TEMAS SOBRE HAITI,
REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE
El ron de José Chez Checo,
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Por: Mu-Kien Adriana Sang
@MuKienAdriana
La primera ocupación
norteamericana produjo profundos cambios en la estructura económica de
República Dominicana. Por ejemplo, el arancel de 1909 que fue formulado
posteriormente por los norteamericanos había ocasionado que la Receptoría de
Aduanas recaudara a razón de diez dólares per cápita, lo que parecía
inconcebible en un país cuyos habitantes apenas ganaban para vivir. [1]
Continuamos
trabajando con el libro del amigo-hermano-colega José Chez Checo, el
especialista de la historia del ron en la República Dominicana, titulado “El
Ron en la Historia Dominicana. Tomo II siglos XX y XXI”. En
la primera entrega presentamos los elementos claves de la historia del ron en
los primeros años de los años 1900.
Señalamos cómo fue creciendo la industria y los reiterados intentos del
gobierno por obtener ingresos fiscales de esta floreciente industria, así como
las protestas de los productores y comerciantes.
El capítulo II abarca los 8 años de la ocupación
norteamericana. El autor da cuenta que en los primeros años del gobierno
interventor no hubo auge de la industria del ron. Los responsables del sector señalaban que la
producción había disminuido, y que por esta razón no podían cumplir con las
exigencias fiscales del gobierno. Ante
la situación, el gobierno promulgó la Orden Ejecutiva No 68 que modificaba la
Ley de Alcoholes. Esta modificación mejoró un poco la situación.
Durante la ocupación se instalaron nuevas casas
importadoras y licoreras. Entre las que
podemos citar a las siguientes:
1.
Font
Gamundi y Ca. Que se estableció en La Vega en 1917. Además del negocio del alcohol, importaba
también café, cacao, cueros, cera, miel, entre otras mercancías. Sus marcas
eran: Ron Non Plus Ultra de 5 años, Ron León, Ron Dos Negritos y el anisado
Paloma.
2.
En
Santiago, poseían destilerías: Manuel Bermúdez, Rafael Estrella, Rafael
Borrell, José de Peña, Pompillo Fernández, H.E. León, Manuel Beltrán, Carlos
Grau y José R. Malagón. Según el censo de 1917, en Santiago había 14
destilerías y 7 fábricas de licores.
3.
Como
licoreros se encontraban: Brugal & Co., Bentz Hermanos, Idarmes Curz, J.
Armando Bermúdez, Rafael Díaz y Bermudez & Félix.
4.
En
Santo Domingo se encontaban las marcas: Ron Bairut de la Casa Bairut; la casa
La Cantábrica tenía los rones Dos Amigos y Dos banderas.
5.
En San
Pedro de Macorís existía la casa de José Lebrón Morales con el Ron Pajarito.
6.
En el
Seibo existían los alambiqueros: Bruno Carela, Amable Dalmasi, Secundino Beras,
Educardo Cotes y Faustino Morales.
Un elemento interesante fue la denuncia de la prensa nacional,
especialmente La Información, había una tendencia a beber el alcohol metílico
que se vendía libremente, principalmente en la ciudad de Santiago. Este tipo de
alcohol tiene una gran toxicidad, pudiendo provocar la muerte.
EL gobierno de ocupación promulgó
varias ordenanzas que permitieron aumentar los ingresos fiscales, pero que tuvo
como consecuencias funestas para los alambiqueros, ya que se arruinaron cientos
de familias que vivían de su fabricación.
Una medida que tuvo impacto negativo en la población fue la prohibición a
los Ayuntamientos de cobrar arbitrios sobre producción, consumo o uso de
cualquier alcohol o productos alcohólicos,
así como de importación y exportación después del 18 de octubre de 1918. Por
supuesto que la disposición, aunque tuvo que ser acogida, provocó fuertes
reacciones de parte de los ayuntamientos.
Las medidas hicieron que muchas licoreras desaparecieran. Quedaron las más
grandes:
1.
Brugal
C x A, cuya marca principal “Ron Brugal” había ganado varias medallas
internacionales.
2.
J.
Armando Bermúdez que se hizo famoso por sus dos grandes marcas “Ron Palo Viejo”
y “Ron Cidra”
3.
Casa
licorera Manuel de Jesús Tavares y Sucs, cuyo Ron Tavares fue premiado también
en varias exposiciones internacionales.
4.
Casa
Guash Ferreiro que eran fabricantes de licores, especialmente el Ron Peso de
Oro.
Un dato
interesante que apunta el historiador es la promulgación en los Estados Unidos
de la Ley Seca en 1919, que consideraba
ilegal la fabricación, comercialización y consumo de alcohol. Un hecho insólito, que dicho sea de paso, en
vez de disminuir el consumo y variar el hábito en los consumidores
norteamericanos, lo que hizo fue aumentar.
Trece años después, durante la administración de Roosevelt, fue derogada. La ley Seca se promulgó en el momento en que
la isla, es decir en Haití y República Dominicana, estaba bajo el control de
los Estados Unidos.
En el capítulo
III que abarca el gobierno de Horacio Vásquez, 1924-1930, el hermano-colega
señala que si bien en materia de política económica el nuevo gobernante, sin
embargo, apoyó la industria del ron y sus derivados derogando todas las
ordenanzas promulgadas por el gobierno de ocupación. Apoyo sí, pero el gobierno quería control y
dinero. Por esta razón promulgó la Ley 100 que ordenaba que todos los depósitos
para guardar las mieles de caña y melazas que se produjeran en el país
quedarían bajo el control del gobierno.
Los propietarios de los alambiques y destilarías estaban obligados a declarar
diariamente a las oficinas de Rentas Internas. ¡Control total del gobierno! Si
no cumplían las consecuencias eran terribles.
Destaca el
historiador la llegada en 1927 de loa migrantes españoles, los hermanos Julián y José Barceló, creadores de la
empresa Barceló y Co, verdaderos
empresarios de la industria del ron.
Producían los rones “Génesis Garita” y “22-22”, “Cuba” y “Selecto”.
A pesar de los
controles estatales, la industrial del ron siguió creciendo y fortaleciéndose.
Las casas licoreras mostraron nuevos productos a los consumidores. Sin embargo,
la oferta local disminuyó debido, entre otras cosas al incremento de la demanda
de licores y bebidas alcohólicas importadas, que fue creciendo de forma
paulatina, pero constante.
En el Capítulo IV habla sobre el período de Trujillo que apoyó la industria
del ron, y como dice el historiador, permitió la consolidación y crecimiento de
las empresas. Pero el espacio se agotó y
trabajaremos el tema en la próxima entrega.
[1] José Chez Checo, El Ron en la
Historia Dominicana. Tomo II siglos XX y XXI, Santo Domingo, Editora Búho,
2014, p.85.
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