróicos brios

A Fedremán, Roblédo, Benalcázar,

Lanchéro, Ursúa, Suárez, y Carrillo.

………………………………………..

Dixo; y entonces ácia el Sacro Templo

Donde su búlto tiene asiento fixo

Voló rápidamente: y yo asombrado

Sobre el puente del Funzha caí rendido (sic) (“El collar” 122-123).

Pasa luego a analizar el poema.  Una primera lectura, afirma, podría plantear que el fragmento , evoca la grandeza del mundo muisca, tiene como función hacer más notable el triunfo posterior de la fe sobre la idolatría y la anulación ejemplificante de su mundo. Pero, dice el autor, sin embargo, el carácter poco edificante del primer fragmento desmiente a esa primera lectura:  

No se está exponiendo allí un mundo negativo a ser reemplazado por la conquista de la mano de la fe. Todo el peso condenatorio se da en el segundo fragmento. Allí los representantes de la vieja fe y de los poderes derrotados sólo son revividos desde un pasado ya vencido…. Pero sí esto es así, debería quizás aceptar que el poeta que evoca el pasado indígena, pero que a la vez resulta seleccionado para escuchar la buena nueva de la consolidación de la católica estirpe borbónica, se encuentra en una compleja encrucijada en relación con el pasado indígena y el presente colonial… ¿qué espanta, atemoriza, aterroriza al poeta en ambos momentos clave?, ¿cuál es el espanto, la sombra que subyace a ese demoledor asombro? Por el momento puedo decir que ese asombro no es el fantasma en sí. El espanto es apenas un síntoma, una huella a nivel del lenguaje, de un fantasma que será necesario rodear de modo que de él se pueda tener al menos el contorno y sus circunstancias de…aparición.

La visión heredada por todos es que los indígenas eran y lo son todavía seres pobres e ignorantes. Los indígenas de ayer solo tenían pasado, los de hoy también. La conquista intentó pacificar y acallar su memoria, la cual, a pesar de los esfuerzos de los conquistadores por aniquilarla ha podido sobrevivir gracias a esa espectralidad.

Por esta razón, las representaciones de los espíritus ancestrales  constituyeron y constituyen  un elemento destacado en los altares.  Este imaginario ha sido rescatado. El grupo folklórico Los Nani, tienen un canto espiritista titulado “Los indios” en el que se refleja claramente el fantasma del pasado para revivir en el presente el drama de siempre:

Indio bueno, indio bravo, dónde vas con esa cruz
Voy al monte del calvario, a entregársela a Jesús.

Indio bueno, ay indio bravo, dónde tú vas con esa cruz
Voy al monte del calvario, a entregársela a Jesús

Ay, pero indio, indio, de mi vida, indio de mi corazón

Si no vienes a buscarme perderé todo tu amor.

Que bonitos son los indios, que vienen a laborar
Siete columnas de indios van diciendo gestioman

Eh, ay Dios los indios, ay Dios los indios, vienen y van diciendo gestioman (“Los indios”).

 Coincido con la conclusión del autor, cuando afirma que los fantasmas son necesarios, pues sin su asedio los hechos trágicos del pasado estarían muertos junto a sus víctimas y no habría preocupación hacia ellos, no habría posibilidad de rememoración.

Aquí termina esta larga e interesante serie sobre mi selección de ponencias del III Congreso de Estudios Caribeños que fue celebrado en Santa Marta en agosto de este año.  Hasta la próxima.

 
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario