domingo, 4 de septiembre de 2016

La reinvención colonial


TEMAS SOBRE HAITI, REPUBLICA DOMINICANA Y EL CARIBE





CUBA Y SUS LIBROS.  La reinvención colonial

Por: Mu-Kien Adriana Sang





@MuKienAdriana





 La cuba colonial de fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX es diferente al resto de colonias hispanoamericanas. Rotunda afirmación, que no olvida los elementos comunes y tampoco las particularidades que adquirió en cada territorio americano el pasado compartido con una misma metrópoli.  Pero un pasado que comienza a transcurrir por derroteros disímiles en la segunda mitad del siglo XVIII:  mientras en el resto de colonias americanas asistimos al desplazamiento de los criollos de las estructuras de poder con la introducción de nuevas figuras administrativas que vienen a ser ocupadas por peninsulares, el Caribe español, que hasta ese momento ocupaba un papel secundario –más allá de su importancia estratégica- comienza a revalorizarse dentro de la estructura económica del imperio.  En el caso cubano tenemos un elemento añadido desde el punto de vista socioeconómico, el camino escogido para alentar el desarrollo de la colonia: la plantación azucarera daría paso a una sociedad diferente, asociada al binomio azúcar-esclavos.[1] Imilcy Balboa Navarro



En el año 2013 la Academia Dominicana de Historia y el Centro de Estudios Caribeños de la PUCMM, realizamos un gran evento internacional titulado “El Caribe en cuatro tiempos: los modelos que suceden (Siglos XVI’XX)”, que contaba también con el auspicio de la Asociación de Historia económica del Caribe.  En ese seminario participaron cientos de académicos de América Latina y Europa especialistas en temas caribeños.  Ahí conocí a Imilcy Balboa, cubana de nacimiento, europea de adopción, y me sorprendió su rigurosidad intelectual y su sencillez.



En nuestros diálogos como historiadora, me sorprendió su disciplina de trabajo.  Me regaló el libro “La reinvención colonial de Cuba” que hoy iniciamos su presentación.  Esta joya de obra cuenta con doce ensayos escritos por igual número de investigadores.  El primero fue escrito por su editora, la profesora Balboa Navarro.  De su ensayo escogimos el párrafo que inicia este artículo.  Sostiene que la realidad colonial cubana es singular, muy diferente al resto de las colonias hispanoamericanas del continente.  Cuando leí su conclusión recordé las posiciones de Juan Bosch, quien, asumiendo la particularidad dominicana, concluía que nuestro país tenía una “arritmia histórica”.



Imilcy plantea que ese camino propio inició su periplo en el siglo XVIII cuando el ingenio se convirtió en el centro de la estructura agraria.  A diferencia de Saint Domingue (hoy Haití), que aportaba el 28% de la producción mundial de azúcar, le seguía Jamaica con un 19%. mientras que Cuba solo aportaba el 3%.  Pero eso fue solo al inicio, porque como decía Moreno Fraginals, el gran historiador cubano, Cuba tenía todas las condiciones necesarias para desarrollar la manufactura azucarera: bosques, tierras, ganados e instrumentos de trabajo. 



Las primeras sublevaciones de esclavos, que dieron inicio al largo proceso de la Revolución Haitiana, constituyeron una gran oportunidad para los hacendados cubanos.  Muchos capitales salieron hacia la isla de Cuba.  Esto hizo que se hicieran grandes esfuerzos por imponer un modelo diferente al haitiano. Para lo cual decidieron organizar el proceso laboral, capitales para emprender las reformas institucionales necesarias acordes a los nuevos tiempos.  “Cuba, o con mayor propiedad la aristocracia habanera, se mira en el espejo de las “Sugar Islands”, aspira a superar el modelo, pero estudiando, comparando y readaptando las experiencias de otras zonas a sus necesidades.”[2]



Un dato interesante que señala Imilcy es que mientras en el resto de las colonias hispanoamericanas se iniciaba un proceso de independencia, en Cuba se optaba por una nueva estrategia metropolitana, con una política reformista, proceso que culmina o concluyen abruptamente con los sucesos de 1808.  Pero era una reforma de apariencia, pues en el fondo el modelo de plantaciones azucareras: “Se quiere reformismo, pero ligado al cultivo de la caña, se quiere reformismo, pero con esclavitud.”[3]



En última instancia lo que plantea la historiadora es que los hacendados se hicieron opositores a las ideas liberales, para ellos resultaba más beneficioso unir su “suerte al mantenimiento del despotismo absolutista. La vuelta del absolutismo paradójicamente no significó un alejamiento de tales postulados, sino la continuidad y ampliación de los proyectos iniciados. En el lado contrario, la opción de favorecer el liberalismo constitucional comportaba dar presencia y representación a otros sectores sociales, lo que ponía en peligro la trata y la misma esclavitud…”[4]



Este planteamiento es muy interesante porque para el caso dominicano, yo sostengo y así lo esbozo en mi libro “Ulises Heureaux. Biografía de un dictador” que el ingenio que se desarrolló a finales del siglo XIX fue un promotor del proyecto capitalista en República Dominicana, permitiendo un desarrollo económico que revolucionó la economía del país.  Claro está existe una diferencia con Cuba y su desarrollo azucarero, porque el de ellos comenzó a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, antes de que se decretara formalmente de parte de las potencias imperiales el fin de la trata de esclavos y el comercio triangular.



El libro, como bien lo explica Imilcy Balboa Navarro, es una reflexión de historiadores cubanos y españoles acerca de la plantación en Cuba.  A partir de este momento, y durante 11 entregas adicionales abordaremos el tema, resumiendo los planteamientos de esos colegas sobre un tema tan interesante:



La plantación es tierras, la plantación es azúcar, la plantación es esclavitud, y en definitiva, es también sociedad.  Una sociedad que se nos presenta en buena medida atada a los beneficios del cultivo de la caña, pero al mismo tiempo se renueva y explora nuevas opciones…[5]



[1] Imilcy Balboa Navarro, “Continuidad, renovación y alternativa. La sociedad cubana del siglo XIX”, en Imilcy Balboa editora, La reinvención colonial de Cuba, Santa Cruz de Tenerife, España, Ediciones Idea, 2012, pp. 7-8.
[2] Ibidem, p.12
[3] Ibidem, p. 14.
[4] Ibidem, p. 15.
[5] Ibidem, p. 21

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