domingo, 4 de septiembre de 2016

De Haití a Cuba, 1


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE



De Haití a Cuba… Reflexiones a propósito de unas experiencias, 1



Por: Mu-Kien Adriana Sang





@MuKienAdriana



“La linda soñadora, poeta y soberana, (…), imprime un ligero balanceo a su hamaca, original invención de la indolencia indígena…

Su graciosa actitud de indiferencia y ensoñación rota, es rodeada por las jóvenes, formando el habitual cortejo, y con sus voces alegres cantan una canción de letra colorida, que evoca el pintoresco encanto de los sitios montañosos. Ellas se tornan en una suave danza de compases regulares.

Extraño y encantador espectáculo el de las bailarinas marcando el ritmo de su música vocal a través de los movimientos armoniosos de sus pies, caderas, la cabeza coronada con flores rojas, exhibiendo exquisitamente sus cuerpos sin velo!”

 (E. Marcelin, La Reina Anacaona)







La primera vez que fui a Haití fue en 1971, hace ya 45 años.  Era una adolescente de 15 años.  Un grupo de jóvenes soñadores fuimos por carretera para participar en el Congreso Mundial de la Juventud Estudiantil Católica.  Tuve dificultades con mis padres para que me dejaran ir.  Me impuse a fuerza de insistencia.  Fueron días maravillosos en que jóvenes del mundo entero soñábamos con un mundo mejor, más justo.  No había vuelto. Quizás tenía temores fundados de no asistir. 



Volví a Puerto Príncipe, Haití en este mes de junio.  El rector de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, me solicitó que lo representara en la Asamblea de CORPUCA, que es una asociación de universidades caribeñas auspiciada por la Agencia Universitaria de la Francofonía. Sede Caribe. 



Llegué a Puerto Príncipe un día en la tarde.  No me sorprendió el aeropuerto. Pequeño, con escaso servicio. Al salir, me estaban esperando.  Me senté en la parte trasera del vehículo para poder observar mejor el panorama. El uso del francés me permitía tener una mejor vinculación con el chofer, a quien atosigué con montones de preguntas.  Solo me respondió algunas, las que quiso.  Utilizó la sabiduría popular de hacerse el tonto.



En mi familia existía el temor de la visita, debido a que el día anterior, el 7 de junio, habían ocurridos serios disturbios en protesta por la decisión del Tribunal Electoral haitiano, desconoció los resultados electorales, y convocando  nuevas elecciones en octubre.  Cuando llegué el chofer me dijo que en la mañana de ese día habían ocurrido algunas protestas. Le pregunté por dónde habían sido. Me contestó: justo en esta calle. El corazón me dio un vuelco.  A pesar de mis temores, en esa semana se celebraban en Puerto Príncipe tres grandes reuniones: la Asamblea de CORPUCA, el encuentro anual de la Asociación de Estudios Caribeños y la asamblea anual de ACURIL, que es la organización de bibliotecas universitarias. Por suerte todas estas importantes e interesantes actividades académicas se realizaron con éxito y sin dificultad.



Mientras me guiaban por la ciudad primero para buscar a otros participantes, recorrimos por casi dos horas la ciudad.  Sentí que veía una película desde el cristal del vehículo. Me dediqué a tomar fotos.  No me sorprendieron las calles polvorientas, llenas de personas. Había de todo: vendedores ambulantes, caminantes que salían de sus empleos, trabajadores por cuenta propia que intentaban transportarse…. Mucha gente vestida de colores y que luchaban como verdaderos acróbatas para poder subir a las camionetas convertidas en transporte público, pintadas de colores y repletas hasta lo impensable. El tránsito por las calles es un caos.  Los tapones se suceden.  Los vehículos deben caminar a un ritmo tan lento que para poder cumplir una agenda preestablecida, es necesario calcular una hora de transporte, presos en esas cárceles móviles que llaman vehículos.



Aunque está bastante restablecido del terror y horror del terremoto, todavía quedan construcciones destruidas, sobre las cuales ha crecido la yerba y se amontona la basura. Sentí que el calor allí era más abrasador y agobiante que aquí. Quizás por la falta de vegetación, el trópico se hace más presente y fuerte.



Después de recorrer las calles, comenzamos a subir las colinas de Petion Ville donde se encontraba el hotel donde seríamos alojados los participantes. Para llegar al hotel La Reserve, debíamos pasar por el frente del Consulado y de la Embajada dominicana en Puerto Príncipe. Lamenté no haber podido ver al amigo Embajador, Rubén Silié, porque la agenda era muy apretada y estábamos a expensas de los organizadores para movernos.



La representación dominicana estaba integrada por quien subscribe y la Señora Inmaculada Madera de la Universidad APEC. Habían representantes de la Universidad de West Indians, de la Unviersidad de La Habana, la Universidad de Oriente, ambas de Cuba.  También había una representante de la Universidad Des Antillas y Guyana sede Martinica. De Haití estaban presentes representantes de las Universidades de Quisqueya, Notre Dame y la pública.



Al día siguiente, nos fueron a buscar a las 7 de la mañana para dirigirnos a la Universidad de Notre Dame, sede de la Asamblea.  En los diferentes momentos, pudimos conversar con varios rectores de las universidades haitianas, intelectuales haitianos y delegaciones diplomáticas de la Embajada de Francia.  Tuve la grata ocasión de conocer a Laenne Hurbon, autor del libro “Comprender Haití”, una obra que me impactó y que en el año 2012 publiqué, en esta misma columna, una serie de artículos sobre el libro.  Tenía años que no veía a Susy Castor, la viuda de Gérard Pierre Charles.  Ella y su esposo, profesores e intelectuales importantes de Haití que vivieron muchos años en México, pero que decidieron quemar sus naves y volver a su país para colaborar en el proceso de construcción de una casi imposible democracia.  Vi también a Rachel Doucet, antropóloga, a quien conocía desde hacía varios años después que vino al país a ofrecer un curso organizado por nosotros, en el Centro de Estudios Caribeños de la PUCMM.



Confirmé mi vieja percepción de que Haití vive inmerso en dos mundos:  el de los pobres entre los más pobres, los que nada tienen, los que buscan desesperados el pan del día para sobrevivir.  Y el mundo de los privilegiados, por dinero o conocimientos.  Haití tiene una intelectualidad amplia, bien formada que ha sido bien recibida en las universidades no solo haitianas, sino también del mundo.



Percibí también, a pesar de la cordialidad y buena relación, una cierta reticencia y cuidado. La tensa relaciones entre ambos estados, producto, entre otras cosas, por la famosa sentencia del Tribunal Constitucional,  se refleja subrepticiamente, en las relaciones académicas.  De todas maneras, creo que estos esfuerzos de hacer proyectos conjuntos en el mundo universitario, es una forma de tender puentes de relaciones entre dos vecinos condenados a entenderse.



El hecho de que mis amigos y parte de mi familia me pidieran encarecidamente que no fuera al encuentro refleja que existen muchos prejuicios y una imagen muy negativa, la cual, a mi juicio, y es pura especulación, se ha acrecentado con los últimos conflictos provocados por la famosa y terrible sentencia del Tribunal Constitucional.



Nos vemos en la próxima

No hay comentarios:

Publicar un comentario