domingo, 4 de septiembre de 2016

El libro de Reina Rosario, 4


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE





El libro de Reina, 4



Por: Mu-Kien Adriana Sang





@MuKienAdriana





La inserción social y política de la población de origen jamaiquino fue fundamentalmente en la lucha social, sindical y parlamentaria. Dentro de estos movimientos los afrocostarricenses se caracterizaron por desarrollar un discurso étnico, de denuncia de la exclusión, de los niveles de desigualdad de la provincia y del racismo imperante…[1]

Continuamos con el libro de Reina Rosario, iniciaremos con el Capítulo III el cual titula “Desde la ciudadanía a la identidad negociada. 1950-1970”.  Como bien afirma nuestra querida historiadora, a partir de la mitad del siglo XX hubo un cambio radical en las relaciones del Estado con la provincia de Limón, pero sobre todo, con la población de origen jamaiquino. El Estado comenzó a tener control político de la región, nunca antes había estado integrada al resto de la nación. Con la llegada de Figueres, la población de origen jamaiquino pidió a gritos ser incorporada social, política y económicamente. El nuevo presidente fue clave, como bien lo dice la autora:

Bajo la administración de Figueres se produjo la reactivación bananera… luego de varias décadas de crisis por la salida de la UFCO… en los años 30. A partir de 1955, se instalaron en Limón cuatro nuevas compañías extranjeras, se inauguró un ágil proceso de reorganización de las acciones del Estado, el capital transnacional y los sectores sociales populares que imprimen un dinamismo a la región. [2]

Como ocurre en la vida, en la historia y en la sociedad, no todo es color de rosas. La discriminación no se podía eliminar tan fácilmente. Todo cambió en 1973 cuando se promulgó la Ley No. 5360, que prohibía las restricciones de migración fundadas en elementos raciales.  De esta  manera la legislación del país se ponía a tono con la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación racial suscrita por Costa Rica en 1966.

Para ofrecer sus opiniones, Reina leyó, citó y organizó en un cuadro, todos los discursos de los presidentes de Costa Rica en materia racial desde 1949, cuando Figueres asumió el poder hasta 1966 cuando José Joaquín Trejos tomó juramento.  Muy interesante. Invito a revisarlo.

En ese proceso de cambio, por primera vez en la historia de  Costa Rica un negro de origen jamaiquino, Alex Curling fue designado como Jefe de Acción Política del Partido de Liberación Nacional, primero para el cantón de Siquirres.  En la Convención del Partido de Liberación Nacional para escoger a los candidatos a la Asamblea Legislativa, Alex Curling fue postulado, a pesar de que había, dentro las mismas filas del partido, oposición y resistencia.  Por primera vez en las elecciones de 1953, dos negros pueron colocados en las papeletas y elegidos en 1953: Alex Curling fue electo como diputado suplente, y Stanley Britton, fue escogido como segundo puesto en la papeleta municipal.

A partir de ese momento, dice Reina, en el Partido de Liberación Nacional, eligió siempre un candidato negro para la provincia de Limón. Tiempo después, los demás partidos incluyeron en sus listas de candidatos a posiciones legislativas a miembros de la comunidad de origen jamaiquino.

Por otro lado, Reina afirma que en la comunidad de origen jamaiquino, como ocurrió aquí durante la migración cocola en los primeros años del siglo XX, se puede afirmar que el inglés fue la lengua nativa, aunque poco a poco se sumaron al español, que la lengua dominante.  Aferrarse al idioma de los ancestros era la forma de vincularse a su propia identidad, a ser ellos, y ser sobre todo, diferente a los “otros”.

En Costa Rica, como sucedió con nosotros en Samaná y San Pedro de Macorís en la República Dominicana, las poblaciones se aferraron negras migrantes se aferraron a sus creencias a sus “chorchas”, como se conoce aquí. Se desarrollaron las logias, como en la mayoría de nuestros países.  Se calcula que para la década del 50 existían en Limón más de 20 logias y asociaciones fraternas y benevolentes. Otra forma de mantener su identidad y compartir sus valores.  Eran secretas, pero hacían sus bailes y desfiles públicos, mostrando sus elementos distintivos como etnia.

 La música también fue una expresión de su propia identidad, como el calipso limonense, que a juicio de los estudiosos tiene una clara influencia de la música jamaiquina, y de otros lugares del Caribe.   En ese marco se inscribe el carnaval limonense. Esta expresión cultural del pueblo existe desde los primeros años del siglo XX.  Se localizaron rastros de celebraciones antes de 1949, pero se afianzó a partir de ese año tan significativo para la región.

Concluye el capítulo con una pregunta ¿Soy negro o soy costarricense? El gran dilema existencial.  Una duda que se agigantó con la historia de segregación y explotación de esas poblaciones. Al final, debieron asumir la ciudadanía. La identidad grupal era otra cosa. Como lo dijo Curling en una sesión de la Asamblea Legislativa: “Me siento orgulloso de decir que soy costarricense, solo costarricense”. [3] Esta decisión permitió que el grado de inserción política fuera constante y ascendente. La comunidad, como dice Reina en el libro, ha luchado por mantener los elementos identitarios: música, arte culinario, religión y carnaval. 

El último capítulo es el IV: “Los y las afrocostarricenses. 1979-2000.”  Estos 30 años, como bien dice Reina, tienen que ser analizados en el contexto internacional: guerra fría, luchas de los movimientos revolucionarios en  América Latina, y sobre todo, lucha de los negros norteamericanos en búsqueda de igualdad. Los nombres de Che Guevara por un lado y Malcom X por el otro, resonaban en los grupos del mundo, y, por supuesto en el Caribe nuestro, en el Limón.  Ellos fueron los símbolos de las por las igualdades. 

En este capítulo Reina hace el mismo ejercicio de analizar el discurso presidencial.  Tomó las alocuciones de los presidentes de esos treinta años e hizo el mismo análisis que en el capítulo anterior. Constata algo importante: la población de origen jamaiquino aparece en el discurso.  Sin embargo, reconoce que en la provincia de Limón, la celebración del “Día del Negro” fue un elemento importante en el cual se destaca la cultura de esa población marginada. Posteriormente el día fue convertido en la “Semana de la Cultura Afrocostarricense.”.  Estos hechos, sin duda, han permitido que el movimiento social, y sobre todo, la voz de esos descendientes, no solo los negros, sino también los indígenas, hayan podido encontrar espacio político y social, como afirma la autora:

La inserción social y política de la población de origen jamaiquino fue fundamentalmente en la lucha social, sindical y parlamentaria. Dentro de estos movimientos los afro costarricenses se caracterizaron por desarrollar un discurso étnico, de denuncia de la exclusión de los niveles de desigualdad de la provincia y del racismo imperante. Esta inserción se puede apreciar, entre otras manifestaciones, en el surgimiento de un partido provincial liderado por un afro costarricense…

El liderazgo de la comunidad se manifestó en el otorgamiento del benemeritazgo a un afro costarricense, el primer diputado negro, Alex Curling, y en la propuesta de reforma constitucional para declarar a Costa Rica país multi étnico y multilingüe[4].





[1] Reina Rosario, Identidades de la población de origen jamaiquino en el Caribe Costarricense (segunda mitad del siglo XX), Santo Domingo, Cocolo Editorial, 2015, p. 399.
[2] Ibidem, p- 230
[3] Ibidem, p. 297.
[4] Ibidem, p. 402

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