Un péndulo peligroso: entre la Dictadura
y la Democracia.
Por Mu-Kien Adriana Sang
A Dedé Mirabal
digna, valiente, alegre y eterna mariposa
A todos los
que han luchado por la libertad
A todas las mujeres que han luchado con sinceridad y
sacrificio por la libertad
El que escribe estas líneas pertenece a una
generación que perdió las grandes esperanzas hace más de treinta años… El que
tiene tras de sí muchos años de esperanzas frustradas, se halla resignado,
entre otras cosas, porque, habiendo vivido la mitad de su vida… bajo el
fascismo, sigue testarudamente creyendo… que una mala democracia… es preferible
siempre a una buena dictadura… que diez partidos pendencieros son más
tolerables que uno solo “graníticamente” unido bajo la guía infalible de su
jefe; que la sociedad corporativa, pero libre, es menos insoportable que el
Estado Corporativo… Pero comprendo bien que estas observaciones no valen para
los más jóvenes, que no conocieron el fascismo y conocen solo esta democracia
menos que mediocre y no están dispuestos a aceptar el mal menor… Comprendo que
el argumento del mal menor es un triste consuelo. Y no alivia mucho que digamos
siquiera el argumento de que los cambios son lentos, casi imperceptibles, y no
conviene ser demasiado impacientes… Norberto Bobbio, El Futuro de la
Democracia. [1]
De manera regular nos visitan maestras, maestros y
escolares. A veces me sorprendo que la
memoria social se ha ido perdiendo. Me
sorprende lo poco que niños y jóvenes saben de nuestra historia. Entre los grupos, suelen haber sólo dos o tres estudiantes
auténticamente interesados… Trato de no impacientarme y vuelvo a contarles la
historia de mis hermanas. Esa es mi
labor… enseñarle a las nuevas generaciones lo que fue la Era de Trujillo. Les
recalco que mis hermanas representan a otra generación. Mis hermanas, por lo
que ocurrió, por lo terrible que fue esa tragedia que les pasó, están
destacadas en este lugar donde estuvo nuestra casa familiar. Pero aquí está representado también el más
humilde y anónimo luchador antitrujillista…
Yo siempre quise traer los restos de las muchachas
para el museo… pero no podíamos. Durante los primeros 12 años del gobierno de
Joaquín Balaguer no se podía casi hablar de las hermanas Mirabal y se reprimía
a quiénes participaban en los homenajes que religiosamente se han realizado
cada 25 de noviembre. Reaccionaban como
si se tratara de una manifestación subversiva.. La maquinaria que montó
Trujillo seguía sin desmantelar, viva. Ese andamiaje militar creía que las
muchachas todavía eran un ejército viviente, peligroso para el régimen….
No hay nada tan porfiado como la memoria, que se
empeña en mantener vivos los recuerdos aunque a veces duelan tanto. Cada día que pasa se me hace más difícil
separar el pasado y el presente. Quizás porque he dedicado mi vida a preservar
la memoria de mis hermanas. Cumplo con
ese deber… Para eso quedé viva…. Puedo decir: he cumplido con la patria… Dedé
Mirabal, Vivas en su jardín. Memorias. [2]
Sentada aquí, bajo el laurel de mamá, junto a
nuestros bustos, creo que se ha acercado un nuevo final… En 1996 resultó
ganador Joaquín Balaguer. Supe que
después de nuestras muertes muchas cosas han cambiado. El hombre que inició su
carrera política bajo el manto protector del sátrapa asesino, el que vendió su
inteligencia para hacer discursos de loas, el que inventó, por la fuerza,
permanecer en el poder momentos después del ajusticiamiento del dictador… me
enteré que antes de su muerte.. se convirtió en el sumo pontífice de los
políticos dominicanos… Es hoy el vencedor, el triunfador, el gran liberado de
culpas… malhechores de ayer, se han convertido en héroes a imitar y emular… Las
ilusiones, las purezas de nuestras luchas han sido olvidadas y enviadas al
destierro… El honor es un recuerdo de ayer, de los ilusos que ofrendaron sus
vidas por sus ideas. Mu-Kien Sang, Yo
soy Minerva. [3]
Cuando me
solicitaron que escribiera estas palabras me asaltó la duda. ¿Quién debía
escribir? ¿La ciudadana nacida en el corazón de la dictadura de Trujillo y
testigo activo del rumbo de la democracia dominicana? ¿La historiadora que ha
trabajado durante décadas sobre la historia política dominicana? ¿La maestra que intenta enseñar a los jóvenes
la necesidad de una racionalidad soñadora?
¿La mujer de más de 50 años con esperanzas frustradas e ilusiones
maltrechas?
Decidí escribir
con el corazón. Quien escribe este
trabajo es una mujer que ha vivido más de la mitad de su vida y tiene el
corazón desgarrado con esta débil, poco institucional y secuestrada democracia. No es casual la selección de las tres largas
citas que dan inicio a este trabajo. La
primera, escrita hace varias décadas por el gran Norberto Bobbio. Como él, soy irracionalmente contraria a
cualquier forma de dictadura. Como Bobbio, prefiero la débil democracia nuestra
porque el secuestro de la libertad es lo último que un ser humano puede
tolerar. La segunda cita es la de una
de mis heroínas vivientes, Dedé Mirabal, porque ella supo a fuerza de voluntad
convertir la tragedia en esperanza, y transformar el dolor en enseñanza para
que los jóvenes disfruten un mundo mejor. La tercera cita forma parte del
monólogo teatral que escribí sobre Minerva Mirabal. A través de ella expreso mi desilusión por el
derrotero que ha tomado la vida política nacional.
La racionalidad
histórica me ha dado elementos para valorar, en su justa dimensión la Dictadura
de Trujillo. Es cierto, y nadie puede
negarlo, que el dictador dominicano, parafraseando a Bobbio, edificó una “buena
dictadura”: la modernidad capitalista entró a la vida nacional para quedarse,
con el desarrollo de la industria liviana y el consecuente fortalecimiento del
mercado interno; las finanzas dominicanas por primera vez en su historia no
estuvieron en rojo, por el saldo total de pago de la deuda pública; la infraestructura,
nadie puede negarlo, se expandió en todo el país, especialmente en la capital.
Sin embargo el terror fue su signo, y el temor de la ciudadanía a formar parte
de los desafectos, permitieron que la adulación se convirtiera en el modus
operandi de la mayoría. La libertad fue
secuestrada y confinada a una celda solitaria.
Por suerte para
nosotros, la generación que nació bajo el signo del dictador y las generaciones
posteriores, existieron hombres y mujeres que no se sumaron al tren adulador
que les enseñaban e imponían, ni se conformaron con callar lo que pensaban. Esos
valiosos hombres y mujeres, se entregaron con cuerpo y alma a luchar por el
sueño de la libertad. Como los
trinitarios del siglo XIX que soñaban con una República Dominicana libre,
independiente y soberana de toda dominación extranjera; los soñadores de
mediados del siglo XX querían borrar el autoritarismo salvaje y personalista de
Trujillo. Soñaron, se organizaron y
lucharon. Gracias a ellos disfrutamos de
la libertad. Pero, y ahí está el centro de mi reflexión, ¿qué ha pasado después
de esas luchas maravillosas? ¿Qué hemos hecho con ese legado?
Un breve
recuento para no olvidar. Después del ajusticiamiento de Trujillo en 1961,
vivimos 5 años de conflictos, enfrentamientos y derrotas: Balaguer que se quedó
con el poder, pero tuvo que huir. El
Consejo de Estado le sucedió e intentó infructuosamente recomponer las fuerzas
políticas. Después se produjo el gran triunfo
de Bosch, para ser derrocado siete meses después. Una nueva esperanza
frustrada. Se forjaron nuevos sueños. Se
luchó para traer a Bosch al poder. Nació el histórico Abril de 1965 y con él
llegaron también los miles de marines de la “Fuerza Interamericana de Paz”,
pero todo el mundo sabía que era una maniobra del coloso norteño. Había que actuar rápido. No podían tener otra
Cuba en el Caribe. Los meses de
incertidumbre transcurrieron hasta arribar a junio de 1966. Joaquín Balaguer inaugura
su largo período de los 12 años. El nuevo-viejo presidente dominicano se sumó
al concierto de naciones latinoamericanas que se alinearon con el occidente en
una mal llamada guerra que de fría tenía muy poco. Fue implacable en contra de
los movimientos de izquierda, por lo que erigió su régimen personalista con un
fuerte apoyo militar. La represión
institucional se extendió por los cuatro
confines de nuestros 48 mil kilómetros cuadrados. En 1978, gracias a los nuevos aires de
libertad en el mundo, República Dominicana tuvo respiro con el Gobierno de
Antonio Guzmán. Gracias a su poder, Balaguer logra quedarse con una amplia
tajada del pastel del poder. Se inauguraron los 8 años de gobierno del Partido
Revolucionario Dominicano. Los intereses
grupales del viejo partido nacido para luchar por la democracia y en contra de
Trujillo, se hizo tan fuerte, tan agria, tan mortal que se enfrentaron para
perder. Balaguer volvió al poder en el
año 1986. Como siempre intentó quedarse por más tiempo, originando una crisis
institucional en 1994 de gran magnitud. Tan grande fue el problema que los
organismos internacionales intervinieron y el viejo caudillo tuvo que aceptar
la firma del famoso Pacto por la Democracia, que produjo una nueva
Constitución, que, entre otras cosas, reducía su mandato a dos años, 1994-1996,
se prohibía la reelección y se creó un adefesio electoral llamado colegios
cerrados. La reducción de su período
presidencial tuvo su recompensa. Poco
antes de morir fue declarado por el Congreso de la República, por los mismos
que durante los 12 años lo combatían, como el Padre de la Democracia
Dominicana.
A partir de 1996
hasta hoy día, 2011, hemos tenido gobiernos sucesivos, alternados y enfrentados
también. El Partido de la Liberación
Dominicana, que se fue entrenando en su rol de partido de masas con sus curules
congresionales durante los años del PRD y los últimos de Balaguer, ganó la
Presidencia, gracias a un pacto que denominaron patriótico.
De nuevo, los enemigos de antes lograron abrazarse, subir juntos los brazos en signo de triunfo. En el 2000 el PLD intentó quedarse, pero no pudo. Ganó Hipólito Mejía, el más folclórico y desenfadado de todos los presidentes dominicanos. Con el slogan de “E pa´ fuera que van”, Leonel Fernández volvió a la presidencia, reeligiéndose en el 2008.
De nuevo, los enemigos de antes lograron abrazarse, subir juntos los brazos en signo de triunfo. En el 2000 el PLD intentó quedarse, pero no pudo. Ganó Hipólito Mejía, el más folclórico y desenfadado de todos los presidentes dominicanos. Con el slogan de “E pa´ fuera que van”, Leonel Fernández volvió a la presidencia, reeligiéndose en el 2008.
¿Cómo ha sido
nuestra democracia? Débil, muy débil.
Pienso sin temor a equivocarme, que el fantasma autoritario ronda en los
corazones, las mentes y los deseos de nuestros políticos. Se ha intentado de todo: dictadura de
partido, dictadura congresional y poder omnipresente del Ejecutivo, el dios del
momento. El deseo de continuar ad infinitum disfrutando las mieles del poder ha
provocado violaciones graves al pacto democrático que es la Constitución. En el
2002 se impuso por fuerza del dinero una nueva Constitución que permitiría la reelección
en el período siguiente. El Presidente
de vocación agrícola forzó la jugada y perdió.
Su Constitución le abrió las puertas para que el líder morado-rojo se
pudiese presentar al término de su segundo mandato, sin dificultad. Hoy tenemos una nueva Constitución que se
promulgó hace menos de dos años. Y hoy
también los mismos que la promovieron, la impulsaron, la defendieron y la
presentaron como el ejemplo de la modernidad institucional, buscaron todas las
formas de desconocerla.
Era muy pequeña cuando
mataron a Trujillo, a penas contaba con seis años, la edad que tiene hoy mi
nieto, por lo tanto no tengo vivencias de mordazas. Sí recuerdo el susurro de mis padres cuando
hacían algún comentario político. Temían que las paredes escucharan. Pero al crecer, he vivido mi adolescencia, mi
juventud, mi madurez y casi ya la vejez, junto a esta democracia débil y
lacerada que es nuestra democracia. Lo
repito prefiero una democracia imperfecta (¿pero tanto?) a una dictadura
perfecta.
Me duele sin
embargo, que viviendo en el siglo XXI sigamos teniendo los mismos problemas,
los mismos dilemas y las mismas esperanzas.
La democracia política vive momentos difíciles, porque nuestros
dirigentes no se han colocado a tono con los tiempos, y mucho menos, han sido
coherentes con sus discursos. Los
partidos políticos se han convertido en meras corporaciones, integradas por
socios que buscan multiplicar sus
inversiones a niveles insospechados. Las
ideas no existen. Los intereses sí. La democracia económica se ha
desfigurado. Al son del libre mercado,
hemos bailado entre la ostentosidad de los pocos a la indigencia de las grandes
mayorías. La brecha se agranda y no hay
acciones contundentes para detener el proceso.
La democracia social es la más golpeada.
Todavía nuestro país no ha sido capaz, porque no ha habido interés, de
invertir en salud y educación como se necesita, y más aún, como exige y dicta
la ley. Conviene, para los fines del
asalto al poder, contar con una ciudadanía poco educada, necesitada de dádivas
y dispuesta a vender su alma por un pedazo de pan. La institucionalidad democrática existe de
nombre. La Constitución y las leyes
constituyen solo marcos referenciales
que se defiende y acomodan según las circunstancias. La corrupción se
extiende, se tolera, se permite y, por supuesto, no se castiga. Mientras todo
eso ocurre, nos quedamos atrás, somos los primeros de los últimos.
Me cuesta
defender esta democracia. Me cuesta
seguir defendiendo el derecho y el deber ciudadano del voto. Solía abogar por
el voto consciente, por el uso responsable de ese pedazo de soberanía por el
que tantos hombres y mujeres lucharon.
Hoy, creo que la democracia necesita renovarse, para lo cual el poder
ciudadano no debe limitarse al ejercicio ciudadano del sufragio, sino de la
participación activa en la vida social.
Renuevo mi convicción de que el voto no es una patente de corzo para que
los ganadores hagan de nuestro patrimonio lo que quieran. No, abogo por una ciudadanía que exija a sus
representantes el cumplimiento de sus promesas.
Una ciudadanía que eleve su voz cuando se violen las leyes y la
Constitución.
[1] Norberto Bobbio, El Futuro de la Democracia, Barcelona, Plaza Janes Editores, 1995, pp.
94-95
[2] Dedé Mirabal, Vivas en su jardín. Memorias, Santo Domingo, Grupo Santillana/Aguilar,
2008, pp. 316 y siguientes.
[3] Mu-Kien Adriana Sang, ¡Yo soy Minerva! Confesiones más allá de la vida y
la muerte, Santo Domingo, Editora Amigo del Hogar, 2009., pp. 161 y siguientes
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